La conquista de Babilonia
- Fecha de publicación: Martes, 25 Marzo 2008, 15:43 horas
- Escrito por Pastor, J. A. Holowaty
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Cuando Nabucodonosor destruyó a Jerusalén se llevó consigo los vasos sagrados del templo. Su nieto Belsasar mostró su corrupción en la forma tan profana cómo usó estos vasos sagrados. Cuatro meses antes de la caída de Babilonia, los medos y los persas habían conquistado ya la mayor parte del territorio que hoy conocemos como Iraq.
Mientras tanto, Nabonides, quien había construido un palacio real al norte de la ciudad, no se encontraba viviendo en Babilonia, pero su hijo Belsasar sí.
Dice la Escritura que el rey Belsasar hizo un gran banquete al que invitó un gran número de convidados. Mientras bebían y se regocijaban, Belsasar ordenó traer los vasos sagrados del templo de Jerusalén y llenándolos de vino los repartió entre sus invitados y comenzaron a beber en ellos: “En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra” (Dn. 5:5, 6).
Nadie se acordaba de Daniel, pero la reina abuela no lo había olvidado. La reina recordaba lo que le ocurrió a su esposo Nabucodonosor. Belsasar, quien se enteró de lo que le sucediera a su abuelo cuando tenía 14 años, en ese momento recordó todo y mandó llamar a Daniel. A pesar de lo acontecido a Nabucodonosor, y que el rey había decretado que sólo el Altísimo gobernaba el reino de los hombres, Belsasar seguía a dioses falsos, “…dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra” (Dn. 5:4b). Olvidó que el Altísimo es quien lo controla todo.
Cuando Daniel se presentó ante él, le habría encantado oírle decir: «¡Quiero ponerme en bien con Dios!», pero no escuchó tal cosa. Por eso procedió a interpretar el escrito, y le dijo: “Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas” (Dn. 5:26-28). Estas palabras eran en arameo. Pero así como Dios contó el reino de Belsasar, de la misma forma cuenta nuestras acciones.
Como ya mencionáramos más arriba, cuatro meses antes de la caída de Babilonia, los medos y los persas habían atacado y conquistado casi todas las ciudades y villas alrededor de Babilonia. Usted puede tener una indicación de lo que había ocurrido en el hecho que Belsasar ofreció “…un gran banquete a mil de sus príncipes…” (Dn. 5:1). Porque... ¿Qué podían estar haciendo mil príncipes en Babilonia? Lo cierto es que se encontraban allí tratando de protegerse, ya sabemos por la historia que en Babilonia antigua había suficiente comida por lo menos para 20 años.
Babilonia se hallaba construida sobre el río Éufrates, el cual fluía a través de la ciudad, de tal manera que tenían acceso al agua de continuo. Dentro de la ciudad se encontraban los famosos Jardines Colgantes de Babilonia que se elevaban casi 25 metros y que eran considerados como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
La Puerta de Istar daba a una amplia avenida procesional. Pasaba por el palacio de Nabucodonosor y seguía hacia el centro de la ciudad donde se erguía el gran templo Esagila dedicado a Marduk, el dios protector de Babilonia.
Al este y oeste del gran templo, en ambas orillas del río Éufrates, se extendía un área de más de 400 hectáreas en donde se hallaban construidas casas densamente apiñadas, salpicadas de templos pequeños y mercados.
Se estima que esta ciudad fortaleza estaba habitada por unas 150.000 a 200.000 personas y que además estaba protegida por un canal alimentado por el río Éufrates y por muros de cinco metros de espesor en la base, los que formaban una circunferencia de 17 kilómetros.
Su población era muy diversa, reflejando la historia de los conquistadores y conquistados. Sobre el río se extendía un puente apoyado sobre pilares de ladrillo y asfalto y recubierto de piedra. Su construcción sobre el profundo y turbulento río Éufrates representaba un gran logro de la ingeniería.
El río constituía una defensa natural para Babilonia, así como una vía fluvial para las embarcaciones que transportaban mercancías desde países lejanos. Al otro lado del puente los recién llegados entraban a la ciudad por una puerta en el muro interior, el cual tenía 27 metros de altura y torres dispuestas a intervalos. Más allá otro muro rodeaba la ciudad sagrada.
En la Biblia se encuentra registrado todo lo concerniente a esta fiesta y lo que hizo Dios, aunque a esto último no hace mención la historia antigua. Según las crónicas seculares, Ciro el Grande de Persia y sus soldados, conquistaron a Babilonia en el año 539 A.C., gracias a un asombroso ataque sorpresa.
