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El examen a un candidato para misionero

A las tres de la mañana de una fría mañana, un candidato a misionero caminó en una oficina para una entrevista programada con el examinador de una junta de misiones.  Espero hasta las ocho de la mañana cuando llegó el examinador.

          El examinador le dijo: “Comencemos.  Primero, por favor, deletree panadero”. 
          “P-a-n-a-d-e-r-o” - fue diciendo letra por letra el joven candidato.

          “Muy bien.  Ahora vemos lo que sabe sobre números. ¿Cuánto es dos veces dos?”.

          “Cuatro” - respondió el solicitante.

          “Muy bien” - añadió el examinador.  “Le recomendaré mañana a la junta que lo nombren.  Ha pasado el examen”.

          En la reunión de la junta directiva de misiones el examinador habló en términos elogiosos del solicitante.  Dijo: “Tiene todas las cualidades de un misionero.  Permítanme explicarles:’

          “Primero lo probé en abnegación.  Le dije que estuviera en mi casa a las tres de la mañana.  Dejó su cama tibia y salió en medio del frío sin una sola palabra de protesta’.

          “Segundo, probé su puntualidad: Llegó a la hora exacta’.

          “Tercero, examiné su paciencia.  Le dije que estuviera en mi casa a las tres de la mañana y lo hice esperar cinco horas para verme, después de decirle que llegaría a las tres’.

          “Cuarto, probé su temperamento.  No mostró  señal alguna de estar disgustado, ni siquiera me preguntó por qué me había retrasado’.

          “Quinto, probé su humildad.  Le hice preguntas que un niño pequeño podía responder y no se mostró ofendido.  Este joven satisface todos los requerimientos y se convertirá en el misionero que necesitamos”.

Una batalla perdida

Los misioneros están alcanzando a cerca de dos millones 700 mil inconversos cada año.  Compare estos dos millones con el aumento anual  de  131.400.000 personas, lo que equivale a 360.000 nacimientos diarios. ¡Luce frustrante! ¿Qué esperanza puede haber de convertir al mundo en esta dispensación?

Epigrama

Un hombre dijo orgullosamente: “He ido a la iglesia sólo dos veces en mi vida.  En la primera ocasión me rociaron la cabeza con agua y en la segunda me rociaron con arroz”.

La enfermedad de los buzos

Un predicador anciano se puso de pie para predicar y leyó este texto en Mateo 4:24: “... y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó” (Mat. 4:24).

El pastor siguió diciendo: “Hoy en día los médicos pueden hacerles exámenes exhaustivos, les pueden mandar a hacer todo tipo de pruebas de laboratorios y algunas veces curar sus dolencias, pero si sufre de la enfermedad de los buzos, entonces sólo Dios puede curarlo.  Y permítanme decirles hermanos, hay una epidemia regular de la enfermedad de los buzos entre nosotros”.

“Algunos bucean en busca de la puerta el domingo apenas se acaba la escuela dominical.  Están los que bucean por el televisor después de la iglesia.  Quienes bucean en busca de una lista de excusas para no trabajar para el Señor.  Otros que bucean por el carro y toman un viajecito el fin de semana.  Otros bucean buscando sus monedas de cinco y de a diez, para ponerlos en la ofrenda, en lugar de pagar el diezmo.  Otros bucean por la puerta tan pronto como el ministro hace el llamado para orar ante el altar.  Sí, se necesita al Señor y a su amor para que la iglesia pueda curarse de la ‘Enfermedad de los Buzos’”.

Verás Señor, las cosas son así..

“Verás Señor, las cosas son así: Podríamos asistir a la iglesia más fielmente si tus servicios se celebraran en otro día.  Tú has escogido un día que cae el fin de semana y uno está muy cansado.  Pero no sólo eso, sino que sigue al sábado en la noche.  Ya tú sabes que el sábado por la noche a uno le da el deseo de salir y disfrutar un poco, después de trabajar toda la semana.  Casi siempre es media noche cuando se regresa a casa, y es prácticamente imposible despertarse temprano el domingo por la mañana.  También debes darte cuenta que el domingo es el día que dan muy buenos programas de televisión por la mañana.  Asimismo es usualmente el domingo cuando uno prepara la comida más abundante de la semana.  Nos gustaría ir a la iglesia y sabemos que deberíamos hacerlo, pero definitivamente escogiste el día equivocado”.
                                                                Cristianos del Siglo Veintiuno

La iglesia perfecta

Pienso que nunca veré
Una iglesia que sea lo que debe ser:
Una iglesia cuyos miembros nunca se descarríen
Que siempre avance por el camino angosto.

Mi iglesia

Un lugar de quietud, un templo de paz;
Un hogar de fe, en donde la duda cesa
Un lugar de consuelo, en donde se da esperanza.
Una fuente de fortaleza, que nos ayuda a llegar al cielo.
Un lugar de adoración, un sitio para orar.
Todo esto lo encuentro hoy en mi iglesia.
Owen W. Blassburrn

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