Milton Bronstein, un chofer de taxi de Chicago, tal vez sea el conductor más extraño en el mundo.  La Corporación Chrysler y la industria de taxistas Americanos, la ha dado el título de “Taxista destacado en la nación entera”.

El taxista Bronstein lleva consigo una serie variada de letreros impresos en su taxi.  Él entonces le muestra a cada pasajero uno que dice: “¿Cuánto conoce su Biblia?”.  El pasajero podrá viajar gratis si contesta correctamente las preguntas bíblicas.  Hay otro letrero que dice: “Crea en Dios y ore por la paz.  Viaje gratis a su lugar de adoración”.

Por varios años Bronstein ha transportado gratuitamente en su auto a las personas minusválidas.  Pero... ¿Qué motiva a Milton Bronstein a ofrecer estos servicios gratuitos?  La respuesta la encontramos en su filosofía de la vida, que es: “La mitad de lo que tengo pertenece a esos necesitados”.

El conocer la Biblia puede ser recompensado, tal como lo puede testificar cualquier profesor en los Institutos Bíblicos.  Especialmente Richard McNeely del Biola College, en un suburbio de Los Angeles. 

Durante una reunión en el Concilio de Seguridad de las Naciones Unidas, Ricardo Alarcón Quesada, quien entonces era embajador cubano y John Scali, embajador de Estados Unidos, entablaron una discusión con pruebas bíblicas y todo, acerca de quién era responsable por la caída del presidente marxista Salvador Allende de Chile.  Quesada acusó a Estados Unidos de haber maquinado la conjura.  Scali se mofó diciendo que en breve acusarían a la CIA por haber escrito secretamente la Biblia.

Louie D. Hairston de Washington D.C, un guardia de seguridad de una droguería, cree que el Nuevo Testamento es bueno, tanto para el cuerpo como para el alma.  Un bandido enmascarado le lanzó una puñalada con un cuchillo de carnicero de unos 23 centímetros de largo. 

El hecho de que la compañía Standard Oil pudiera descubrir y operar pozos de petróleo en Egipto es generalmente bien conocido por todos, pero la razón de por qué fueron a ese territorio antiguo en busca de petróleo es probablemente lo que se ignora. 

Hace algunos años Xiel Federmann un hombre de negocios de Israel comenzó a cavilar acerca de la destrucción de Sodoma y Gomorra y sobre el texto que dice: “Y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno...” (Gen. 19:28b).  Su deducción le indicó que había gas en el subsuelo y que el gas subterráneo significaba petróleo. 

an íntimamente está relacionada la Biblia con la literatura del mundo que el teólogo DeWitt Talmage dijo: “Cada gran libro que se ha publicado desde que se inventara la primera imprenta ha derivado mucho de su poder directa o indirectamente de los Oráculos Sagrados.  El Paraíso Perdido de Milton, tomó prestado de la Biblia; los escritos de Spencer son imitaciones de las parábolas; John Bunyan vio en un sueño lo que Juan había visto previamente en una visión; Macauley corona sus frases más gigantescas con citas de la Escritura’.

Un policía de Haifa que conocía muy bien su Biblia, andaba tras el rastro de una banda de contrabandistas.  Sin embargo, ellos se valieron de una caravana tirada por asnos para escapar.  El policía se las ingenió para capturar a algunos de los asnos, aunque los contrabandistas se escaparon. 

En Francia vivió una vez una pobre muchacha ciega que consiguió el Evangelio de Marcos escrito en letras abultadas y aprendió a leerlo con las yemas de sus dedos.  De tanto leerlo, sus yemas se tornaron callosas y su sentido del tacto se redujo a tal punto que no podía distinguir los caracteres.   Un día se cortó la piel de la punta de los dedos para aumentar su sensibilidad, sólo para terminar destruyéndola.

John Wanamaker, un comerciante, religioso y figura civil y política en Estados Unidos, considerado como el promotor de la publicidad y pionero en mercadeo, fue  uno de los más grandes comerciantes de Estados Unidos, y dijo: “Yo, claro está, he hecho grandes compras de propiedad en mi vida... Los edificios y el terreno en que ahora nos estamos reuniendo tienen un valor aproximado de $20.000 millones de dólares.  Pero, fue cuando estaba en el campo y era un niño de 11 años, que hice mi compra más importante.  En una pequeña misión de la Escuela Dominical le compré a mi maestra una pequeña Biblia de cuero rojo.  La Biblia me costó $2,75 dólares - los cuales pagué a plazos conforme ahorraba.  Esa fue mi compra más importante, porque la Biblia hizo de mí lo que soy hoy”.