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María, ejemplar cristiana

  • Fecha de publicación: Martes, 26 Febrero 2013, 03:00 horas

      ¿Sabía usted que María recibió a Cristo Jesús como su Salvador personal antes de que él naciera?  Cuando ella visitó a la madre de Juan el Bautista, llamada Elizabet, Juan, que estaba en el vientre de su madre, dio un salto unos tres meses antes de nacer:

“Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.  ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?  Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.  Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.  Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lc. 1:41-47).

Este fue el primer “encuentro” entre Juan el Bautista y nuestro Señor Jesucristo.  Hacía ya seis meses que  Juan había sido engendrado, pero Je­sús probablemente hacía unos pocos días.

¿Qué dijo María acerca de Jesús después de saludar a Elizabet?  Dijo que desde ese momento, Jesús era su Dios, su Señor y su Salvador.
Pero… ¿Acaso no le dijeron a usted que María fue concebida sin pecado ori­ginal?  ¿No sabía ella que... “no tenía pecado”?
No, ella sabía que Jesús era su Señor, su Dios y su Salvador.  Tampoco sabía ella que era... “reina del cielo”.  Sólo sabía que Dios la había escogido a fin de que sirviera de madre para el Salvador del mundo.

Si usted admira a María, ¿por qué no la imita, permitiendo que Él (no ella) sea su Señor, su Dios y su Salvador?

Si María creyó en Él cuando aún no había nacido, ¿por qué, en lugar de rendirle culto a una sencilla y ejemplar madre que fue salva creyendo en Cristo, no deriva su lealtad al mismo que salvó a María y millones de tantos otros, quienes reconocieron, no a María, sino a Jesús como su Dios, su Señor y su Salvador?  ¡No hay diosa, sino Dios!  ¡No hay salvadora, sino Salvador!  ¡No hay intercesora, sino Intercesor!  ¡No esperamos el regreso de ella, sino de Él!  ¡El mundo no será gobernado por una reina, sino por el único Rey que cuenta con todos los atributos para hacerlo!

El intento por elevar a María a una mujer bienaventurada más allá de toda otra persona salva por la fe en Cristo: Un caso de estos se registra en Lucas 11:27, 28, donde dice: “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.  Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”.

Y usted... ¿es mariano o cristiano?  Hasta la fecha María a nadie salvó, porque ella no fue crucificada por nosotros, no sepultaron su cuerpo para levantarse al tercer día.

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