Un legado de odio
- Fecha de publicación: Miércoles, 11 Junio 2008, 15:45 horas
- Escrito por Dave Hunt
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Ya ha transcurrido un mes desde que sucedió el ataque terrorista a Estados Unidos y todavía nadie se ha repuesto del gran impacto. Todo esto ha hecho que venga a mi mente, una y otra vez esta Escritura: "Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres" (Sofonías 1:15,16).
Es increíble que el número de emergencia de Estados Unidos sea 911 y que este terrible suceso ocurriera el noveno mes, en el undécimo día. Ciertamente se siente uno impactado. Pese a todo, quienes creemos en la Palabra de Dios, nada de esto nos tomó por sorpresa. Ya desde 1979 este ministerio de Profecías Bíblicas hizo la advertencia acerca de un ataque potencial al World Trade Center en la ciudad de Nueva York, debido al hecho de que eran el símbolo del comercio mundial y también por las similitudes de esa gran ciudad con Babilonia Misteriosa. En ese tiempo, muchos en Estados Unidos nos acusaron de agoreros por atrevernos a sugerir tal desatino.
Desde lo ocurrido, nuestras vidas jamás volverán a ser lo mismo. En medio del esfuerzo por recuperarnos de la tragedia, ha sido muy consolador ver las banderas norteamericanas ondeando en todas partes. Como dijera el presidente Bush: "Están desplegadas con orgullo y ondean con desafío". Hay algunos que sugieren que el estado de Israel nunca habría vuelto a existir de no haber sido por el holocausto en Alemania. Y que en un sentido, el holocausto ocurrido en Nueva York y en Washington, es simplemente un llamado de alerta para despertar a la nación, no sólo para llamarla a las armas, sino para que renueve su herencia, sus valores y prioridades. Sí, es cierto que fue un llamado de alerta, pero también un llamado de parte de nuestro Señor y Hacedor.
Verdaderamente Estados Unidos está en guerra. Tenemos un Jihad, una guerra santa en el territorio de América. La gran mayoría de norteamericanos e incluso los cristianos, realmente no tienen un conocimiento verdadero respecto a la naturaleza del Islam: su origen, agenda y métodos. Cada uno de nosotros debe comprender las realidades y no dejarse engañar ciegamente por la propaganda.
En todas partes advertimos un esfuerzo concentrado por no ofender a los musulmanes moderados que se encuentran en todo el mundo y que son personas amantes de la paz y a quienes no les caracteriza el odio de los extremistas fundamentalistas. Pero es importante que reconozcamos las enseñanzas claves del Corán y el llamado a la violencia que se ha extendido por todo el mundo. Permítame a continuación compartir unas citas tomadas del Corán y después hablaremos sobre el origen del Islam:
"A los infieles, dondequiera que los encontréis, ¡capturadles! ¡sitiadles! ¡tendedles emboscadas por todas partes!" (Sura 9:5).
"¡Profeta! ¡Combate contra los infieles y los hipócritas, sé duro con ellos!" (Sura 9:73).
"¡Qué no crean los infieles que van a escapar! ¡No podrán! ¡Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Dios... Si, al contrario, se inclinan hacia la paz [si aceptan el Islam], inclínate tú también hacia ella..." (Sura 8:59-61).
"Y, si se apartan, sabe que Dios desea afligirlos por algunos de sus pecados" (Sura 5:49).
"¡Creyentes! [musulmanes] ¡No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos! Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Dios no guía al pueblo impío" (Suras 5:51).
Una de las imágenes más impactantes que todos pudimos contemplar, fue ver a las celebraciones desbordantes que tuvieron lugar entre musulmanes y palestinos, después de los ataques terroristas en Estados Unidos. Esto nos permitió ver lo que hay realmente en el corazón de ellos, algo que ni siquiera sus líderes pudieron disfrazar, ocultar o desviar debido a intimidación.
El Islam
En estos días en que se está librando una guerra en el Medio Oriente, escuchamos que varias personas tanto cristianas como judías dicen: "Si Abraham no hubiera traído al mundo a Ismael, no tendríamos el conflicto que tenemos hoy en el Medio Oriente". Existe la creencia común de que los "hijos de Ismael" son la espina principal en el costado de Israel y de Estados Unidos, por su alianza con Israel. Pero... ¿Es cierta esta suposición? ¿Cómo figura Ismael y sus 12 hijos en estos eventos que rodean al Israel actual?
En el capítulo 17 de Génesis, en donde está registrada la quinta entrevista de Dios con el patriarca Abraham, el Señor le informó que se convertiría en el progenitor de más de un hijo. Después del nacimiento de Ismael, Dios le prometió a Abraham de que sería el padre de más de una nación. "He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti" (Génesis 17:4-6).
Un poco después del encuentro, Dios le informó a Abraham que estaba destinado a convertirse en un patriarca por su propio derecho. "Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación" (Génesis 17:20). Estos 12 príncipes están mencionados en Génesis 25:12-18 y también se cita el territorio en donde moraría el pueblo de Ismael. "Estos son los descendientes de Ismael hijo de Abraham, a quien le dio a luz Agar egipcia, sierva de Sara; estos, pues, son los nombres de los hijos de Ismael, nombrados en el orden de su nacimiento: El primogénito de Ismael, Nebaiot; luego Cedar, Adbeel, Mibsam, Misma, Duma, Massa, Hadar, Tema, Jetur, Nafis y Cedema. Estos son los hijos de Ismael, y estos sus nombres, por sus villas y por sus campamentos; doce príncipes por sus familias. Y estos fueron los años de la vida de Ismael, ciento treinta y siete años; y exhaló el espíritu Ismael, y murió, y fue unido a su pueblo. Y habitaron desde Havila hasta Shur, que está enfrente de Egipto viniendo a Asiria; y murió en presencia de todos sus hermanos" (Génesis 25:12-18).
