El discurso del monte de los olivos
- Fecha de publicación: Viernes, 26 Octubre 2012, 02:57 horas
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El capítulo 24 de Mateo es un pasaje profético muy importante porque contiene profecías detalladas dadas por el Señor Jesucristo concerniente a eventos futuros. Consiste de un discurso que pronunció durante la última semana de su vida, aproximadamente en el año 30 de la era cristiana, mientras estaba sentado con sus discípulos en el Monte de los Olivos que dominaba desde lo alto la ciudad de Jerusalén y su magnífico templo.
Este discurso se encuentra registrado en tres lugares: el capítulo 24 de Mateo, el 13 de Marcos y el 21 de Lucas.
Sus palabras fueron inspiradas por un comentario que le hiciera uno de sus discípulos cuando salían del templo en el que había estado enseñando, y quien obviamente sobrecogido por la belleza de su construcción le dijo: “...Maestro, mira qué piedras, y qué edificios” (Mr. 13:1b). Su respuesta inmediata fue intrigante, ya que “Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mr. 13:2).
Una serie de preguntas
Esta declaración debió haber causado gran perplejidad entre los seguidores de Jesús, porque más tarde mientras ascendían el Monte de los Olivos se detuvieron a descansar y le preguntaron: “...Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mt. 24:3b).
Note con cuidado las tres preguntas que formularon:
1. “¿Cuándo serán estas cosas?”- Es decir, ¿cuándo tendrá lugar la destrucción de Jerusalén y el templo.
2. “¿Qué señal habrá de tu venida?- En otras palabras, ¿cuál evento señalará tu retorno?, y
3. “¿Qué señal habrá... del fin del siglo?” - Es decir, ¿cuál acontecimiento marcará la consumación de la historia y la aparición de un nuevo orden mundial?
Las respuestas de Jesús
La contestación a la primera pregunta sólo la encontramos en el relato de Lucas, y fue: “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado” (Lc. 21:20). Esto ocurrió 40 años más tarde, en el año 70 de nuestra era, cuando los romanos sitiaron la ciudad y luego la destruyeron. En Lucas 21:22a, Jesús se refirió a este evento, como “días de retribución”.
La respuesta a la segunda pregunta está en Mateo 24:2-22. Básicamente, el punto que el Señor quiso dejar claro, es que la señal de su venida sería la gran tribulación, un período futuro de siete años durante los cuales Dios derramará su ira sobre las naciones del mundo, el cual además estaría acompañado de una serie de eventos diferentes: “Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre” (Mt. 24:4-9).
La respuesta a la tercera pregunta la hallamos en Mateo 24:30 y dice: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.
Señales de la tribulación
Al pronunciar su discurso, Jesús mencionó muchas señales que caracterizarían el período que conllevaría a la tribulación, señales que unidas serían indicativo de su próximo retorno. Estas incluían cosas tales como falsos Cristos, guerras y rumores de guerra, persecución contra los creyentes y desenfreno de la sociedad. Asimismo señales de la naturaleza, tales como catástrofes, hambres, terremotos, pestilencias y señales en los cielos, las que aumentarían como los dolores del alumbramiento en frecuencia e intensidad. La única señal positiva que mencionó Jesús fue la predicación del evangelio a todas las naciones de la tierra: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mt. 24:14).
De acuerdo con el Señor Jesucristo, la señal climática de la tribulación será lo que el profeta Daniel llamó “la abominación desoladora”, la cual se cometerá en el lugar santo del templo, tal como Él mismo dijo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)” (Mt. 24:15).
El problema teológico
Pero, entonces... ¿Es el capítulo 24 de Mateo, historia o profecía? Esta es una pregunta profética crucial. El pasaje retrata claramente un período de tribulación intensa que antecederá la segunda venida del Señor. Pero... ¿Este terrible período ya pasó o es algo del futuro? ¿Y qué con respecto a la segunda venida de Jesús? ¿Se han cumplido todos los eventos descritos en el capítulo 24 de Mateo, o algunos esperan todavía por su cumplimiento?
El punto de vista pre-milenial tanto histórico como moderno sostiene, que este pasaje es algo que tendrá cumplimiento en un futuro cercano. Según los pre-milenialistas, el retorno de Jesús estará precedido por un tiempo de tribulación sin precedentes, el cual estará centrado particularmente en el pueblo judío.
