William Chalmers Burns
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Un cambio de corazón
William Chalmers Burns, hijo de un respetado ministro escocés no estaba interesado en seguir los pasos de su padre. En 1831, después de alcanzar gran éxito en la Universidad de Aberdeen, Burns decidió estudiar leyes. Esto fue una gran desilusión para su padre, quien como ministro de la iglesia de Escocia, deseaba que su hijo le siguiera en el ministerio.
Pero la fe de su padre le había afectado. Poco después de que Burns decidió convertirse en un abogado, ya que su familia era rica y poseía hermosas casas, comenzó a revaluar la dirección de su vida.
Tarde una noche, William escuchó a su padre orando y susurrar: “No cabe duda en dónde está su corazón y hacia dónde se dirige”. Después de eso no pasó mucho tiempo cuando Dios lo cambió.
Burns contaba recordando más tarde: “Cuando estaba leyendo el libro ‘Persuasiones a piedad temprana’ de J. G. Pike, un sábado por la tarde, creo que a mediados de diciembre de 1831, una flecha de la aljaba del Rey de Sion fue disparada por su Todopoderosa mano soberana y traspasó mi corazón. Luego, el 7 de enero de 1832, por primera vez el Espíritu de Dios brilló con plena luz sobre Jesús como Salvador, porque eso era para mí”.
Cuando Burns tuvo fe, perdió interés en estudiar leyes, en lugar de eso experimentó un profundo deseo de predicarle a esos que no habían escuchando el Evangelio. Después de estudiar en Glasgow para convertirse en ministro, fue aceptado por la iglesia de Escocia como un misionero para India. Pero Dios tenía otro plan, y Burns se involucró en un despertar espiritual en Escocia, el cual comenzó en 1839. Pasó los siguientes ocho años predicando a multitudes en Escocia, Inglaterra, Irlanda y Canadá.
En 1847, a la edad de 32 años, Burns fue a China como el primer misionero de la iglesia presbiteriana de Inglaterra. Ministró en muchas ciudades portuarias, pero su corazón anhelaba alcanzar al pueblo del interior de China. Abandonando las estaciones misioneras en la costa, la práctica de Burns era estructurar misiones nativas, dejarlas al cuidado de otros misioneros, y avanzar más hacia el corazón de China. Estaba tan dedicado a su trabajo misionero que su único permiso sólo duró un mes antes de retornar a su trabajo en este país.
William Burns se enfermó de gravedad en diciembre de 1867 y escribió esta carta de despedida a su madre el 15 de enero de 1868.
“A finales del año pasado, me dio un enfriamiento severo que todavía no se me ha quitado, produciéndome escalofríos y fiebre cada noche, y por las últimas dos noches esto ha estado seguido por transpiración, lo cual rápidamente mengua mis fuerzas. A menos que le plazca a Dios reprender la enfermedad, es evidente que el fin será muy pronto, por eso te escribo estas líneas anticipadamente, para decirte que estoy feliz, y listo por medio de la gracia abundante de Dios ya sea para vivir o para morir. Que el Dios de toda consolación te consuele cuando las oleadas de mi enfermedad te alcancen, y que por medio de la sangre redentora de Jesús podamos reunirnos con gozo ante su trono en el cielo”.
Reflexión
Cuando William Burns se convirtió en cristiano, perdió su deseo por hacer dinero y en lugar de eso, se sintió oprimido por el deseo de hacer a los hombres y mujeres ricos en fe. En su vida, ¿alguna vez Dios le ha remplazado un deseo por riqueza con uno espiritual? Si es así, ¿cómo compararía la satisfacción que experimentó por tratar de satisfacer los deseos respectivos?
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mateo 6:19 y 20).