Aquí encontramos varias claves tentadoras que nos proveen información acerca de Ismael y el lugar en habitó su descendencia. Conforme las analizaremos trataremos de descubrir respuestas a las preguntas que planteara al iniciar esta serie de mensajes.
¿Son los estados árabes modernos ismaelitas?
Los 12 hijos de Ismael aparentemente delimitaron el reclamo a su territorio, "desde Havila hasta Shur, que está enfrente de Egipto viniendo a Asiria". Pero... ¿Qué significan realmente estas palabras? En los comentarios judíos antiguos, Havila es el territorio general identificado con la Arabia de hoy. Al este y al oeste está limitado por el golfo Pérsico y el mar Rojo. A pesar de todo se desconocen los límites exactos de Havila antigua. Autoridades están de acuerdo en que probablemente se trata de la región central de Arabia. En otras palabras, de que es el nombre genérico antiguo para los vastos desiertos de la península Arábiga.
Shur es el territorio general que yace al extremo norte de la península de Sinaí, al sur del mar Mediterráneo. Tal como lo indica el texto, es la tierra que se encuentra antes de Egipto, eso en el caso en que uno se acerque al territorio desde el oriente. El desierto de Shur es una extensión de las tierras desiertas que yacen en el Oriente distante. Tal parece que los hijos de Ismael adoptaron por sí mismos la decisión de morar en el desierto. Por los últimos 4.000 años, el territorio de Shur pasando por Havila hasta el golfo Pérsico ha sido un páramo vacío e inexplorado con rocas y arena, ininterrumpido a intervalos por un oasis o dos.
Finalmente la frase, "viniendo a Asiria" es traducida de una expresión hebrea que significa "hacia Asiria" o "hasta Asiria". Ya que Asiria antigua se encontraba al extremo nororiental del territorio de Havila, tal parece que esto establece el extremo norte como el grado de extensión del territorio de Ismael. Usando estos parámetros, es fácil ver que el territorio de los hijos de Ismael se extiende un poco más de 1.600 kilómetros de este a oeste y otro poco más que eso de norte a sur. El área de que estamos hablando es gigantesca, ¡abarca cerca de 2.590.000 kilómetros cuadrados! Además, es inexplorada. Hasta este día hay grandes tramos de desierto conocidos sólo por las cuadrillas de beduinos errantes que comparten su conocimiento íntimo del territorio sólo con esos de confianza.
Tomando nuestras señales de estos indicadores, tal parece en principio que la descendencia de Ismael son verdaderamente los árabes de hoy. Este punto de vista se fortalece cuando recordamos las palabras que le dijera el ángel a Agar, respecto a Ismael: "Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará" (Génesis 16:11,12).
Dada la historia de los árabes, esta descripción parece verificar todo lo que hemos leído acerca de su naturaleza indómita. Las luchas internas son el propio sello de las tribus árabes. Este punto de vista es confirmado en una cita del libro Historia de los árabes. Dice: "Desde los días de Ismael, los manos de los árabes han estado en contra de cada hombre y la mano de cada hombre en contra de ellos... En el desierto, donde la moda de la pelea es una condición crónica mental, el atacar por sorpresa es una de las pocas ocupaciones principales’.
"El poeta al-Qutami del antiguo período Umayad define así el principio que guía de la vida de los árabes: ‘Nuestro negocio es atacar sorpresivamente al enemigo, nuestros vecinos y nuestros hermanos, eso en caso de que no encontremos a nadie más que a nuestros hermanos’. De acuerdo con las reglas del juego - y al ‘ghazw’ - la ley de la venganza de sangre - es una especie de deporte nacional... Estas ideas del ‘ghazw’ y su terminología fueron pasadas por los árabes en sus conquistas islámicas".
En el pueblo árabe, puede observarse claramente el cumplimiento de la profecía sobre su carácter indomable, al igual que la total lealtad a sus hermanos de tribu. Su estilo de vida es antiguo e innato entre las innumerables costumbres sociales que constituyen un laberinto ininteligible para los forasteros. La concluyente afirmación de Hitti acerca de la venganza de sangre es muy notable. Mucho del tribalismo preislámico fue retenido y formalizado en la religión fundada por Mahoma en el siglo VII. Los aspectos bárbaros de la vida en el desierto árabe antiguo son ahora una parte integral de la fe y cultura islámica.
El cuadro se torna más complejo
No cabe duda que hay mucho de verdad en el simple punto de vista de la progenie de Ismael como los nómadas guerreros del desierto, cuyos jeques se han convertido en los grandes magnates del petróleo. Pero en realidad el cuadro es mucho más complejo que eso. Algunos niegan que Ismael sea el padre de los árabes modernos. Uno de puntos de vista extremos en oposición es expresado en La Enciclopedia de Religión McClintock y Strong, tal como citó el doctor Robert Morey en su libro La invasión islámica: "Hay la noción prevalente de que los árabes, tantos los del sur como los de norte, son descendientes de Ismael. Se cita a menudo el pasaje en Génesis 26:12 como si fuera una predicción de esa independencia nacional que los árabes han mantenido más que ningún otro pueblo. Pero esta suposición está fundada en un concepto erróneo del hebreo original’.
"Estas profecías tuvieron su cumplimiento en los hijos de Ismael que habitan al oriente de los otros descendientes de Abraham, en esos otros que nacieron de Sara o Cetura. Pero la idea de que los árabes del sur son únicamente la posteridad de Ismael, es enteramente sin fundamento y parece basarse en la tradición inventada por la vanidad árabe, de que ellos, al igual que los judíos, son la descendencia de Abraham, una vanidad que además de desfigurar y falsificar la entera historia del patriarca y su hijo Ismael, ha transferido el escenario de Palestina a La Meca. Las vastas extensiones del país conocidas por nosotros bajo el nombre de Arabia gradualmente fueron pobladas por una variedad de tribus de diferente linaje".
