Reporte de Pilato
- Fecha de publicación: Sábado, 05 Abril 2008, 18:45 horas
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En el año 1887, el Rev. W.D. Mahan, publicó un libro titulado The Archko Volume (El volumen de Archko). Su investigación amplia y a nivel mundial, sobre documentos del primer siglo, lo llevó al Vaticano, en Roma, así como a Constantinopla, Turkía.
En medio de muchos valorables escritos, encontró una carta escrita en un rollo de papiro, escrita al César por Poncio Pilato alrededor del año 31 D.C., después de la crucifixión de Jesús. Transcribimos el testimonio dado por Poncio Pilato sobre este asunto tan delicado.
The Archko Volume (págs. 13, 14)
«Con la correspondencia, he recibido el siguiente documento (dice W.D. Mahan), y debo confesar que, aunque no es inspirado, sus palabras ardían en mi corazón como las palabras de Cristo en el corazón de los discípulos, y estoy satisfecho que debido a la fuente de donde proviene debe ser verdad. Sé que los judíos aunque estaban subyugados a los romanos, mantenían todavía su autoridad eclesiástica, y los romanos no solamente se sometían a sus decisiones, sino también ejecutaban sus decretos en sus súbditos. Sabiendo que tal pieza de historia no se puede encontrar en el mundo entero, y profundamente interesado yo también, así como muchos otros, centenares de ellos a quienes he leído este material, he decidido entregarlo al público.
Cuando recibí este reporte de Pilato, comencé a investigar sobre el asunto, y después de muchos años de pruebas y considerables gastos monetarios, encontré que todavía hay muchos documentos similares preservados en el Vaticano en Roma y Constantinopla, que fueron llevados allá por el Emperador romano a mediados del siglo III. Por lo tanto necesitaba yo ir personalmente para indagar sobre estos documentos, y así el 21 de septiembre de 1883, me embarqué rumbo a esas tierras extrañas.
Sabiendo que un evento tan importante para el mundo entero, como es la muerte de Jesús de Nazareth, no podría pasar por alto sin algún documento hecho por sus enemigos en sus cortes, legislaciones e historias, comencé a investigar el asunto. Después de muchos años de estudio, de consulta, de material histórico y de correspondencia con varios scholars (escolásticos), recibí ayuda de dos hombres muy letrados, el Dr. McIntosh y el Dr. Twyman y fui al Vaticano, y más tarde al Talmud judío en Constantinopla. Como resultado he compilado este libro, que será uno de los libros más extraños e interesantes jamás leídos. Quizás se vea fragmentario, pero el lector debe darse cuenta que son records de hombres que vivieron hace dos mil años».
Extractos de la carta escrita a César por Poncio Pilato La descripción de Jesús por Pilato (pág. 131)
«En medio de tantos rumores que llegaron a mis oídos, había uno en particular que llamó mi atención.
Se decía que apareció en Galilea un hombre joven, predicando con noble unción una nueva ley en el nombre de Dios que le envió. Al principio me preocupé pensando que su propósito era el de instigar a la gente en contra de los romanos, pero pronto mi temor se dispersó. Jesús de Nazareth habló más bien como amigo de los romanos y no de los judíos. Un día, mientras yo pasaba por el lugar de Siloé, donde había una multitud de personas, observé en medio de la multitud a un hombre joven que se recostaba contra un árbol, hablando tranquilamente a la gente. Me dijeron que era Jesús. Esto fácilmente podía yo detectar, ya que la diferencia entre él y la multitud era tan notable.
Su cabello dorado y su barba daban a su apariencia un aspecto celestial. Él parecía tener unos 30 años de edad. Nunca he visto yo un rostro más dulce y sereno».
Primer encuentro de Pilato con Jesús (págs. 133, 134)
«Escribí a Jesús solicitando una entrevista con él en el pretorio. Él vino (tú sabes que en mis venas fluye la sangre hispana y romana, incapaz de miedo por considerarlo como resultado de débiles emociones). Cuando el Nazareno apareció, estuve caminando en mis sandalias y mis pies parecían que estaban pegados con mano de hierro al piso de mármol. Temblaba yo como un culpable convicto, pero el Nazareno estaba tan calmo como un inocente, cuando él se acercó a mí, y con una señal parecía como decirme: ‘Aquí estoy’, aunque él no dijo una sóla palabra.
Por algún tiempo contemplé con admiración y sorpresa a este extraordinario tipo de hombre, un tipo de hombre desconocido a nuestros numerosos pintores, quienes dieron forma y figura a todos los dioses y héroes. No había nada repelente en su carácter, pero yo estaba muy admirado y tembloroso para acercarme a él».
Pilato describe la multitud ante la crucifixión (pág. 141)
«A menudo en nuestras conmociones civiles he presenciado la furia de la multitud, pero nada puede compararse a lo que presencié en esta ocasión. Se podría en verdad decir que todos los ejércitos de las regiones infernales se habían reunido en Jerusalén.
La multitud no parecía caminar, pero sí volar como levantada en un furioso torbellino, moviéndose en ondulaciones desde los portales del pretorio hasta el Monte Sión, con gritos aullantes, injurias y escarnios nunca escuchados en las sediciones o en los tumultos en el forum».
Pilato describe gran alboroto y tinieblas en el Gólgota (pág. 142)
«Un gran clamor fue oído desde el Gólgota, que llevado por el viento, parecía anunciar una agonía tal como nunca un oído humano haya oído jamás. Nubes negras descendieron sobre el pináculo del templo, y se extendieron como un denso velo sobre la ciudad. Eran tan espantosas las señales que los hombres vieron en el cielo así como en la tierra, que Dionisio, el aeropagita, se dice que exclamó: ‘o el Autor de la naturaleza está sufriendo o el universo se está cayendo’».
Pilato cita las palabras de Ben Isham, el centurión que guardó la tumba (pág. 145)
«Dijo el centurión que cerca de la cuarta vigilia ellos vieron una suave y hermosa luz sobre el sepulcro. El centurión primero pensó que las mujeres vinieron para embalsamar el cuerpo de Jesús, como era la costumbre de ellos, pero él no vio cómo las mujeres atravesaron la guardia que vigilaba la tumba. Mientras estaba pensando esto, he aquí todo el lugar se iluminó, y parecía como que había una multitud de muertos en sus lienzos sepulcrales en el lugar».