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Las tres limitaciones que Dios impone al hombre (IV)

¿Hasta cuándo piensa que Dios tiene que “esperarle”?  ¿Cuántas veces escuchó usted la Palabra de Dios?  ¿Cree que no corre ningún peligro posponiendo su salvación?  ¿Cree usted que Dios tiene la obligación de esperar hasta que usted satisfaga todos sus apetitos pecaminosos o cumpla con todos sus deseos de la carne?  La palabra contender, cuando Dios dice: “...No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre...”, quiere decir pelear, lidiar, batallar, disputar, debatir, altercar; Dios dice que esta actitud de que él le invita, le llama mostrándole tantas evidencias de su amor y usted se niega a corresponderle, no debe ser tomada como algo al alcance indefinidamente: “Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán.  Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino...” (Pr. 1:28-31).

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Las tres limitaciones que Dios impone al hombre (III)

Esta es la primera limitación que Dios impone al hombre.  Dios pone límite, dice hasta aquí y no más.  Esta limitación es sumamente seria, porque el hombre puede fácilmente llegar a blasfemar contra el Espíritu Santo.  Tenga cuidado y mucho cuidado con su lengua, es probable que usted lo haga estando borracho, por eso la borrachera con más razón es un gravísimo peligro y también es probable que, inducido por un momento de camaradería, compañerismo con gente incrédula, que blasfema contra Dios, que usted diga algo con su lengua que jamás le será perdonado.

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Las tres limitaciones que Dios impone al hombre (II)

La blasfemia
¿Qué es blasfemia?  La palabra blasfemia en sí tiene su raíz en el griego que quiere decir «hablar injuriosamente».  Lo que Jesús dijo a esos fariseos es que ellos habían injuriado al Espíritu Santo al tildarlo a Él de espíritu diabólico por lo cual, no tenían ya oportunidad de salvación.
¡Cuánto cuidado debemos tener con la lengua!  Dios, sabiendo que la lengua es el único miembro de su cuerpo que puede cometer este pecado mortal, ha cerrado este apéndice mortal tan pequeño y tan letal dentro de una prisión doble y allí vive.  Primero están las rejas de marfil que son sus dientes, luego en la parte exterior la otra pared de carne de sus labios y detrás de esa doble prisión se encuentra ese pequeño miembro listo para saltar como una serpiente y hacer que usted cometa ese pecado que no le será jamás perdonado.

En la Biblia tenemos muchas advertencias sobre la lengua:
“El labio veraz permanecerá para siempre; mas la lengua mentirosa sólo por un momento” (Pr. 12:19).
“El perverso de corazón nunca hallará el bien, y el que revuelve con su lengua caerá en el mal” (Pr. 17:20).
“La muerte y la vida están en poder de la lengua...” (Pr. 18:21).
• “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!  ...La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Stg. 3:2-6).  ¡Cuán cierto es todo lo que estamos examinando ahora!

La lengua no es tan inofensiva.  La lengua es capaz de pronunciar ciertas palabras, sólo cuatro palabras en algunas menos, contra el Espíritu Santo y cerrar para siempre las puertas del cielo.  Jesús fue muy claro en esto.  ¿Cometen los hombres el pecado que no tiene perdón?  Un pastor llamado J. Harold Smith, que también anduvo por todo Estados Unidos llevando a cabo campañas evangelísticas, ofreció ejemplos de personas que él mismo conoció y da detalles asombrosos realmente de cómo murieron trágicamente:

Dice él: «Sé, de 21 hombres que han cometido este pecado, pero entre todos esos millones de personas a quienes les he predicado en 41 años de ministerio nunca he conocido a una mujer que lo haya cometido.  En todos los casos de blasfemia contra el Espíritu Santo, sigue diciendo, la persona que lo ha hecho no ha vivido ni siquiera 24 horas».

¿Por qué todos ellos tuvieron que morir tan pronto?  Bueno, si usted tiene problemas para reconocer la gravedad de este pecado y no piensa que Dios puede cerrar la puerta para quien blasfemó contra el Espíritu Santo, me gustaría ofrecerle por lo menos algunos otros pasajes bíblicos.
En Marcos 4:10-12, Jesús dice: “Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados”.  ¿No se estaría refiriendo nuestro Señor aquí a aquellos que habían cometido este mismo pecado?  ¿Es posible que Jesús enseñe de tal manera que sus Palabras de vida no puedan ser entendidas por aquellos que tanto la necesitan?

