Las personas decentes, viven vidas más largas
- Fecha de publicación: Viernes, 18 Agosto 2017, 13:19 horas
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Todo el mundo ha conocido o ha oído hablar de un anciano que vive 100 años y arrogantemente le atribuye su longevidad a la bebida alcohólica, a los cigarrillos, a las mujeres hermosas y al hecho que nunca ha asistido a la iglesia.
Según el doctor George W. Comstock de la Facultad de Higiene y Salud Pública del Hospital Johns Hopkins, esa clase de longevidad impía puede ser la excepción, no la regla. En estudios sobre la relación de los factores socio económicos y las enfermedades en la población del condado de Washington, el doctor Comstock y sus colegas hicieron un descubrimiento incidental, pero fascinante. Las personas que asisten regularmente a la iglesia y viven vidas morales en conformidad con sus creencias, se ven libre de muchas dolencias terribles y desastres. Entre ellos: enfermedades del corazón, cirrosis hepática, tuberculosis, cáncer de la cerviz, bronquitis crónica, accidentes automovilísticos fatales y suicidios.
El descubrimiento más significativo fue que las personas que asisten al templo regularmente sufren de menos arteriosclerosis y enfermedades del corazón. La tasa de muertes anuales por tales enfermedades fue de cerca de 500 por cada 100.000 entre personas que asisten semanalmente a la iglesia, y de cerca de 900 entre esos cuya asistencia no es tan regular todas las semanas.
En lo que respecta a la bronquitis, Comstock no encuentra palabras con que expresar la relación. Lo único que se le ocurre es que todos los himnos que se cantan en el templo, tal vez ayudan a mantener limpios los bronquios. En cualquier caso, tiene un lema para explicar el fenómeno, al que humorísticamente llama el síndrome de “Leo Durocher” - “Que las personas decentes viven vidas más largas”.
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