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Evangelizando en la barbería

Woodrow Wilson, quien fuera presidente de Estados Unidos, contó que en una ocasión, mientras se encontraba en la barbería, advirtió que una personalidad había entrado al lugar.  Una persona se sentó en la silla que estaba a su lado y cada palabra que pronunciaba demostraba un interés personal y vital en el hombre a quien estaba sirviendo, pero antes de que concluyera el señor Wilson advirtió que había estado asistiendo a un servicio evangelístico, porque el hombre que se encontraba su lado era el gran evangelista Moody.

El hombre

  Los ingenieros jamás han ideado una computadora que iguale a la suprema crea­ción de Dios: al hombre.   Un atleta puede correr 40 kilómetros por hora, lanzar una pelota a 160 kilómetros por hora o saltar a una altura de más de dos metros.  Nues­tras actividades comunes y corrientes se deben a la energía de una maquinaria maravi­llosa, que por su complejidad y eficacia haría parecer rudimentaria a la más perfec­cionada de las computadoras.

El sueño de Miconio

Cuando Martín Lutero emprendió la obra que estremeció al mundo, su amigo Miconio expresó simpatía, y dijo, “Pero... Puedo ayudarte mejor en donde estoy.  Permaneceré orando mientras tú trabajas duro”.  Miconio oró día por día, pero conforme oraba comenzaba a sentirse incómodo.

Cristo y los funerales

Cuando joven, Dwight Lyman Moody el gran evangelista, predicador y escritor norteamericano del siglo XIX, fue llamado de súbito para predicar en un funeral.  Él comenzó a escudriñar los evangelios tratando de encontrar algún sermón pronunciado por Cristo durante un funeral, pero buscó en vano.

No se atrevió a orar en contra del Duque

Cierto duque de Milán era tan odiado por su insoportable crueldad que todos oraban día y noche para que le ocurriera algo malo.  Alguien notó que cada día a la salida del sol, una anciana decrépita entraba a la iglesia y le imploraba a Dios para que le concediera al duque, salud y larga vida.  El duque, al oír esto y sabiendo muy bien que no lo merecía por sus virtudes, envió a buscar a la anciana y le preguntó por qué rogaba a Dios por él diariamente.

El ejemplo del apóstol Juan

Hay una hermosa y pintoresca leyenda relacionada con el apóstol Juan.  Cuenta que Juan tenía una perdiz domesticada la cual quería mucho y que se entretenía alimentándola y cuidándola.

Un cierto día un cazador que pasaba con su arco y flechas, se quedó asombrado al ver al gran apóstol, tan venerable por su edad y santidad, ocupado en tal clase de entretenimiento.

El apóstol le preguntó si acaso él mantenía siempre su arco tenso a lo que el cazador respondió que si hacía eso el arco terminaría por no servir para nada.  "Sí" - replicó Juan, "tú no tensionas el arco todo el tiempo para prevenir que se dañe, así también yo relajo la mente por esa misma razón".

Sería muy conveniente que usted siga el ejemplo de Juan y relaje su mente de cuando en cuando.
Prairie Overcomer

Jesús reposó

Edwin R. Roberts del Seminario Princenton cuenta que una vez un pastor concluyó su disertación con estas palabras: "No voy a tomar vacaciones este verano: ¡el diablo nunca las toma!".

El homónimo de Alejandro

Hay una historia de un soldado en el ejército de Alejandro el Grande  que fue llevado ante el gran conquistador para una corte marcial.  Cuando el emperador hubo escuchado los cargos y la evidencia, se volvió al soldado que esperaba la condena y le dijo:

"¿Cuál es tu nombre?".  "Alejandro", fue la respuesta.

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