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Destacan el papel de la formación universitaria y las ''start ups''

Artículo desactualizado, publicado a manera de información

  • Fecha de publicación: Sábado, 21 Enero 2012, 05:04 horas

Destacan el papel de la formación universitaria y las ''start ups''

El sitio web hoyinternacional.com difunde un artículo de sumo interés acerca del papel y el desarrollo del sector de tecnología de avanzada de Israel. Explica en forma clara y sencilla la importancia de los nuevos emprendimientos que a su vez son la consecuencia directa del sistema educativo, principalmente las universidades.

Muy pocos lo saben, pero Israel es el país que más invierte en innovación en el mundo, como porcentaje de su producto bruto. Y el número dos en compañías que forman parte del listado de corporaciones tecnológicas que forman parte del índice Nasdaq, en Wall Street, después de Estados Unidos.

Aunque parezca increíble, Israel tiene más “start-ups” (como se suele denominar a las nuevas compañías de tecnología) en el Nasdaq que todos los países europeos juntos. Si se miden en relación con la pequeña población de Israel, un país de 7 millones de habitantes, ningún país del mundo tiene más empresas tecnológicas per cápita. Israel posee 63 empresas tecnológicas que cotizan en el índice mencionado, mientras que Japón tiene 6, Irlanda 5, Gran Bretaña 5, Alemania 2, Francia 2 y China ninguna.

Ahora bien, ¿cuál es el secreto de la revolución tecnológica israelí? ¿Cómo ha hecho este país para convertirse en uno de los principales centros de innovación del mundo y crear tantas “start-ups”? He aquí la clave de la cuestión. La respuesta a este interrogante seguramente interesa sobremanera a los lectores de Latinoamérica y de España, porque sabemos que, insertos en plena era del conocimiento, nuestras naciones podrán crecer económicamente en la medida que incorporen masivamente a sus aparatos productivos tecnología de punta.

Los autores Dan Senor y Saul Singer, escribieron un libro titulado “Start-up Nation: la historia del milagro económico israelí”. En él aseveran que “hoy día, Israel es el país con la mayor concentración de innovación y espíritu emprendedor del mundo”. Y vuelcan cifras contundentes que reafirman este concepto: según la ONU, Israel es el país que más invierte en investigación y desarrollo civiles del mundo. En total, el país dedica el 4,5% de su producto bruto a este rubro. Comparativamente, Finlandia (otro pequeño gigante en el mundo de la innovación) invierte el 3,5%, Japón el 3,4%, Suecia el 2,8%, Estados Unidos el 2,61%, y prácticamente todos los países latinoamericanos menos del 1%.

Pero vayamos a ejemplos concretos que nos ilustren sobre este “boom” tecnológico en que se ha convertido el Estado de Israel: el pen-drive, o USB, es un invento israelí, también la memoria “flash” portátil que usamos para almacenar datos de nuestras computadoras.

Por otra parte, Intel desarrolló sus sistemas Pentium y Centrino en sus centros de investigación de Israel.
La píldora-cámara que se está usando cada vez más en el mundo para transmitir fotografías desde el interior de los intestinos para detectar enfermedades, también es un invento de este pequeño país. También lo son algunas de las drogas más usadas en todo el mundo contra la enfermedad de Alzheimer.

En este sentido, el ministro de Ciencia y Tecnología de Israel, Daniel Hershkowitz, declaró lo siguiente: “Nuestras prioridades actualmente son las energías renovables, los sustitutos para el petróleo, las tecnologías limpias, el manejo y purificación del agua, la nanotecnología y la investigación de células madres. Dentro de los próximos cinco años, esperamos producir varias novedades en todos estos campos”.

Israel cuenta con tres universidades que están posicionadas en el ranking de las mejores del mundo, según la escala proporcionada por el Suplemento Educacional del Times de Londres.

