Menu

Escuche Radio América

¿Ignorancia o confusión?

  • Fecha de publicación: Sábado, 05 Abril 2008, 18:45 horas

Todos somos ignorantes en algunas cosas. Nadie sabe todo, excepto Dios. Pero hay cosas que debemos saber. No podemos justificar toda ignorancia. Por ejemplo, no se justifica que un cristiano ignore su Biblia, aunque la mayoría de la generación presente necesita desesperadamente una alfabetización bíblica.

Pero la ignorancia va mucho más allá. Son innumerables los líderes cristianos y pastores con congregaciones numerosas que desconocen los principios elementales de las doctrinas bíblicas. Cuando esto ocurre, es muy fácil que algún «gran siervo de Dios», muy por encima del promedio de predicadores, alguien que logra atraer grandes multitudes, comience algo novedoso, ya que por desear «más y más de eso...» recibió por revelación algo muy especial que Dios había escondido, pero que ahora se lo reveló.

No es necesario hablar mucho para convencer del éxito que tienen, pues se trata de individuos con una «tónica nueva», con una habilidad increíble para atraer multitudes. Cuando uno los escucha advierte que siempre están repitiendo la misma cosa, sin embargo sus admiradores permanecen sentados o de pie, conforme el siervo lo indique, aplaudiendo, en ocasiones para Jesús o simplemente en respuesta a algo «profundo» que el hábil predicador dijo.

En estos últimos años está de moda soplar, tumbar, lanzar carcajadas como don espiritual, sentirse uno bien, sanarse de cualquier enfermedad, recibir visiones y escuchar las nuevas revelaciones del «espíritu». Estos embusteros hablan con toda soltura, como si expresaran una verdad profunda, sin que haya uno solo en la congregación que lo contradiga. ¿Por qué? Por la espantosa ignorancia escritural, bíblica. Cuando los hombres que dicen ser predicadores y pastores ignoran la Palabra de Dios, cualquier individuo con la Biblia abierta, pero sin predicarla, puede confundirlos sin dificultad. Un ejemplo de esto es la publicación de La Unidad Cristiana, correspondiente a los meses julio/agosto de 1993, que se edita en Chile. Se trata de un órgano ecuménico, por lo tanto se sabe de antemano que no tiene mucho de bíblico. Pero uno pensaría que en esta publicación tal vez se le da cabida en algún cuadrito a algún cristiano sensato entre los chilenos, pero no es así. En la primera página, el título en grande dice: «LAS CAÍDAS: ¿HISTERIA COLECTIVA O SEÑAL DE AVIVAMIENTO?» Las páginas 6 y 7 están dedicadas enteramente a una de estas concentraciones a cargo del señor Claudio Freidzon.

Como estas cosas están sucediendo en forma repentina, y vaya uno a saber qué más vendrá los próximos años, los cristianos que no comprendieron la doctrina de la gracia divina cayeron víctimas de una corriente supersticiosa sin siquiera darse cuenta, sólo porque hallaron allí cosas sobrenaturales y se dejaron arrastrar por la astuta maniobra de sugestión e hipnotismo colectivo que practica este «siervo de Dios». Es fácil confundirse, el cristiano no quiere ofender al Espíritu Santo. El estafador usa el nombre de Jesús con bastante frecuencia, le «da toda la gloria solamente a él». Y aclara: «Yo no puedo hacer nada, es él quien hace todo» y aunque es claro que falsifica las Escrituras, con estas advertencias, su excesiva «humildad», tantas caídas, su poder para soplar y para sanar no hay quien se atreva a contradecirlo.

Debemos ser sensatos, debemos someter estas enseñanzas y todo cuanto se hace, aunque se haga en el nombre del Señor, al microscopio de la Palabra. Todo cuanto predicamos, enseñamos o hacemos en el nombre del Señor, no tiene autenticidad sólo porque invoquemos el nombre de Dios, sino que debemos probar bíblicamente que estamos enseñando la Palabra de Dios.

¿De dónde proviene el poder tumbador?

La primera pregunta que debe hacerse el cristiano frente a tantos fenómenos y tantos «siervos del Señor» que invocan su nombre, es justamente esta: «¿De dónde recibe ese hombre tal poder?» No basta con aceptar lo que el «poderoso evangelista... o siervo del Señor» diga. Es probable que él crea sinceramente que actúa en el poder divino, que Dios simplemente le da ese poder y que es un instrumento especial de Dios. Es difícil pensar que el engañador no sabe que está mintiendo, pero es probable que esté sinceramente engañado.

• LA FUENTE DE SU PODER: En el caso del señor Claudio Freidzon, él no niega que recibió el poder gracias a Benny Hinn quien tiene una gran «iglesia» en Orlando, Florida. Cuenta públicamente cómo supo que Benny Hinn cada mañana al levantarse, le dice al Espíritu Santo: «Buenos días Espíritu Santo» y entre los dos, Benny y el Espíritu, se tratan como amigos íntimos. Cuando Claudio, según sus propias palabras, supo de la posibilidad de «recibir más», hizo hasta lo imposible por viajar a Estados Unidos y conocer a ese hombre tan especial a ver si podía recibir de esa unción para estar más cerca de Dios.

Pero... ¿quién es Benny Hinn? Usted no tiene más que leer sus libros en donde él ofrece su biografía. Benny Hinn es «hijo» de Kathryn Kuhlman, quien falleciera hace varios años. Ella también sanaba por radio y por todos los medios. Aunque «sanó» a muchos y tenía poderes extraordinarios, murió de cáncer. Muchos cristianos ingenuamente creen que todas estas personas están dotadas de poderes del Espíritu Santo. Sin embargo, Benny Hinn enseñó tantos disparates, que hace algún tiempo terminó por retractarse de sus propias enseñanzas, admitiendo que estaba equivocado. Por alguna razón que él mismo no se explica, estaba seguro de que hacía bien, que enseñaba lo correcto, descubriendo luego que no era así.

