Venid a mí
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar” (Mt. 11:28). ¡Qué invitación más generosa para cuantos atraviesan por alguna experiencia amarga, depresión, temores e inseguridad! El Señor promete dar descanso, pero... cuidado, él no dice: Busquen a algún consejero profesional, preferentemente un psicólogo cristiano, alguien que sepa aplicar las técnicas más avanzadas para tratar la psiquis (alma).
¿Por qué, cree Ud., los cristianos hoy se han volcado a los autodenominados “consejeros profesionales”? ¿Pensó alguna vez sobre esto? Todos los cristianos suponen conocer la eficacia de Cristo para tratar el alma, porque, después de todo, Él la rescató para Sí mismo al alto precio de su propia vida al morir sobre la cruz. ¿Sabe por qué la mayoría de los cristianos que se ven acorralados con problemas no van a Jesús, pero sí, van a los psicólogos y consejeros profesionales cristianos...? ¡Porque estos “pacientes” ya saben la respuesta de Jesús! Son “pacientes” que no quieren la solución divina, además el Señor no tiene credenciales para aconsejar a nadie, menos aún los apóstoles que apenas sabían pescar, Pablo sabía hacer tiendas y Jesús había aprendido bastante de carpintería. ¿cómo confiar nuestros problemas tan agudos a personas que no conocen ni los bordes de las técnicas modernas para nuestros tiempos modernos y con problemas que ellos ni soñaron...
Si alguien se atreve considerar que con venir a Jesús con los problemas, puede estar seguro de que la respuesta ya esta a su alcance. Si alguien viene a Él y le dice que se siente muy mal porque tiene relaciones románticas fuera del matrimonio, así trátese de un soltero o casado, el tal no necesita de un consejero profesional, porque su pecado no es tan profesional, que digamos... Si se lo lleva a Jesús, Él le dirá: “No adulterarás, y luego agregará que los adúlteros no heredarán el reino de Dios, ni los fornicarios...” ¡No, mil veces no, esta no es la respuesta que el pecador “moderno” con “pecados profesionales” necesita! Un consejero profesional usa una “técnica avanzada”, de modo que el pobre “paciente” con su profunda depresión, podrá oír palabras bonitas, un rodeo tan agradable que saldrá de la oficina del consejero profesional, tal vez con algunos centavos menos en su bolsillo, pero ciertamente, dirá, me siento muy aliviado... El (o ella) me dijo que piense en mis adentros, que yo sí, puedo vencer y lograrlo todo. Que todos cometemos errores (no pecados, por favor), que “errar es humano”, que yo debo elevar mucho más mi autoestima y, que no es cierto que debemos considerar a los, demás como superiores a nosotros mismos. Que si seguimos este camino de humillarnos y considerarnos inferiores a los demás, nos estaremos hundiendo más y más en nuestra depresión de la cual nunca más saldremos. ¡Ah cuán contento se pondrá este... “paciente”! ¡Nunca se le había cruzado siquiera por la mente que era un ser tan humilde, y había sido que ya lo era en demasía!
Pero... ¿qué dice la Biblia sobre nuestra tan trillada “baja autoestima”?
Seguramente que Pablo, por carecer de credenciales de Dr. en Psicología, escribió las siguientes palabras:
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil. 2:3)
Es obvio que si Pablo tuvo que recordar a los hermanos en Filipos que se cuidaran de tener un concepto demasiado alto de sí mismos, ellos de hecho, como todos por naturaleza, tendían a pensar de sí mismos muy alto. Pero, como los escritores de la Biblia ninguno era psicólogo ni tenía credenciales de “consejero profesional”, seguramente “cometieron el error” de describir al hombre como demasiado orgulloso en su propio concepto. La conclusión es que nos aborrecemos a nosotros mismos, y esto, según el nuevo “descubrimiento de la avanzada psicología es la causa de tanto stress y por ende de muchos otros males que sufrimos como sociedad demasiado humilde...
Oiga, por ejemplo algunos mensajes bíblicos sobre nuestra “extrema humildad”...”Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante Dios” (Mi. 6:8)
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro. 12:3). “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:5-8).
Pedro, hablando a los jóvenes y luego a los demás, dice:
“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos sumisos unos a otros, revestios de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1.P. 5:5).
Los “consejeros profesionales” modernos, así llámense cristianos o no, deberían de leer así estas palabras del apóstol: “Igualmente jóvenes, no permitan que los mayores bajen su autoestima, sino que reconozcan que en Uds. mismos está el poder. Revestios de autosuficiencia, porque Satanás resiste a los humildes, pero le agradan los soberbios”.