Excluir completamente a Ismael del linaje de Arabia moderna es un punto de vista extremo. En particular se pasa completamente por alto el hecho de que la Biblia declara claramente en dónde viviría la descendencia de Ismael. Sin embargo, es obvio que desde que el ángel le hiciera la declaración a Agar y durante 4.000 años, otras genealogías se fueron estableciendo en el área. La Meca de Arabia está justamente localizada en el territorio antiguo de Havila. Precisamente en el lugar donde dijo el Señor que vivirían los hijos de Ismael.
Hijos del desierto
El capítulo 25 de Génesis que mencionara anteriormente en parte para documentar el lugar donde indicaba la profecía que morarían los 12 hijos de Ismael, es uno de los capítulos más increíbles de la Biblia. Está dedicado no sólo a la historia de Ismael, sino también al origen de los hijos de Abraham a través de Cetura. Concluye con la historia del nacimiento de Esaú y Jacob y cuando Esaú le vendió a su hermano los derechos de su primogenitura por un plato de lentejas. Esaú, claro está es el padre de la nación edomita. Por lo tanto este capítulo es virtualmente una crónica de disputas. Antes de nacer Esaú ya disputaba con su hermano gemelo en el vientre de su madre.
Cuando examinamos el origen de su disputa, esto nos trae a la memoria la disputa antigua entre Ismael e Isaac. Desde el propio principio una envidia permanente parecía perseguir a la descendencia de Ismael, al advertir que era la progenie de Isaac la que había recibido la promesa del pacto. "Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo. Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. Y también del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente" (Génesis 21:9-13).
Aquí vemos a Dios volviendo a asegurarle a Abraham que Ismael se convertiría en una nación. Dios también aprovechó la oportunidad para enfatizar su intención de que el linaje Mesiánico sería únicamente por la descendencia de Isaac. A la luz de la profecía bíblica, esto significa que el trono del Mesías se establecerá en el territorio que Dios le mostró a Abraham. Además, significa que los descendientes de Isaac son los únicos que tienen autoridad para administrar el territorio. Por consiguiente, la batalla por supremacía se basa en el pacto que hiciera Dios con Abraham prometiéndole un territorio. Esto es algo que nadie puede descartar, la sucesión directa de Abraham, Isaac y Jacob.
Ismael estaba acompañado en el desierto por otros hijos de Abraham de parte de Cetura. "Abraham tomó otra mujer, cuyo nombre era Cetura, la cual le dio a luz a Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa. Y Jocsán engendró a Seba y a Dedán; e hijos de Dedán fueron Asurim, Letusim y Leumim. E hijos de Madián: Efa, Efer, Hanoc, Abida y Elda. Todos estos fueron hijos de Cetura. Y Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac. Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, mientras él vivía, hacia el oriente, a la tierra oriental" (Génesis 25:1-6).
Vemos aquí que Abraham estaba ansioso por evitar la pelea respecto a la herencia. Para que no argumentaran ni reclamaran el territorio, Abraham les otorgó dones sustanciales y los envió lejos, mientras todavía estaba vivo. Note que los envió "hacia el oriente, a la tierra oriental". Cuando uno avanza en dirección al oriente, desde Israel, llega a Arabia. El punto de vista judío del versículo 6 del capítulo 25 de Génesis es que todas las consortes de Abraham, con excepción de Sara, estaban incluidas en la categoría general de "concubinas". Naturalmente Agar y las otras deben haber sido esposas pero sin el ketubah, es decir, sin un contrato de matrimonio.
Es interesante que cuando Abraham murió, tal como dice Génesis 25:9 fue enterrado en la gruta de Macpela tanto por Isaac como por Ismael. "Y lo sepultaron Isaac e Ismael sus hijos en la cueva de Macpela, en la heredad de Efrón hijo de Zohar heteo, que está frente a Mamre". Esto suple una clave muy importante respecto a la dispersión de su descendencia. Los hijos de las concubinas fueron enviados lejos de la casa de su padre con dones a Arabia. Entre ellos, Dios sólo reconoció a Isaac como hijo de Abraham mediante la bendición especial que vimos en Génesis 17:20. A pesar de estar excluido de las bendiciones del pacto que Dios hizo con Abraham, a Ismael le prometió una nación. A no dudar esto también incluía un vasto territorio que se conoce en la Biblia como la península Arábiga.
El Corán
A lo largo de las edades, las tribus del desierto descendientes de Abraham, edificaron ciudades y legendarias rutas de comercio. Pero en el siglo VII de la era cristiana, ocurrió un cambio revolucionario. En su libro titulado El Saudis, la autora Sandra Mackey lo describe en esta forma: "El Islam nació en el siglo VII de la era cristiana, en La Meca. La religión emergió de un período de conflicto entre la sociedad de La Meca que fue asombrosamente similar a la tensión que ahora está haciendo pedazos a Arabia Saudita - la nueva riqueza contra los valores tradicionales. Localizada a medio camino de la costa occidental de Arabia Saudita, a unos 77 kilómetros tierra adentro del mar Rojo, La Meca era un lugar conveniente de parada para las legendarias caravanas de camellos que transportaban bienes desde India y África Central hasta Egipto y Palestina, en donde alimentaban el flujo comercial en el Mediterráneo y el Imperio Romano que se desmoronaba. Los mercaderes de La Meca prosperaron por este comercio. Para promover negocios, formaron compañías unidas y dominaron una feria comercial anual en Ukaz, cerca de La Meca. En agudo contraste con la austera vida del pueblo en el desierto alrededor de La Meca, Ukaz atrajo a cientos de mercaderes, actores, jugadores, prostitutas y poetas, en un gran festival de vicio con el sólo propósito de promover negocios"’.