¿Desde cuándo tenemos que buscar a alguien especialmente dotado para recibir de él poderes especiales? Hay gente que sigue a los «sanadores» porque creen que ciertos hombres poseen ese poder especial, algo que los demás no tienen, y aunque Jesús es el que sana, uno debe recurrir al sanador de turno, quien es el «ungido especial» para hacer milagros. Pero enterémonos de lo que dijo el propio Benny Hinn en una entrevista que salió publicada en el diario Chicago Tribune del domingo 27 de junio de 1993. Como el artículo es algo extenso, sólo me limitaré a citar unas porciones.

El corresponsal luego de describir la forma cómo trabaja Benny Hinn, pasa a referirse a su retracción y dice: «En el sermón, Hinn advierte que algunos viejos amigos se sentirán desilusionados por sus nuevos puntos de vista, y continúa diciendo: ‘Pero voy a declararlo. Es tiempo de que dejemos de predicar lo que esta Biblia nunca enseñó... Estoy reexaminando mi entera teología... Estoy leyendo esta Biblia como creo que nunca la había leído antes. Dios me ha tomado por el cuello, y está sacudiéndome’. Sobre la enfermedad y la fe dijo: «Yo de hecho dije que si mi padre hubiera sabido lo que yo sé, él no habría muerto de cáncer. Tengo que retractarme y decir que estaba equivocado. Estaba equivocado. Yo no entiendo estas cosas... no soy Dios. Usted llega a estar tan convencido de que está en lo correcto que Dios tiene que sacudirlo para sacarlo de usted... Creo que llegaré a ser mucho más efectivo porque ahora puedo entender un poco mejor el dolor de algunas personas. Pienso que es cruel decirle a las personas [que están enfermas porque] les falta fe. ¡Qué cruel! ¡Qué cruel! Les digo honestamente. Creo que voy a dejar de predicar sobre sanidad y que voy a comenzar a predicar a Jesús. A dejar que él lo haga... Voy a cambiar la dirección de mi mensaje».

Más adelante en el mismo artículo, Benny habla sobre el «Evangelio de la prosperidad» o riquezas materiales que él y otros predican, y dice: «Y aquí está, el terrible suceso final... Pienso que la enseñanza sobre prosperidad ha ido demasiado lejos hasta el extremo. No niego que Jesús desea bendecirnos... Pero damas y caballeros, estoy oyendo más ideas mundanas acerca de la prosperidad que ideas Divinas... Dinero, dinero, dinero, dinero, dinero... (Los evangelistas en televisión sólo piensan) en dinero... Hemos olvidado que hay miles de niños (pobres) y personas (pobres) (pero que sin embargo hay) predicadores... que viven en grandes casas y conducen grandes automóviles».

Uno quisiera que fuera verdad, que Benny Hinn realmente se hubiera arrepentido, que finalmente se hubiera dado cuenta que nunca había servido al Señor. Él dice que ha decidido predicar lo que Cristo le mandó. Pero entonces... ¿Qué predicó por tantos años? ¡Herejías, herejías y solamente herejías! Pero... ¿realmente ha cambiado todo? No necesariamente, porque en su mismo testimonio (ya que éste no es el único), dice «que Dios le dijo que no usara más su reloj Rolex y que cambiara su Mercedes por otro vehículo menos costoso». ¿Será verdad que Dios tiene un mensaje especial para su mimado Hinn? ¿Será cierto que Dios sigue hablando porque en su Palabra Escrita no tenemos todo su mensaje? Es un hecho que si Benny Hinn escuchó que alguien le habló y que a su juicio es Dios, él está todavía como aquel mago del libro de Hechos a quien Pedro le dijo: "No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás" (Hch. 8:21-23).

Pedro NO le aseguró a Simón el Mago, que habría perdón para él. Este Simón había desplazado a Dios y se había postulado como tal, hasta el punto que la gente de Samaria le consideraba igual a Dios, tuvo que llegar Pedro predicando el Evangelio para que se descubriera que no tenía nada de Dios, que era un gurú, un estafador mentiroso ¡a pesar de tener tantos seguidores! Es probable que algunos de estos hombres que han hecho tanto daño, por televisión, desde los púlpitos y especialmente al publicar libros que se venden por millones envenenando a tantas almas con sus falsas doctrinas, cuando se dan cuenta del daño que han hecho, ya no pueden retroceder, aunque lo deseen. El daño ya se hizo, fueron millones los afectados. Jesús habló de ellos cuando dijo: "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay del hombre por quien viene el tropiezo!" (Mt. 18:6,7).

Estos individuos se dan el lujo de ofrecer porciones especiales del Espíritu Santo a cuantos le digan que «¡Sí! ¡Quiero más, quiero más!» Es verdaderamente alarmante la forma cómo se manipula al Espíritu Santo y la poca reverencia que se tiene para con la tercera Persona de la Trinidad, en estas largas reuniones. Hacen creer a quienes les escuchan que el Espíritu Santo dice y hace cosas que ellos mismos saben que es engaño y que no procede del Espíritu. Son varios los hombres que han hecho grandes fortunas rematando el nombre de Cristo en sus apariciones. Según el artículo del Chicago Tribune, el ministerio de Hinn «recibió $15 millones de dólares en bruto el año pasado... y... $500.000 por concepto de regalías». Y sigue diciendo el diario: «Con Hinn encontramos las mismas cosas erróneas que con Tilton, peticiones por oración que iban a parar en la basura y que nunca llegaban a las manos de nadie y testimonios fraudulentos».

