Las noventa y nueve
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Las noventa y nueve
En 1806 en Escocia, escribió un poema titulado “La oveja perdida”, el cual también se conoce como “Las noventa y nueve”. Describe al Buen Pastor, abandonando su rebaño para encontrar una oveja que se le había perdido.
Dieciséis años antes, George, el hermano de Elizabeth abandonó su familia y se fue a Canadá. Allí le dio un colapso en un camino rural, en un estado de embriaguez total y murió el día siguiente. Elizabeth pensaba a menudo en la historia del Buen Pastor y fantaseaba imaginando que Cristo, el Buen Pastor, había encontrado a su hermano, la oveja perdida antes de morir. Cuando le pidieron que contribuyera con un poema para una revista cristiana, escribió esta composición debido a su pena y esperanza por la salvación de su hermano.
En 1874, el evangelista norteamericano Dwight L. Moody, e Ira Sankey, su director musical, partieron para una gira evangelística a Escocia. El 20 de mayo los dos hombres iban camino a Edimburgo por dos días de reuniones. Sankey recogió un periódico titulado “Era cristiana” para leerlo en el tren. Al abrirlo sus ojos fueron atraídos por el poema de Elizabeth Clephane, “La oveja perdida”. Sus palabras le conmovieron profundamente y pensó que sería un excelente himno evangelístico. Con mucho entusiasmo se lo leyó a Moody, pero luego advirtió que estaba ocupado leyendo una carta y no lo escuchó. No obstante, desprendió el pedazo del periódico donde estaba el poema y comenzó a entremezclar las notas en su cabeza.
El día siguiente, el 21 de mayo de 1874, el tema para la reunión en la Iglesia Asamblea Libre fue “El Buen Pastor”. Moody y varios otros ministros hablaron. La audiencia estaba profundamente conmovida por las verdades de Jesús como el Buen Pastor. Después de los mensajes, Moody como director de la reunión se volvió a Sankey y le dijo: “¿No tienes un solo apropiado para este tema, con el cual puedas concluir el servicio?”.
Sankey se sobresaltó al verse sorprendido, y rápidamente trató de recordar algo... Y cuenta: “En ese momento me pareció escuchar una voz que me decía: ‘¡Canta el himno que encontraste en el tren!’”. Sankey pensó que se estaba volviendo loco, porque era un poema sin música, ¡no un himno! Todavía no había tenido tiempo para componer una melodía como acompañamiento. Moody y su audiencia esperaban, y una vez más le vino el pensamiento, “¡Canta ese himno!”.
Sankey recuerda: “Colocando el trozo de periódico sobre el órgano enfrente de mí, elevé mi corazón en una oración y le pedí a Dios que me ayudara a cantarlo, para que así las personas pudieran oír y entender. Luego puse mis manos sobre el órgano, pulsé las teclas y comencé a cantar:
Eran noventa y nueve que estaban a salvo
En el aprisco del rebaño;
Pero una estaba en la colina distante,
Lejos de la puerta de oro -
Lejos, en los montes salvajes y desnudos,
Lejos del tierno cuidado del Pastor,
Lejos del tierno cuidado del Pastor”.
Después del primer verso, Sankey tuvo miedo que el otro sonara diferente del primero. Pero oró, y el Señor le dio la misma tonada por la otra estrofa, nota por nota. Su voz sonaba triunfante cuando cantó la parte final:
A través de las montañas, y el estruendoso río,
Y desde la altura de la empinada cuesta,
Desde allí se elevó un clamor hasta la puerta del cielo,
“¡Regocíjense he encontrado mi oveja!”
Y los ángeles hicieron eco alrededor del trono:
“¡Regocíjense, porque el Señor trae de regreso lo que le pertenece!”.
“¡Regocíjense, porque el Señor trae de regreso lo que le pertenece!”.
La audiencia extasiada estaba sobrecogida por la emoción, al igual que Moody, quien le dijo a Sankey: “¿En dónde conseguiste ese himno? ¡Nunca escuché nada parecido en mi vida!”.
Sankey replicó: “Señor Moody, es el poema que le leí ayer en el tren, el cual usted no escuchó”.
Reflexión
El Señor ve su oveja perdida y se regocija cuando la encuentra. Esta historia le habló poderosamente a Elizabeth Clephane, a Ira Sankey, a Dwight L. Moody y a todos esos presentes en la reunión el 21 de mayo de 1874. ¿Qué significa para usted? ¿Es una oveja perdida o está seguro en el aprisco?
“Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:7).