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El abecedario de Papá

  • Fecha de publicación: Martes, 17 Junio 2014, 02:18 horas

Cuán rápidamente olvidamos nuestra infancia y nuestros primeros años de vida cuando papá era para nosotros una persona tan importante… en realidad era «la persona».  Sin embargo, poco a poco mientras crecíamos, con o sin razón, comenzamos a cuestionar a papá y entonces aquel hombre que era tan importante para nosotros algunos pocos años antes, ahora ha perdido la mayor parte de la admiración que le tuvimos.

•  Cuando el niño tiene entre los dos a cinco años… papá es su protección.
•  Cuando tiene entre cinco a diez o hasta doce años… papá es un verdadero héroe.
•  Cuando tiene entre doce a dieciocho años… papá es bastante ignorante.
•  Cuando tiene entre los diecinueve a veintinueve años… papá estaba bastante bien.
•  Cuando tiene entre los treinta a cincuenta años… ese hombre estaba en lo correcto, y…
•  Cuando tiene entre los cincuenta a sesenta años… ¡cuán sabio era papá!

Esta es más o menos la forma en que tratamos a nuestro papá en toda nuestra vida.
Cuando yo tenía más o menos once años de edad estuve con otros compañeros en la escuela en un momento de receso, era lunes y el día anterior mi padre había sido nombrado Pastor laico de la iglesia, algo así como anciano, pero yo no sabía la palabra correcta para definir su función en ese momento, y recuerdo muy bien haber dicho a mis compañeros: «mi papá es ahora el que manda todo en la iglesia».

Nuestro alfabeto cuenta con veintisiete letras entre vocales y consonantes, pero vamos a dejar de lado dos de ellas, estas son las letras «Ñ» y «X», las veinticinco restantes vamos a usar para describir al papá, que sin duda alguna, todos los hijos quieren.

En primer lugar está la letra «A» y yo le asigno la palabra ATENTO.  Hay una canción en inglés que dice algo así como… «detente, mira y sigue»; dando a entender que tenemos que estar siempre muy atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor.  La gran ventaja que tiene el papá que es cristiano es, que tiene el mejor ejemplo de padre en la Persona de Dios mismo.  Aunque el papá es un hombre con muchas limitaciones, tiene ciertas prerrogativas y obligaciones, que le permiten dirigir esa nave que es su hogar a puerto seguro.  El papá es el capitán de la nave y tiene la obligación de hacer todos los preparativos previos para el viaje, además de saber cuál es la mejor ruta y la más segura para llegar al puerto de destino con toda su familia.  Es por ello que el papá que será bien recordado, es aquel que está siempre ATENTO a lo que ocurre alrededor de la vida de cada uno de sus hijos en todos los aspectos de sus vidas.

Cada familia es un mundo aparte, por lo cual no podemos fijar reglas uniformes a todos, pero en líneas generales, el padre en su condición de ATENTO tiene las siguientes obligaciones:

•   Orar siempre por sus hijos y su familia.
•   Enseñarles el amor de Dios, amándoles él mismo.
•   Enseñarles a hablar siempre la verdad.
•   Enseñarles a respetar a sus semejantes.
•   Enseñarles a no ser criticones, ni obscenos.
•   Enseñarles a orar y depender así del Señor.
•   Enseñarles a mantenerse alejados de los vicios y de las malas amistades.
•   Enseñarles a dedicarse al estudio.
•   Enseñarles que existe una ley de siembra y cosecha que ellos tienen que recordar.
•   Hacer todo o casi todo mediante su ejemplo, porque todos sabemos que aprendemos mucho mejor por la vista que por medio del oído.

¿Es usted un papá atento a las necesidades de su familia, incluyendo a su esposa y a sus hijos?  ¿Se siente segura su esposa, teniendo un esposo que es un papá para sus hijos del calibre del Padre celestial?

La siguiente letra es la «B» y yo le asigno la palabra BONDADOSO, con esto quiero decir que el papá es una persona buena.  Pero… ¿qué alcance tiene la palabra «bueno»? “Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo alcanzará.  Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?  Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él” (Pr. 20:5-7).

El corazón del hombre, es decir, sus pensamientos íntimos, son como las aguas profundas, especialmente para uno que no sabe nadar.  No es posible sondear de una sola vez todo lo que piensa papá, pero en algún momento sus pensamientos profundos saldrán a la luz, estarán flotando sobre esas aguas profundas, que es su vida íntima.

Los padres son muchas veces como los políticos que proclaman su propia bondad, pero eso no significa que ese papá, quien se siente tan orgulloso de su papel es realmente un hombre de verdad.  Una clara respuesta nos da el escritor sagrado cuando dice: “Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él”(Pr. 20:7).  La bondad va de la mano con la integridad, y si ésta es la vida de papá, aunque no deje muchos bienes materiales a sus hijos, la Biblia se afirma que “sus hijos son dichosos después de él”.  No estoy sugiriendo que el papá es bueno en todo sentido de la palabra, ya que el único bueno en absoluto es solamente Dios, “…Ninguno hay bueno sino uno: Dios…” (Mt. 19:17).
Si usted abre la Biblia encontrará que la palabra «bueno» o su derivado es muy frecuente como parte de la conducta del cristiano.  El papá que en este sentido es bueno, que hace todo por ver felices a sus hijos y a su propia esposa, y que plasma en su vida la bondad que Dios espera de él está cumpliendo con el Creador, pues Él no espera más allá de lo que humanamente podemos.  ¿Cuántos hijos podrían decir hoy… «mi papá es muy bueno conmigo?».  No se trata de alguien que otorga todos los antojos a sus hijos, sino que se trata de un padre que dirige a sus hijos con bondad.

En cuanto a la letra «C», usaré la palabra COMPRENSIVO.  No es fácil comprender a una persona y tratar de respetar en buena parte su modo de ser.  En el caso del papá, cuando este no se burla y tampoco es violento con sus hijos, al notar que la conducta de ellos no llena sus expectativas, procurará investigar por qué él y/o ella actúan de esa manera.

¿A quién irá un hijo, especialmente en su niñez, sino a la máxima autoridad que supone ser su papá?  Dichosos los hijos que saben que su papá los entenderá, que podrán hablar con él sobre cualquier cosa, ya que ellos también se encuentran en problemas.

Para comprender mejor lo que se entiende por comprensivo, me quiero referir a comunicativo.  Una persona comprensiva es también comunicativa, usted puede hablar con ella, puede discrepar, puede llegar a un claro entendimiento, ya que ningún hijo o hija en su juicio cabal jamás se opondrá si el papá les presenta argumentos bíblicos que él mismo respeta y cumple.  Hay un caso en la Biblia donde aparece un esposo llamado Nabal, nombre que significa «necio», quien menos mal no tenía hijos, y era justamente cómo un papá comprensivo no debe ser.

