¡Detengan la imprenta!
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¡Detengan la imprenta!
El rey Francisco Primero había sido muy tolerante con esos “luteranos” - que era como se le llamaba a los protestantes en Francia a principios de la década de 1520. Conocido como el “Padre de las Letras”, Francisco deseaba ser visto como un gran partidario del renacimiento, animando a los artistas italianos y nuevos escritores y construyendo hermosos palacios.
Había sido paciente, y algunas veces incluso estuvo de acuerdo con su hermana Margarita de Angoulme, quien simpatizaba con la causa protestante, y a menudo intercedió en favor de ellos. Francisco resistía la presión cada más creciente del centro de los doctos de la Universidad de Sorbona, para que censurara a los eruditos y predicadores protestantes. En principio, cuando el parlamento de París, el tribunal civil más alto, se unió a la Sorbona en la búsqueda por herejías, el rey repetidamente rescató a esos que fueron fijados como objetivo. Sin embargo, cuando llegó a ser obvio que la paz pública estaba amenazada, cambió de idea.
Francisco se tornó mucho menos tolerante de esos luteranos que eran militantes y agresivos. Sentía que eran una amenaza para el estilo de vida y política de su reino. Al final de la década de 1520 y principios de la de 1530, los protestantes estaban caminando en la cuerda floja. Tanto los católicos como los protestantes, se habían tornando más rígidos e insistentes respecto a la rectitud de sus respectivas causas.
El desplegar grandes letreros en los lugares públicos había sido por largo tiempo una parte de la vida parisina. Sin embargo, un incidente conocido como “El asunto de los ‘placards’ o pasquines”, airó a Francisco Primero de tal manera, que se convirtió en un momento crítico para los protestantes. Los “placards” eran unos escritos que se pegaron por las calles de París y de otras ciudades de Francia como Tours y Orleans. Los carteles titulados "Artículos verdaderos acerca de los horribles, grandes e insoportables abusos de la misa papal, inventada directamente contra la Santa Cena de nuestro Señor, único mediador y único Salvador Jesucristo", escritos por Antoine Marcourt, un refugiado francés que había huido a Neuchatel, Suiza, sostenían la posición de Ulrico Zuinglio, quien defendía que la presencia de Cristo en la eucaristía es simbólica. Como el evocador título sugiere, “atacaron la doctrina de la transubstanciación”.
La colocación de este escandaloso documento por las calles de París el 8 de octubre de 1534, fue lo suficientemente malo, pero la impertinencia de haber colocado uno, incluso sobre la puerta del dormitorio del rey Francisco Primero de Francia en el palacio de Amboise, airó tanto al rey que a partir de ese momento se convirtió en un intolerante fiero en contra de los luteranos.
La literatura protestante se encontraba en todas partes en Francia, y estaba ganando muchos convertidos. Finalmente, Francisco Primero sintió que era tiempo de ponerle un alto a toda esta tontería de una vez por todas, y el 13 de enero de 1535, envió un edicto al parlamento de París, prohibiendo la impresión de literatura de cualquier clase. Esto fue algo que los teólogos de Sorbona le habían aconsejado al rey que hiciera hacía año y medio antes, debido al alarmente número de libros “heréticos” que se estaban imprimiendo.
Después de seis semanas, el rey, tal vez recordando que era el “Padre de las Letras”, cambió de pensamiento respecto a su prohibición, y optó por la censura. Estableció una junta de doce censores que tenían que aprobar todos los libros que se publicaban, además de que sólo podían imprimirse en París.
A partir de ese momento, las cosas fueron deteriorándose para los seguidores de la Reforma en Francia. En enero de 1535 seis protestantes fueron quemados en la hoguera, comenzando la persecución de los luteranos, que fueron conocidos más tarde como los Hugonotes. En junio de 1540 el Edicto de Fontainbleau le dio al parlamento control para determinar qué era herejía. En 1542 la Facultad de Teología en París publicó el Índice de los Libros Prohibidos.
A pesar de la oposición del rey a la propagación de los “libros heréticos”, la publicación de la literatura cristiana y Biblias continuó, trasladándose fuera de París a Lyon, Monbeliard y también a Suiza. Las Biblias eran distribuidas a través de todo el territorio de Francia, proveyendo a las personas con acceso abierto a las Escrituras, hasta el punto que Francia se convirtió en protestante.
Reflexión
¿Cuál es su reacción a la decisión del rey Francisco Primero de prohibir la impresión de libros en un intento por controlar el impulso de la Reforma? ¿Por qué las personas restringen las actividades religiosas de esos que creen diferente a ellos mismos? A lo largo de la historia, la libertad religiosa ha sido la parte más importante de los derechos civiles.
“Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír” (Éxodo 7:16).