La Calamidad de la Profecía Bíblica
- Fecha de publicación: Miércoles, 16 Septiembre 2020, 16:04 horas
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Debemos tener bien claro que la Biblia está investida con la autoridad del propio Dios y que la calamidad está asociada con las profecías bíblicas. En ocasiones hemos hablado con personas que nos han dicho: “No puedo creer que Dios pueda algún día estar tan airado para traer guerra y devastación sobre la tierra”. Bueno, si ustedes creen como nosotros, que lo que está escrito en la Biblia nos concierne hoy, entonces no dude que habrá guerras. Lo que estamos viendo ahora mismo con el covid-19 y con todo su horror y muerte, es sólo el comienzo de lo que Dios tiene reservado para la humanidad y este planeta.
Ahora, es necesario que no olviden que hay esperanza en la Cruz de Cristo - ese es el Gran Mensaje. Si no tuviéramos salvación en el Señor Jesucristo, nosotros seríamos los primeros en no querer decirles lo que el futuro tiene reservado para la humanidad. Pero tenemos vida eterna cuando nos acercamos a Él.
Tal vez ustedes piensen que si la humanidad pudiera estar segura de que Dios cumplirá todo lo que ha dicho, se sentiría tan conmocionada que vendrían de inmediato a Cristo. Pero no es así. Suman cientos las profecías cumplidas, pese a todo los inconversos no le prestan la menor atención a la Biblia. Dios está ofreciendo su salvación, ha extendido su invitación a todos, y ustedes tendrán que decidir sí la aceptan o no. Sin embargo, no olviden que ese ofrecimiento no será por tiempo indefinido. Un día se cerrará la puerta de la gracia y cuando esto suceda ya no habrá oportunidad para ninguno que habiendo escuchado el mensaje de salvación lo rechazó.
El capítulo 14 del Evangelio de Lucas nos ofrece una parábola que ilustra mejor este punto. “Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena” (Luc. 14:15-24).
Lo que está ocurriendo actualmente con la pandemia de coronavirus, es un almuerzo campestre comparado con lo que va a suceder en este planeta en un futuro. Esa es la calamidad de la profecía bíblica. Si las personas están temerosas por lo que está sucediendo ahora y por los miles que sucumben cada día, mucho más habrán de estar cuando llegue la tribulación y se derrame el juicio de Dios sobre una humanidad inconversa. Entonces habrá gran calamidad para todos esos que no aceptaron el perdón y la salvación en Cristo.
Un gran teólogo dijo. “¿Qué no asuste a las personas? Creo que Dios juzgará a todo hombre que tenga miedo de hablar de su gran juicio. No hay nada que envíe a las personas más rápido al infierno que decirles: ‘Amigo, usted está muy bien tal como es’”.
El capítulo 22 del Evangelio de Mateo cita esta otra parábola. “El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados” (Mat. 22:2-10).
Esta boda de la parábola es realmente un cuadro profético de las bodas del Hijo de Dios: del Señor Jesucristo, con todos esos que le recibieron por fe. Ahora, si tuviéramos que decidir entre una boda y la tribulación, creo que no tendríamos siquiera que pensar a cuál evento queremos atender. ¿Puede imaginarse al gran Rey haciendo los preparativos para la boda de su Hijo y a usted recibiendo la invitación y negándose a aceptarla?
Esta boda estará precedida por una gran preparación. El capítulo 14 del Evangelio de Lucas nos habla de una gran cena a la que fueron invitados muchos. ¿Puede imaginarse la limpieza que debieron hacerle a ese palacio? Probablemente asearon lugares que habían sido limpiados previamente. Y se extendió la gran invitación: “Venid, que ya todo está preparado” (Luc. 14:17). ¡Todo está preparado hoy!
Creemos sinceramente que el Señor Jesucristo puede venir en cualquier momento. Es posible que en unos meses o un año, se logre obtener una vacuna contra el coronavirus y que ustedes se sientan bastante relajados y tranquilos después de esto. Pero nuestros ojos deben estar pendientes de la venida del Señor Jesucristo. Todo lo que está ocurriendo ahora mismo, es sólo un medio usado por Dios para llamar la atención de los hombres y mujeres. Es su forma de decirnos que debido al pecado las pestes, las catástrofes naturales y las guerras no cesarán.