El Señor Jesucristo habló de estos hombres cuando dijo: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mt. 7:15). El rey Saúl sin duda comenzó muy bien, recibiendo abundantes bendiciones divinas a manos llenas, pero se alejó de Dios e insistió en sus perversidades, cuando finalmente deseó algo de calma y paz para su alma no encontró alivio en ningún lugar, por eso consultó a la pitonisa de Endor (1 S. 28). Esa visita fue el punto que marcó la cuenta regresiva hacia una horrible derrota en la batalla con los filisteos en Gilboa. 

• ¿TENEMOS QUE BUSCAR HOY A ALGUIEN QUE NOS DERIVE MÁS DEL ESPÍRITU? Jesús habló mucho del Espíritu Santo. Pablo también menciona la doctrina del Espíritu Santo. No hay razón alguna para que equivoquemos el camino, porque es una doctrina fundamental para cada creyente y todos debemos comprenderla tan pronto comenzamos nuestros primeros pasos con el Señor. Mencionemos algunas de las cosas que no debemos confundir: Todo cristiano recibe el Espíritu Santo cuando acepta a Cristo. No recibe una parte, lo mitad o como «... una señal», sino todo el Espíritu Santo como tal. Por eso la Biblia dice: "Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu" (1 Co. 12:13). De acuerdo con la Biblia, el Espíritu sólo enseña a quienes por Él son enviados, "Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla" (Jn. 3:34a). Los otros tienen que usar técnicas muy antiguas y ciertamente peligrosas, porque aprendieron el A B C de la sugestión y el hipnotismo colectivo, pero en realidad no saben qué harían si el desenfreno fuera más allá de lo imaginado.

En una ocasión prendí el televisor y noté que cierto individuo bien vestido estaba hablando a un auditorio en una sala de tamaño regular. En la plataforma además de él habían unas 10 ó 12 personas sentadas. El hombre le dijo a sus escuchas que haría algo milagroso, que estuvieran atentos. Todos tenían sus ojos fijos en él. Se dirigió a los que estaban sentados y les dijo: «Ahora quiero que inclinen sus cabezas, cierren los ojos, piensen en el cielo azul y escuchen lo que estoy diciendo. Nadie se mueva, permanezcan sentados ...» Transcurridos unos segundos, hizo un extraño ruidito con su boca y comenzó a tocar a algunos de ellos, quienes de inmediato cayeron desvanecidos, pero no al suelo, sino que se inclinaron cada uno sobre su compañero, mientras una dama de pie detrás del asiento trataba de ver que ninguno cayera hacia atrás porque podría golpearse.

Y me dije: «¡Pero si eso es exactamente lo que hacen los tumbadores y sopladores!» Pero este hombre no terminó allí. Le dijo a la audiencia que a pesar de que ninguno de ellos hablaba chino, él había aprendido una frase y se las diría y que ellos responderían. Así fue, golpeó a algunos para que despertaran y les lanzó esa frase, y ellos mirándole fijamente le contestaron como si hablaran chino. Luego los volvió a dormir. Mientras tanto la dama que estaba parada detrás trajo un sombrero vaquero y lo colocó sobre la cabeza de uno de ellos. El hombre lo despertó, le dio una guitarra y le ordenó que cantara música tejana y que caminara hacia el auditorio. El joven bajó las escaleras y comenzó a cantar, luego el guía le dijo que se sentara al lado de una chica y le cantara a ella. Esta vez el joven se sentó junto a un muchacho despertando repentinamente. Todo duró poco tiempo pero era bastante divertido. Luego el hombre le dijo a su audiencia: «Lo que he hecho puede hacerlo cualquiera. Uso o exploto el poder de la sugestión. No todas las personas se prestan para esto, la gran mayoría sí, son sugestionables». Lo que hizo este hombre es exactamente lo mismo que hacen hoy los grandes milagreros, con la diferencia de que en esta triquiñuela, el hipnotizador no involucró al Señor Jesús, ni a Dios, ni al Espíritu Santo.

Escuche lo que dice Lucas de ese hombre: "Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo" (Hch. 8:9-11).

La «Simonía» ocupa hoy un lugar preponderante en muchas iglesias. Muchos practican su arte con éxito rotundo. Uno de ellos le pregunta a los asistentes: «¿Cuántos de ustedes han visto algún video mío?» Como muchos no lo habían visto no levantaron la mano, entonces el Simón moderno agregó: «¡No saben lo que se han perdido si no lo han visto!» Por supuesto, él no preguntó cuántos de los presentes habían leído la Biblia o por lo menos el Nuevo Testamento. Cuántos de ellos reconocían que eran pecadores, que irían al infierno si no se arrepentían. Tampoco les preguntó cuántos de ellos sabían que Dios juzgaría al mundo, que se avecinan días difíciles, que estamos sumidos en la peor apostasía. No, tal cosa no ocurrió. Este hombre al igual que el Simón de Samaria tampoco mencionó que Cristo vino a morir por los pecados de ellos, que resucitó y vendrá un día como Juez y Señor. Simón, de la misma manera, nunca les habría dicho nada de Cristo si Pedro no hubiera ido junto con otros a esa ciudad.

La «Simonía» de nuestros días corresponde a ese "otro evangelio" que Pablo les mencionara a los gálatas: "Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gá. 1:8,9).

