Vientos de Apostasía - Es una obra para los cristianos confundidos a raíz de tantas... - Capítulo IV
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Capítulo IV
Se juega con los demonios
El “predicador” luce muy suficiente, soberbio, como si tuviera a Satanás y a los demonios bajo su completo control. Manipula a la audiencia y luego llama a quienes desea para “hacerlos caer” públicamente sin darles la mayor importancia, porque... “toda la gloria es para Jesús” - aunque no aclara a qué Jesús se refiere. No enfatiza la salvación del pecador, sino su sanidad física. A cada momento reclama que los demonios y Satanás ya están derrotados.
Sus sanidades no son como las que ocurrían en los días de Jesús, cuando el Señor se acercaba y sólo tocaba al enfermo o como lo hacían los apóstoles. Este “milagrero” cuenta con un poder virtualmente ilimitado, y es él mismo, no Dios, quien decide que la noche será de milagros. Entonces el espíritu con quien trabaja le obedece, a juzgar por los testimonios de los “enfermos” y especialmente al notar cómo logra “tumbar” a quien quiera. Por supuesto que también cura por televisión, pues basta con que disponga algo, para que suceda lo que ordena.
En algunos casos, tal como lo que viera en un video, la víctima suplica: “No me tires... no me tires… porque quiero dar mi testimonio A esta súplica, el predicador sonríe como diciendo: “Fíjense cómo me teme”. Y es cierto. Los poseídos por demonios en los días de Jesús, también se estremecían porque los demonios los tiraban: “Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual clamó a gran voz; diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres; el Santo de Dios Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos salió de él y no le hizo daño alguno” (Luc. 4:33-35). “Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio lo derribó y le sacudió con violencia, pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre” (Luc. 9:42).
Vemos por la Escritura, que el demonio es quien derriba. Jesús y los apóstoles siempre levantaban, fortalecían y ayudaban a los endemoniados. Pero los “tumbadores” modernos, quieren hacerle creer a sus seguidores que ellos en realidad están bajo la acción del Espíritu Santo. En ninguna otra circunstancia hemos visto más claro el pecado que no tiene perdón la blasfemia contra el Espíritu Santo, como en estos encuentros en donde el Espíritu Santo es claramente blasfemado.
Aquí está atribuyéndosele al Espíritu Santo, lo que en los Evangelios parece ser especialidad de los demonios. El Señor Jesucristo advirtió de este pecado cuando dijo: “De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo” (Mar. 3:28-30).
La “estrella” del video, ora al Espíritu Santo, dándole incluso la bienvenida al lugar y agradeciéndole por estar allí. Le dice entre otras cosas: “Quiero conocerte quiero que me lleves, ayúdame a orar, a cantar, quiero recibir la unción” Esto contradice lo que el mismo Jesús enseñó sobre la oración en Mateo 6: 9-13.
La Biblia no enseña en ningún lugar que debemos darle la bienvenida al Espíritu Santo, alabarlo o pedirle algo. El Señor dice que debemos orar siempre al Padre en el nombre de Jesús. Los apóstoles y la iglesia primitiva siempre lo hicieron así: “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay... Y ahora Señor, mira sus amenazas...“(Hec. 4:24,29).
A lo largo del “festival”, el predicador no está subordinado al Espíritu, como le corresponde a un auténtico siervo de Dios, sino que él mismo le ordenaba a su “espíritu” para que le diera “doble porción” a uno, y a veces “triple” a otro. En ocasiones decía que el tal espíritu lo hiciera con los que estaban a su derecha, a su izquierda, atrás o adelante... Pero, ¿es esto lo que enseña la Biblia? Llegó el momento cuando “el mensajero”el humilde “canal” se atrevió a decir que ahora exigía espíritu “por toneladas”.
La Biblia declara lo contrario, dice que Dios da todo el Espíritu Santo al momento de la conversión. “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida” (Jn. 3:34). “El que cree en mí como dice la Escritura; de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no habla venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Jn. 7:38,39).
El único requisito que presenta la Escritura para que una persona pueda recibir el Espíritu Santo es creer en Jesús. “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Ti. 3:4-6).
La salvación es un don de Dios, un regalo que el pecador obtiene al oír la Palabra, arrepentirse de sus pecados y depositar su fe en Cristo. En ese instante Dios sella esa salvación, dándole también como don pecador obtiene al oír la Palabra, arrepentirse de sus pecados y depositar su fe en Cristo. En ese instante Dios sella esa salvación, dándole también como don el Espíritu Santo. “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Efe. 1:13,14).
Pablo le manifiesta a los efesios que ellos recibieron el Espíritu Santo al oír el Evangelio y creer, aceptando a Jesús por Salvador, Pero... ¿Por cuánto tiempo recibieron ellos el Espíritu Santo? “Hasta la redención de la posesión adquirida” El apóstol no dice que será hasta que reciban una segunda unción, “fresca y poderosa” suministrada por cualquier milagrero. Pablo afirma que es “hasta la redención” naturalmente la redención física, total, en el momento del arrebatamiento de los redimidos.
