Jan de Bakker
- Publicado en Anécdotas
“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Cor. 15:55)
“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Cor. 15:55)
“Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios”
(Is. 50:4)
“Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Tim. 4:2)
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:1–2)
“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Prov. 9:10)
“Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra he esperado”
(Salmo 119:114)
Dios formalmente reconoció en Éxodo 3:7, a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, como su pueblo. “Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias” (Éxodo 3:7).
“Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo” (Ezequiel 37:10). Este versículo nos informa que Israel, luego de surgir de un destino aparentemente sin esperanzas, integrará “un ejército grande en extremo”. Se convertirán de víctimas en victoriosos, de destruidos a destructores, y de perseguidos a cazadores. Hoy somos testigos de que las puertas de la Tierra Santa, las cuales hace unos dos mil años les dieron una despedida hostil, ahora se han vuelto a abrir. Uno por uno, los judíos están regresando a Israel. Con el holocausto detrás y sus enemigos antiguos al frente, ellos han llegado con un ojo sobre el arado y el otro en el fusil.