"Removido de la influencia de áreas urbanas como La Meca, el desierto árabe todavía se aferra a los viejos valores de la vida en el desierto: honor, valor, hospitalidad y la santidad de la familia y la tribu. Encantados por una religión primitiva los beduinos fueron tragados por un enjambre de espíritus o ‘jinn’. Respondiendo esporádicamente a rituales definidos, adoraban a los ‘jinn’ en una serie de lugares donde había piedras sagradas. El centro de esta adoración de piedras estaba en La Meca, controlada como un centro mercantil por los mercaderes de la ciudad. A pesar de lo intimidados que estaba por los ‘jinn’, la religión real de los beduinos era su creencia en la inmortalidad de la tribu y la afinidad espiritual cercana y protección extendida sobre sus miembros’.
"Para finales del siglo VI había surgido un gran cisma en la sociedad de La Meca, entre el sistema ético de los beduinos y la riqueza y decadencia que dominaba la propia Meca, especialmente a sus clases gobernantes. La feria en Ukaz caracterizaba la decadencia en los valores que tanto apreciara el desierto árabe y la ascendencia de la nueva era de materialismo. En su búsqueda de riquezas, el sistema tribal se fragmentó en clanes, todos guerreando unos contra otros. La vida era un ciclo de venganza, ya que el ataque a cualquier miembro del clan era visto como un ataque a todos; y cada acto de represalia estaba seguido por otro acto de venganza. En medio de esta perturbación social nació Abdulqasim Mohammed ibn Abdullah, Mahoma en el año 570, considerado como el principal profeta del Islam. A veces se le describe como fundador de dicha religión, aunque ello constituye una simplificación desde el punto de vista religioso e histórico. Huérfano a la edad de seis años, pasó al cuidado de su abuelo, el respetable guardián de la Kaaba, quien aseguraba ser un descendiente de Ismael, el hijo de Abraham y Agar".
A la edad de 40 años inició una serie de retiros en el desierto, cuando supuestamente meditaba en los defectos de la sociedad de La Meca. Aseguraba que en estas meditaciones Dios le había revelado una nueva religión. Se dice que nunca aprendió ni a leer ni a escribir y que, por consiguiente, fueron sus seguidores quienes escribieron la revelación. Pronto los escritos fueron recopilados en El Corán y sus seguidores propagaron la nueva fe a través de la península Arábiga y finalmente desde Persia, España y el Norte de África.
El Corán contiene varias referencias al período patriarcal. Esta revelación, a no dudar apócrifa, revela el pensamiento de la mente árabe del siglo VII. Significativamente constituyen la base para el pensamiento del árabe moderno, ya que los valores y cultura del mundo árabe de Mahoma están estructurados en la propia organización de la religión y pensamiento islámico. Millones de musulmanes le oran a Alá diariamente, recitando las palabras del Corán. Y dice Sura 2: "125 - Y cuando hicimos de la Casa [La Kaaba] lugar de reunión y de refugio para los hombres. Y: ‘¡Haced del lugar de Abraham un oratorio!’. Y concertamos una alianza con Abraham e Ismael: que purificaran Mi Casa para los que dieran las vueltas, para los que acudieran a hacer un retiro, a inclinarse y a posternarse".
"126 - Y cuando Abraham dijo: ‘¡Señor! Haz de ésta una ciudad segura y provee de frutos a su población, a aquéllos que crean en Dios y en el último Día’. Dijo: ‘A quienes no crean, les dejare que gocen por breve tiempo. Luego, les arrastraré al castigo del Fuego. ¡Qué mal fin...!".
"127 - Y cuando Abraham e Ismael levantaban los cimientos de la Casa: ‘¡Señor, acéptanoslo! ¡Tú eres Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe!’".
En estos versículos, tanto a Abraham como Ismael aparecen como los fundadores de la adoración en La Meca, en la península Arábiga. A ellos incluso se les describe como constructores de la casa conocida como la Kaaba. Los peregrinos árabes deben viajar allí por lo menos una vez en sus vidas, dar vueltas alrededor de la casa vestidos con ropas humildes, tal como dice el versículo 125. Los árabes creen que Ismael actuó con su padre como cofundador de la religión de Alá.
Claro está, no existe registro alguno de que Abraham hubiera viajado a La Meca con Ismael. Tampoco Abraham, un hombre que conversó siete veces con el Dios vivo - oró alguna vez por la santificación de los creyentes en Alá ni por el establecimiento de su gobierno en el último día. Pero los fieles del Islam repiten esas palabras una y otra vez, profesando fe en lo que expresan. En otro versículo en esta sección, incluyen a Jacob como un participante en el establecimiento del Islam. Dice Sura 2: 133: "¿Fuisteis, acaso, testigos de lo que dijo Jacob a sus hijos varones cuando iba a morir? ‘¿A quién serviréis cuando yo no esté?’. Dijeron: ‘Serviremos a tu Dios, el Dios de tus padres Abraham, Ismael e Isaac, como a un Dios Uno. Nos sometemos a Él’".
El contexto en el cual aparece este versículo, deja completamente claro que el "Dios Uno" es Alá y que Jacob era uno de sus seguidores. A no dudar, los musulmanes se consideran a sí mismos como los seguidores de la religión de Abraham e Ismael. Leemos en Sura 2:135: "Dicen: ‘Si sois judíos o cristianos, estáis en la vía recta’. Di: ‘No, antes bien la religión de Abraham, que fue hanif y no asociador’".
Sura 2:136: "Decid: Creemos en Dios y en lo que se nos ha revelado, en lo que se reveló a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y a las tribus, en lo que Moisés, Jesús y los profetas recibieron de su Señor. No hacemos distinción entre ninguno de ellos y nos sometemos a Él".