En el mismo video, usted podrá escuchar al orador que dice: “Hoy muchos van a conocer al Espíritu Santo”. Pero usted sabe que el Espíritu Santo es un don de Dios para aquellos, que habiendo oído la Palabra de Dios se arrepienten de todo corazón, confiesan sus pecados y reciben a Cristo como Señor y Salvador. Este orador no habla de la necesidad del arrepentimiento, ni de la fe en Cristo Jesús. Durante dos horas mantuvo a la gente saltando, brincando, mostrándoles su poder para tumbar gente, soplar y habló con él. Pero lea lo que dijo el Señor Jesucristo: “Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mat. 23:39). Esta declaración solemne del Señor se refiere a la hora de mayor crisis en el planeta, cuando los ejércitos del mundo rodearán a Jerusalén, en el filo de la gran tribulación y los judíos clamarán buscando socorro divino. Será entonces cuando lo verán llegando con “poder y gran gloria” (Mat. 24:30).
Obviamente cualquier predicador que dice que ve a Jesús, debe ser otro “Jesús” que nada tiene que ver con nuestro Salvador, porque si el Señor dijo “Desde ahora no me veréis” y estipulé un tiempo que todavía no se ha cumplido, cualquiera que pretenda ser Jesús, en visión o real, siempre será falso.
Pero hay más contradicciones: Estos oradores acostumbran decirle a su audiencia que saldrán de ese lugar “borracha en el espíritu”. Pero el día de Pentecostés, Pedro contradijo a quienes sugirieron que los 120 hermanos estaban borrachos cuando descendió el Espíritu Santo. “Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día Mas esto es lo dicho por el profeta Joel” (Hec. 2: 15,16).
Pedro no sólo refuta a quienes pensaban que ellos estaban ebrios, sino que también agregó que en ese día se había cumplido la profecía de Joel sobre el derramamiento del Espíritu Santo. Este derrama miento jamás volverá a tener lugar, ya que cuando una profecía se cumple no se vuelve a repetir.
La cita de Joel mencionada por Pedro en Hechos 2:17-19 tuvo cumplimiento el día de Pentecostés: “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán” Mientras que los versículos 19 al 21, son todavía cosa del futuro.
Como si las contradicciones fueran pocas, estos flamantes “mensajeros”, también hablan de...“Cantar en lenguas, de comenzar a recibir la diversidad de dones...” Pero la Biblia dice: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (I Cor. 12:11).
Es Dios mismo quien se reserva el derecho de repartir a cada uno como él quiere, de tal manera que usted no recibe un don porque lo demande, lo desea o lo pida, ya que por ser don, es Dios mismo quien lo da. Si pudiéramos recibir algo a pedido, por orar, gemir, llorar o anhelar, ya no sería un don, un regalo, sino algo que adquirimos o tal vez compramos
Si quiere saber algo acerca de determinado predicador, evangelista, conferencista, milagrero, sanador o lo que fuera, mida siempre sus enseñanzas con la regla de la Palabra inspirada - la Biblia. Cuando las contradicciones son muchas, esto indica que alguien está equivocado. Obviamente, usted ya sabe quién está en error. Jesús dijo en su oración: “Santificalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn.17:17).
OBLIGAN A LA BIBLIA A MENTIR
A voz en cuello, estos hombres, micrófono en mano, gritan a todo pulmón: “La misma gloria que estaba en el monte Sinaí se encuentra aquí hoy...” Mientras que dice la Escritura: “Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel” (Exo. 24:15-17).
No se sabe exactamente cómo era esa gloria, porque aquello era un espectáculo que los israelitas no podían mirar y que les inspiraba un gran temor. Tal vez estos milagreros se refieren a algo que ven y que tienen que comunicarle a sus seguidores, aunque los demás nada vean.
Ahora bien: ¿Qué es lo que el cristiano recibe? Recibe a Cristo Jesús como su Salvador personal. Y la Biblia dice sobre él: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él que es la cabeza de todo principado y potestad” (Col. 2: 9,10).
Cuando nuestros primeros padres estaban en el Edén, Dios los rodeó de todo. No les faltaba nada, absolutamente nada. Pero vino la serpiente y le sugirió a Eva que “había más, mucho más” y que ella debía poseerlo. Eva cedió a la tentación, tal como hoy sucumben muchos ante la serpiente que ahora se presenta vestida de traje, corbata, reloj y alhajas relucientes, con un vocabulario impecable y música subliminal, para lograr lo que Lucifer obtuvo en el huerto del Edén.
Estos gurúes de turno, no necesitan más que una audiencia ávida de algo... de más poder, más salud, más riqueza, más fama... Satanás, el seductor por excelencia, ha persuadido a muchos hombres para que busquen algo más, nadie ignora el éxito que ha tenido. Ha hecho sucumbir a muchos hombres que por años parecían disfrutar del perdón de Dios. Después de años de ministerio, repentinamente descubrieron esa nueva fuente de poderes, de nuevas verdades, mayor luz para comprender lo que antes no entendían. No se dieron cuenta que era la vieja fuente de la cual bebieron también Adán, Eva y el tercio de los ángeles que son hoy los demonios. Es la misma fuente del engaño de Satanás.
Pablo nos dice: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gal. 1:8,9). “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho... Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Cor. 12:7, 13).
Pero estas palabras y estas enseñanzas estrictamente bíblicas, son pasadas por alto, por “querer más y más, una doble porción de la unción o tal vez una triple”, dependiendo de lo que el gurú de turno decida. Como si todo esto fuera poco, estos oradores siempre están hablando de las nuevas revelaciones que reciben. Éste es otro pecado condenado severamente en la Biblia, ya que el Señor dice que aquellos que alteren el Canon Sagrado serán castigados con el infierno. “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (Apoc. 22:19).