Sus vidas fueron como llamas refulgientes y breves
- Categoría: Tema del día
Sus vidas fueron como llamas refulgientes y breves
El día de año nuevo de 1956, fue la fecha en que cinco misioneros se prepararon para su intento futuro de ponerse en contacto con los fieros indígenas Auca de Ecuador. El piloto Nate Saint iba a llevarlos hasta Palm Beach, el lugar en donde habían intercambiado regalos con los Aucas desde el aire. Conforme Jim Elliot, Pete Fleming, Ed McCully y Roger Youderian juntaban lo que necesitarían para su misión, Betty Elliot, la esposa de Jim, se preguntaba: “¿Será ésta la última vez que le ayude a empacar?”.
Después de desayunar y orar en el día de su partida, que era el 3 de enero, los cinco hombres entonaron uno de sus himnos favoritos, que decía:
Confiamos en Ti, nuestro Escudo y nuestro Defensor
Tuya es la batalla, a Ti sea la alabanza,
Cuando pasemos a través de las puertas de esplendor de perla
Victoriosos, descansaremos contigo por la eternidad
Una vez en la playa, construyeron una casa en un árbol y se prepararon para ponerse en contacto con los Aucas. El viernes 6 de enero, la visita de un hombre y dos mujeres de la tribu, animó a los misioneros. Pasaron varias horas juntos e incluso le dieron al hombre un paseo en el avión.
El sábado no se apareció ningún nativo, pero el domingo por la mañana, cuando Nate volaba sobre el sitio, divisó a un indígena caminando en dirección a la playa en donde ellos se encontraban. A las 12:30 del medio día, Nate llamó por radio a su esposa Marj que se encontraba en la estación misionera, y le dijo: “Parece que ellos estarán aquí para el servicio temprano por la tarde. Ora por nosotros. ¡Éste es el día! Nos pondremos en contacto contigo a las 4:30".
Cuando llegaron las 4:30, las esposas de los misioneros conectaron sus radios, pero sólo se escuchaba el silencio. Transcurrieron cinco minutos y luego diez. Llegó la puesta del sol, y no escucharon ni una sola palabra. Las pobres mujeres durmieron muy poco esa noche.
El lunes por la mañana del 9 de enero de 1956, Johnny Keenan, otro piloto misionero, voló hasta la playa. Mientras Betty Elliot esperaba sus noticias, el texto de Isaías 43:2 vino a su mente: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”. Y ella oró: “Señor, no permitas que las aguas se desborden”.
A las 9:30 de la mañana, llegó el informe del piloto. Marj Saint lo compartió con las esposas de los otros misioneros, les dijo: “Johnny ha encontrado el helicóptero en la playa. Desmantelaron todo el aparato y no hay señal de ellos”.
Otro piloto contactó de inmediato al teniente general William K. Harrison, comandante en jefe del Comando Caribe, quien era un cristiano. La estación radial HCJB en Ecuador, le dio la noticia al resto del mundo: “Cinco hombres están perdidos en el territorio Auca”. Para el medio día se organizó un grupo por tierra para ir al sitio.
El miércoles, Johnny Keenan realizó su cuarto vuelo sobre la playa. Marj Saint, quien casi no se había separado de la radio desde el domingo, llamó a sus amigas, y tan pronto como pudo hablar les dijo: “Encontraron un cuerpo”. Johnny había visto un cadáver flotando boca abajo en el río.
En la tarde, Johnny llamó nuevamente por radio con esta noticia: “Se ha divisado otro cadáver a unos sesenta y un metros más allá de Palm Beach”. Las cinco esposas no tenían idea de quiénes eran los muertos.
El grupo de rescate localizó cuatro de los cinco cuerpos, pero Ed McCully había sido arrastrado por el río. Los otros fueron sepultados en Palm Beach.
Pero... ¿Qué le ocurrió a los Aucas? Para finales de 1958, Betty Elliot y Rachel Saint, la hermana de Nate, estaban viviendo entre ellos, y los indígenas, uno por uno depositaron su fe en Jesucristo.
Los cinco hombres que asesinaron a los misioneros, no sólo se convirtieron en cristianos, sino también en líderes espirituales entre su pueblo. Después de creer, compartieron cómo un día fatídico escucharon cantar por encima de los árboles, y al mirar vieron lo que parecía ser como una bóveda de luces brillantes. ¡Dios le estaba dando la bienvenida a sus hijos en casa!
Nueve años después, en junio de 1965, dos de los hijos de Nate Saint: Kathy y Stephen, fueron bautizados en Palm Beach por dos de los hombres que habían asesinado a su padre.
Reflexión
En 1948, Jim Elliot escribió en su diario: “Satúrame con el aceite del Espíritu, para que pueda ser una llama. Pero la llama a menudo es de corta duración. ¿Puedes Tú sostener mi alma?”. ¿Cómo respondería usted a esa pregunta?
“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” (Daniel 12:3).