Hay muchos versículos similares que expresan la misma idea, que el Islam fue dado a través de Abraham e Ismael. Una cita final, el Sura 14: 35-39, llamado Abraham menciona al patriarca como fundador literal del Islam, dice: "Y cuando Abraham dijo: ¡Señor! ¡Que esté segura esta ciudad! ¡Y evita que yo y mis hijos sirvamos a los ídolos! ¡Señor! He establecido a parte de mi descendencia en un valle sin cultivar, junto a tu Casa Sagrada, ¡Señor!, para que hagan la azalá. ¡Haz que los corazones de algunos hombres sean afectuosos con ellos! ¡Provéeles de frutos! Quizás, así sean agradecidos. ¡Señor! Tú sabes bien lo que ocultamos y lo que manifestamos. No hay nada, en la tierra como en el cielo, que se esconda a Dios. ¡Alabado sea Dios, que a pesar de mi vejez, me ha regalado a Ismael e Isaac! Mi Señor oye, ciertamente, a quien le invoca".
Aquí se muestra a Abraham refiriéndose a la "Casa Sagrada" - La Meca - como el lugar en donde sería enviada parte de su posteridad. Desde el punto de vista islámico, esta fue su actividad primaria en la vida. A Isaac ciertamente se le menciona, pero Ismael es el receptor principal de su voluntad.
La ubicación de los hijos de Ismael
Volviendonos a referirnos a los nombres de los hijos de Ismael, tal como está dado en Génesis 25:12-18, podemos hacer varias conexiones históricas. Los primeros dos hijos Nebaiot y Cedar, están mencionados así en Isaías 60:7: "Todo el ganado de Cedar será juntado para ti; carneros de Nebaiot te serán servidos; serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi gloria". Este pasaje implica que Nebaiot y Cedar eran pastores ricos y bendecidos del Señor. Ciertos comentarios han dicho que son los mismos "Nabotoei y Cedrei" que menciona el historiador romano Plinio. En otras palabras, los nabateos fueron los orgullosos dueños de Petra, la capital, pero el territorio de su propiedad se extendía hacia el sur, al igual que hacia el noroeste, probablemente tan distante como Babilonia. Keil y Deliztzsch, otros escritores escriben: "El nombre nabateo fue después transferido a todas las tribus del oriente del Jordán y en los escritos nabateos se convirtió en un nombre común para los caldeos [los antiguos babilonios], sirios, canaanitas y otros".
Es difícil trazar el rastro de Adbeel y Mibsam, pero algunos han asociado a Misma como los Maisaimanes que menciona Tolomeo. Ellos moraron en el desierto y vivieron al nordeste de Medina. La Meca y Medina son las ciudades que más tarde se convirtieron en el centro del Islam. Se encontraban a unos 966 kilómetros al sureste de Israel, en la costa oeste de la península Arábiga. Los historiadores Keil y Delitzsch citan varias fuentes respecto a los lugares de ubicación de las tribus. El nombre de Duma fue retenido en el lugar llamado “Dumat el Jendel”.
Al noreste de Duma, se encuentra Massa, Hadar está en la costa oriental de Arabia, entre Bahrain y Omán. El nombre tribal de Tema está preservado en el moderno poblado de Taima o Tayma, el cual está casi al norte de La Meca. Jetur y Nafis vivieron en el territorio este del río Jordán. De Jetur vinieron los itureanos, quienes vivieron en el terreno montañoso del sureste de Siria. Ellos bien podrían ser los progenitores de los modernos drusos. Se dice que es imposible trazar el rastro de la descendencia de Cedema, pero ellos ciertamente moraron en la península Arábiga.
Génesis 25:16 usa la frase “por sus villas y por sus campamentos”. Gracias a un estudio exhaustivo ha sido posible ubicar algunos de sus pueblos. El término “villas” es traducido de la palabra hebrea que significa “un arreglo circular de tiendas” o “una ciudad de tiendas”. Esta palabra aptamente describe las villas de tiendas de las tribus beduinas, quienes por milenios han vagado en el desierto en caravanas que transportan mercancías. Es casi una certeza virtual que muchos de ellos son descendientes de Ismael hasta este día.
La ubicación de los hijos de Cetura
Pero. . . ¿Todavía viven en la región algunos de los descendientes de Cetura? Ciertamente, es muy improbable que el linaje de los días patriarcales haya perecido enteramente, que haya sido borrado del escenario tal como argumentan algunos. En lugar de eso, parece más probable que hayan terminado por entremezclarse con las genealogías de los residentes temporales de los milenios pasados. Siglos de comercio y viaje ciertamente han diluido la pureza de los linajes tribales. Pero a pesar de que el linaje original se ha debilitado, indudablemente todavía está presente en el área.
En el caso de los hijos de Cetura, cuyo linaje está dado a partir de Génesis 25:1, es bien difícil trazar el rastro de ellos. Algunos han dicho que el primer hijo Zimram, tiene vínculos históricos que lo asocian con una ciudad real al oeste de La Meca, en el mar Rojo.
A Jocsán se le asocia con la tribu de Jakish al sureste de Arabia. Medán y Madián han sido tentativamente identificados con ciudades en el golfo Pérsico. A Isbac se le identifica con Shobeck, en el país de los edomitas. Los descendientes de Súa también han sido ubicados en el territorio adyacente al Edom antiguo.
De los hijos de Jocsán, a Seba se le vincula con las árabes sabeos, mencionados en Job 6:19. Dedán fue el padre de una tribu de comerciantes árabes, mencionados en Jeremías 25:23. Ambas tribus están mencionadas en el capítulo 38 de Ezequiel. Algunos los han vinculado a los acaudalados jeques petroleros árabes de hoy.
A las tribus descendientes de Asurim, Letusim y Leumim, se les asocia con antiguas tribus guerreras que andaban en la vecindad del moderno Bagdad. El rastro histórico de las tribus de Madián, Efa y Efer, es incierto. Pero Hanoc ha sido identificado con una villa al norte de Medina. Se dice que Abida y Elda han estado errantes por Arabia Central.
Esaú odiado por su propio pueblo.
