Erasmo de Róterdam
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Erasmo de Róterdam
Erasmo de Róterdam, nació en octubre de 1466 y murió en julio de 1536. Fue un filósofo, filólogo y teólogo holandés, autor de importantes obras en latín. Era un diplomático intelectual que se las ingenió para caminar a través de la fina línea entre defender la Reforma y ser acusado de enseñar herejías entre los reformadores. Se convirtió en campeón por su celo por traducir las Escrituras en el lenguaje que tanto hombres como mujeres plebeyos, pudieran entender.
Impulsó la libertad académica hasta sus límites cada vez que surgía la ocasión. Fue intocable en lo que respecta a las críticas del Nuevo Aprendizaje. La amistad de Sir Thomas More y otros en posiciones de poder, le permitieron el acceso a Oxford y más tarde en Cambridge, dejando una marca en la enseñanza progresiva del griego en ambas universidades. Pese a todo tuvo detractores y críticos, especialmente en Inglaterra.
Su pasión por compilar e imprimir un Nuevo Testamento del griego al latín fue todo lo que sus críticos necesitaron para hacer que lo expulsaran de Cambridge en 1514. Ni siquiera su asociación con More y otros líderes de la iglesia, o su posición de poder en la universidad pudo librarlo de la amenaza de juicio o de prisión por su pasión y celo por imprimir un Nuevo Testamento en griego. Por eso fue a Basilea, una ciudad de Suiza en la que se toleraba el Nuevo Aprendizaje y nunca regresó a Inglaterra.
En el otoño de 1515, Johann Froben, un erudito suizo e impresor, lo contrató para imprimir el Nuevo Testamento en griego. Froben sabía que una obra erudita del Nuevo Testamento en griego, estaba entonces en la imprenta en España bajo el tutelaje del poderoso cardenal Jiménez, el arzobispo de Toledo. En 1514 Jiménez había completado el Nuevo Testamento de una colección más completa de manuscritos griegos, que los de Erasmo.
En 1516, dos años antes que Jiménez completara su trabajo, Froben y Erasmo imprimieron El Nuevo Testamento en griego, la primera Biblia autorizada en latín y griego en un milenio. El texto era burdo y contenía errores en la impresión que fueron el resultado de la prisa y manuscritos griegos incompletos. Los escritos fueron suministrados por Froben, excepto por dos que Erasmo le prestó a John Colet de la biblioteca de San Pablo y en realidad estaban tan incompletos que no completaban un Nuevo Testamento. Además eran relativamente recientes, los más antiguos eran del siglo décimo.
Erasmo imprimió el griego al costado de su propia traducción en latín, y en el proceso le asestó un golpe de muerte a La Vulgata. Publicó notas introductorias que avivaron el fuego de la Reforma, de la llama que John Colet encendiera diecisiete años antes, estableciendo a Pablo como la autoridad del Nuevo Testamento concerniente a la iglesia y su relación con los laicos. Fue considerado como un erudito destacado de su tiempo. La siguiente exhortación en el Prefacio de su Nuevo Testamento, demuestra su valor en la hora crítica. Escribió: “Estoy en completo desacuerdo con esos que están renuentes a que las Sagradas Escrituras sean leídas por los iliteratos traducida en su propio idioma vernacular”.
“Deseo incluso que la mujer más humilde lea los evangelios y las epístolas de San Pablo. Anhelo que el granjero pueda cantar una porción de ellos para sí mismo, mientras empuja el arado”.
Erasmo y Froben estaban conscientes de lo débil de su obra, no obstante la demanda era abrumadora. Las peticiones por el Nuevo Testamento proliferaron y la imprenta de Froben funcionaba día y noche. Las ganancias eran suficientes para imprimir nuevas revisiones, al igual que para financiar proyectos que eran esenciales a las necesidades de los reformadores, tal como literatura de apoyo en defensa de su nuevo movimiento.
Si Erasmo hubiera poseído un espíritu audaz, habría usado su posición para dirigir. Pero el mundo de la acción no era su mundo. Podía preparar la tierra, pero no recolectar la cosecha. Su resistencia pasiva frustró su nombre en los anales de la Reforma, porque otros segarían lo que él había sembrado. Aunque fue cuidadoso y sentía que la discreción era la parte mejor del valor, Tyndale leyó sus palabras y nunca las olvidó, incluso sacrificó su vida para hacerlas una realidad.
Erasmo fue el hombre más brillante de letras de su siglo, conocido y admirado por la jerarquía de la iglesia desde Oxford hasta Roma. Era típico de su carácter que incluso cuando promovió un cambio revolucionario, fue cuidadoso en mantener las formas externas del decoro. Así que sus actos más radicales nunca conllevaron a una confrontación o colisión con la jerarquía eclesiástica. Este consumado diplomático dedicó su primera traducción libre del latín al griego del Nuevo Testamento, al papa León Décimo. En respuesta, León pronunció estas palabras de respeto que disiparon los temores de Erasmo: “Estamos gratamente complacidos”.
A pesar de su reputación como erudito en el continente y dentro del Vaticano, Inglaterra no permitió la circulación de su Nuevo Testamento. Inglaterra había sido el lugar de origen de la idea de llevar a cabo su traducción, pero las fuerzas del conservatismo no lo toleraron.
Reflexión
Conforme la fe antigua avanzaba en forma secreta, sus herederos continuaban promoviendo la Reforma. Estos Reformadores se encontraban en cada país mucho antes de la Reforma propiamente dicha. La persecución mantuvo estos movimientos ocultos, pero a todo lo ancho del mundo entonces conocido se encontraban grupos pequeños que miraban al Señor Jesucristo como al único mediador entre Dios y los hombres.
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).