Es verdaderamente extraño que haya tantos pastores que no logran detectar el engaño, a pesar de ser tan descarado, tan claro en las reuniones de los «Simones» de hoy. Son tantos los disparates que Benny Hinn enseña en su libro Buenos días Espíritu Santo, que apenas se puede mencionar algunos de ellos. Estas son sus palabras literales: «¿Qué es el Espíritu Santo? Es el poder del Señor. Este poder llegó a ser más evidente para mí cuando comencé a orar en mi cuarto, solo. Día tras día, hora tras hora levantaba mis manos y decía: Precioso Espíritu Santo, ¿vendrías ahora mismo a hablar conmigo? ¿A quién otro me volvería yo? Mi familia estaba contra mí. Mis amigos eran pocos. Sólo él, sólo el Espíritu Santo. Hubo ocasiones cuando él vino como un viento. Como una brisa fresca en un día de verano. El gozo del Señor me llenaba que ya no podía contenerlo. Mientras hablábamos yo decía: Espíritu Santo, te amo y anhelo tu comunión. Y encontré que ésta era mutua. Él anhelaba mi comunión también... Y mientras estaba a punto de salir, sentí que alguien me tomó de la mano y dijo: ‘Cinco minutos, sólo cinco minutos más. El Espíritu Santo anhelaba mi comunión’.

Tú preguntas: ¿De qué hablaban ustedes? Yo le hacía preguntas. Por ejemplo, un día le pregunté: ¿Cómo Tú puedes ser distinto del Padre y del Hijo? E inmediatamente Él me mostró a Esteban cuando era apedreado y me dijo: ‘Esteban vio al Padre y al Hijo y yo estaba en él...’»

«¡Fascinante, excepcional soberbio!», dirá alguien. «¡Cómo me gustaría también estrechar mi comunión con el Espíritu Santo!» Bien, antes de entusiasmarse demasiado con la experiencia de Benny, permítame hacerle pensar en lo siguiente. Jesús, hablando del Espíritu Santo dijo: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Jn. 16:13).

Esto es lo que enseña la Biblia respecto al Espíritu Santo: Vino en el día de Pentecostés (Hch. 2); bautizó a la Iglesia de Cristo (1 Co. 12:13); hace morada sin medida en el corazón del hombre (Jn. 3:34). El Espíritu Santo no está con nosotros en una habitación como amigo o algo así. Está en cada cristiano, pero mucho más cerca que el mejor amigo. Jesús dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre; el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no lo ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros" (Jn. 14: 15-17).

No existe ni se necesita «la llenura del Espíritu Santo», porque el mismo Señor Jesucristo dijo: "El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado" (Jn. 7: 38,39). El Señor Jesucristo hace una distinción entre los que vivieron antes y después de Pentecostés, cuando descendió el Espíritu Santo. Entonces uno podía orar por el Espíritu, tal como lo hicieron los que estaban en el aposento alto (Hch. 1:14 y Lc. 11:13), pero de allí en adelante, el Espíritu Santo no se recibe pidiendo, sino que es un don de Dios. Todo el que se arrepiente y recibe a Cristo, en ese mismo momento recibe también la plenitud del Espíritu convirtiéndose en parte de la Iglesia que fuera bautizada el día de Pentecostés.

Pero detengámonos en la experiencia de este tan «íntimo amigo del Espíritu Santo» y descubramos el engaño. Jesús dijo que cuando viniere el Espíritu Santo, "él os guiará a toda la verdad" (Jn. 16:13a), es decir, guiará a los suyos a toda la verdad. ¿Cómo se explica entonces que el señor Benny Hinn después de tantos años, después de alcanzar a millones por televisión y mediante sus escritos, finalmente reconociera que estuvo equivocado y que tenía que retractarse de lo que había enseñado? Si era cierto que el Espíritu Santo mantenía una comunión tan íntima con él, ¿cómo es posible que ese «Espíritu» en lugar de guiarlo a toda la verdad, le haya guiado al error? Es obvio que aquí estamos frente a uno de los más grandes engaños de nuestros días. El espíritu del Anticristo, el espíritu de error ha tomado control de estos hombres sedientos de adulaciones, de dinero, de fama, de poder, de mucha gente, de autoridad. ¡Cómo ha de sentirse un individuo mortal como los demás, que con sólo soplar tira al suelo a decenas, veintenas y hasta centenas!

Sí, hoy muchos pastores están esperando un poder especial y acaban por descubrir que ese poder reposa sobre ciertos individuos que tumban, soplan, que dejan vacíos los hospitales... que «dejan borrachos a algunos por horas». Y según alardea Claudio, «algunas amas de casas se van tan ‘borrachas del espíritu’ a sus casas, ¡que no pueden preparar la comida ni cumplir con sus deberes hogareños hasta por 14 días!» Dios dice por boca del profeta: "Maldito el varón que confía en el hombre" (Jer. 17:5a). Obviamente, la fuente del poder que tumba gente, que hace retorcerse, que hace reír, que hace «sentir una profunda paz...», hablar en lenguas, etc ... ¡NO PROVIENE DE DIOS!

• LA SUFICIENCIA DE LAS ESCRITURAS: Este estudio permite al cristiano que no quiere ser engañado, evaluar por sí mismo y descubrir quién es quién. Aquellos que salen a la plataforma y vociferan que Dios les acaba de decir tal o cual cosa, son sólo engañadores con credenciales fraudulentos. Dicen por ejemplo: «Dios acaba de decirme que esta noche habrá una gran manifestación de su Espíritu». «El Señor acaba de comunicarme que aquí hay muchos enfermos que serán sanados». «El Espíritu me ha dicho que hay muchos pastores que recibirán doble porción»...

La mayoría de los cristianos escuchan a estos charlatanes y piensan que no tiene mucha importancia, total «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos y Dios es Todopoderoso... bien pudo haberle dicho algo a este tipo porque antes le habló a los hombres, y Dios quien todo lo puede bien puede hablarle a Claudio, Benny o Kuhlman». El asunto no es tan sencillo, porque la Palabra de Dios es terminante y dice: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo» (He. 1: 1,2). El autor de los Hebreos nos dice que en una época, en los tiempos del Antiguo Pacto, Dios se comunicaba de muchas maneras con su pueblo, pero que ahora nuestro único contacto y máxima revelación es Jesucristo y su Palabra. Cuando Juan está por terminar su Evangelio dice: "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (Jn. 20:30,31).

