No se atrevió a orar en contra del Duque
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Cierto duque de Milán era tan odiado por su insoportable crueldad que todos oraban día y noche para que le ocurriera algo malo. Alguien notó que cada día a la salida del sol, una anciana decrépita entraba a la iglesia y le imploraba a Dios para que le concediera al duque, salud y larga vida. El duque, al oír esto y sabiendo muy bien que no lo merecía por sus virtudes, envió a buscar a la anciana y le preguntó por qué rogaba a Dios por él diariamente.