Los modernos consultorios de tantos consejeros profesionales hoy, no son otra cosa que una fábrica de soberbios, quienes se impusieron la responsabilidad de ofrecer una “terapia” exactamente contraria a las Sagradas Escrituras.
Decirle hoy a una persona que debe amar al prójimo como se ama a sí misma, no tiene sentido. Porque según los “nuevos descubrimientos del comportamiento del hombre “nosotros en realidad nos aborrecemos a nosotros mismos” En tal caso lo correcto sería decir: “Ama a tu prójimo como te aborreces a ti mismo”.
Sin darse cuenta, muchísimos cristianos, han caído en la trampa de un “evangelio” completamente desconocido para nuestros antepasados. Es un evangelio basado en la arrogancia del hombre. Es un... redescubrimiento del yo que había sido olvidado. La Serpiente (Satanás), ya le había sugerido a Eva que si le obedecía, su “yo” sería elevado a la misma deidad, de modo que ella misma sería su diosa y Adán sería para sí mismo su único dios. De esta manera, ellos no necesitaban obedecer a Dios, porque eso significaría que habría algo imposible para ellos. Si elevaban su autoestima y se decían a sí mismos... “yo lo puedo hacer, yo lo puedo hacer, yo lo haré...” descubrirían cuan “cierto” era aquello. Todos sabemos cuan dioses fueron nuestros antepasados. Al momento se vieron desnudos, temerosos y por primera vez comenzaron a esconderse del verdadero Dios.
La humanidad está regresando al “consejero profesional” que asistió a nuestros primeros padres en su oficina allá en el Edén. Siga inflando su ego, su yo, su autoestima, siga escuchando a quienes le dicen lo que Ud. quiere oír, y muy pronto se encontrará desnudo de toda esperanza y entusiasmo de vivir.
Dios tiene mucho que decir, tanto a los “pacientes por falta de autoestima” como para sus terapeutas. Dice Dios: “Mejor es humillar con los humildes que repartir despojos con los soberbios” (Pr. 16:19). “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Pr. 22:4). “La soberbia del hombre le abate, pero el humilde de espíritu sustenta la honra” (Pr. 29:23). “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Is. 57:15).
¿Se da cuenta cual es el origen del stress, o el abatimiento que sufren tantas personas hoy? La Biblia dice... “La soberbia del hombre le abate” (Pr. 29:23).
Cuando un hombre soberbio visita hoy a algún consejero profesional y este le aplica su... técnica, que invariablemente incluye una buena dosis de autoestima, el resultado es catastrófico, de modo que el... “paciente”, recibe aún más terapia contraproducente. Puesto que lo que lo llevó a la bancarrota emocional, es lo mismo que se le sigue administrando. Más autoestima, más autosuficiencia, más “yo lo puedo, yo lo puedo”, más “de mí depende el que yo triunfe o fracase” más “yo creo en mí y solamente en mí y en nadie más”. Más de... “yo tengo mucha fe en mis habilidades”. Todo esto es lo que constituye hoy la columna vertebral de los “grandes descubrimientos de los sabios modernos”, quienes lo están metiendo en las aulas de las escuelas públicas, preparando a una generación de los dominados por el “yo” que de nada ni de nadie necesite.
Ahora Ud. se pregunta por qué en la mayoría de las iglesias ya no se canta más que tenemos que llevar “todo a Dios en oración”, porque ahora lo que hay que hacer es llevar todas nuestras angustias y penas, “todo al consejero profesional y si es psicólogo, tanto mejor”. Es que... la oración no incluye las nuevas técnicas, porque la oración es muy antigua, de la época de Abraham y sus descendientes, también lo es de la iglesia en sus comienzos y de los cristianos a través de los años antes del “descubrimiento” de estas nuevas fuentes de poder.
