¡Cómo Debemos Enfrentar esta Crisis!
- Fecha de publicación: Jueves, 28 Mayo 2020, 06:53 horas
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Por siglos se ha hablado y escrito sobre la capacidad de los animales para presentir los desastres que se avecinan, como terremotos, tsunamis y tormentas. Aunque algunos incluso aseguran tener evidencia clara de esto, no es fácil de probar porque es muy difícil realizar pruebas controladas que asocien las catástrofes naturales con los comportamientos atípicos en el ganado, la vida silvestre o mascotas, antes de un evento especial.
Sin embargo, los humanos a veces somos capaces de percibir anomalías inminentes. Puede ser que la ansiedad nos dé un mayor sentido de percepción, tal como en el caso cuando una persona está en una situación de peligro. También podría ser el resultado de la experiencia. Algunos lo llaman premonición, otros instinto y terceros lo describen como la voz que habla sin usar palabras.
Sin embargo, lo interesante es que sucede. Y, que no solo está ocurriendo en todo el mundo en este momento, sino que la tensión que nos rodea sin duda se está profundizando. Parece ser como la tirantez creciente que se ejerce sobre una cuerda de guitarra que se está estirando más allá de sus límites.
Por tres meses ya hemos estado explicando lo que está sucediendo desde la perspectiva espiritual, usando como nuestra guía la Biblia, pero nadie quiere prestarle atención a esto. De hecho: o nos ignoran o se enojan cuando escuchan lo que estamos repitiendo desde que se inició este ministerio, de lo que Dios ha dicho en su Palabra, acerca de cómo sería la vida en el tiempo del retorno del Señor Jesucristo por su Iglesia.
Algunos contradicen esto, argumentando que las calamidades que estamos enfrentando ahora mismo provienen de Satanás y no de Dios, pero la Biblia enseña que Dios es Soberano. Satanás no tiene autonomía para hacer lo que le plazca. Recuerde que cuando quería atormentar a Job tuvo que pedir permiso y cuando el Señor se le concedió, Él mismo estableció sus reglas sobre qué podía o no hacer, tal como está registrado así en la Escritura: “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová” (Job 1:6–12).
Pero también la Biblia dice “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Stg. 1:13). Mientras que el Señor Jesucristo declaró: “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén” (Mt. 6:13). Pero, entonces... ¿Cómo podemos reconciliar estas dos declaraciones? La respuesta es que aunque Satanás es el tentador, no puede hacerlo a menos que Dios se lo permita.
Pero... ¿Son todas las catástrofes naturales un producto del pecado del hombre? ¡Sí, absolutamente! La creación original era perfecta. Las catástrofes naturales son un resultado de la maldición que Dios puso sobre la creación en respuesta a la pecaminosidad humana. “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa...” (Gn. 3:17a). Cuando el Señor Jesucristo regrese, esta maldición será removida y las calamidades naturales cesarán.
Sin embargo, no todos los cataclismos en la naturaleza representan juicios correctivos de Dios, sino que una gran mayoría son el producto de procesos naturales debido al aumento de la población y de la forma cómo hemos abusado de toda la naturaleza.
En estos días han habido temporadas, en que esta voz sin palabras ha sido suprimida por eventos agradables, pero la ansiedad siempre ha estado presente. Parece que en la oscuridad y el silencio de la noche, incluso hasta los cristianos, percibimos la fuerte presencia de un manto oscuro que se extiende sobre nuestras almas, y nos sentimos temerosos y ansiosos, lo cual nos roba la paz y el sueño reparador.
Esto es lamentable porque no debería ser nuestro caso. No solo tenemos la promesa en 1 Juan 4:4, de que “mayor es el que está en [n]osotros, que el que está en el mundo”, sino que los cristianos también tenemos paz con Dios “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rm. 5:1) “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará [n]uestros corazones y [n]uestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:7).
El hecho es, que los seres humanos parece que supiéramos que algo es inminente, y que sea lo que sea, no es bueno. Esto hace que muchos se sientan cada vez más nerviosos y a menudo, de mal genio. Es un sentimiento mucho más profundo que la preocupación por la pandemia, la amenaza de ISIS, el creciente poder económico que China tiene sobre Estados Unidos, el resurgimiento de la Rusia militante, el odio político y social contra Israel, la creciente represión de la Constitución por parte del gobierno de Estados Unidos, los incontables problemas en América Latina... y la lista podría continuar. Todas estas cosas están teniendo un efecto acumulativo sobre todos nosotros, que es preocupante.
Todavía no nos atrevemos a decir que el ascenso de esta curva de ansiedad sea exponencial. Dios está usando esta situación para mostrarle a la humanidad, que es el único que tiene control sobre los asuntos de este mundo.