Veamos algunos testimonios del tipo de hombre que era este: “Y aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail.  Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras… Pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle… No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es.  Él se llama Nabal, y la insensatez está con él...”(1 S. 25:3, 17, 25).

Lo malo que se dice de él, es lo que dice el testimonio de su esposa.  Seguramente se preguntará… «Pero… ¿por qué se casó Abigail con semejante hombre?».  La respuesta es sencilla, diría ella: «porque cuando éramos solteros no parecía así».  Ya vimos que el corazón del hombre es profundo como profundas son las aguas, y muchas veces esto es difícil de saber antes del matrimonio.  Por un momento piense, ¿qué serían de los hijos de esta pareja si los hubieran tenido? si su esposa que era tan prudente no pudo con él, ¡qué habría sido este hombre para sus hijos!

No recuerdo haber escuchado que alguien haya dado el nombre de Judas, Caín, Nabal o Nerón a sus hijos, ya que nadie quiere dar estos nombres a sus hijos porque asocian directamente a la persona con dicho nombre, ¡pero cuántos padres por su forma de ser no son más que uno de ellos!

En la letra «D», usaré la palabra DECIDIDO.  Con decidido, quiero referirme a lo contrario de… pusilánime, inseguro, tambaleante.  ¿Alguna vez le tocó viajar con alguien temeroso del volante?  Es tan malo como lo es el que se cree campeón de las carreteras y maneja como un loco haciendo maniobras peligrosas, así también lo es el tímido, el indeciso, el tambaleante y el miedoso.

Cuando me refiero a decidido, quiero decir que es cuando un papá sabe exactamente lo que busca para toda su familia, es un padre que ya ha escogido el destino para su familia y por eso transita seguro.  Es el papá que desea llegar con toda la familia a la presencia del Señor, siendo su manual y mapa de navegación la Biblia, por eso, él tiene la respuesta necesaria para sus hijos cuando estudian y se encuentran con un montón de interrogantes debido a algunas clases donde se enseñan temas que son bastante dudosos.  ¿A quién irán esos hijos sino al papá?  Dichoso el hijo o la hija que espera ansioso el momento de llegar a su casa y verificar con su padre, lo que se les enseñó en la escuela.

El papá decidido no responde con… «yo creo, tal vez, es probable», etc.  Un padre decidido ya esperaba estas preguntas y estaba preparado para contestarlas.  La sabiduría del papá decidido no es propia, él la obtuvo leyendo la Biblia – la Palabra de Dios, y buscando cada día al Señor.  ¿Alguna vez se perdió buscando una dirección?  ¡Qué alivio cuando finalmente encuentra a alguien que le dice… «debes tomar cierta calle», y más aun cuando el guía agrega «yo sé lo que le digo, porque vivo en este barrio»!  Cuando el papá vive en el “barrio” del Señor, las respuestas a sus hijos no serán ambiguas, inconclusas, tambaleantes y nebulosas, sino que serán claras y correctas.

Un papá decidido, cuando estudia un determinado caso toma su decisión, no como quien se tira al vacío, sino como quien ha estudiado todo de antemano y sabe que aunque la decisión haya sido inadecuada, el Señor le ayudará, porque en ese momento era lo mejor que él veía como alternativa.

En la letra «E», emplearé la palabra EQUILIBRIO.  Una persona equilibrada es alguien que está balanceado.  Por ejemplo, cuando tenemos problemas con el automóvil y las gomas de las ruedas se están gastando de un lado más que del otro, sabemos que hay que hacer un balanceo; después que el mecánico lo verifica y volvemos a conducir el vehículo, nos sorprendemos cuan fácil y liviano resulta ahora conducir porque está debidamente balanceado – equilibrado.

El papá debe ser debidamente disciplinado y tener ciertas reglas de conducta en la casa, pero una disciplina militar en la familia tampoco funciona, en tal caso el papá hará el papel de dictador y con frecuencia también el de verdadero tirano.

Por un lado, en la familia todos deben levantarse a una hora determinada, pero algunos días hay que dejar libertad para que cada uno decida la hora en que lo hará.  Seguramente siempre se come a la misma hora, pero… ¿qué de malo hay si alguna vez cada uno come a la hora que desee?  Es probable que papá siempre estaba acostumbrado a comprar las cosas por su cuenta, pero... ¿por qué no dejar que prevalezca a veces la opinión de otros miembros de la familia?  Un pasaje de la Biblia me permite ilustrar todo esto mucho mejor: “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.  Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres.  El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido” (Ro. 14:1-3).

A esto se le llama equilibrio, sin unirse al pecado, se entra en cierto grado de tolerancia.  A veces somos muy rápidos en juzgar alguna conducta en nuestros hijos que en sí no son pecados, pero que nosotros lo hubiéramos hecho de otra manera.  Con una actitud así, lo que queremos decir, es que todo cuanto nosotros hemos hecho y como hemos vivido es lo correcto o lo mejor, pero esto no es necesariamente así.  Es probable que su hijo o hija están dando señales que ellos no serán ni como papá, ni como el abuelo; ellos tienen todo el derecho de ser diferentes y solo un papá equilibrado lo entenderá.

Continuamos con la letra «F», y le asigno la palabra FIRME.  Una de las características de un papá cristiano es su firmeza.

•   Si te comprometes a recompensar a tu hijo, recompénsalo.
•   Si te comprometes a disciplinarlo, disciplínalo.
•   Si te comprometes a permitirle algo fuera de lo común, cumple tu palabra.
•   Si hay alguna promesa condicional, procura que las condiciones que le expresaste se den para premiarlo.
•   Si te comprometes a comprarle algo, permanece firme en tu promesa y cúmplelo.

Cuando los hijos son pequeños suelen usar mucha astucia para procurar disipar la disconformidad de su padre con besos, abrazos y una carita de inocente.  No es fácil permanecer firmes en lo que se ha dicho, pero es necesario que en los hijos se esté formando este principio de firmeza y que ellos sepan que su papá es firme en lo que dice y hace.   Isaías oraba: “Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza” (Is. 25:1).

Usted no puede ser veraz si renuncia a la firmeza, cultive esta disciplina si quiere triunfar como papá.  Pablo le escribió a Tito: “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras.  Estas cosas son buenas y útiles a los hombres” (Tit. 3:8).

Los hijos deben saber a qué atenerse y tienen que saber qué clase de papá tienen.  Es muy triste que muchos chicos sepan que su papá habla por hablar y que nunca cumplirá con lo que son puras amenazas.  Si no se propone permanecer firme en lo que dice, ¿para qué prometer algo a sus hijos?  Es preferible que no les prometa.  Dice la Biblia: “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.  No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia.  ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?” (Ec. 5:5, 6).