Ya mencioné anteriormente que el capítulo 25 de Génesis también cuenta la historia de Esaú, quien despreció el derecho de su primogenitura, vendiéndoselo a Jacob, su hermano gemelo por un plato de lentejas. Se le recuerda como el padre de Edom, la palabra hebrea que traduce “rojo”, símbolo de la sangre y de la guerra. Debe recordarse que el derecho de la primogenitura recayó sobre Jacob, creando con esto una rivalidad perpetua. Comenzó en el vientre de Rebeca y continuó durante la vida de ambos hombres. Su rivalidad continua está en acuerdo perfecto con la tradición árabe de la pugna sangrienta.
Jacob era un hombre tranquilo a quien le encantaba la vida del hogar, incluso hasta el punto de aprender a cocinar. Esaú era un hábil cazador, quien gustaba de la vida al aire libre y proveía la carne para la mesa. Cuando Esaú tomó su derecho de primogenitura tan a la ligera, reveló una grave falta de discernimiento espiritual de su parte. Para él la vida era un asunto de éxito en la cacería. Valoraba el trabajo de sus propias manos. Jacob, aunque espiritualmente inmaduro, se le describe en la Escritura como un hombre que peleó y logró obtener tanto el derecho de primogenitura como la bendición que venía a través de Abraham e Isaac. Más tarde su búsqueda fue recompensada con gran madurez de espíritu.
Cuando finalmente Esaú se dio cuenta que Jacob había tomado ambos tesoros de él, con lágrimas le rogó a Isaac que de todas maneras lo bendijera. Pero el consuelo que le dio su padre fue bien pobre: “Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He aquí, será tu habitación en grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de arriba; y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; y sucederá cuando te fortalezcas, que descargarás su yugo de tu cerviz. Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón : Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob” (Gn. 27:39-41).
Por la historia sabemos que Esaú vivió en conformidad con esta profecía de que viviría por la espada, algo que vemos claramente en todo lo que hemos aprendido sobre la cultura árabe en general. Y me pregunto, ¿será una coincidencia que la bandera actual de Arabia Saudita exhiba una espada?Uno podría objetar que los edomitas no son los árabes. Pero después de tres milenios de matrimonios mixtos, los árabes de hoy, ciertamente portan algo del linaje de Edom.
La profecía de Isaac declara que Edom moraría en las “grosuras de la tierra”. Algunos han notado que en hebreo, este pasaje significa literalmente, “el aceite del suelo”. Se preguntan si acaso esto no será una referencia a la riqueza petrolera de los últimos días. Como he dicho ya en otros mensajes, que el crudo que se bombea del subsuelo es un combustible fósil, un líquido aceitoso bituminoso de origen natural compuesto por diferentes sustancias orgánicas. Ciertamente este bien podría ser el caso. Pero a Esaú o a Edom se le dijo que serviría a Jacob. Esaú inmediatamente y para siempre rechazó esto y su corazón se inflamó con odio por la astucia de Jacob. Juró matar a su hermano gemelo, pero nunca tuvo éxito en su determinación. No obstante, su ansia de venganza marcó el pasado, presente y futuro de Edom.
Tal es el aborrecimiento de Dios por Edom que hay un libro entero del Antiguo Testamento dedicado a profetizar su condenación. Dios le encomendó esto al profeta Abdías. Él señala el pecado del orgullo de Edom, al morar como las águilas: “en las hendiduras de las peñas, en (s ) u altísima morada”
(Abd. 3). Muchos teólogos modernos creen que esto se refiere a Petra, hogar de los edomitas. Incluso, el símbolo de los edomitas es el águila, tal como dijera Abdías al compararlos a las águilas: “Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová” (Abd. 4).
En esta y otras profecías, se ve a Edom tal como será juzgado en el día de Jehová. Esto significa que ante los ojos de Dios, la nación de Edom todavía existe. Y lo mismo es entre los hijos en pugna del desierto. Al ilustrar la diferencia entre la posteridad natural de Dios y sus hijos espirituales, el apóstol Pablo escribió: “Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Ro. 9:10-13).
Pero. . . ¿Por qué aborrecido? El orgullo de Esaú le hizo despreciar con desdén su primogenitura, luego en un intento por volverla a obtener trató de destruir a Jacob, a Israel y a su posteridad. Eso es lo que está tratando de hacer su descendencia hoy. Varios grupos cooperativos entre la Liga Árabe toman turnos para tratar de empujar a Israel hacia el mar. Ya sea por engaños o por ataques directos, ellos tratan de recuperar el derecho de primogenitura perdido.
En la Epístola a los Romanos, Pablo cita al profeta Malaquías, quien se refiere al juicio de Dios sobre Esaú y Edom en los últimos días: “Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre. Y vuestros ojos lo verán, y diréis: Sea Jehová engrandecido más allá de los límites de Israel” (Mal. 1:2-5).
En un tiempo Edom fue grande, incluso en su alianza con Roma en la dinastía herodiana del primer siglo. Para disgusto de los judíos, el águila de los edomitas fue incluso colocada sobre el monte del templo. Luego, al igual que Roma, cayó en el descrédito y el linaje de sus líderes se filtró en el Medio Oriente y a través de las naciones.
Pero tal como Malaquías profetizó, ellos han regresado para reconstruir los lugares desolados. Su pueblo es parte de la República Árabe el cual se ve a sí mismo como a la vera de una edad dorada, en la cual el poder una vez fluirá de regreso hacia una gloriosa unión árabe que controle el entero Medio Oriente. Las personas de la fe islámica creen que son los portadores de las bendiciones que Dios le otorgó a Abraham a través de Ismael. Pero, tal como advirtió Malaquías y otros, se encontrarán a sí mismos como objetos de la ira de Dios.