Al igual que Corea del Sur, Singapur y Taiwán (otros países que se destacan por sus sistemas educativos y el número de patentes que registran todos los años), Israel no tiene recursos naturales y está amenazado por sus vecinos. En el caso de Israel, la necesidad de encontrar nuevas fuentes de ingresos se combina con varios otros factores, como la necesidad de buscar mercados fuera de sus vecinos inmediatos, la vocación por el estudio de su población, la creación de empresas universitarias con fines de lucro dedicadas a buscar aplicaciones comerciales para los descubrimientos científicos, la ayuda estatal, y la disposición de la comunidad de negocios a invertir capital de riesgo en la investigación y el desarrollo de nuevos productos.

Israel registra una impresionante cantidad de patentes. Según datos de la ONU, registró 7.652 patentes entre 2002 y 2005, mientras que Arabia Saudita registró sólo 171, Egipto 77, Kuwait 52, los Emiratos Árabes Unidos 32, Siria 30 y Jordania 15. Aunque está por detrás de Japón, Corea del Sur y Estados Unidos en números de patentes per cápita registradas anualmente, está entre los países del mundo que más patentes generan en relación con su población.

La causa del fenómeno tecnológico de Israel se debe, en definitiva, al espíritu emprendedor de la nación, quizás aseguran numerosos analistas al hecho de que se encuentre en guerra permanente con algunos de sus vecinos que no reconocen su derecho a existir. No es un secreto para nadie que, al igual que otros pueblos perseguidos, los judíos se han caracterizado por su culto al intelecto. Hoy día, el pueblo judío representa apenas el 0,2% de la población mundial, pero tiene el 54% de los campeones mundiales de ajedrez, el 31% de los premio Nobel de Medicina, y el 27% de los premio Nobel de Física.

No hay una opinión unánime sobre cuál es la explicación de este fenómeno, pero muchos lo atribuyen al hecho de que la religión judía enfatiza la lectura y el aprendizaje por encima de los ritos, y a que durante la Edad Media se prohibió a los judíos poseer tierras, por lo que no les quedó otra que dedicarse a ser médicos, banqueros o aprender otras profesiones que pudieran llevarse consigo de un lugar a otro en caso de ser expulsados de los países donde vivían.

“La mayoría de los judíos fueron obligados a abandonar sus cultivos en la Edad Media”, dijo David Brooks en una reciente columna de The New York Times. “Sus descendientes han debido ganarse la vida con su inteligencia desde entonces. Muchas veces emigraron, con la ambición y el empuje que caracteriza a los emigrantes”, agregó.

Aunque los judíos que más se han destacado en las últimas décadas lo hicieron en Estados Unidos (donde representan el 2% de la población), no hay duda de que muchos de quienes emigraron a Israel desde todas partes del mundo han ayudado a convertir al país en un bastión de la innovación.

Así como los chinos más emprendedores convirtieron a Hong Kong en un centro mundial de comercio y finanzas, los judíos que emigraron a Israel de Estados Unidos, Rusia y otros países fueron un factor clave en las nuevas empresas tecnológicas.

Pero quiero terminar este artículo con un dato que me parece absolutamente ilustrativo, porque demuestra que el impulso tecnológico que experimenta Israel, y que lo ha convertido en uno de los países más avanzados del planeta, está basado en la importancia que su población le da a la educación: existe en el Estado de Israel un movimiento llamado “La educación es todo”, que es una organización no gubernamental dedicada a estimular todo aquello que tiene que ver con la educación. Se trata de un grupo de presión liderado por actores y escritores famosos, grandes empresarios, científicos, premios Nobel y otras figuras públicas de todas las tendencias políticas, dedicado a exigir que el gobierno cumpla con metas específicas en el área educativa.

El movimiento fue fundado en 2008, y creó un consejo de unas 200 figuras públicas de gran alcance mediático. Y aprovecha la fama de sus integrantes, para lograr que el Estado respete metas educativas muy concretas y con plazos definidos. Los famosos que lo integran están constantemente en los medios presionando al gobierno para que las cumpla.

Es una excelente idea que, me parece, explica en parte lo que está ocurriendo en Israel. Es tan excelente que Brasil ya la puso en práctica. Ojala que América Latina se llene de movimientos denominados “La educación es todo”, porque, de ser así, seguramente nuestro futuro como región asomaría más radiante y luminoso.”

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