Cuando un papá renuncia a la firmeza, los hijos muy pronto dirán: «Papá es un mentiroso, él no cumple las amenazas y tampoco las recompensas, no vale la pena creerle».  ¡Qué triste es, cuando este es el concepto que tiene un hijo de su propio padre!  Cómo le creerán si les habla de Dios, de Jesús, de la salvación, del perdón de Dios… ¿usted piensa que lo creerán?  Yo no creo que lo hagan.

A la letra «G» le asigné la palabra GENEROSO.  Muchas veces pensamos que nuestros hijos nos exigen o podrían exigirnos lo que no podemos darles.  Afortunadamente no es así, porque lo que ellos más nos exigen no cuesta un solo centavo, ni se vende en algún supermercado.

Ellos, primero nos quieren a nosotros mismos, quieren de nuestro tiempo, nuestra amistad, nuestra presencia y que nos interesemos en ellos.  Si piden algo, comprenderán cuando les digamos que no disponemos de dinero.  “El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado” (Pr. 11:25).

El papá debe ser generoso para con sus hijos sin ser despilfarrador.  El papá no debe mezquinar a sus hijos lo legítimo, lo que realmente necesitan y les corresponde.  El papá debe procurar que sus hijos tengan buena ropa, alimentos y medicamentos ya que son lo elemental.  El padre tiene que saber que el tiempo que no les da cuando son pequeños, ya no se lo dará nunca más, porque la niñez pasa rápidamente.  El padre debe saber que la ayuda que no les brinde cuando son pequeños, ellos no lo necesitarán muy pronto y no le pedirán más nada.

El tiempo, afecto, cariño, consejo, lectura, relatos bíblicos, oración con ellos, caminata, juegos, no exigen dinero y ningún tipo de esfuerzo más allá de lo que se puede hacer con ellos.  A veces cuando veo a los ancianos y enfermos que son despreciados por sus propios hijos y abandonados en algún asilo o Institución de ancianos, me pregunto si no estarán ellos cosechando lo que sembraron muchas décadas atrás.  Con esto no estoy sugiriendo que los hijos deban actuar así con los padres que no les dieron su tiempo y que tampoco fueron generosos con ellos en ningún aspecto de sus vidas, pero la ley de la siembra y la cosecha pareciera que no la podemos cambiar por nada.

La siguiente letra es la «H» y le asigno la palabra HONRADO.  El diccionario define la palabra «honradez» de la siguiente manera: «Estima y respeto a la dignidad propia, buena opinión y fama adquirida por la virtud y el mérito».  La honradez se adquiere con el diario vivir, la conducta para con los suyos y los extraños, en el hogar y en el trabajo, con los vecinos, con los hermanos, parientes, etc.

•   “El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y a la honra precede la humildad” (Pr. 15:33).
   “Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia” (Pr. 16:31).
   “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Pr. 22:4).

Honradez es cumplir con lo prometido, mostrar siempre la misma cara y no pretender ser una persona con un determinado grupo y otra persona en otro medio.  Se reconoce que una persona es honrada cuando no engaña, ni oculta nada a nadie.

Si un papá es un hombre honrado, es demasiado probable que sus hijos también lo sean, pero si un papá es un comerciante truquero, un político mentiroso o un cristiano dominguero, lo más probable es que los hijos sean iguales o aún peores que él.  La influencia de un padre en la vida de sus hijos es muy grande.

¿No toma usted lo ajeno porque es honrado o porque no tiene la oportunidad de hacerlo sin ser descubierto?  ¿Es usted honrado porque sabe que si no lo es, tendrá que mentir y no desea ser un mentiroso?  Ningún hijo se siente orgulloso de tener un padre que carece de honradez.

A la letra «I», le asigno la palabra INSPIRADOR.  ¿Qué clase de hermano es usted en su propia iglesia?  ¿Inspira a otros o es un clavo que desinfla todo entusiasmo?  ¿Son la negligencia, la apatía, la indiferencia y la falta de colaboración los paquetes que usted trae?

¿Qué clase de hermano es usted en su propia iglesia?  ¿Inspira a otros o es un clavo que los desinfla de todo entusiasmo y lo que infunde es siempre negligencia, indiferencia, apatía y falta de coordinación?  Si usted quiere ser una termita para destruir su iglesia, yo puedo mencionarle qué tiene que hacer para lograrlo:

•  No concurra a los servicios, simplemente desaparezca.
•  Si llega al servicio, por favor llegue tarde.
•  Ande de una iglesia a otra, así siempre será un visitante y todo el mundo le va a adular.
•  Después de cada servicio pregúntese qué ventaja obtuvo de todo eso.
•  Jamás se ofrezca como voluntario, deje que el Pastor lo haga todo y usted critique.
•  Sea siempre un chismoso.
•  Critique al Pastor, la música y a aquellos que trabajan en la iglesia.
•  No contribuya monetariamente, espere a que le sobre.
•  No aliente a nadie, desaliéntelos.
•  No le perdone a nadie las ofensas.
•  Evite por todos los medios orar en el templo.

Pero si quiere inspirar a otros en la iglesia y en su familia:

Procure ser uno de los primeros que llega cada domingo al templo.

No se cruce de brazos, si no le nombran para algún trabajo, usted mismo ofrézcase como ayuda para quien lo necesite.

Si alguien comienza con chismes desvíe la conversación, para que no sea arrastrado a participar de aquello.

Permanezca con su iglesia aunque tenga problemas, ya que es necesario luchar un poco.
Cuando termine las actividades de la iglesia, pregúntese a quién y cómo ayudar a alguien.
No critique a otros, ore por ellos.

Propóngase ofrendar con amor y puntualidad.

Si alguien le ofendió, perdónele.

Ore mucho por la iglesia y particularmente por los hermanos que sufren.
Todo esto se aplica con alguna pequeña modificación a la familia y especialmente al papá.  Anime a toda su familia a seguir adelante, sea un papá que siempre trae alegría a su hogar, y cuando esté triste, que sea por motivos ajenos a su voluntad.  No se burle de sus hijos, no haga muecas, ni los compare rebajándolos frente a otros.  Recuerde que usted es el padre y para ellos la palabra suya vale mucho, especialmente si aún son pequeños.