Veamos otro pasaje paralelo: “Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles: de oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane” (Hch. 28:25-27).

La Biblia no dice que ellos blasfemaron contra el Espíritu Santo, pero tampoco hay evidencia de que no lo hicieron ya que se negaron a creer y Dios ya tomó medidas con ellos hablándoles de tal manera que no entiendan.

El otro pasaje es el caso del comienzo mismo de la historia del hombre: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Gn. 3:22-24).  Claramente se nos hace ver aquí que Dios tuvo que tomar estas precauciones para evitar que el hombre alargara su mano y comiera del árbol de la vida y viviera siempre como pecador, eternamente. 

Sí, si aquellos hombres que blasfemaron contra el Espíritu Santo vivieran más tiempo, muy probablemente se arrepentirían y Dios estaría obligado por su promesa a perdonarles en cumplimiento de esa promesa.  Por eso ellos mueren tan rápidamente después de cometer el pecado que no tiene perdón.

¿Qué medidas deben tomarse para evitarse caer en el pecado que no tiene perdón?  Recordemos que la primera limitación es el pecado contra el Espíritu Santo o la blasfemia contra el Espíritu Santo, que Jesús dijo jamás será perdonado a aquel o aquella que lo hagan.  Para evitar caer en este pecado que jamás tendría perdón...

• No posponga la salvación de su alma, en realidad la regeneración del hombre es la mayor garantía de que jamás caerá en este pecado.
• No se burle de las cosas divinas, tema a Dios; cuidado con la lengua.
• Evite la amistad de aquellos que se burlan de Dios.
• Evite libros y películas que pretenden involucrar a Dios y al Espíritu Santo en asuntos de pecado.
• El único recurso seguro contra la blasfemia contra el Espíritu Santo es que uno sea regenerado por ese mismo Espíritu.

Todo lo que hemos observado hasta ahora nos hace pensar que muchas de las muertes misteriosas bien pueden tener aquí su origen.  Dios nos libre del grave pecado de blasfemar contra el Espíritu Santo.

Ahora entendemos mejor lo que dice en Hebreos 10:26-31: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”  Estas palabras deben hacernos pensar con toda seriedad porque los versículos 30 y 31 dicen: “Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.  ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”.  Creo que este versículo final que leímos: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”, tiene directa relación con el anterior cuando dice que “mayor castigo recibirá aquel que hiciere afrenta al Espíritu de gracia”.
                               Continuará...

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Las tres limitaciones que Dios impone al hombre

Leyendo la Palabra de Dios es fácil notar que además de creer en Cristo, aceptándole por Salvador y teniendo en cuenta que Dios desea la salvación de todos, también es cierto que el hombre no puede permanecer indiferente sin sufrir serias consecuencias.  Analicemos algunos aspectos muy serios relacionados con la vida del hombre y con la seriedad que Dios quiere que cada pecador tome los asuntos espirituales.  No podemos jugar con las cosas del Señor por mucho tiempo sin sufrir las consecuencias, no podemos burlarnos de Dios, de Cristo y del Espíritu Santo sin recibir la paga que la Biblia claramente expresa.

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Los acontecimientos del nacimiento de Jesús - Parte 2

Muchas de las creencias falsas involucradas en la doctrina de la mariología han evolucionado a lo largo de los siglos.  Se fueron desarrollando por la tradición y voluntad de los hombres, no porque estén reveladas en la Palabra de Dios.  A no dudar, son falsas.  En ningún lugar de la Biblia se insinúa siquiera que María naciera sin la naturaleza pecaminosa.  Ella tuvo un padre humano como todas las demás personas.  Después que nació Jesús tuvo otros hijos, murió y partió para estar con Jesús en el cielo.  Esto es bien claro, ya que ella misma confesó a su Hijo Jesús como su Señor y Salvador cuando declaró: “Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lc. 1:47).  No debemos admitir que la falsa doctrina de la mariología no nos permita ver la importancia de María, en el plan y propósito de Dios al dar a luz al Salvador.