Un Salmo profético
El Salmo 83 es una oración para victoria en contra los enemigos de Dios. Describe perfectamente la alineación actual de Edom, Ismael y la descendencia de Cetura: “Oh Dios, no guardes silencio; no calles, oh Dios, ni te estés quieto. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen alzan cabeza. Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel. Porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas, Moab y los agarenos; Gebal, Amón y Amalec, los filisteos y los habitantes de Tiro. También el asirio se ha juntado con ellos; sirven de brazo a los hijos de Lot” (Sal. 83:1-8). Aquí en una declaración compacta, está la conclusión del asunto. Esta oración clama a Dios por justicia. Sin embargo, hasta el día presente no se ha cumplido. De hecho, sólo se cumplirá plenamente el día de Jehová. Anticipa la fiera destrucción que despejará el camino para el reino terrenal de Dios.
Bajo el Islam, las tribus antiguas que por siglos habían sido enemigas de Israel están unidas alrededor de un solo objetivo: eliminar la causa sionista; hacer que Israel deje de existir. En este Salmo vemos a los hijos de Esaú, Ismael, Cetura y Agar, incluso a la nación de Gebal, los antiguos habitantes de Líbano, entrar en la riña. Amón, las tribus del este del Jordán y Amalec, el hijo de Esaú; también se unen al pacto general para destruir a Israel.
Los filisteos, el pueblo antiguo del mar Mediterráneo, y la legión de los últimos días de esos reunidos bajo el estandarte de la Organización de Liberación Palestina, claman por la derrota de Israel, incluso mientras pretenden hacer la paz. Hoy, “los habitantes de Tiro” están constituidos por un grupo de terroristas y brigadas de malhechores, bajo la protección de Irán y Siria. La especialidad de ellos es la guerrilla cobarde que ataca y huye. Ellos también han aceptado el mito del pacto antiguo. . . uno que dice que fue Ismael, quien junto con Abraham fundó la causa religiosa en La Meca.
Asur, Asiria, ya no existe como una nación separada. A pesar de todo, su progenie sigue prosperando. Abarca los pueblos del valle de Mesopotamia, Siria, Iraq y Jordania.
Finalmente están “los hijos de Lot”. Recordarán que las dos hijas de Lot tuvieron hijos de su padre. La mayor tuvo un hijo a quien llamó Moab. El hijo de la más joven fue Amón. Sus países respectivos estaban vagamente interconectados con la región noroccidental de la península Arábiga. Fue a través de este territorio que los hijos errantes de Abraham pasaron en su camino hacia el corazón del vasto desierto árabe. Hoy, estos hijos desheredados claman por venganza y dominio en el Medio Oriente. Exigen por la fuerza el territorio que Dios le dio por pacto a Abraham.
La lucha de sangre continúa
Pero irónicamente, de acuerdo con estudiantes de la cultura árabe, incluso aunque parecen dominar la región números abruptos, la lucha interna entre las tribus árabes continúa con ímpetu que cobra impulso. Rappael Patai, dice en el libro La mente árabe: “De acuerdo con la tradición, uno de los dos ancestros originales (de los árabes) fue Qahtan, progenitor de todas las tribus del Sur de Arabia, y el otro fue Adnan, ancestro de todas las tribus del norte de Arabia. Esta tradición de la división de los árabes, en una porción norte y sur es definitivamente pre-islámica. Procopio, el historiador bizantino del siglo VI se refiere a eso. Había una confederación de tribus pre-islámicas llamada Qahtan o Yaman, que significa sur, y las tribus de Qahtan todavía ocupan un área considerable al sur de La Meca. Yaman o Yemen, en la esquina sur occidental de la península Arábiga, es considerada el hogar original de todas estas tribus del sur.
Genealogistas eruditos árabes identificaron a Qahtan con el Jocsán bíblico de Génesis 10:25, un hijo de Eber (en árabe Abar), y a Adnas como el hijo de Ismael, hijo de Abraham. Ya que en la tradición genealógica árabe entre más antiguo es el árbol genealógico de una familia, más noble es, Qahtan, quien fuera la quinta generación después de Noé es más noble que Adnas, quien era la décima segunda generación después de Noé. De tal manera que los Qahtan o las tribus del norte son consideradas la fuente de origen árabe más antigua, mientras que el más joven, Adnas o las tribus del norte se les conceptúa simplemente como medio árabes”.
Hoy, existe un conflicto entre estos dos grupos y todas las partes del mundo árabe. Están unidos sólo hasta el grado de su acuerdo en la necesidad de destruir a Israel. La lucha y la guerra entre ellos mismos es algo tan innato que se considera un arte de altura. Cuán irónico es sugerir que Yoqtan, es realmente Jocsán, el hijo de Abraham que tuvo Cetura. Génesis 25:3 dice que fue padre de Seba y Dedán, las tribus de Arabia central. De tal manera, que es bien posible, que sin darse cuenta, los árabes reconozcan que sus orígenes provienen tanto de Agar como de Cetura: Adnas por Ismael, a través de Agar, y Qahtan de Jocsán, a través de Cetura. Nadie puede determinar estas genealogías por seguro. Pero la Biblia habla proféticamente de todas sus casas como si existieran en los últimos días.
Incluso Seba y Dedán están involucrados en el ataque ruso al Medio Oriente, tal como está dado en Ezequiel 38:13. Y no puedo dejar de pensar: ¿Es la pregunta de ellos, “¿Has venido a arrebatar despojos?”, un reconocimiento de que el ataque desde el norte es el principio del fin? En el día de Jehová, los enemigos árabes de Israel serán aniquilados junto con los conspiradores internacionales. Los hijos de Agar, Cetura y Rebeca, a través de Esaú se verán finalmente obligados a someterse al gobierno de Israel, tal como fuera profetizado hace varios milenios.
De tal manera, que en respuesta a la pregunta que planteáramos al comienzo de esta serie de mensajes, los 12 hijos de Ismael, son de hecho los enemigos modernos de Israel. Pero son sólo una parte de una familia fragmentada que un día futuro se reconciliará.