Sea un papá amoroso para que sus hijos salgan a su encuentro con los brazos abiertos y no escondiéndose de usted.  Procure ser una persona querida en la familia, y que ellos aprendan también cómo el papá ama a la mamá, la respeta, la ayuda y la acompaña en todo.  Estos son principios sencillos, pero bíblicos y al alcance de todo padre.  Anime a sus hijos, incluso cuando el fracaso real o aparente en el que se encuentren sea culpa de ellos mismos, y vea cómo pueden salir del paso.  Usted los estará formando para que el día de mañana, ellos también sean buenos padres y sepan que los fracasos son parte de la vida.
Luego viene la letra «J», yo usaré la palabra JUSTO.  Sea justo.  A medida que pasan los años, me doy cuenta de cuán fácil es destruir una vida, en este caso la de un hijo o una hija y cuán difícil es edificarla, construirla, moldearla, formarla, entrenarla, esto no es cosa sencilla y admito que es un papel muy difícil el de ser papá.

En este momento me viene a la mente el tan conocido pasaje bíblico que habla de cómo Dios pagará a cada uno de sus hijos según hayan procedido.  Si el Señor actúa de esta forma, entonces nosotros como padres, debemos hacer algo parecido con nuestros hijos.  Dicho en otras palabras, la disciplina al igual que la recompensa, debe estar de acuerdo al proceder del hijo o la hija.

¿Sabe usted que la única razón por la cual compareceremos ante el Tribunal de Cristo, será para recibir la paga justa de lo que hacemos o habremos hecho aquí en servicio al Señor?  “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Co. 5:10).

En este sentido, debemos imitar a Dios para que le sirvamos con más entusiasmo.  Dios dice que derivará un premio a todos aquellos que le rindan un mejor servicio.  ¿No es cierto que también corresponde que hagamos esto con nuestros hijos?  Si son prolijos y mantienen siempre limpias sus habitaciones; si son atentos, estudiosos y traen buenas notas; si están dispuestos a ayudar en los quehaceres domésticos sin quejarse; si hablan con la verdad y no engañan a sus padres; si no están tramando robos, drogas y cosas parecidas con otros; si leen la Biblia, aman al Señor y son chicos de oración y servicio.  ¿No es cierto que el papá debe reconocer todo esto, y recompensar a ese hijo con mayores responsabilidades, mayor confianza en él o ella, animarlos a que sigan así y decirles una y otra vez, que está orgulloso de cómo son?

Por otra parte, llegada alguna ocasión importante, tal vez el día de su cumpleaños, es probable que como recompensa sea bueno comprarles algo que tanto desean o le es necesario, como por ejemplo, hasta podría ser un automóvil, aunque sea viejo pero que aún funcione.  El padre que es justo debe conducir todos sus asuntos de su vida con justicia.  La Biblia habla de la balanza justa, ya se previó todo esto en la Palabra de Dios que dice: “Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis.  Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto” (Lv. 19:36).  “Peso y balanzas justas son de Jehová; obra suya son todas las pesas de la bolsa” (Pr. 16:11).

Yo estoy totalmente convencido, que Dios nos pedirá cuentas cuando comparezcamos ante el Tribunal de Cristo.  No tengo la menor duda, que entre las cosas que hice aquí en calidad de cristiano, estará también la cuestión de cómo he tratado y criado a mis hijos.  ¿He hecho todo lo mejor que pude?  ¿He dado el mejor ejemplo?  ¿He tratado de no destruirlos de ninguna forma?  ¿Les he enseñado el amor, la paciencia y la santidad de Dios?  ¿Qué han visto en mí mis propios hijos?  ¡No nos engañemos!, estamos tratando el tema del papá que es la figura central de cada hogar.  Usted comparecerá ante el Tribunal de Cristo para rendirle cuentas de su vida cristiana, y no se sorprenda cuando descubra, que la cuestión de su papel como padre, estará también en la agenda de Dios.

¿Está anticipando con gozo aquel momento al ver a sus hijos o está gimiendo y llorando desde ya?  «Porque ¡ay!», dice usted, «¡tendré que encontrarme con lo que he hecho y lo que no he hecho!».  Si esto le entristece, para ayudarle le diré algunas cosas que puede hacer:

*   Hable con el Señor y pídale perdón, por todo cuanto no ha hecho en bien de sus hijos o lo ha hecho mal y resultó en su destrucción parcial.
*   Acérquese a ese hijo o hija y hable con él o ella, con cada uno de forma individual y escúchelos, que se quejen de usted y de todo cuanto ha hecho mal.
*   Deje que hablen y que les digan todo cuanto tienen en su corazón, luego, lejos de defenderse o justificarse, pida que ese hijo o hija le perdone.  Asuma completa responsabilidad y entonces puede estar seguro, que la cuestión hijos no estará en su contra.  Cuando comparezca ante el Tribunal de Cristo ya no tendrá que cargar con este asunto de ninguna forma.
*   Dé gracias a Dios por haber reparado este daño, esto es como que si uno pagara sus cuentas a sus acreedores, después de haberse negado a hacerlo por mucho tiempo.  No importa si esos hijos suyos ya son casados o tal vez ya tienen nietos, todavía no es tarde, si no fue buen padre cuando le tocó este papel, séalo hoy y usted servirá de inspiración para muchos padres para evitar el mal en sus hijos.

Luego viene la letra «K», es difícil encontrar un término pero yo puse la palabra KILOGRAMOS.  Yo creo que el padre tiene que cuidarse también en su imagen, especialmente en aquello que respecta al cuidado de su salud, como lo es por ejemplo el sobrepeso.

Los norteamericanos son conocidos como obesos, se han publicado estadísticas y el porcentaje de personas sobrecargadas de peso es muy elevado.  Si mal no recuerdo, como un tercio de la población estadounidense pesa demasiado.  ¿Por qué esto no contribuye para ser un papá ejemplar?  Esto, en primer lugar se debe a que perjudica la salud, en cierto modo, el papá está matándose lentamente por falta de control en el comer y ha llegado a la gula.  Además la glotonería es pecado, y el hombre o mujer que no controla sus alimentos y come desmedidamente está pecando.

La palabra «gula» significa «exceso en la comida o bebida y apetito desordenado por comer y beber».  La cuestión del sobrepeso no es tan inofensivo, revela la indisciplina del cristiano, el padre cristiano debe darse cuenta de esto y cuanto antes, mucho mejor.
En segundo lugar, un papá excesivamente gordo avergüenza a sus hijos y les ofrece un testimonio poco plausible.  Los hijos desean tener un papá no solamente bueno y fiel cristiano, sino un hombre que se conserve bien.  Ciertamente si alguna enfermedad o algún accidente se interponen en la vida del padre, los hijos sabrán comprender, pero el sobrepeso no es un accidente ni aun una enfermedad, sin embargo como en toda regla existen excepciones.