Herodoto refiere que mientras los babilonios celebraban su fiesta, Ciro desvió las aguas del río Éufrates hacia un lago en las afueras de la ciudad. Justo al norte de Babilonia arrojaron toneladas de tierra en el río y cambiaron su curso. El Éufrates era un río caudaloso y el proyecto grandioso, pero emplearon a miles de personas y mientras los babilonios celebraban su festival, el río cambió su curso y los persas avanzaron sobre su lecho seco.
Sabemos que el salón en donde se celebró este banquete en particular, era una caverna subterránea. Debajo del suelo y en los confines de la ciudad de Babilonia se encontraba este famoso salón del banquete, en donde los babilonios creían que estaban protegidos y a salvo de todo.
Pero... ¿En qué momento exacto llegaron los medos y los persas? De acuerdo con las crónicas babilónicas y con la Biblia, ocurrió esa misma noche. Antes que Belsasar pudiera pedir ayuda, se vio rodeado por las tropas persas, las que ya les habían dado muerte a todos los que vigilaban las entradas. En el momento en que rompieron las puertas del salón, comenzaron a darle muerte a los miles que estaban allí reunidos: príncipes, esposas, concubinas y sus familias. Las crónicas babilónicas registran que una división especial corrió directo hacia la plataforma superior en donde estaba Belsasar sentado y le dio muerte.
En una noche acabaron con todos, incluyendo a Belsasar. Ciro entró en Babilonia precedido de una reputación de clemencia, ganada gracias a su espectacular carrera de 20 años, ya que de ser gobernador de una región persa en el reino de los medos pasó a dominar a los medos y a los persas.
Cuando llegó a Babilonia fue recibido como libertador. Según un cronista de la época, el pueblo extendió ramas verdes a su paso, ya que se sentían como “presos cuya cárcel se había abierto”. Ciro instauró un imperio con tolerancia y bondad. De acuerdo con las crónicas babilónicas todo esto ocurrió el 13 de octubre del año 539 A.C.
¿No le parece hermano, que gran parte de quienes profesan ser cristianos, como que no ven la proximidad del arrebatamiento de la Iglesia? Algo parecido a lo que ocurrió en ese salón de fiesta esa noche, hoy ocurre en muchos templos donde el “Belsasar” de turno hace de la suya entreteniendo a cuantos lo rodean con bastante dinero, lisonjas y admiración. Aunque las ciudades del país ya estaban en manos del enemigo, Babilonia parecía estar segura. Muchos “predicadores” modernos se sienten seguros mientras tienen seguidores, músicos, gente profesional y muy buena organización, debido a que todavía no “…aparecieron los dedos de una mano de hombre…” (Dn. 5:5) para darle a conocer al falso siervo de Dios su pecado y una clara evaluación que Dios mismo hace de la conducta de cada uno de nosotros.
El profeta Daniel tuvo la misión de interpretarle a ese torpe hombre lo que Dios le estaba diciendo. ¡Teniendo esa gente a un varón de Dios de la talla de Daniel, cómo es posible que no se hayan dado cuenta del grave pecado que cometían! ¿Habrán hablado algunas veces Belsasar y Daniel? ¿Le habrá hablado Daniel del Dios de Israel? No podemos asegurar nada de esto, pero es fácil imaginar que Daniel podría muy bien servir de garantía para los babilonios. Nosotros no tenemos ahora a un Daniel, pero tenemos la Biblia que él no tenía. Sin embargo, así como Babel (de donde tenemos la palabra «babilonia») significa «confusión», eso es lo que abunda hoy. No vendrán los persas ni los medos para invadirnos, pero hay otro peligro más serio, él es conocido como el Anticristo. La confusión impera hoy en el campo político lo mismo que en el religioso.
Apliquemos lo que aparece en Daniel 5:25-28 a nuestra propia vida: “MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN”. Interpretemos así:
• “MENE”: Dios tiene en cuenta tu conducta, y el fin de tu vida está cercano.
• “TEKEL”: Dios ha pesado tus acciones (tu conducta), y nada bueno encontró.
• “PERES”: Tus oportunidades para servirle han llegado a su fin.
Finalmente, así como aquellos guerreros dieron muerte a los banqueteros babilonios, así también Dios pondrá fin a la presente babilonia religiosa.