Pero nada cambia, porque los liderazgos oligarcas en el mundo, el poder político ejercido arbitrariamente para oprimir la vida de las personas, el alejamiento de Dios y el orgullo y arrogancia de los seres humanos que participan de esta danza auto destructiva lejos de Él, continúan. Lo que la mayoría no ha captado, es que en realidad son todas estas cosas, las que nos han llevado a esta situación tan inestable e insostenible, incluido por supuesto el virus chino. Y, debido a que elegimos no aceptar esta verdad, no hay por lo tanto, una protesta pública masiva por un cambio en la dirección moral de cada uno de los seres humanos.
Cuando la Guerra Fría supuestamente terminó a principios de la década de 1990, algunas personas pensaron que finalmente Estados Unidos y el mundo occidental estarían en una posición de relativa seguridad. Bueno, ese tipo de pensamiento no duró mucho. El país del norte fue atacado por el creciente islamismo, y además sobrevino el ataque del 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center, a lo cual se sumó la creciente deuda nacional de ese país alimentada por el impulso hacia el socialismo. Mientras que al mismo tiempo la humanidad era arrastrada inexorablemente en el pozo negro de la depravación y la inmoralidad del homosexualismo, debido en parte a la propagación de la Internet y las redes sociales, algo que no se había visto jamás en el mundo.
La gente teme instintivamente que se avecina algo más siniestro, pero no saben qué. Eso no debería sorprendernos, porque una sociedad que realmente no cree en Dios, no experimenta remordimiento por sus pecados. Básicamente, no identifica lo que está sucediendo como un llamado al arrepentimiento.
El sentido general del miedo de la humanidad por lo desconocido, es algo latente en el ser humano. Siempre ha estado vivo y es como un patógeno oculto que acecha bajo la delgada fachada del narcisismo, el materialismo y el hedonismo. A nivel mundial nos negamos a arrepentirnos por nuestra depravación moral y preferimos más bien, no solo alejarnos de Dios sino dejar expuestos despectivamente nuestros pecados horrendos ante Su rostro. Prueba de esto es que mientras los sitios de Internet que exhiben a diario videos indecentes, juegos y todo tipo de cosas, son visitados por miles de miles de personas, mientras que son muy pocos los que están interesados en visitar los ministerios cristianos y escuchar sermones edificantes o participar de estudios bíblicos.
Nuestra arrogancia nos hace ignorar y despreciar las advertencias Divinas, a pesar de que el Creador nos hace amonestaciones gráficas con respecto a las consecuencias de nuestro pecado, tal como la que le hiciera a Judá y Jerusalén a través del profeta Isaías hace 2.700 años.
Las palabras de Isaías fueron dadas directamente al propio pueblo de Dios. Sin embargo, es muy claro que el principio de juicio contenido en ellas se aplica a todo el mundo. Tenga en cuenta cuidadosamente algunos de los términos utilizados.
“La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día. Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido; sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán; sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados; sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte; sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas. La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día. Y quitará totalmente los ídolos. Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra. Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase, y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra” (Is. 2:11–21).
Conforme la pandemia continúa dominando la atención del mundo, no hay una forma precisa de predecir cuándo las cosas volverán a la “normalidad”, lo único que podemos hacer es “Buscar refugio en el Señor Jesucristo”. Esto no quiere decir que vamos a aparentar que nuestras vidas como creyentes no han sido afectadas por esta crisis sin precedentes. Tampoco vamos a fingir que somos inmunes a la ansiedad, la angustia o las incertidumbres que causan estrés.
Igualmente no tenemos que actuar como si nos sintiéramos bien en esos momentos en que estamos deprimidos, asustados o abrumados. Los Salmos están colmados de lamentos y alabanzas, y tenemos la libertad de expresar todas esas cosas que están expuestas en ellos. Pero tengamos bien presente que los sentimientos que manifestaron los Salmistas, especialmente el rey David, de ninguna manera indicaban falta de confianza en Dios, sino absoluta seguridad en Él a pesar de las circunstancias.
Podemos estar atentos a lo que está sucediendo en el mundo, pero necesitamos prestar aún mucha más atención, a las promesas de Dios y sus planes. Ni siquiera los expertos pueden predecir aún, cuando se controlará el virus, pero sabemos por seguro que mientras tanto el Creador tiene trabajo para nosotros, lo cual nos puede dar una sensación de normalidad muy necesaria en este tiempo. Concentremos nuestra atención en Sus promesas y planes, ninguno de los cuales ha cambiado.
Todos podemos participar en su obra, independientemente de nuestra situación laboral. Hacer esto es realmente es un privilegio. Colaboremos en su obra transformadora en nuestras propias vidas, rindiéndonos a sus propósitos día a día y momento a momento. Aún en estos tiempos de distanciamiento social, participemos de la gran comisión, compartiendo su mensaje de salvación que da vida con familiares y amigos a través de las líneas de comunicación que aún tenemos.
Es tiempo de sembrar y cosechar, porque es el propio Señor Jesucristo quien nos está ministrando en medio de la pandemia. Y es Él quien nos insta con estas palabras: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9).