Según el Diccionario Médico, las causas de la obesidad son múltiples, e incluyen factores tales como la herencia genética; el comportamiento del sistema nervioso, endocrino y metabólico; y el tipo o estilo de vida que se lleve.  Entre los factores que pueden causar obesidad puede ser atribuido 30% a los factores genéticos, 40% a los factores no heredables y 30% a los factores meramente sociales, es decir, la relación entre factores genéticos y ambientales.

La herencia desempeña un papel importante, tanto que los hijos de padres obesos tienen el riesgo diez veces superior a lo normal, de ser también obesos.  En parte se debe a tendencias metabólicas de acumulación de grasa.  Otra causa de la obesidad son las enfermedades hormonales o endocrinas, y en ocasiones pueden ser solucionados mediante un correcto diagnóstico y tratamiento especializado.  Sin embargo en la mayoría de los casos es simplemente glotonería.  “El que guarda la ley es hijo prudente; mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre” (Pr. 28:7).

También es cierto que el papá glotón avergüenza a sus hijos.  En la ley del Antiguo Testamento los padres podían acusar y solicitar la pena capital contra un hijo glotón, diciendo en la corte: “Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho” (Dt. 21:20).

Con esto podían sacar al muchacho fuera de la ciudad y matarlo a pedradas.  ¿Sabe usted cuál era la pena que imponían los Jueces en estos casos?  “Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá” (Dt. 21:21).

Lo llamativo de esto, es cómo la Biblia coloca a los glotones con los borrachos y personas que están en pecado.  Pablo escribiendo a Tito dice: “Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos.  Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe” (Tit. 1:12, 13).
Las personas que están con sobrepeso están entre los glotones, mentirosos, malas bestias.  No estoy sugiriendo de ninguna manera que todos los gordos son exactamente esto, lo que digo es, que la persona que ha sobrepasado mucho su peso, debe buscar la manera de superar su problema.  En este caso, el papá no es la mejor garantía para sus hijos si está con obesidad.  ¿Cómo lograrlo?

En lugar de acusarme porque predico en contra de los gordos, propóngase a hacer algo para ser más flaco.  Reconozca que esto es algo negativo para usted y sus hijos, y no es buen ejemplo comer demasiado.  Busque la ayuda de la propia familia reduciendo calorías en lo que consume e ingiriendo mucho menos alimentos.  Reconozca también que la excesiva gordura es falta de autodisciplina.  ¿Es fácil dejar de comer tanto?  ¿Por qué no llenar el estómago con alimentos con muy poca o ninguna caloría?

Recuerdo el caso de un individuo japonés que era tan pesado y tan voluminoso, que para viajar en un avión, pudo entrar únicamente en un B-747 después que removieron la puerta.  Además de esto no cabía en ningún asiento, de modo que de dos de ellos le hicieron uno, pero cuando se acomodó y por fin se sentó, el piso del avión no aguantó y fue perforado por las patas de los asientos.  Cuando murió, su ataúd era del tamaño de una caja de piano de cola, y tuvieron que utilizar una grúa para levantar y bajar su ataúd en el cementerio.  Usted dirá que esto es algo anormal, y probablemente así sea, pero la gran mayoría de los pesos pesados son voluntarios, son descuidados y comen sin control, a esto se le llama glotonería.

Luego viene la letra «L», y uso la palabra LEAL.  Cuán seria es esta cuestión de la lealtad del padre, y cuán nociva y vergonzosa es para los hijos la infidelidad o la falta de lealtad del papá.  Yo creo que esto es peor que el alcohol, peor que la pobreza, peor que la más grave enfermedad o defecto físico.  Esto es extremadamente dañino y la Biblia habla mucho de este tema; algunos pasajes dicen: “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace.  Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada” (Pr. 6:32, 33).  “Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales” (Mal. 2:16).  Grande es el daño que causa el papá desleal, y es uno de esos daños que resultan irreparables como dice aquí el proverbista.

Muchas esposas están preocupadas, porque sospechan que sus esposos les pueden fallar y pueden incurrir también en este tipo de falta.  Enumeraré algunos de los síntomas del esposo, que bien pudiera estar camino al adulterio.  Aunque no siempre sea culpa de él, porque no lo ha cometido aún, bien podría estar muy cerca, avanzando en esa dirección. 

Esto es para que la esposa tenga en cuenta:

1.  Habla menos y parece que no tiene interés en ningún tema para compartir con ella.
2.  Está casi siempre nervioso sin haber una causa aparente para ello.
3.  Casi todo cuanto la esposa hace no le satisface, para él todo está mal.
4.  A veces sale en un horario no habitual y no dice a dónde va ni a qué hora volverá.
5.  No besa más a su esposa ni quiere besos de ella.
6.  Otras veces es justo lo contrario, se hace muy amable, dulce, extremadamente enamorado, y hasta comienza a traerle flores, cosa que nunca antes hacía.
7.  Cuando la esposa le pregunta qué le pasa, prefiere no hablar, diciéndole que nada le pasa.

Es tan grave este asunto, que en Hebreos 13:4 el escritor sagrado dice: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios”.  Las Cortes pueden dividir los bienes, pueden separar a un matrimonio legalmente o pueden obligar al esposo a mantener a sus hijos; sin embargo Dios dice que todos estos arreglos son temporales.  Los adúlteros y adúlteras serán juzgados por Él, y es probable que ningún otro pecado del papá sea más dañino para la familia que este.
La afrenta, la vergüenza y el desprecio que los hijos sienten hacia su padre va a ser difícil de medir; si éste se accidentara y quedara postrado en una cama o en una silla de ruedas sería rodeado de simpatía, comprensión, afecto, de ayuda por parte de su esposa y sus hijos.  Pero… ¿quién puede ofrecer simpatía, comprensión, bondad y apoyo a un individuo que ha burlado su compromiso, su pacto hecho ante Dios, ante la iglesia y ante la sociedad, de vivir con esa mujer que es su esposa, toda la vida?  Vivimos en un mundo en donde esto ya no tiene mucha importancia, pero no olvidemos que el matrimonio es propiedad de Dios, de modo que el adulterio es una invasión, un asalto y un desprecio a la propiedad de Dios, es por eso que: “Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada” (Pr. 6:33).  Aquello que ya se sabe de él o ella en cuanto a adulterio, nunca va a cambiar.
Luego la «LL», yo uso la palabra LLEVADERO.  ¿Es usted uno de esos padres, que los hijos le entienden y no les es muy difícil llevarse con usted?  Algunos padres parecen monarcas, que están sentados sobre un trono y desde allí imparten órdenes a sus hijos, no son sus amigos, no los acompañan en sus niñerías; creo que algunos padres piensan que los hijos le faltarán el respeto y que una especie de pared de separación es buena y necesaria, pero no es así.

