Un general piadoso
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Un general piadoso
Durante la guerra civil un despertar espiritual se extendió a través del ejército confederado y muchos soldados llegaron a conocer a Cristo. Esto se debió en gran manera, a que varios de los generales eran cristianos dedicados. Los soldados tenían fuertes líderes espirituales al igual que militares.
El teniente general Leonides Polk, un episcopal, fue uno de esos hombres influyentes. Había recibido mentoría espiritual de parte de sus amigos más íntimos, E. M. Bounds, un capellán que más tarde llegó a ser conocido por sus libros sobre oración y Frank Lyons, un cristiano laico líder. Polk asimismo se le conocía como un siervo de Dios entre sus tropas, influenciando no sólo a sus soldados, sino también a otros miembros del ejército en asuntos espirituales.
Un día, Polk cabalgaba lado a lado con el general Hood, quien había perdido una pierna en el enfrentamiento de Chickamauga y tenía que ser atado al caballo, discutiendo planes de batalla. Mientras avanzaban, la conversación entre ellos cambió a cosas espirituales como ocurría a menudo, y Hood le preguntó si estaría dispuesto a bautizarlo. Esa noche, él lo bautizó enfrente de sus tropas, teniendo como fondo el fuego de la artillería. Fue conmovedor para los soldados ver a su general con una sola pierna, apoyado en sus muletas, afirmando su fe en Jesús y comprometiendo su vida a Él.
La esposa del general Joseph Johnston oyó hablar acerca del bautismo de Hood, y le escribió así al general Polk: “Usted nunca está demasiado ocupado, para hacer una pausa y realizar una buena obra, y lo hace estoy segura, incluso mientras guía sus tropas a la victoria, ya que al mismo tiempo guía a los soldados a Dios. El general Johnston nunca ha sido bautizado, y el deseo más grande de mi corazón es que lo sea, y que usted lleve a cabo la ceremonia. Sería muy gratificante para mí. Le he escrito a él sobre el tema y estoy segura que sólo espera que usted tenga un tiempo disponible. Me regocijo que pueda estar a su lado en estos tiempos de prueba. Que Dios corone todos sus esfuerzos con éxito y guarde su vida para su país y sus amigos”.
El 18 de mayo de 1864, Johnston confesó públicamente su fe en Jesús y fue bautizado por el general Polk, quien le escribió así a su esposa: “Fue una escena profundamente solemne, ¡y qué acontecimiento para la historia! Parecía que Dios estaba atrayendo nuestros corazones a Él. Nuestra confianza no es carros de batalla o jinetes, sino en el Dios vivo. Que Él tome y guarde nuestras almas hasta ese día”.
Justo unas pocas semanas después, las tropas del general Polk y Johnston estaban desplegadas demasiado esparcidas a través de las montañas al norte de Marietta, Georgía, quedando vulnerables. El 14 de junio, el general Sherman de las fuerzas de la Unión, disparó varias ráfagas de cañón en contra de la gente del general Polk. Un disparó explotó cerca de él, y los fragmentos se incrustaron en su pecho, dándole muerte. En su bolsillo manchado de sangre se encontraron tres copias de un folleto titulado Bálsamo para el fatigado y herido. Ellos estaban dirigidos a los generales Johnston, Hood y Harding, y cada uno había sido firmado, y decía: “Con los saludos del teniente general Leonides Polk, 12 de junio de 1854". Es indudable que intentaba entregárselos a sus amigos esa mañana.
Cuando le presentaron su folleto, el general Johnston, con lágrimas dijo: “El autógrafo y la noble sangre que casi lo borra, lo convierte en un recuerdo verdaderamente precioso, uno que estimaré mientras el Todopoderoso me permita estar aquí en la tierra”.
Reflexión
El general Polk tuvo un gran ministerio entre esos de su esfera de influencia. Incluso en el clímax de la batalla, sus pensamientos eran sobre las necesidades espirituales de los hombres a su alrededor. ¿A quiénes dentro de su esfera de influencia, cree usted que Dios ha permitido que le ministre? ¿Quién necesita escuchar las buenas nuevas de salvación o ser animado en su caminar como cristiano? Pídale a Dios, y Él abrirá las puertas y le mostrará en quién puede usted invertir su vida.
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2 Corintios 2:14).