Ud. si no quiere concurrir a un “consejero profesional”, puede buscar a un “ministro” de esos que no le estará machacando con mucha Biblia, ni le estará recordando siempre su condición de pecador, ni la necesidad de arrepentimiento, porque tal actitud nunca le ayudará a elevar su autoestima. Pero sí, le dirá que Ud. es alguien “muy especial”, que Ud. puede superar todos sus problemas sólo, que Ud. tiene que meditar en el poder que Ud. ya tiene y que, pedir en oración que Dios le perdone todos sus pecados es contrario a una vida de victoria. Dios no necesita de ese tipo de plegaria. Todo lo que Ud. debe hacer es alabar, porque lo que Dios quiere en estos últimos años, es alabanza y más alabanza. ¡Ah, pero tiene que saber que hay expertos que le dirán cómo alabar... M.W. podría ser un buen proveedor de alabanzas. No tiene más que repetir las letanías con una media docena de palabras que se repiten 60 veces... Si estas técnicas, por ser colectivas en un templo o salón, no le ayudan, Ud. podrá recibir un “soplo” especial y caerse al suelo para experimentar una especie de sacudones, ciertos balbuceos, carcajadas sagradas y “mucha alegría que nunca antes tenía”. No se preocupe existen “terapias colectivas” donde el profesional, aunque no lea un sólo texto de la Biblia, le estará arengando como queriendo encantarlo, y le exigirá que se ponga de pie, que baje la cabeza, que cierre los ojos, que luego se siente, que aplauda, aunque Ud. puede agregarle unos movimientos con la cabeza, hacia atrás y hacia adelante etc...
¿Qué resultados nos ofrecen las... “técnicas” modernas, tanto de “consejeros profesionales” como de los modernos pastores? Bueno, hay unos cuántos cambios, como por ejemplo:
Ud. ya no necesitará hablar a nadie de Cristo, porque el “nuevo descubrimiento” es que todos son cristianos, especialmente en nuestro continente gracias al empujón que en estos últimos años recibió el movimiento ecuménico, encabezado por el devoto de María, el señor Papa. ¿Para qué evangelizar a los católicos, mormones, ruselistas, macumberos, si todos ellos creen en Dios? Claro, a su manera, pero si creen y Ud. no es nadie para pretender que Ud. tiene toda la verdad...
El otro resultado de todos estos “descubrimientos” es que Ud. finalmente tendrá la experiencia de “hablar en lenguas”, lo cual le coloca a Ud. en un pedestal superior. Ya no necesita creer que si es o no es salvo, porque una experiencia le hizo “sentir ese algo” que le convirtió en verdadero cristiano...
El otro resultado es la prosperidad material. Ud. descubrió, gracias a las modernas prédicas, que Ud. es “hijo del rey”, por lo cual, no tiene por qué ser pobre. Y si es pobre, es porque Ud. probablemente ni siquiera es salvo. Eso que Jesús dijo... “las zorras tienen guaridas y las aves nidos y el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza”, no significa que él no tenía muchos bienes materiales. Lo que significa es que en el lugar que se encontraba, la gente era muy mezquina y no quería compartir... ¡Ud. nunca había descubierto tan sabia interpretación! Ahora Ud. seguirá dando todo lo que pueda a ese ministro que le revela tantas cosas nuevas, porque él también le dijo que Ud. si le da a él y a su “ministerio”, Ud. recibirá cien veces más. Ud. se pone a contar esos... “cien veces más” y le parece verdaderamente fabuloso. Ud. no descubre ningún truco, porque para Ud. es todo tan nuevo.
Pero... ¿cómo le convencieron que ya todos: son salvos? Muy simple: ¡Si fulano menciona a Jesús, es porque ya es salvo...” Bueno, se dice Ud., y yo durante tantos años pensaba que hasta los demonios mencionaban que él era el santo de Dios” (Lc. 4:34b), pero... ¿acaso, se pregunta Ud., los demonios, por llamar a Jesús, “el santo de Dios”, son también salvos? Para Ud. este asunto es algo complicado, pero, es que Ud. tuvo esa... “experiencia” esa noche cuando cayó al suelo hacia atrás y sin doblar las rodillas, lo que Ud. interpretó que es cuando Ud. ya no tiene por qué doblar sus rodillas en humildad delante de nadie, ni siquiera delante de Dios porque, además de todo esto, se le dijo que Ud. es su propio Dios. Antes Ud. sabía que esto lo enseñó la Serpiente en el Edén (Gn. 3:5), pero que esto era mentira... ¿cuándo esta mentira se convirtió en verdad? Ud. realmente está confundido. Ud. escuchó que un predicador llamado Benny Hinn, enseñó a una gran multitud que digan en coro: “Yo soy Dios, yo soy Dios”, y la multitud lo hizo... ¿Se convirtieron realmente en dioses y diosas sólo por repetir las palabras de este “predicador”? ¡Esto sí que es avance fabuloso! Si comparamos la modesta sugerencia de la Serpiente en el Edén, lo que estos mercaderes de almas hacen y dicen hoy, supera lejos a lo que entonces escuchó Eva, allá en el Edén.