Tomemos el caso de Dios, Él es nuestro Padre, así es como oramos el Padre nuestro, pero Él no permaneció siempre en algún lugar alejado, hablándonos a través de truenos y terremotos, sino que se hizo hombre, nació como un bebé y se identificó con nuestra niñez, nuestra niñería, nuestro desarrollo, nuestras inquietudes y nuestros dolores, lo único que lo distingue de nosotros es que Él nunca pecó, lo demás es todo igual a nosotros.

Dios no esperó que nosotros ascendiéramos un poco más alto para comunicarse con nosotros, fue Él quien descendió hasta los lugares más bajos para comunicarse con sus hijos.  “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Fil. 2:5-7).

El papá debe despojarse de su condición de tal y procurar ser como uno de sus hijos, siendo travieso como ellos, pudiendo reír con ellos y sentirse como ellos, sin caer en la torpeza de ellos.

Luego viene la letra «M», yo uso la palabra MÚLTIPLE.  El papá tiene que saber hacer de todo un poco, no todos los hombres son capaces de hacer casi todo.  El papá a veces tiene que ser Juez y dictaminar cierto proceder o emitir un juicio.  Además tiene que ser una especie de abogado y resolver los problemas entre sus hijos, debe saber ser algo de Pastor y procurar que sus hijos sean cristianos y conozcan a Jesús, debe saber algo de economía y procurar que los centavos que gana con mucho sacrificio, sean bien invertidos.  El papá tiene que tener también algo de espíritu deportivo, de modo que los hijos no necesiten salir de la casa para pasar un buen rato, y puedan disfrutar en su propia casa en la compañía de él.  “Desecha las fábulas profanas y viejas.  Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Ti. 4:7, 8).

Lo que le estoy comentando es algo aprendido por los años, esto no significa que yo era exactamente este tipo de papá en todo sentido de la palabra y en todos los aspectos, pero, si tuviera que comenzar de nuevo muchas cosas cambiaría, y ya lo hice.  Lo que digo tampoco sirve a muchos padres cuyos hijos ya crecieron y probablemente se casaron y ya no dependen de ellos, pero cuánto bien se harían aquellos que planean casarse, si tuvieran esto en cuenta y comenzaran a aplicar estos principios en el comienzo mismo de su matrimonio.

Combinamos las letras del abecedario (exceptuando dos de ellas) con las actividades y las responsabilidades del papá.

Ahora llegamos a la letra «N», y yo lo llamo NUTRIDO, nutrido con la Palabra.  Si el papá quiere tener éxito, deberá dedicar bastante tiempo cada día para leer la Biblia, la Palabra de Dios.  Yo no veo cómo un padre podrá lograr sus objetivos de verdadero padre, si descuida la Palabra de Dios.

•   El conocimiento de la Biblia no se obtiene en la escuela bíblica dominical, tampoco escuchando buenos sermones, aunque esto contribuye con dicho conocimiento.
•   El conocimiento de la Biblia tampoco se obtiene leyendo libros acerca de la Biblia, sino que la Biblia tiene que ser leída.
•   El conocimiento de la Biblia no se obtiene orando, ayunando y confesando pecados; todo esto tiene su lugar.
•   El conocimiento de la Biblia se obtiene leyéndola con verdadero amor, perseverancia, atención y reverencia.

Si usted no puede hacer esto será un analfabeto bíblico y se sumará a los millones de cristianos que ya están en esta lista de los ignorantes voluntarios, que siempre alaban, gritan y aplauden a Jesús, justamente aquí es donde más voluntarios hay.

No sé si Timoteo, además de ser Pastor era también esposo y padre, pero lo que le dice Pablo, va también sin dudas dirigido a todos los padres.  “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” (1 Ti. 4:6).

Si el joven que lee este artículo llenara todos los demás requisitos, pero descuidara éste, puede estar seguro de que su rotundo, trágico y vergonzoso fracaso será indudable.  No es posible ser un buen padre, y un buen hombre de Dios, siendo negligente con la Palabra de Dios, así sea un padre, un joven o quien quiera.

La sabiduría que un papá cristiano necesita no se adquiere sin esfuerzo.  Todos los padres que lograron cierto éxito le dirán, que se pasaron muchas horas leyendo la Biblia.
¿Sabe usted cuánto de su tiempo dedica para dormir?  Supongamos que usted sigue el consejo de quienes dicen que necesitamos dormir ocho horas diarias.  Esto significa un tercio de cada día y si usted tiene sesenta años, veinte de ellos se pasó durmiendo, por lo tanto, si durante esos sesenta años, dedicara una hora diaria para la lectura de la Biblia, a los sesenta años habría dedicado un total de 21.900 horas para leer la Biblia.
Supongamos que para leer toda la Biblia se necesitan ochenta horas, usted habría leído en sesenta años 273 veces toda la Biblia.  Pero supongamos que usted necesita el doble de las ochenta horas para leer toda la Biblia, esto equivaldría a un total de 160 horas.  De esta manera usted habría leído la Biblia en los sesenta años de su vida, un total de 136 veces.
Es lógico pensar que si usted tiene sesenta años, los primeros años de su vida no habrá leído la Biblia, por lo menos los primeros quince años, porque resulta que el deporte, las noticias, las películas, las novelas, la música, y tantos otros entretenimientos han desplazado a la Biblia, a un lugar tan desprestigiado que prácticamente no es leída.  ¿Todavía se pregunta usted por qué no le salió muy bien su paternidad?

Luego viene la letra «O», yo utilizo la palabra OCUPADO.  Hace muchos años un piloto de un avión comercial B-747, me dijo algo que me llamó mucho la atención y nunca lo olvido.  Él me dijo que ese avión después de un largo viaje sería revisado, reabastecido, limpiado y vuelto a volar, y que ésta es su rutina diaria.  Le pregunté si no es mejor darle un poco de descanso al avión, a lo que él me contestó: «este avión ha sido diseñado para volar y únicamente así se encontrará en óptimas condiciones».

En cierto modo el hombre ha sido hecho para trabajar, para estar ocupado y no sin actividad, únicamente así estará siempre dispuesto a toda buena obra.  El ser humano fue creado para estar ocupado y el cristiano no es una excepción; con más razón debería de hacerlo.  “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.  Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Fil. 2:12-16).

El cristiano salvo por la fe en Cristo tiene las herramientas que el mundano no tiene.  Tiene el perdón de sus pecados y la vida eterna; por lo tanto, puede y debe ocuparse en el asunto de la salvación de sus semejantes también.  Por un lado, estando usted ocupado, Satanás no podrá ganar un alma para que le sirva a él y por otro lado, su testimonio en el hogar será intachable.  Pablo dice que Dios produce en nosotros el querer como el hacer, pero todavía tenemos en nosotros el factor obediencia.

