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William McKinley Jr.

  • Fecha de publicación: Jueves, 30 Enero 2020, 00:35 horas

“Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?” (2 Crónicas 1:10).

William McKenley nació el 29 de enero de 1843.  Creció en medio de una devota familia metodista en Ohio, y confió en Jesús como su Señor y Salvador a la edad de 10 años.  Cuando tenía 18, comenzó la guerra civil y se  unió al Regimiento Voluntario de Infantería y para el fin de la guerra ya le habían nombrado comandante.

Al contemplar la posibilidad de que podía morir en batalla, escribió en su diario: “Es posible que caiga en una buena causa, y espero hacerlo en los brazos de mi bendito Redentor.  Quiero dejar este registro detrás de mí, de que no sólo caería como un soldado por mi país, sino también como un soldado de Jesús.  Mis amigos y familiares pueden consolarse con el gozo, de que si nunca nos encontramos nuevamente en la tierra, lo haremos alrededor del trono de Dios en el cielo.  Dejemos que mi destino sea lo que el Señor haya dispuesto, deseo estar listo y preparado”.

Después de la guerra se convirtió en un exitoso abogado y contrajo matrimonio con Ida Saxton, una maestra de escuela dominical.  Desafortundamente la pareja se vio afligida con grandes penurias.   Los dos hijos que tuvieron murieron jóvenes e  Ida sucumbió a un desorden nervioso que la dejó medio inválida.  McKinley cuidó de ella durante el resto de su vida, permaneciendo como un esposo fiel y devoto.

En 1896 se postuló como candidato a la presidencia de Estados Unidos y obtuvo el triunfo. Durante su discurso inaugural, besó su Biblia que estaba abierta en la oración de Salomón, y declaró: “Estaré confiando en el apoyo de mis compatriotas e invocando la guía del Dios Todopoderoso.  Nuestra fe enseña que no hay confianza más segura que en el Señor de nuestros padres, quien ha favorecido tan singularmente al pueblo norteamericano en cada prueba nacional, y quien no nos abandonará mientras obedezcamos sus mandamientos y caminemos con humildad en sus pisadas”.

Con su mandato comenzó un período de dominio republicano, en el que se fomentó la actividad mercantil. Estados Unidos, además, se convirtió en una potencia mundial tras su victoria en la Guerra hispano-estadounidense. Esto permitió que volviera a ser elegido presidente en 1900.

El 6 de septiembre de 1901 fue herido mortalmente de bala por el anarquista Leon Czolgosz, a quien perdonó públicamente.  Se mantuvo vivo con valor y dignidad por una semana, pero su condición fue empeorando poco a poco conforme la infección se propagaba.  Sus doctores lo estuvieron manteniendo vivo con oxígeno y estímulo al corazón, pero finalmente dijo: “Es inútil, caballeros.  Pienso que debemos orar”.  Se despidió de su esposa y amigos y dijo débilmente: “Es la manera como Dios quiere. ¡Qué se haga su voluntad, no la nuestra!”.  Luego murmuró sus últimas palabras, la letra de su himno favorito: “Cerca, mi Dios de Ti”.

William McKinley sirvió a Dios como ciudadano, como padre de familia y miembro de la iglesia. ¿Y usted, cómo Le sirve?

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