Sin duda alguna Jesús hizo muchos otros milagros y dijo muchas cosas más a modo de enseñanza, pero quiso el Espíritu Santo incluir en las Sagradas Escrituras los 27 libros del Nuevo Testamento agregándoselos a los 39 libros que ya poseían los judíos. ¿Cómo es posible entonces que un hombre hoy se atribuya todo lo que dice y hace el Espíritu Santo y al mismo tiempo se rebele contra él al pretender recibir nuevas revelaciones? La explicación es mucho más sencilla de lo que parece. El tal predicador y protagonizador de milagros carece por completo del conocimiento del Dios de la Biblia, el Señor de la Biblia y el Espíritu Santo de la Biblia. Si les conociera tendría en cuenta las protestas que hace Dios en cuanto al cuidado que debemos tener con su Palabra. Justo antes de concluir el Canon Sagrado, el Espíritu Santo inspiró a Juan para que registrara estas palabras: "Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro" (Ap. 22:18,19).

Cualquier hombre que pretende recibir mensajes de Dios, algo que no está escrito en la Biblia, está asociado con espíritus de engaños y hace a Dios mentiroso. No hay más revelaciones, la Palabra de Dios es terminante y dice: "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo" (He. 1: 1,2). La autoridad de la Biblia es total. Todo cuanto Dios tenía que decirnos ya lo tenemos en este volumen de 66 libros sagrados. "Toda palabra de Dios es limpia; él es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso" (Pr. 30:5,6).

Pero... ¿Qué hacer entonces con las impresionantes reuniones bien concurridas, donde hay tanta manifestación de poder y donde se practican «danzas sagradas», se ríen a carcajadas, se reciben «sacudidas sagradas» y tantas otras cosas que parecen provenir de una fuerza ajena a la voluntad de quienes las experimentan?

La respuesta es la misma que tenemos en la Palabra de Dios: "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros" (Jer. 23:16,17).

Cuando los predicadores se dan el lujo de pasar por alto advertencias tan serias como las que tenemos sobre la infalibilidad y suficiencia de las Escrituras, de allí en adelante cualquier pensamiento de su corazón, o cualquier susurro del espíritu de confusión es atribuido a Dios. Es común escuchar a estos profetas del dios Dagón, diciéndole a pastores, especialmente a jóvenes: «Vaya ahora a su lugar de trabajo, use esta técnica, este gran poder que acaba de recibir y verá cómo su iglesia crecerá, cómo Dios estará obrando maravillas en ese lugar y en su ministerio». Es que cuando el «predicador» pierde respeto a la Palabra de Dios y al temor de Dios, cualquier añadidura carece de importancia.

• NO HAY PREDICACIÓN DE LA PALABRA: Otro elemento que uno debe tener en cuenta para descubrir si está escuchando a un siervo de Dios o a un representante de las tinieblas, es observar cuánto tiempo dedica este "predicador" a la exposición de la Palabra de Dios. Si usted ha participado en algunas de estas reuniones o ha visto un video, habrá notado que hay por lo menos una hora de "música". Aunque realmente no es música, sino el equivalente al mantra hindú. Este factor repetido tiene una finalidad muy siniestra y el impacto esperado para quien está al frente. Se necesita una hora, más o menos, para lograr la sugestión colectiva de los aturdidos espectadores.

Frases como: «Jesús yo te amo, te amo, más y más... Aleluya, aleluya, aleluya... Gloria a Dios, gloria a Dios», etc, se repiten una y otra vez. Este elemento repetitivo más los movimientos, porque el "predicador" desde la tribuna está diciendo, por ejemplo: «Siéntense por un minuto, levántense, levanten las manos y alaben, alaben, sí alaben más fuerte, ¡hablen en lenguas, hablen hermanos! Ahora cierren los ojos... Suspendan la música, canten sin música, ahora muévanse como yo...» Y así continúa esta "marcha fúnebre". La muchedumbre cual corderitos llevados al matadero, cumple al pie de la letra las órdenes del "evangelista". Es que están como ovejas sin pastor y si alguien viene con una fórmula para acabar con los problemas, frustraciones y altibajos, ¡es bienvenido!

Ahora compare estas reuniones multitudinarias con lo que sucedió el día de Pentecostés tal como está registrado en el capítulo 2 del libro de Hechos, cuando Pedro se puso de pie para hablar. No estuvieron una hora levantando las manos con glorias y aleluyas, ni soplando ni cayendo de espaldas ni recibiendo doble unción. Lo que allí ocurrió fue exactamente lo que dijo el Señor Jesucristo que sucedería cuando el Espíritu Santo descendiera. Los reunidos, aproximadamente unos 120 en total, recibieron poder, no para "tumbar y emborrachar" a los presentes, sino para proclamar a Jesús, quien había muerto, resucitado y habrá de volver. ¡Cómo hablaron nuestros hermanos ese día y cómo cumplió Dios su promesa haciendo que 3.000 almas fuesen redimidas! Cuando Pedro terminó su sermón, breve pero saturado de poder, los que lo escuchaban se sintieron profundamente conmovidos y arrepentidos.

Repasemos la parte final del sermón de Pedro y la respuesta de esta sedienta multitud: "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas" (Hch. 2:36-41).