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Los acontecimientos del nacimiento de Jesús

Algunos cristianos están reticentes a observar la Navidad, ya que aseguran que muchos de los eventos asociados con su celebración son de origen secular o pagano.  Sin embargo, vamos a considerar a continuación si hay algo acerca del 25 de diciembre, que en buena conciencia podamos separar y observar como si estuviera asociado con la venida de Jesucristo o el amor de Dios, al enviar a su Hijo unigénito en la forma de carne humana, para morir por los pecados de la humanidad.

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¿Cuánto sabe usted de estos dos hermanos?

Ellos son Caín y Abel

¿Cuántas religiones supone que hay en el mundo?  ¿Puede hacer una lista de ellas?  ¿Se sorprendería si le dijera lo fácil que es hacerlo?  Sí, ¡sencillísimo!  Actualmente hay solamente dos religiones en todo el mundo.  Estamos examinando lo que hace la religión con el problema más básico del hombre, el pecado, y sobre la pregunta de cómo el hombre puede obtener el perdón de sus pecados y la vida eterna. 

Aunque hay muchos nombres diferentes, y muchas prácticas religiosas distintas, hay sólo dos religiones básicas.  Una religión es la de Caín y la otra la de Abel, y ellas se encuentran en Génesis 4:2-7: “Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.

Génesis es el libro de los principios, y aquí encontramos los comienzos de todas las religiones del mundo, en Caín y en Abel.  La religión de Caín es la religión de las obras, y la de Abel es la de la fe en un sacrificio, un Sustituto.  No hay otras.  Tanto si cree como Caín o como Abel.  Pensemos en cada una de ellas, y veamos si usted es como Caín o como Abel.

La religión de Caín

Primero pensaremos en Caín.  Génesis 4:3 dice que él llevó el fruto de la tierra al Señor, es decir, los resultados de su ardua labor como hortelano: “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová”.  Debemos admitir que Caín no era un hombre perezoso, ¡él trabajaba, con el sudor de su frente!  En Génesis 3:19, Dios dijo que el hombre obtendría el fruto de la tierra trabajando duro: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.  Esto fue exactamente lo que hizo Caín. Trabajó duro, volvió cansado de sus labores, pero al final obtuvo los frutos de su trabajo y los presentó al SEÑOR en un altar.

Pero había un problema.  Lo que Caín ofrendó a Dios no fue el precio de ninguna muerte. No había ningún animal que matar ni sangre derramada, ninguna vida entregada.  Lo que Caín había ofrecido era un sacrificio sin sangre.  De esta manera, Caín no estaba viendo la seriedad de la culpabilidad de su condición de pecador.  Estaba dando a entender que el pecado no es tan serio como para tener por consecuencia la muerte.  Es decir, que él no creía que era necesario el derramamiento de una vida.  El presentó lo mejor de su propio trabajo, pensando que… «Si hago lo mejor que pueda, Dios lo aceptará».

Hay mucha gente como Caín en el mundo.  Es muy común oír a la gente decir que cree que Dios le aceptará si hace todo lo mejor que pueda.  Muchos piensan que está bien tener sus propias ideas sobre cómo llegar a Dios y al cielo, como lo hizo Caín.  ¿Usted qué piensa? ¿Cree que es suficiente ser sincero y hacer lo mejor que pueda? Podría decir: «Después de todo, si hacemos lo mejor que podemos, ¿quién puede pedir más?»  Dios puede pedir más, porque Él es perfecto.  ¿Piensa que le ayudará el darle la vuelta a la página, esto es, arrepintiéndose y perfeccionando su vida?  Usted puede decir «borrón y cuenta nueva», pero si Dios no lo ha borrado no será olvidado ni pasado por alto.  A lo mejor usted es como esas personas que dicen que han limpiado sus vidas, o se han inscrito en una Iglesia o comunidad religiosa, o están siguiendo ciertas reglas para ser mejores personas.  Caín también hizo lo mejor que pudo.

