Un héroe de los pobres
- Fecha de publicación: Jueves, 29 Diciembre 2011, 22:56 horas
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Charles Gordon un famoso y amado general inglés nació en enero de 1833, en Woolwich, Inglaterra. Hijo de un general británico, ingresó en 1852 en el cuerpo de ingenieros reales. Sirvió en la guerra de Crimea y algún tiempo después hizo un reconocimiento de la frontera turco-rusa. En 1858 regresó a Inglaterra. Dos años después le enviaron a China, durante la segunda guerra del Opio, y allí tomó parte en la captura de Pekín.
Cuando la rebelión Taiping le creó dificultades a la dinastía Manchú, el emperador chino le pidió que encabezara un ejército formado por campesinos y mercenarios. Con estas fuerzas, conocidas como el "ejército siempre victorioso", consiguió reconquistar la capital rebelde Nanking, que hoy se conoce como Nanjing en 1864. Sus hábiles tácticas maestras, su heroico valor y muerte trágica, son bien conocidos históricamente, pero su inquebrantable fe en Dios e incansable labor por los pobres son menos recordados.
En 1868 escribió un documento titulado “Mi experiencia muestra el orden en el cual Dios se reveló a mí”. El cual decía a continuación:
- Desde que recuerdo, he creído que Jesús era el Hijo de Dios. Y debido a mis pecados y faltas en el pasado, tenía sentimientos de profunda depresión.
- Sabía que Jesús era mi Salvador, y tenía seguridad, pero no la establecí hasta después de pasar diez años en cautiverio comenzando la guerra de Crimea hasta 1864.
- A la muerte de mi padre, me advertí de cuán vano era el mundo y la poca satisfacción que me daba, pero después de la muerte de mi cuñado, y mi subsecuente encierro en la prisión de Gosport por un mes, Dios me hizo evaluar el costo y me hizo llegar a la conclusión que si renunciaba a todo, Él me pagaría abundantemente en este mundo.
- Después de una triste lucha y mirar retrospectivamente con horror a ocho o nueve meses de trabajo muy serio, Dios comenzó a someter mi cuerpo en esta forma.
- Permitió que viera primero que los frutos del Espíritu sólo podía obtenerlos si permanecía en Cristo o estaba unido a Él, pero cómo podía hacerlo, era todavía un misterio.
- Luego me mostró que sólo podía glorificarlo si podía producir esos frutos.
- Que la gran verdad era, que el Espíritu Santo en mí era quien hacía la obra. Mientras yo estaba muerto y era incapaz de hacer nada bueno, y por último...
- Que era Dios en mí quien me daba la fe.
Poco después de eso, Gordon comenzó a ministrar en una misión de rescate en los barrios bajos. A partir de entonces, casi cada momento en que no estaba ocupado en sus obligaciones como militar lo dedicaba al evangelismo y a trabajar con los pobres.
Rescató un número incontable de niños de la calle, enseñándoles la Biblia, a leer y a escribir. Regalaba cientos de vestidos por año, compraba botas al por mayor y ayudó a muchos a encontrar trabajo, hablando cariñosamente de sus niños como si se tratara de “reyes”.
También ayudaba a los ancianos, prostitutas, criminales y a los enfermos terminales. El 16 de mayo de 1870 fue llamado para que visitara a una niña que estaba a punto de morir. En esta nota que escribió, podemos ver su tierno corazón.
“Hay una hermosa jovencita que morirá esta noche; en unas pocas horas entrará en una hermosa y fragante tierra, y verá cosas tales que sobrepasan nuestro entendimiento. Sufre mucho, ¡pobrecita! ¡Oh, si pudiera suavizar su dolor! Pero debe ser cierto que todo será mejor para ella, de otra forma Dios que la ama tan profundamente no lo permitiría”.
Mientras visitaba otro lecho de muerte, escribió: “Fui a donde Polly y la vi fuera de la Ciudad de Oro. Ella partió en diez minutos muy feliz y hermosa. ‘¿Qué están tocando esas bandas?’ - preguntó justamente antes de partir. Eran los arpistas con sus arpas, tocando el Cántico de Moisés y el Cordero conforme se aproximaba a la orilla del río”.
Reflexión
Los cristianos mueren en forma diferente. Para algunos, como la primera jovencita, hay dolor intenso y sufrimiento. Unos pocos como Polly reciben la bienvenida en el cielo con música tocada por las huestes celestiales. Sin embargo, sea lo que sea que nos toque, Dios estará allí.
“Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos” (Apocalipsis 15:3).