Siguiendo con preguntas y más preguntas, Ud. comienza a dudar y... ¡menos mal! Algunos reaccionan a tiempo y exclaman: ¡Me han estafado! Pero por lo general se encuentran emocional y espiritualmente en tan malas condiciones que les es difícil superar su angustiosa condición. Se sienten burlados, traicionados, avergonzados, desesperados y acorralados, de preguntas sin fin. ¿Por qué Dios permitió que me engañaran así? Y sin embargo Dios entrego en manos de cada creyente hijo suyo, un volumen con 66 libros llamado La Santa Biblia, para que sepa manejar su vida cristiana. No, no le eche la culpa a nadie. Fue su deliberada y vergonzosa ignorancia de la Biblia que le permitió semejante abuso.
Bien podemos agregar aquí las palabras del profeta, cuando dice:
“Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores... porque ellos os profetizan mentira” (Jr. 27:9,10).
Muchos de quienes hoy ocupan sus púlpitos son en realidad agoreros, adivinos, soñadores de sueños y tienen como única misión, alejar a cuantos puedan de la Palabra de Dios.
Si te sientes culpable ante Dios, acude al Señor... Si te es difícil creer que él es capaz de perdonarte, acude a Él con este problema.
Si tu carácter o tu temperamento, tus modales y tus reacciones como que siempre te defraudan y deseas un cambio, Él te espera y no es necesario llamarle por teléfono para que una contestadora te conteste.
Pero recuerda, NO es cierto que todo esto se arregla con... “sólo alaba al Señor”. La mejor alabanza para el Señor es un corazón quebrantado y una actitud humilde y obediente. “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tu, oh Dios” (Sal. 51:17).
Pero... Si con mis problemas debo acudir directamente al Señor, porque Él me extiende su invitación, ¿cómo puedo hacerlo? Si este es su problema, la respuesta es muy sencilla. Por ejemplo, si tienes problemas de salud, lee el libro de Job y los Salmos. Hallarás mucho consuelo, muchas respuestas a tus preguntas, inspiración y fortalecimiento. Por favor no acudas a curanderos, aunque practiquen sus “curaciones” en algún templo evangélico. Ten cuidado con los que, tratando de probar sus habilidades para manipular, te enfrentan con ciertos textos bíblicos, porque ellos saben que tú no conoces el verdadero significado del texto, ya que lo sacan de su contexto y te hacen pensar que es justamente el caso tuyo que se trata allí.
Cuando descubras que quisieras mejorar tu carácter, porque tal vez te enojas demasiado, o tal vez eres soberbio, o vengativo, lee el libro de Proverbios. Haciéndolo te estarás acercando al Señor en respuesta a su invitación. Si te asaltan dudas sobre el origen de todas las cosas y no puedas entender cómo y de dónde, lee el libro de Génesis. Si quieres saber cual es la verdadera iglesia cristiana, lee sin falta el libro de Los Hechos de los Apóstoles. Si quieres saber cómo y qué enseñó Jesús lee los Evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Si quieres, antes de orar, puedes elevar al Señor una breve oración diciéndole que vienes a Él en respuesta a su invitación, y pronto descubrirás que haciéndolo así, el Espíritu Santo te ayudará a entender muchas cosas que antes desconocías. Recuerda: El Maestro que nunca te engañará es el Espíritu Santo, porque Él es el autor de la Biblia.
Olvida a los expertos en arreglar problemas, déjalos para que atiendan a quienes confían en el hombre. No confíes en los hombres porque te acarrearás maldición aún mayor. Y no importa si el hombre con sus técnicas parece ser un buen cristiano, todavía es solamente un hombre, con las mismas limitaciones que tenemos todos.
Dios dice: “Maldito el varón que confía en el hombre... y su corazón se aparta de Jehová” (Jer. 17:5). Ni siquiera confíes en ti mismo, porque en tal caso tu propio corazón te engañará. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? (Jer.17:9). Y en otro lugar leemos: “El que confía en su propio corazón es necio” (Pr. 28:26a). Notarás que ahora está muy en boga enseñar a niños y jóvenes que ellos deben decirse a ellos mismos... “yo lo puedo, yo lo haré, ya me tengo confianza...” El sabio Salomón los llama necios.