Pero el pobre Caín tuvo que descubrir lo que otros, tal vez usted también, tendrán que descubrir.  Dios no acepta al hombre, aunque él haga lo mejor que pueda.  La gente todavía trata de alcanzar a Dios a través de las religiones de los hombres, religiones como la de Caín, religiones de obras.  Sus prácticas pueden ser diferentes, siguen diferentes reglas, pero sus ideas y enseñanzas contemplan la misma manera de ser aceptados por Dios, obras.  Por eso, todas las religiones del mundo son muchas variedades de la misma religión.

La religión de Abel

La religión de Abel es la religión de la sustitución.  Un cordero fue sacrificado y puesto sobre el altar para Dios.  La sangre brotó, un cordero tuvo que morir y ser ofrecido en lugar de Abel.  Dios dijo que había hecho “bien” y lo aceptó.  «Caín ofreció el sudor de su frente, pero este sudor no podía sustituir la sangre, del cordero», dijo alguien.  Es verdad, Abel ofreció una vida en lugar de la suya propia.  Él sabía que el pecado era una cosa seria, y que sólo la muerte podía pagar por esto.  ¿Cómo lo sabía?

Lea los primeros 7 versículos del capítulo 4 de Génesis otra vez, y recuerde que el Señor mató el primer animal en Génesis 3:21, para cubrir al hombre después de haber pecado: “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”.  Creemos que Dios les enseñó la manera correcta de sacrificar.  Abel creyó lo que Dios había dicho, y en su fe ofreció mejor sacrificio que Caín, quien no creyó, pero trató de ir a Dios por su propio camino.

Desde Caín, los hombres han estado intentando ir a Dios por sus propios medios, tratando de encontrar el mejor camino para llegar al Cielo.

Abel creyó a Dios, y ofreció un mejor sacrificio que Caín.  Esto es lo que Hebreos 11:4 nos enseña: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”.

Todas las ofrendas no son iguales, aun cuando sean hechas sinceramente.  Dios rechazó a Caín y aceptó a Abel, porque en la ofrenda de Abel hubo Fe, creyó en lo que Dios había dicho, y Obediencia, hizo lo que Dios dijo, lo cual probó que lo había creído realmente.  Lo más importante es que la ofrenda de Abel era una figura del gran ofrecimiento que el Señor Jesucristo haría un día en el futuro, en la cruz, dando Su vida como el Sustituto de todos nosotros.

Dios aceptó a Abel a causa de su cordero, que le sustituyó.  Y esto nos ilustra perfectamente cómo Dios puede aceptarnos, no por obras nuestras, sino por medio de un Sustituto.  En Juan 1:29 el Señor Jesucristo es llamado “el Cordero de Dios”.  Él es el Cordero de Dios, el Sustituto perfecto, que quita el pecado del mundo.

Entonces, ¿qué debe hacer si realmente quiere ser salvo?  No siga las religiones del hombre ni sus antiguas doctrinas.  No vaya en pos de los razonamientos humanos.  Ninguna de estas cosas le llevará a la vida eterna.  Recuerde: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Pr. 14:12).

No confíe en sus buenas obras o acciones religiosas.  Crea en las buenas noticias de Dios, el Evangelio, que Jesucristo murió por sus pecados, fue sepultado, y resucitó al tercer día.

Confíe solamente en Jesucristo, Él es el único que puede salvarle.  No hay otro Mediador, ningún otro puede estar entre Dios y usted.  El Señor Jesús es el Cordero de Dios, quien se sacrificó a sí mismo para pagar por sus pecados.  El sacrificio de Abel fue una clase de figura de lo que Cristo haría.  El sacrificio de Abel era sólo por fe.  La fe cree en la Palabra de Dios, y confía en el sacrificio que Dios ha establecido, y este sacrificio es el Señor Jesucristo.

¿Qué religión es la suya?  ¿La de Caín o la de Abel?  ¿Dice su religión: «Haz esto, haz lo otro, y serás salvo (a lo mejor)», o dice “CONSUMADO ES”?  No confíe en su religión o en sus obras por mucho tiempo, o acabará rechazado como Caín.  Más bien rechace estas cosas y confíe plenamente en el Señor Jesucristo y en lo que él hizo “una vez por todas” en la cruz por usted.  ¡Será verdaderamente salvo! 

Dios perdonará sus pecados y le dará vida eterna ahora mismo, si se arrepiente de ellos y viene a Él por Jesucristo: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 P. 1:18, 19).

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