Permítame ofrecerle un rápido bosquejo de todo cuanto ocurrió aquí, donde tenemos a un auténtico siervo de Dios, no a un demagogo traficante de almas. Pedro le dijo directamente a los judíos que eran culpables delante de Dios, pecadores, y que por eso habían rechazado y crucificado al Salvador, a quien Dios levantó de entre los muertos, al único Salvador. Estas palabras de Pedro hicieron un impacto profundo en la vida de ellos, haciendo que se sintieran profundamente culpables y arrepentidos por lo que habían hecho, ¡se arrepintieron de lo que hicieron! Entonces los arrepentidos hicieron esta pregunta: "¿Qué haremos?" Y la respuesta fue: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo..." Ellos primero escucharon las buenas nuevas, luego se arrepintieron y después fueron bautizados individualmente.

Es notable esto del bautismo, porque Pedro quería que ellos hicieran público el cambio en su corazón, en su actitud para con Dios, que todo el mundo supiera que a partir de ese momento, de perseguidores de Cristo se habían convertido en sus seguidores. La vida cristiana no se debe vivir en el anonimato. Todos con los que estamos en contacto deben saber quién es Cristo para nosotros.

Luego Pedro les habla en cuanto al Espíritu Santo, y aclara: "Y recibiréis el don del Espíritu Santo". El don, que es un regalo, no se obtiene pidiendo. Tampoco se adquiere pagando por él, ya sea con sacrificios en algún servicio, ayunos, oraciones, etc. Pedro deja muy claro, que aquellos que se arrepienten y depositan su fe en Cristo, automáticamente reciben el Espíritu Santo. Él tampoco les dijo que recibirían una porción y que luego serían "llenos". La herejía de la supuesta "llenura del Espíritu" separada del momento de la conversión, surgió muchos siglos después.

Pero Pedro sí les dijo algo más, les aseguró que la promesa, la del don del Espíritu Santo, sería "para vosotros... para vuestros hijos, y para todos los que están lejos". Pedro mencionó tres grupos: En primer lugar los que escuchaban ese día, si se entregaban al Señor, recibirían el Espíritu Santo sin pedirlo. En segundo lugar, sus hijos, es decir la siguiente generación de los que se convirtieran a Cristo. Y en tercer lugar, aquellos que estuvieran lejos, lejos en distancia cronológica. En otras palabras, Pedro mencionó a los que se arrepentirían en generaciones futuras. La dádiva del Espíritu Santo nunca cambiará, siempre será la misma.

La Biblia dice que 3.000 personas respondieron al mensaje de Pedro. Ninguno de ellos fue sugestionado por él ni ninguno fue manipulado por la falta de escrúpulos del apóstol. Tampoco recibieron golpes de la chaqueta de Pedro saturada de poder, ni ninguno de ellos pidió "más de eso". No fue necesario dedicar una hora para ir preparando a la multitud para el momento de la tumbadera. El mensaje de Pedro que registró el doctor Lucas en el libro de Hechos duró pocos minutos, pero hizo que las personas se convirtieran, porque fue el Espíritu Santo quien produjo en ellos el deseo de escucharlo. Hubo un siervo del Señor que no vaciló en entregarles este mensaje y el Espíritu Santo coronó de éxito lo que Pedro valientemente expresó inspirado por el mismo Espíritu. Dice la Biblia, que una vez salvos hubo como una especie de "consejería", ya que agrega: "Con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación" (Hch. 2:40).

Pero... ¿Cuál fue el resultado de esta gran reunión? Tres mil personas fueron salvas, no quedaron borrachas del "espíritu". Tres mil fueron sumergidos en las aguas del bautismo y se integraron a la iglesia, además de los 120 que ya conformaban la iglesia naciente. Tres mil almas que perseveraron en las doctrinas de los apóstoles, en la conmemoración de la muerte de Cristo y en una vida de oración. Lucas no dice que ellos hablaron en lenguas ininteligibles, sino que nos describe una iglesia pujante, una iglesia que avanzaba en su marcha por conquistar almas. Nadie dijo que era un gran avivamiento, porque era demasiado obvio que el Señor cumplía su promesa con aquellos que se arrepentían.

Pero... ¿Cuál es el resultado de las reuniones de nuestros días? Los disparates que dice el "siervo de Dios", los gritos que lanza al ordenarle a sus aduladores que hagan ciertos movimientos para lograr su objetivo de sugestión colectiva, su falta de reverencia hacia el Espíritu Santo. La ausencia total del Evangelio y de llamamiento al arrepentimiento y a la fe en Cristo, muestra sin lugar a dudas, la diferencia abismal entre un auténtico siervo de Dios, como lo fuera Pedro, y tantos otros iguales a Simón el Mago, quienes hoy no están en Samaria, sino en alguna capital de nuestro continente.

Para entender mejor el circo que representan hoy estos extraños "predicadores", permítame compartir con usted lo que escribe Paul Gallowy en el periódico Chicago Tribune del domingo 27 de junio de 1993, sobre uno de los pioneros de este "otro evangelio", Benny Hinn. Si usted no ha asistido nunca a una de sus reuniones, escuche lo que este hombre nos relata en su calidad de periodista: «Como un hombre apacible tocado por la mano de Dios, los toca en la frente con su mano, y ellos caen de espalda como si fueran derribados con un hacha, 'golpeados en el Espíritu Santo', súbitamente inconscientes, o aparentando estarlo, caen en los brazos de los recogedores quienes los dejan desplomarse suavemente en el piso, en donde algunos yacen por varios minutos, boca arriba e inmóviles, conforme otros siguen cayendo a su alrededor.

Después de un rato, Hinn deja caer la chaqueta de su vestido blanco con doble chaleco y continúa en mangas de camisa, diciendo: 'No podemos parar cuando el flujo es tan fuerte', refiriéndose con esto al poder del Espíritu Santo que está fluyendo a través de él. Lleno de fervor, él ahora golpea también a los recogedores y ellos y los otros que están recogiendo caen hacia atrás juntos. Un crítico ha descrito las cruzadas de Hinn como 'la cosa más parecida a la lucha profesional que hemos tenido en los círculos cristianos'...»