Nuestros ojos deben permanecer en las nubes, porque el Señor Jesucristo dijo que vendría en las nubes. Uno de estos días escucharemos el sonido de una trompeta y los cristianos partiremos al cielo. Entonces el mundo entero sabrá lo que en realidad son las catástrofes. Ya no habrán cristianos de rodillas orando por la seguridad de los hombres en conflicto, ni implorando para que los dirigentes políticos tomen las decisiones debidas.
Ésta es la gran invitación: “Venid, que ya todo está preparado”. No hay un solo versículo en la Biblia que diga que los creyentes se encontrarán en la tierra cuando se cumplan los capítulos 50 y 51 de Jeremías. ¡Nosotros podemos ser arrebatados al cielo en cualquier momento! Es posible que aún falten varios años para que tenga lugar la tribulación, pero no hay nada que impida que el Señor Jesucristo venga en este momento. La pregunta vital para ustedes es ésta: ¿Se encuentran listos?
Luego, ante la invitación de Lucas 14:17 surgieron un montón de excusas. ¡Todas ellas ridículas! ¡Era una invitación para las bodas del Hijo del Rey! “El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses”. ¿Acaso este hombre no pudo haber esperado un día para ir a ver su hacienda? ¿La heredad no iba a cambiar de un día para otro? ¿No les parece que fue una excusa grotesca? Pero... ¿Cuál es la disculpa de ustedes para no acercarse a Cristo?
Otro de los invitados dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses”. ¿Se imaginan a unos bueyes con lámparas portátiles atadas en la frente arando en medio la noche porque su dueño quería saber si eran buenos para la labranza? ¿Acaso este hombre no podía esperar hasta el día siguiente?
Vemos entonces que el primero estaba preocupado por su hacienda, el segundo por sus bueyes y el tercero por la esposa. Éste dijo: “Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir”. ¿Y por qué en vez de negarse y no atender a las bodas no llevó también a su esposa? Todas estas justificaciones carecían de peso. Pero... ¿Cuál es la excusa de ustedes para no recibir al Señor Jesucristo? Cualquiera que sea carece por completo de valor cuando se compara con la eternidad.
Luego hay una gran proclamación en Lucas 14:24: “Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena”. No hubo una segunda oportunidad y lo mismo será en los días venideros. Esos que tuvieron la oportunidad de recibir a Jesús como Señor y Salvador y no lo hicieron, no podrán ser salvos durante el período de la tribulación. Ahora, eso es duro. Si han escuchado el Evangelio y han comprendido lo que Dios espera de ustedes y no reciben al Señor Jesucristo como su Salvador, creemos sinceramente que nunca podrán hacerlo cuando llegue la tribulación, porque dice 2 Tesalonicenses 2:12: “A fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.
¿No creen que esto es bien serio? Cuando Dios abre la puerta e invita a las personas para que entren, y ellas se niegan argumentando una excusa, no habrá nada que pueda justificarlos. La calamidad de la Biblia es que esta negación trae juicio sobre todos los que no reciben el mensaje.
El papa Francisco, e incluso muchos predicadores dicen hoy: “Bueno, si recibe al Señor Jesucristo como su Salvador, maravilloso, pero si no, está bien, porque Dios es el único que puede ver lo que hay en su corazón”. Perdonennos pero no creemos que ese sea el caso, esto es algo serio, más importante que cualquier otra cosa en la vida.
Hace ya varios años, cuando la reina Isabel II fue coronada el 2 de junio de 1953, fueron convidadas a la ceremonia personas de diferentes estratos sociales. Algunos eran pobres y otros ricos. Algunos eran empleados del gobierno y otros no. Fue un acontecimiento maravilloso. Todo el mundo estaba emocionado imaginando si sería el afortunado en recibir la invitación para la ceremonia de coronación.
¿No creen que tuvo que ser algo espectacular el ser invitado a una coronación como esta? En la parte inferior de la tarjeta decía: “No se aceptan excusas”. No había excusa posible, todos los que recibieron la invitación tuvieron que acudir. Ahora si eso fue para la reina de Inglaterra, ¿se imaginan lo que puede ocurrirle al que recibe la invitación del Rey de reyes y la rechaza? El Rey de reyes está invitándole ahora mismo, y no hay excusa en el mundo que impida que usted acepte al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador.
