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Su fe era real

  • Fecha de publicación: Jueves, 29 Diciembre 2011, 03:20 horas

Los japoneses invadieron Borneo en 1492.  Para escapar de ser capturados John Willfinger, Richard Lenham y su esposa, tres misioneros de la Alianza Misionera Cristiana, huyeron a la jungla para vivir con cristianos de la tribu Murut. 

Willfinger una experto en lingüística, estaba anticipando su próximo permiso y esperando ver a su prometida nuevamente.

         En julio, los tres misioneros se enteraron de que un grupo de europeos habían sido capturados por los japoneses.  En respuesta se trasladaron a otra villa Murut en la parte norte de Borneo.  Allí supieron que tres misioneros de la Alianza Misionera Cristiana que servían en el este de Borneo habían sido hechos prisioneros por los japoneses.

         Willfinger y los Lehman, supusieron que los soldados los encontrarían.  El 19 de septiembre un mensajero trajo una lista de las personas que eran buscadas por los japoneses, y los nombres de los tres estaban en ella.  El mensajero advirtió que cualquiera que estuviera acogiendo a fugitivos sería severamente castigado.

         “¡Quédense!” - les rogaron los cristianos Murut.  “Los llevaremos a donde no puedan encontrarlos”.

         Los tres misioneros discutieron lo que debían hacer y finalmente llegaron a una decisión.  Le dijeron a sus anfitriones los Murut: “Ustedes tendrán que mentirle a los japoneses.  Mejor nos entregamos que obligarlos a ser desobedientes a la Palabra de Dios”.

         Willfinger dio esta explicación en una misiva que escribió dirigida a “Quienquiera que reciba esta  carta” - dijo: “Creemos que podíamos habernos escondido con éxito, pero con el riesgo de involucrar a estos Murut que han sido tan bondadosos con nosotros, y están deseosos de escondernos... Por consiguiente hemos decidido comparecer ante el enemigo, confiando en Dios por el resultado final”.

         Adjuntó a la carta una lista de los nombres y direcciones de sus seres queridos, suplicándole a quien la recibiera que “bondadosamente le dijera a su novia y familiares que los amaba profundamente”.

         Los misioneros decidieron separarse.  Willfinger deseaba visitar varias iglesias en las tribus en el este de Borneo antes de entregarse.  Los Lenhams, tomaron consigo su preciosa traducción de la Biblia, y se encaminaron hacia una estación japonesa en el norte.  Varios días después fueron conducidos a un campo de concentración japonés y hechos prisioneros de inmediato.  La señora Lenham milagrosamente pudo esconder el manuscrito del Evangelio de Marcos debajo de sus ropas húmedas en el tendedero cuando los guardas revisaban los cuartos de las mujeres.  Un soldado descubrió el Evangelio de Mateo que estaba en posesión del hermano Lenham, pero después de la guerra, él logró encontrarlo intacto en una pila de basura.  Ambos evangelios fueron publicados para los Muruts, por la Sociedad Bíblica Foránea Británica.

         Willfinger completó su viaje misionero y se entregó a los japoneses el 28 de diciembre de 1942, y fue ejecutado.

         Después de la guerra, la Biblia de John Willfinger fue descubierta y dentro de su forro él había escrito un poema, que decía:

No es un simple hombre, el Cristo que yo conozco,

Sino que es mucho más grande que todos los demás.

Día por día, me abraza con amor entre sus brazos.

Día por día su poder me sostiene,

Todo lo que es Dios

Eso es, ese hombre de Nazaret para mí.

 

No un simple hombre puede fortalecerme y sostenerme

Y ahuyentar todo mi dolor,

Amparándome muy cerca entre sus brazos.

Cuando tenga que enfrentar la muerte cara a cara,

Todo lo que es Dios,

El Cristo invisible será para mí.

         Debajo del poema, escribió: “¡Aleluya! ¡Esto es real!”.

Reflexión

         ¿Es su fe real?  Cuando John Willfinger enfrentó la muerte, encontró que las promesas de Dios son seguras.  Usted puede hallar lo mismo.

         “En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan.  Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?” (2 Samuel 22:31 y 32).

Modificado por última vez enJueves, 29 Diciembre 2011 03:38
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