¿Quiere ser un hijo de Dios irreprensible?  ¿Quiere vivir sin mancha de pecado alguno?  Entonces permanezca ocupado, «mente desocupada, taller del diablo» dice el dicho.  Un papá ocupado tanto en lo material como en lo espiritual, es la mejor garantía para su familia.  En cambio un papá que se emborracha, aunque haya sido salvo, si descuidó ese detalle, es motivo de vergüenza para sus hijos y para su esposa, es una mancha para el testimonio de la iglesia y un verdadero escándalo ante el mundo que lo rodea.  “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación… Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más; y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera (inconversos), y no tengáis necesidad de nada” (1 Ts. 4:7, 10-12).

La santificación no se encuentra en el sillón de la casa frente al televisor, tampoco está en los claustros de los encierros, monasterios o algo por el estilo.  La santificación está en la obediencia a la Palabra de Dios, la ocupación legítima, honesta y noble.  El papá debe trabajar para su familia, trabajar para colaborar con la obra misionera y trabajar ocupando tal vez algún cargo en la iglesia, en donde se necesita de una persona como él.
Luego viene la letra «P», yo lo llamo PROVEEDOR.  Ya hemos hablado sobre la importancia de trabajar, pero un papá proveedor es aquel que tiene en cuenta todas las fases del desarrollo de sus hijos, su desarrollo físico, intelectual, espiritual, etc.
¿Quién ayudará a estos hijos a lograrlos?  La persona más indicada es el mismo padre o los padres.  Llegará el momento en el cual los hijos serán más grandes, tendrán necesidad de que se les ayude en algunas materias de la escuela, probablemente fuera del conocimiento del padre, o bien en tal caso necesitará un tutor, pero siempre es responsabilidad del padre proveer de alguien que pueda ayudar a ese hijo o hija, en un momento tan crucial y tan importante de su vida.

Hay muchas cosas que proveemos a nuestra familia comprándolas, algunos otros las fabrican, pero nosotros las proveemos porque trabajamos, ganamos honestamente el dinero y proveemos de lo necesario a nuestros hijos.  El mismo principio se aplica a un tutor, quien ayudará a nuestros hijos, gracias al dinero que disponemos para pagar a ese tutor.  ¿Es ésta pura teoría o es algo que podemos y debemos practicarlo?

Luego viene la «Q», yo uso la palabra QUERIDO.  Es de verdad dichoso el papá que se ha hecho querer por sus hijos, quienes tienen de él un elevado concepto.  Yo conozco a algunos hijos que tienen vergüenza de su papá y ello con sobrada razón.  Claro que un padre estafador no se hace querer…

•   Un padre mentiroso se acarrea el odio de sus hijos…
•   Un padre ladrón, deshonesto, vulgar, soberbio, codicioso, intolerante, hipócrita y sensual, nunca será querido por sus hijos…
•   Un padre sobrio, tierno, cariñoso, comprensivo, valiente, veraz y dedicado al Señor, será siempre querido por sus hijos, ¡esto es sencillo!

Luego viene la letra «R», yo uso la palabra REVERENTE.  Creo que nosotros como padres, somos poco reverentes ante la Palabra de Dios.  Si fuéramos más respetuosos, más reverentes de todo cuanto tiene que ver con Dios, con las doctrinas bíblicas, con la misma Biblia y con la música cristiana, tendríamos mejores resultados.

Es notable la falta de reverencia y respeto en nuestros templos, con frecuencia los padres nada hacen por sujetar a sus hijos que se están moviendo y molestando, para que no distraigan a otros.  Esos movimientos molestos que dañan tanto al que habla, como a los demás que escuchan.  Me temo que muchos de nuestros templos hoy, se parecen mucho más a esa cueva de ladrones, de la cual habló el Señor Jesús a los judíos que le rechazaron.
El hogar no es en sí un templo, pero en cierto modo reclama también la debida reverencia.  Las palabras de doble sentido, las conversaciones con insinuaciones sensuales, y cosas de este tipo, inducen a la total irreverencia a todo aquello que decimos provenir de Dios. 

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Ef. 4:29).

•   ¿De qué habla usted en su calidad de papá?
•   ¿Cuál es su conversación delante de su familia?
•   ¿Qué palabras usa para comunicarles lo que desea transmitir?

¿Es usted de un acabado vulgar cuando abre su boca, o hay clara edificación en lo que dice, y es agradable estar a su lado para escucharle?

Luego viene la letra «S», yo uso la palabra SERVICIAL.  Conocí a algunos hombres que los admiro por su espíritu servicial.  Algunos de ellos solamente para con los extraños, pero los hay otros que hacen lo propio con su familia y con extraños.  Dichosa la esposa cuyo esposo es un hombre servicial, no es fácil serlo pero tampoco es imposible.  Dios nunca pide que hagamos algo que no podemos.  El hombre y padre debe saber que prácticamente todos los trabajos de la casa, él también los puede y debe realizar si es necesario.

Hoy es común que la esposa trabaje tanto como su esposo.  De modo que al no estar en la casa, ¿qué de malo hay que él, al igual que ella, indistintamente preparen la comida, limpien la casa o realicen cualquiera de los demás quehaceres del hogar?  Es necesario que el papá deje bien en claro, especialmente a la vista de sus hijos varones, que el varón no es ningún “animal sagrado” que no pueda ayudar en la casa.  Si se siguen estos principios esbozados aquí, aún los problemas que surjan, sólo lograrán contribuir para bien.  ¡Los problemas fortalecen los vínculos familiares!

El padre con demasiada frecuencia es el factor negativo en este aspecto, sea esto por tradición de familia, por cultura, por pereza, por descuido, por adicción a algún programa de televisión, etc.  Por indisciplina o por varias cosas juntas, pero el esposo y padre tiene mucho que aprender en esta parte.

Luego viene la letra «D», yo lo llamo TEMEROSO DE DIOS.  Rara vez nos toca encontrar a un padre y esposo que verdaderamente teme a Dios.  Este hombre procura nunca mentir, es el hombre que procura nunca juzgar antes de tiempo a nadie.  Es el hombre que jamás le falta el respeto a una persona, y es el hombre que siente gran dolor cuando perjudica en algún grado a otra persona.