La realidad
Lo que debemos tener bien presente, es que hay una lucha real que se originó casi desde el principio de la humanidad, lucha que ahora ha involucrado a Estados Unidos por ser aliado de Israel. Pero nuestra guerra no es contra carne y sangre: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Ef. 6:12,13).
Debemos mirar más allá de la carnicería que tuvo lugar meses atrás y el legado de odio que ahora se extiende a las playas, comunidades y familias en Norte América. Tratemos de poner todo esto en una perspectiva bíblica. Reconozcamos que se trata de una guerra religiosa, un conflicto abierto y sangriento por la posesión de un estado, ¡el estado de Israel!
Cada nación sobre el planeta, con excepción de una, está en la actualidad ocupando su lugar geográfico como resultado de una conquista. Sólo existe un país en la tierra que posee el título legítimo a ocupar un territorio, título que le fue otorgado por el propio Dios. Esa nación es Israel. Es increíble que sea este derecho que tiene Israel a ocupar su territorio, lo que haya desatado el conflicto actual que ocasionó la muerte de hombres, mujeres y niños inocentes, aunque esto sólo ha sido el principio.
El territorio involucrado no pertenece a la OLP (Organización de Liberación Palestina) a pesar de que el señor Clinton permitió que esta banda de asesinos fuesen los principales negociadores de la causa Palestina. Tampoco es propiedad de las Naciones Unidas. ¡Ese estado en particular es el tema específico de los juramentos más sagrados pronunciados por el propio Dios! Dios se sintió complacido al hacerlo, mientras que Abraham quedó sumido en un sueño profundo. Fue Dios quien hizo el compromiso: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates” (Gn. 15:18).
Cuando las personas hablan de la Banca de Occidente, me gustaría preguntarles, a cuál río tienen en mente, ¡al Jordán o al Éufrates! Este territorio es la raíz del asunto detrás del terrorismo contra Israel y contra Estados Unidos. El reducir los límites de Israel no solucionará el problema. El problema no es el tamaño de Israel, sino la presencia de los judíos. El Islam considera a Israel como un simple títere de Estados Unidos. Creen que si pueden destruir al dueño, podrán destruir a la marioneta. Pero no se equivoque: el Islam no sólo está contra el judaísmo, sino contra los cristianos.
Después del ataque a Estados Unidos, los niños en las calles repetían el estribillo: “Hoy viernes, mañana sábado, luego el domingo”. El viernes es el día sagrado de los musulmanes, el sábado el día de reposo judío y el domingo el día en que los cristianos adoran. Esa es su agenda y eso es lo que le inculcan a los niños desde el principio. Es imperativo que todos comprendan cuál es la realidad que hay detrás del Islam. Con los recursos que ahora tienen a su disposición, no se puede ignorar la agenda de ellos.
Necesitamos reconocer que detrás del legado de odio hay una guerra espiritual que ahora trata de envolver a nuestras propias comunidades. Necesitamos reconocer la naturaleza bíblica del conflicto en el Medio Oriente. Es tiempo de ser diligentes y escudriñar por nosotros mismos las Escrituras, tal como hicieron los bereanos: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hch. 17:11).
También debemos reconocer que este siglo XXI está destinado a ser dramáticamente diferente a todo lo del pasado. Los eventos ocurridos el 11 de septiembre son sólo el principio. Las amenazas no se limitarán a la logística de secuestrar aviones. La siguiente amenaza contra la seguridad nacional llegará en forma de armas bioquímicas. Estas tecnologías emergentes son el sueño de los terroristas: son baratas, pueden ser propagadas fácilmente en las áreas metropolitanas y es casi imposible resguardarse contra ellas.
También hay informes de que Osama bin Laden y otros grupos radicales islámicos, ahora están en posesión de artefactos nucleares. Los expertos asimismo anticipan la posibilidad de ataques nucleares, lo único que no sabemos es cuándo será. El siglo XX fue el siglo más sangriento de la historia humana, y esta década ciertamente no va a estar caracterizada por paz y seguridad. Además, las medidas rigurosas que se han instituido por razones obvias de seguridad, serán seriamente infringidas y reducirán la libertad de los norteamericanos.
La buena noticia en medio de todo, es que las personas están más abiertas haciendo preguntas como nunca antes. Las prioridades de todos están siendo drásticamente reexaminadas y revisadas. La oportunidad para testificar de Cristo y proveer una perspectiva bíblica de lo que está ocurriendo, no tiene precedentes. Pero debemos estar preparados. Dios dijo por medio del profeta: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio. . . ” (Os. 4:6).
Verdaderamente nos encontramos en guerra y el capítulo 6 de Efesios enumera nuestro inventario de armas y nos ordena a que nos pongamos la armadura de Dios: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Ef. 6:13-18).
Tenemos que ponernos toda la armadura de Dios, no sólo esas piezas que nos gustan. Es tiempo de saber en qué creemos y por qué lo creemos. Debemos tener respuestas para las preguntas más críticas de la vida. Si usted no está ejercitando sus dones espirituales, está defraudando al cuerpo de Cristo. ¡El tiempo de la siega puede ser mucho más corto de lo que pensamos!
El 11 de septiembre la vida de todos dio un giro de 180 grados, pero habrá muchos cambios más. Necesitamos poner en orden nuestras prioridades y nuestro recurso más importante es el tiempo. Oremos como el Salmista: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:12).
Continuemos movilizando nuestra artillería más pesada, la oración. Oremos por las familias afectadas, por el presidente y las personas en autoridad en Estados Unidos, para que Dios les otorgue discernimiento en las decisiones que adopten y en sus compromisos, por los pastores, ministros y cristianos en general, para que aprovechen esta gran oportunidad que tienen delante de sí, pero sobre todo oremos por Israel y Jerusalén.