La calamidad de la profecía bíblica es que algunas veces las personas no la entienden. Comienzan a figurarse que la vida es todo lo mala que puede ser, y que nada puede ser peor, pero no es así, el futuro para la humanidad inconversa es aún más tenebroso que todo lo más terrible que podamos ver hoy.
Permítannos compartir con ustedes algunos pasajes del capítulo 4 del libro de Apocalipsis para que se enteren de lo que la Biblia predice para el futuro. Y dice Juan: "Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas" (Apo. 4:1).
Juan pudo echarle un vistazo al futuro. De hecho vio eventos que habrán de suceder en el porvenir. Y cuando la trompeta suene con la invitación “Sube acá”, creemos que los cristianos partiremos para reunirnos con el Señor Jesucristo y entonces tendrá lugar lo que la Iglesia llama el “rapto de los creyentes cristianos”. En ese momento, todos los que hayan recibido a Jesús como Señor y Salvador partirán con Él. Y esta es la gran pregunta: ¿Se encontrarán ustedes entre esos que serán arrebatados al cielo?
No importa si son miembros de alguna iglesia o miembros de 15 iglesias diferentes y le dan el diezmo a todas 15. ¡Eso no les llevará al cielo! Si han sido bautizados por delante y por detrás, de un lado o del otro o si han sido bautizados por inmersión o aspersión. ¡Eso no los hace salvos! No importa si han leído la Biblia en hebreo, griego y español. O si pueden repetir de memoria equis números de versículos. ¡Eso no los hace salvos!
¿Han recibido al Señor Jesucristo como su Salvador personal? Si ya lo han hecho, entonces cuando venga en las nubes del cielo ustedes partirán con Él, pero si nunca le recibieron serán condenados al foso del abismo. Cuando Jesús regrese para llevarse a su hogar celestial a los creyentes cristianos, entonces se hará una realidad gloriosa la escena descrita en los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis. Veremos a Cristo cara a cara y le adoraremos con un gozo y emoción indescriptible. No obstante, la escena cambia por completo cuando llegamos a Apocalipsis 6:1,2, porque la gran tribulación comenzará después del rapto de la iglesia.
Hay 21 juicios enumerados en el libro de Apocalipsis. Los primeros siete son los sellos, luego siguen los siete juicios de las trompetas y después se derraman las siete copas de la ira de Dios completando un total de 21 juicios sobre la tierra.
En Apocalipsis 6:1,2, el Señor Jesucristo desata el primer sello y se revela de súbito el Anticristo con un pacto de paz y un nuevo orden. “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”.
Ahora, tenemos que decirles algo: Sabemos que todos los líderes del mundo están de alguna forma trabajando con sus servicios médicos para tratar de encontrar una vacuna para hacerle un alto la pandemia, lo cual es correcto, pero también sabemos que todo esto son los pasos preliminares para establecer el Nuevo Orden Mundial. Tanto varios expertos en asuntos socio políticos, como estudiosos de la Palabra de Dios, están convencidos que el motivo real de la pandemia es reducir la población, y al mismo tiempo colocar alguna forma de rastreo para controlar a cada persona en el planeta y así comenzar a estructurar el Nuevo Orden Mundial. Eso es exactamente lo que dice la Biblia que habrá de ocurrir. En el final todas las naciones tratarán de integrarse como un todo y alcanzar la estabilidad y la paz a toda costa, pero en lugar de paz habrá guerra. La Biblia habla de un Nuevo Orden Mundial, pero este nuevo orden no estará respaldado por Dios.
La Escritura nos dice que se iniciará cuando Israel firme un pacto de paz con sus vecinos y deponga las armas. Hoy en día, la meta principal de los gobernantes mundiales en la ONU es hacer que Israel haga la paz con sus vecinos y el 14 de agosto de 2020, Israel firmó un histórico acuerdo de paz con los Emiratos Árabes Unidos, el cual fue negociado por Estados Unidos. Ahora nos estamos diciendo que este convenio que se acaba de firmar es el final, sino que el pacto futuro no estará en conformidad con la Palabra de Dios, y no traerá paz sino guerra.
