Walter L. Wilson
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¿Cuál Cuerpo?
Dios le dio al doctor Walter L. Wilson, un médico de la ciudad de Kansas, un amor profundo por las Escrituras. Después de su conversión en 1896, Wilson diligentemente estudiaba la Biblia y se dedicó a tratar de hacer todo lo que encontraba en la Palabra de Dios. Sin embargo, le molestaba que su vida no parecía dar frutos espirituales, aunque otros lo animaban para “que no mirara por los resultados, sino que sólo se mantuviera ocupado sembrando”.
Fue así como Wilson continuó diligentemente con su trabajo como médico y predicador laico. Luego en 1913, un misionero de Francia le visitó en su hogar, y lo retó con esta pregunta, “¿Qué es el Espíritu Santo para usted?”.
No ajeno a la teología, Wilson respondió: “Es una de las Personas de la Divinidad, un Maestro, un Guía, la tercera Persona de la Trinidad”.
Y el misionero le dijo: “Él es tan grande, tan precioso, tan necesario como las otras dos Personas de la Trinidad. Pero todavía no me ha respondido mi pregunta, ‘¿Qué es Él para usted?’”.
Y Wilson respondió sorprendido de su propio candor: “Él no es nada para mí. No tengo contacto con Él, ni relación personal, y puedo estar muy bien sin su presencia”.
Su visitante replicó: “Es por eso que su vida es infructuosa, a pesar de sus esfuerzos, de sus esfuerzos tan grandes. Si buscara conocer personalmente al Espíritu Santo, Él transformaría su vida”.
Las palabras del misionero persiguieron a Wilson el año siguiente. Deseaba producir los frutos del Espíritu, pero temía convertirse en un fanático, dándole un lugar inferior al Señor Jesucristo por exaltar demasiado el Espíritu Santo. Un amigo cristiano de confianza le confirmó con la Biblia, que sólo por medio del Espíritu Santo podía Cristo ser conocido por él y otros.
Luego en la tarde del 14 de enero de 1914, todo cambió. Wilson escuchó al doctor James Gray, más tarde presidente del Instituto Bíblico Moody, predicar un sermón sobre Romanos 12:1. Gray preguntó: “¿Han notado que este versículo no nos dice a quién debemos darle nuestros cuerpos? No es al Señor Jesús... Él tiene su propio cuerpo. No es a Dios el Padre... Él permanece en su trono. Otro ha venido a la tierra sin un cuerpo... Dios les da a ustedes el privilegio y el indescriptible honor de que le presenten sus cuerpos, para que se convierta en la morada de su Santo Espíritu aquí en la tierra”.
Wilson contó más tarde, que le dijo a Dios: “Mi Señor, he maltratado tu Espíritu Santo a lo largo de mi vida cristiana. Lo he tratado como un siervo... pero no lo haré más. Justamente ahora, te entrego este cuerpo mío, de mi cabeza hasta mis pies, te doy mis manos, mis extremidades, mis ojos y mis labios, mi cerebro; todo lo que soy por dentro y por fuera te lo entrego, para que tu Santo Espíritu viva en él la vida que le plazca. Puedes enviar este cuerpo a África, o colocarlo en una cama con cáncer. Es el cuerpo de tu Santo Espíritu a partir de este momento. Haz de él lo que quieras. Gracias Señor, creo que lo has aceptado, porque en Romanos 12, dijiste, que es ‘santo y agradable a Dios’”.
La mañana siguiente dos mujeres llegaron a su oficina, como habían hecho antes, vendiendo propaganda. Aunque nunca les había hablado antes acerca de Cristo, ese día lo hizo, y ambas depositaron su fe en Él esa mañana. Esto fue sólo el principio de cómo el Dios poderoso usó al doctor Walter Wilson. Pastoreó la Iglesia Central Bíblica en la ciudad de Kansas, fue cofundador y sirvió como el primer presidente del Colegio Bíblico de la ciudad de Kansas, ahora Colegio Bíblico Calvario.
Walter Wilson, “el médico amado”, a menudo testificaba: “Con respecto a mi propia experiencia con el Espíritu Santo, puedo decir que la transformación en mi propia vida el 14 de enero de 1914, fue grandiosa, mucho más grande que el cambio que tuvo lugar cuando creí que fui salvo el 21 de diciembre de 1896".
Reflexión
¿Cuál es su reacción a la historia del doctor Walter Wilson? ¿Está de acuerdo con el sermón del doctor Gray? ¿Alguna vez le ha entregado específicamente a Dios su cuerpo como sacrificio vivo? El Señor puede usarlo en una forma sorprendente, tal como hizo el doctor Wilson.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1).