El primer mártir en Escocia
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El primer mártir en Escocia
Patrick Hamilton nació alrededor del año 1503, era de una importante familia noble escocesa y un pariente lejano del rey Jacobo Quinto de la Casa de Estuardo, por consiguiente y técnicamente era un miembro de la realeza. Durante su corta vida pasó por un buen número de acontecimientos importantes en rápida sucesión. Cuando era un adolescente, fue nombrado como abad titular de la Abadía Ferne en Rosshire, luego ingresó a la Universidad de París y se graduó en 1520.
En París, estuvo expuesto a las enseñanzas de Martín Lutero, las cuales se estaban propagando a través de Europa. Regresó a Escocia en 1523, descontento con la iglesia católica romana, pero como el hijo segundo, se esperaba que estudiara teología. Entró en el Colegio de San Leonardo en Saint Andrews ese mismo año, emocionado por las enseñanzas de Lutero de la justificación por fe.
Para el año 1525 los libros con las enseñanzas de Lutero fueron prohibidos por el parlamento escocés. El año siguiente, Patrick Hamilton dejó saber públicamente que creía en esas doctrinas. En el espacio de un año recibió tres convocatorias de parte del arzobispo Beaton. En respuesta a la primera acusación de herejía en 1527, viajó al exterior para evitar futuros problemas con la iglesia.
Sin embargo, este viaje sólo sirvió para fortalecer su resolución de seguir a Lutero. Fue a Wittenberg, Alemania, y se entrevistó personalmente tanto con Lutero como con el reformador Philip Melanchthon. También conoció a William Tyndale, quien estaba traduciendo la Biblia al inglés. Mientras estuvo en Alemania escribió un breve libro titulado Lugares comunes, en el cual explicaba los principios y doctrinas de la Reforma, enfatizando en particular, la justificación sólo por fe en Cristo.
Pronto regresó a su hogar en Escocia, en donde comenzó a predicar la doctrina de la Reforma. Su predicación y conexiones familiares hicieron de él una amenaza considerable para la iglesia católico romana, y en enero de 1528, fue llamado para reunirse con el arzobispo Beaton y otros teólogos en Saint Andrews. Fue examinado y luego enviado a casa - tal vez con la esperanza de que más adelante se incriminaría a sí mismo, o que abandonaría el país para tratar de salvarse.
Un mes más tarde fue una vez más convocado para comparecer delante del arzobispo y su concilio sobre trece acusaciones de herejía: la principal era la posición que adoptó en su libro Lugares comunes, “De que el hombre no es justificado por obras, sino sólo por la fe”. Otros cargos concernían a su posición sobre la penitencia, confesión y purgatorio. Fue declarado culpable y sentenciando a ser quemado en la hoguera ese mismo día, el 29 de febrero de 1528. La ejecución fue llevada a cabo tan precipitadamente, que no había suficiente madera ni pólvora a la mano para producir una gran llamarada. Como resultado, Hamilton sufrió una muerte lenta y horrible, fue martirizado desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde.
Su influencia creció conforme la historia de su martirio se propagó, haciéndolo mucho más popular después de muerto, que lo que fuera en vida. Pronto toda Escocia estaba discutiendo la teología Reformada. Uno de sus acusadores, Alexander Alexius, se convirtió como resultado del testimonio de Hamilton y llegó a ser un líder de la Reforma.
Un testigo del martirio de Hamilton, más tarde hizo el siguiente comentario: “El humo durante el martirio de Patrick Hamiltón ha infectado a todos aquellos sobre quienes ha caído”.
Reflexión
Si usted hubiera crecido como católico romano al comienzo de la Reforma, ¿cómo habría reaccionado a las enseñanzas de Martín Lutero, de que el hombre no es justificado por las obras sino sólo por la fe? ¿Y qué con respecto ahora? ¿Conoce la justificación por fe como una simple doctrina o como una experiencia personal?
“Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra” (Romanos 11:6).