El escritor fantasma
- Fecha de publicación: Martes, 13 Diciembre 2011, 23:03 horas
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Nicholas Cop, un profesor de medicina y un buen amigo de John Calvino quien entonces tenía veinticinco años, comenzaba a destacarse como teólogo y acababa de ser elegido rector de la Universidad de París. El primero de noviembre de 1533, el día de todos los santos, pronunció su discurso inaugural ante los estudiantes de la facultad congregados en la Capilla del Observatorio Franciscano para la iniciación del año académico. El tópico sobre el cual habló fue “La filosofía Cristiana”, pero de hecho se trataba de un sermón evangélico.
Usando la primera bienaventuranza como su texto, apasionadamente y con convencimiento declaró que el perdón de pecados y la vida eterna son dones gratuitos de la gracia de Dios, que no pueden ser ganados por buenas obras. Esta declaración del rector fue impactante y atrevida, porque se trataba de una de una universidad católico romana, ¡y la convocación tuvo lugar en un monasterio católico!
Nunca antes en la academia francesa, alguien había defendido públicamente los puntos de la Reforma. A pesar del hecho que al comenzar su alocución recitó el saludo tradicional católico a la virgen María, no pudo engañar a la audiencia. En sus palabras se traslucía claramente la teología de Lutero y Zwingli. La multitud congregada en la universidad comenzó a elevar su voz de protesta, la entera facultad estaba furiosa y los monjes franciscanos acudieron de inmediato al Parlamento de París y lo acusaron de herejía.
Cop fue convocado ante el tribunal para responder por los cargos en su contra. Mientras iba de camino a la corte, un amigo le advirtió que su vida estaba en peligro, y que debía huir rápidamente de París.
El 10 de diciembre de 1533, Francisco Primero el rey de Francia, expidió órdenes para la captura de Cop y para castigar a la persona que le había advertido aconsejándole que huyera. Se ofreció una recompensa de tres mil coronas para quien entregara a Nicholas Cop, ¡vivo o muerto! Él, por su parte, logró huir con éxito a Basilea, Suiza.
Este incidente y otros similares convencieron al rey de Francia que las doctrinas luteranas se estaban propagando con demasiada rapidez en Francia. Por consiguiente, adoptó nuevas medidas más estrictas para hacerle un alto a la Reforma y perseguir a sus adherentes. Sin embargo, el avance del protestantismo seguía en aumento y no podía ser detenido. Los reformadores no tenían miedo de expresar sus creencias en público, ni en luchar contra el sistema, incluso ni siquiera ante la amenaza de persecución y muerte.
Mientras tanto John Calvino también tuvo que huir de París debido al asunto de Cop. Encontró un refugio seguro en Angouleme en el hogar de Louis de Tillet, en donde pudo reanudar sus estudios y escritos teológicos.
En 1575 Theodore Beza, el sucesor de John Calvino en Ginebra, publicó una biografía de Calvino en la cual sugirió que Calvino de hecho había escrito el discurso que pronunciara Nicholas Cop. Entre sus papeles se encontró una copia de esta disertación, y aunque le faltaban algunas páginas, estaba escrito por el puño y letra del teólogo. El hecho de sí fue o no Calvino quien escribió parte o todo el discurso permanece como una pregunta sin contestar, pero si no fue, al menos lo influenció en gran manera.
Reflexión
¿Por qué cree usted que constituyó tal escándalo, el hecho que Nicholas Cop predicara que el perdón de los pecados y la vida eterna son dones gratuitos de la gracia de Dios? ¿Hasta qué grado cree que su audiencia consideró sus proposiciones como posiblemente ciertas? ¿Cuál fue su reacción inicial cuando escuchó por primera vez el mensaje del Evangelio?
“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:13 y 14).