Noto que hay cada vez menos respeto entre los hermanos, especialmente en la forma como se dirigen a la persona del Pastor; esto ocurre en la iglesia y en los hogares.  No estoy seguro si es que el Pastor no logró ganarse dicho respeto, o hay quienes no tienen respeto por su persona o no respetan a nadie.  Si usted no está seguro de cómo dirigirse a su Pastor, yo le diré que a mí me gusta que me digan «hermano», «hermano Pastor» o pueden decirme «Pastor» junto con mi apellido.  Por favor, nunca le llamen al Pastor por su primer nombre solamente, no le tuteen, no es lo mejor.  Si el Pastor no está haciendo el trabajo como corresponde, esto lo verá Dios un día y dará a cada Pastor la recompensa por lo que le corresponda.

¿Sabe usted quién es el que escoge a un pastor?  No son los diáconos, no es la iglesia, ni el comité de púlpito por votación de mayoría, nada de eso.  No es una determinada cúpula jerárquica de la denominación que manda el Pastor a una iglesia.  La Biblia dice: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hch. 20:28).

Un obispo es realmente un Pastor, son la misma persona.  Un Pastor no está en el pastorado porque usted y otros hermanos lo nombraron, está porque el Espíritu Santo lo llamó y lo mantiene en su ministerio, por eso a usted le corresponde respetarlo, si quiere respeto usted también.  Si el Pastor predica lo contrario a lo inspirado por el Espíritu Santo, ese Pastor es falso y nada tiene que ver con el Espíritu Santo.  El verdadero Pastor será obediente a la Palabra de Dios, que también es inspiración del Espíritu Santo, del mismo Espíritu que lo llamó.  En cierto modo el Pastor es la heredad de Dios, no es infalible, tiene muchas falencias, pero todavía merece el respeto como los demás hermanos de la iglesia, y esto proviene muchas veces de la falta de respeto en un hogar, donde tampoco hay respeto entre la familia.

He aquí algunas características de los que temen a Dios:

   Toma la Palabra de la Biblia en serio, leyendo sus enseñanzas.
   Recuerda que ha sido salvo por gracia, y ama al Señor Jesucristo que le salvó.
   Obedece al Señor antes que a los hombres.
   Sufre mucho si comete un pecado y busca restauración inmediata.
   Es un cristiano de oración.
   Conoce su Biblia porque la lee diariamente.
   Comparte el evangelio con otros.
   Es constante en el cargo que desempeña en su iglesia.
   Es fiel en sus ofrendas.
   Su propia familia lo considera como un cristiano temeroso de Dios.

Luego viene la letra «U», un padre debe ser USADO POR DIOS.  ¡Cuánto necesitamos de padres, que sean usados por Dios mientras desempeñan su papel de padres!  Lamentablemente a muchos de ellos los usa Satanás para que ganen más dinero, porque les hace ver que tienen muchos años por delante, y que ya llegará el momento para estar al servicio del Salvador, y eso no es verdad.

El papá que se deja usar por Dios no tiene razones para temer por la vida que lleven sus hijos, o porque su familia tenga que sufrir.  Si el padre se deja usar por Dios, lo más probable es que sus hijos sigan sus pisadas, y si esto sucede, la misma persona no puede servir a dos señores.  “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro”(Mt. 6:24).
Todos nosotros, y aquí se incluyen los padres de cada familia también, estamos sirviendo y tenemos algún amo… Uno de dos, puede ser el amo dinero, el amo diversiones, el amo deportes, el amo placeres, el amo comodidades, o Jesucristo como Señor y Dueño de uno.  Uno mismo tiene que reconocer que esto es algo que le pertenece a cada uno, escogiendo qué amo tendrá.

Nosotros solemos hablar de los idólatras que se postran ante un dios de metal, madera, yeso, mármol, piedra, etc., pero muchos cristianos hoy se postran ante el dios dinero; el dios cuero que se llama fútbol, otros se postran ante un dios de vidrio llamado televisor, otros se postran ante un dios de números llamado lotería, etc.  Usted sin duda alguna tiene algún amo... ¿quién es su amo?  ¿Quién le domina y hace que usted le esté sirviendo por muchos años, porque le tiene totalmente dominado?  La Biblia dice: “Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (2 P. 2:19).

¿Quién o qué le domina a usted que es padre?  Si es alguna costumbre, tradición, bienes, inclinaciones, apetitos, entonces usted es esclavo.  Ya sea del dios placer, dios dinero, dios deportes, dios alcohol, dios drogas, dios lujuria, dios soberbia, dios apariencias, y mientras sigue así, el Dios verdadero no lo va a usar.  No es posible servir a dos señores, usted tiene que deshacerse del primero para comenzar con el segundo.

No olvide que en una casa grande, puede ser una familia o una iglesia, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino que también los hay de madera y de barro, y unos son para usos honrosos y otros para viles.  “Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Ti. 2:21).

En una casa he visto que hay adornos, flores, ciertos elementos culinarios de losa, de cristal, de acero inoxidable o de porcelana, hay también aparadores muy bien hechos, lustrados y hermosos.  También he visto que hay algunos recipientes poco atractivos, como basureros donde se tiran todos los desechos, he visto sartenes y cacerolas quemadas, porque son de uso diario; pero nadie coloca estas cosas sobre la mesa para impresionar a una distinguida visita en una cena de gala.  Así nosotros también como cristianos, particularmente el papá, hay tales que sus propios hijos se sienten dichosos de tenerlos como padres.  Ni bien llegan algunos amigos a su casa, lo primero que desean es presentarles a papá.  Para ellos y sin saberlo, papá es un instrumento para uso honroso.

•   Dios le usa para ser el líder cristiano de la familia,
•   Dios le usa para ser un guía para los hijos y las hijas,
•   Dios le usa para enseñar el amor, la verdad, el perdón y el servicio,
•   Dios le usa para enseñar el respeto, la generosidad y la participación en la evangelización.  Con un papá así todos salen ganando… Dios, la esposa, los hijos, la iglesia, los amigos, y hasta los inconversos  ¡Todos salimos ganando!

Luego tenemos la letra «V», y esta letra nos habla de VICTORIOSO.  ¿Usted alguna vez pensó en la victoria?  ¿Es usted una persona victoriosa o es una persona derrotada?  Como padre sé que todo lo que estoy diciendo no es algo sencillo y fácil, tampoco pretendo postularme como una persona que cumple con todo esto al pie de la letra.  Yo mismo estoy luchando, pero es el «abecedario» que nos permite ver nuestras faltas, y nos ofrece también la manera en que podemos superarlas.

Una de las dificultades por las que atraviesan muchos hijos es cuando los padres se divorcian, es un trauma tal, que no hay manera para describirlo por lo grave que resulta para los hijos.  Pero a ellos no les queda otra cosa que acostumbrarse y saber que así será porque su papá o su mamá, o ambos han llegado a ese acuerdo, y ya según ellos, no se puede hacer nada más.

Continuará >>>

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