La realidad es que la humanidad inconversa en general, no debería estar tan preocupada por el covid-19, ni tampoco por la situación en el Medio Oriente, lo que debería preocuparles es que una nube radiactiva o de contaminación un día bloqueará la luz del sol y causará la muerte de mil millones de personas, porque así lo declara el capítulo 6 de Apocalipsis.
Apocalipsis 6:9 nos dice que cuando el Cordero abra el quinto sello irrumpirá la muerte sobre la faz de la tierra: “Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían”.
Luego Apocalipsis 6:12 nos habla del sexto sello y de la catástrofe que origina su abertura: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apo. 6:12-17).
Y en Apocalipsis 8:1 cuando el Señor abre el séptimo sello, “Se hizo silencio en el cielo como por media hora”. Después de esto vienen las trompetas. Las trompetas anuncian adoración y celebración o guerra y juicio. Estas siete trompetas avisan de guerra y juicio. Y dice Apocalipsis 8:7: “El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde”. El granizo y fuego mezclado con sangre será tal, que se quemarán la tercera parte de los árboles. Esto podría ser el producto de alguna arma nuclear.
Después, “El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre” (Apo. 8:8). Cuando suene esta trompeta la tercera parte del mar se convertirá en sangre y toda la vida marina se extinguirá. También un tercio de la flota marítima mundial será destruida y creemos que no sería exagerado decir que habrá una gran batalla naval.
“El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas” (Apo. 8:10,11). Esta tercera trompeta trae contaminación a todas las aguas y muchos mueren.
“El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche” (Apo. 8:12). La cuarta trompeta altera al sol, la luna y las estrellas.
“El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes. Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre” (Apo. 9:1-5).
Estos serán demonios que saldrán del foso del abismo para infligirle dolor a los hombres. Padres de familia, por favor miren a sus hijos. Si les aman, siéntense y compartan el Evangelio con ellos. Díganles que en Cristo hay esperanza y vida, que si creen en Él y lo reciben como Señor y Salvador de sus vidas, no tendrán que pasar por esta clase de juicios.
Y sigue diciendo Apocalipsis 9:13-16, “El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates. Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres. Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número”. Este grandioso ejército de 200 millones de hombres traerá destrucción sobre la tierra.
Finalmente, el capítulo 12 de Apocalipsis dice que habrá guerra en el cielo. “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles” (Apo. 12:7).
En el capítulo 13, la Biblia dice que todos deberán aceptar la marca de la bestia de otra manera no tendrán ni alimentos ni vestidos. “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (Apo. 13:17).
Y cuando llegue al colmo la iniquidad del hombre y la indignación de Dios, entonces se derramará su ira. Ahora, el furor de Dios ya se volcó sobre el Señor Jesucristo cuando murió sobre la cruz del Calvario. Por lo tanto cuando alguien Lo acepta como a su Señor y Salvador esto quiere decir, que como el enojo de Dios ya fue vertido sobre la Cruz, Él nunca derramará su cólera sobre alguien que haya recibido a Cristo como su Salvador.
El apóstol Juan nos sigue diciendo en el capítulo 16 de Apocalipsis que cuando el primer ángel de Dios derramó la primera copa de ira, “Vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen” (Apo. 16:2).
El mar estará tan lleno de muertos que su hedor será insoportable, “El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar” (Apo. 16:3).
Las aguas se convertirán en sangre, “El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre” (Apo. 16:4).
Los hombres se quemarán con el calor del sol y también los árboles y las plantas: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apo. 16:8,9).
Sobrevendrán entonces las tinieblas y la tierra se llenará de espíritus inmundos, hasta que una voz del cielo diga: “Hecho está”. “El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras. El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente. Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso... El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está” (Apo. 16:10-14,17).
Ustedes sólo tienen una alternativa: o se acercan a la Cruz en donde Dios dijo “Consumado es” y en donde encontrarán vida eterna y seguridad o tendrán que pasar por la tribulación en donde Dios dirá “Hecho está”. ¡Todos los que escuchen el mensaje del Evangelio y no reciban al Señor Jesucristo como Salvador no tendrán una segunda oportunidad, estarán condenados para siempre!