Es fácil descubrir que lo que hoy creen estos predicadores y las tácticas que usan, manipulando a las multitudes, no tiene base neotestamentaria. Puede que le proporcione cierto alivio emocional a la gente que se congrega para ver a su ídolo, el repetir el mantra de turno y el pretender estar "en la presencia del Señor". El grave problema con esto, es que en este espectáculo, a cada momento se involucra a Dios, al Señor Jesucristo y al Espíritu Santo.

Las reuniones de estos "predicadores" modernos se parecen mucho a esa otra que organizara Aarón y sus ayudantes cuando Moisés se demoró en la presencia del Señor. Habrá notado que en estas reuniones hay mucho ruido, danzas y música con ritmo de rock. Cuando llega el momento del trance, hay silencio, pero para lograrlo, primero se han recorrido los senderos de golpes fuertes con instrumentos musicales, gritos de aleluyas y glorias a Dios, "testimonios", danzas "cristianas", aplausos para Jesús y ¡el tomarse de las manos para esperar por algo muy grande que va a ocurrir en ese lugar!

Ahora retrocedamos unos miles de años y comparemos las grandes "cruzadas" de hoy que revolucionan iglesias enteras, con una "reunión" que tuvo lugar entonces. También Aarón "revolucionó" al pueblo de Israel, arrastrándolo al ocultismo, a la superstición y a la rebelión contra Dios. Sin embargo, Aarón no vio nada malo en esto, lo hizo simplemente para retener a la gente mientras Moisés regresaba. Permítame decirle, que este mismo argumento es el que usan hoy muchos pastores del calibre de Aarón. Abiertamente dicen: «Si no introducimos esta práctica nos quedaríamos sin gente».

El joven Josué y Moisés estuvieron en la presencia del Señor en el monte Sinaí, pero cuando ya regresaban, mientras Moisés traía en sus manos las tablas de los diez mandamientos, escucharon en la distancia algo que parecían gritos, aunque eran difíciles de distinguir porque no se podía saber si eran de fiesta o de pelea. Ambos entonces entablaron el siguiente diálogo: "Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?" (Ex. 32:17-21).

Es sorprendente la similitud que existe entre esta reunión de Aarón y las cruzadas de alabanza de hoy. El becerro de oro parecía ser el centro de todo aquello. Aarón lo argumentó así cuando su hermano Moisés lo enfrentó: "Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado al mal. Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos que le haya acontecido... Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos" (Ex. 32:22,23,25).

Los israelitas olvidaron completamente su lealtad a Dios. No querían esperar al siervo del Señor, porque ya tenían su becerro de oro. Aarón le explicó a Moisés cómo resolvió el problema: "Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió éste becerro" (Ex. 32:24).

Las danzas, los aplausos, la alegría en el desierto, se centraron en este becerro. Sin él no habría habido desviación. Y me pregunto: ¿No tenemos hoy becerros que se desplazan de un país a otro rodeándose de multitudes que los siguen? ¿No es cierto que muchos, con poca experiencia, como lo fuera Josué debido a su juventud, no pueden distinguir una pelea de un festín siniestro, como los "banquetes" que se suelen celebrar en templos, salas de cine y salones alquilados para tal fin? La vida del cristiano es una de lucha. Debemos estar constantemente en guardia, el enemigo es fuerte y nuestro deber es "contender por la fe", por la verdadera fe cristiana.

Pero el pueblo "desenfrenado"tal como aquel del tiempo de Moisés, sigue reclamando "borrachera en el espíritu, danzas en el espíritu, carcajadas, abrazos, caídas, gritos, convulsiones" y cosas parecidas, todo atribuido al Espíritu Santo.

Las multitudes hoy siguen mansamente a su becerro de turno, están atravesando un verdadero desierto pues se les niega el agua de la vida que es la Palabra de Dios, mientras les ofrecen grandes victorias si tan sólo desean "más y más de eso..." Efectivamente, en este tipo de reuniones NO espere oír la predicación del evangelio, porque no se puede servir al becerro de oro y al mismo tiempo a Jehová, el Dios de Moisés. No es posible seguir a un hombre con supuestas manifestaciones del Espíritu Santo, quien asegura mantener una comunión especial con él, quien le saluda cada día con "buenos días" (debido a su estrecha comunión), y al mismo tiempo seguir al Cristo resucitado.

Y lo peor de todo, es que tanto cristianos como no cristianos, "se emborrachan del Espíritu" al seguir estas nuevas técnicas. Ya no es necesario el mensaje de arrepentimiento de Pedro, ni los mandamientos de Moisés para una conducta moral intachable, porque estos individuos han logrado capturar el derecho a repartir el Espíritu a su entero antojo. El animador lanza una pregunta: «¿Quieren más de eso?» «¡Siií!», es la respuesta. «¡Pues allí va!», y sopla a diestra y a siniestra para que todos puedan recibir de ese tal espíritu.

Sin embargo, es muy raro que hoy se levante un Moisés ante tantos Aarones convertidos en becerros, que denuncie la gravedad de las prácticas en cuestión. Es verdaderamente triste que la gran mayoría, prácticamente todos los hermanos en las iglesias que desean una respuesta de sus pastores por parecerles extraño lo que ven, no obtengan una contestación clara, definida, una explicación a la luz de la Palabra de Dios para exponer y denunciar a estos estafadores. Pero... ¿Qué ha pasado con los pastores conocedores de la Biblia? ¿Acaso no tienen la Palabra de Dios que denuncia claramente estas herejías? ¿Acaso dijo Jesús en la gran comisión que fuéramos por el mundo ocultándole sus enseñanzas a los pecadores? ¿Acaso el Señor Jesucristo enseñó la sopladera, la tumbadera, las risotadas, los aplausos, saltos y demás? Nuestro deber no es organizar cruzadas de nuevas unciones, sino el siguiente: "Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén" (Mt. 28:18-20).

Le invito a revisar las enseñanzas de Jesús, y así verá usted que las prácticas de quienes arrastran hoy a multitudes, nada tienen que ver con lo que él nos mandó que hiciéramos. En primer lugar debemos "hacer discípulos", ganar almas para Cristo. En segundo lugar hay que enseñarles metódicamente las doctrinas bíblicas, lo que predicó Jesús.

Lo que vemos hoy y tras lo cual corren las multitudes, se llama apostasía. Es uno de los engaños de Satanás para que la gente no conozca el verdadero evangelio de la gracia. Si quien aparece como predicador no expone claramente la Palabra de Dios, sino que se pasa toda la noche ofreciendo una gran manifestación del Espíritu sin siquiera llevar a los perdidos a Cristo presentándoles el plan de salvación, ese hombre está engañando, no está cumpliendo con la gran comisión encomendada por el mismo Señor Jesucristo. El deber de un predicador verdadero es doble: Llevar al pecador a Cristo y enseñarle cómo vivir la vida cristiana instruyéndolo en las sanas doctrinas.

Permítame transcribir parte de lo que dice el autor de un artículo que salió publicado en La Unidad Cristiana, un órgano ecuménico, correspondiente a los meses de julio y agosto de 1993. El periodista describe con cierto lujo de detalles lo que uno de estos predicadores hizo en Chile, dice: «La reunión comienza con alabanzas, primero en forma suave, luego va aumentando el volumen de la orquesta, subiendo de tono, después bajando el nivel. La gente canta, alzan sus manos, ojos cerrados. Freidzon apura a sus músicos, 'más fuerte', grita. '¡Sigan alabando!' repite. Gesticula y mueve sus brazos como si fuera volando. Va creando ambiente especial en el público. Han pasado unos 30 minutos y no paran de cantar, subiendo y bajando el volumen el tono del coro 'Aleluya, Aleluya'. De repente grita: '¡Los que están cargados con brujerías, el Señor los va a librar' (¿?)... Luego pide que todos alcen los brazos y que van a recibir una experiencia nueva para cada uno. Freidzon está transpirando con todo el esfuerzo realizado hasta el momento, aunque está recién comenzando... Así que efectuando un juego con su cuerpo y sus brazos, baja y sube, como si tratara de volar. Ahora sube el nivel de la alabanza muy alto. Un hermano en la platea comienza a saltar, otro en galería. Maneja muy bien un lenguaje de gestos, trasmite muy bien su estado de ánimo al público... ya casi se ha logrado un perfecto dominio de la situación, entonces grita: '¡La unción viene sobre cada uno de ustedes! ¿Quieren ser protagonistas para conmover el país?' '¡Siií!', responde la masa. '¿De verdad lo quieren?', vuelve a preguntar. '¡Siií, amén, aleluya!', contesta el estadio a una sola voz. Asegura que esta fuerza llegará a cada iglesia representada, los templos quedarán chicos, los hospitales sin enfermos, necesitarán gimnasios para llevar a tanta gente, asegura... ¿Qué irá a pasar en las próximas cuatro horas? Los demonios están retrocediendo minuto a minuto... La gente grita y grita con gran algarabía... 'Ahora tendrán la fuerza de un león', les repite. '¿Lo creen?' pregunta. '¡Siií!' gritan a coro'.

Luego va contando testimonios de hechos portentosos sucedidos en otros lugares, eso aumenta el entusiasmo de la gente. Los arenga y les dice lo que les pasará. 'Van a caer', les dice, 'van a salir disparados hacia atrás, van a quedar como borrachos, van a hablar en lenguas'. Cambian el corito por otro más lento: 'Cuan bello es el Señor'. A todo esto, ha pasado más de una hora, se oyen llantos histéricos, algunos comienzan a caer...»

Usted mismo puede juzgar el contenido de la descripción de una de estas reuniones donde tumban, soplan, saltan y reciben "gran poder". La estrategia ha sido estudiada cuidadosamente. La técnica de manipular las masas es un arte muy antiguo. Muchos hombres, tal como estadistas, tiranos y políticos en general, lo han hecho, algunos tenían tal carisma, que la gente hacía cualquier cosa por ellos, tal era su capacidad de adular, encender los ánimos, convencer y mantener la atención por largas horas. ¿Notó que después de transcurrida una hora el señor Freidzon no había dicho nada sobre el perdón de Dios, la necesidad de arrepentimiento o la conversión?

Recuerde: Si no hay mensaje de Dios, es porque el mensajero no es de Dios. Jesús dijo: "Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla..." (Jn. 3:34a) El que Dios no envió, las técnicas de su maestro aplica. Y este es el caso dado aquí. El taller de la apostasía lanza un solo ejemplar de su "producto" y luego este ejemplar único sirve de "matriz". Los artistas de Hollywood viajan a ver a los maestros de la India y dicen recibir muchos beneficios espirituales gracias a sus técnicas de meditación trascendental, la comunicación con los grandes maestros del cosmos, el descubrimiento de sus poderes, etc. Pero muchos "cristianos" hoy, no van a la India. De América Latina viajan a Estados Unidos, porque allí están sus maestros, allí debe estar una copia de la "matriz", alguien que repite lo que ya hicieron otros.

Jesús, al hablarle a un puñado de los suyos los describió así: "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen... Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Jn. 10:14,27,28).

volver arriba