La mayoría de quienes profesan ser cristianos, entre los cuales están incluidos tanto católicos como varias denominaciones protestantes, creen en el punto de visto amilenialista, el cual espiritualiza la profecía bíblica y concluye que no habrá tribulación en el futuro ni milenio. Los amilenialistas argumentan, que en lugar de eso, estamos experimentando simultáneamente tanto la tribulación como el milenio ahora mismo, y que ha sido así desde la cruz. Supuestamente ya nos encontramos en el milenio, porque el Espíritu Santo está restringiendo el mal por medio de la iglesia, y simultáneamente en la tribulación porque la iglesia está experimentando persecución.
Por otra parte, aunque los posmilenialistas argumentan que el milenio es todavía cosa del futuro, sostienen que los aspectos de la tribulación dados en el capítulo 24 de Mateo, tuvieron cumplimiento en el primer siglo con la destrucción de Jerusalén. Por consiguiente, concluyen que no habrá ninguna gran tribulación en el futuro.
El grupo con la actitud más extraña hacia el capítulo 24 de Mateo son esos amilenialistas llamados «Preteristas completos»”. La palabra «preterista» es el vocablo en latín para «pasado». Hay diversos grados de preterismo. El moderado cree que todo el capítulo 24 de Mateo se cumplió en el año 70 de la era cristiana con la destrucción de Jerusalén, excepto la segunda venida de Jesús. Pero el «Preterista completo» sostiene la posición que cada aspecto de Mateo 24, incluyendo la segunda venida, ¡ocurrió en el año 70 de la era cristiana! Ellos argumentan que Jesús regresó espiritualmente en la destrucción que los romanos le infligieron a Jerusalén. También, que las profecías se refieren al final de la Era Judía y no a los últimos días.
De tal manera que el capítulo 24 de Mateo emerge como un pasaje profético clave. Esos que espiritualizan la profecía, tal como los amilenialistas y los posmilenialistas, o arguyen que las profecías de la tribulación tuvieron cumplimiento en el año 70, ó durante la historia de la iglesia, por consiguiente rechazan la idea que señala a un período de tribulación severa antes del retorno de Jesús.
Los amilenialistas que son preteristas completos argumentan que todo, incluyendo la profecía sobre la segunda venida del Señor, ya se cumplió en el año 70 de nuestra era. Mientras que quienes interpretan la profecía más literalmente, los pre-milenialistas, creen que todos los aspectos de este pasaje esperan por su cumplimiento. Por consiguiente están convencidos que definitivamente señalan a un período futuro de tribulación antes del retorno del Señor.
Por lo tanto, ¿qué con respecto a nuestra pregunta principal? ¿Es el capítulo 24 de Mateo, historia o profecía? ¿Es pasado o futuro? ¿Tuvo cumplimiento en el año 70 de nuestra era, o es algo que ocurrirá?
Teólogos respetables creen que el capítulo 24 de Mateo tuvo su cumplimiento profético en tipo en la destrucción de Jerusalén ocurrida en el año 70, pero que su cumplimiento final es todavía cosa del futuro. Y pienso que esto podemos demostrarlo por el mismo pasaje.
La proclamación del evangelio
Comenzando con el versículo 14 notamos que dice que en ese tiempo, “...Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones...” (Mt. 24:14). Esto implica que todos los eventos descritos en el capítulo 24 de Mateo tendrán lugar cuando el evangelio haya sido predicado a todo el mundo.
Esto ciertamente no ocurrió por el año 70, de hecho todavía no ha sucedido hasta este mismo día. Usando la tecnología moderna como la hoja impresa, radio, televisión, satélite e internet, hemos podido proclamar el evangelio a mayor número de personas que nunca antes en la historia, pero todavía no hemos podido alcanzar a todos en el mundo.
El libro de Apocalipsis revela que esto sólo tendrá cumplimiento a finales de la tribulación cuando Dios enviará a su ángel para que predique “...el evangelio eterno… a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Ap. 14:6b).
La profecía de Daniel
Ahora consideremos una vez más Mateo 24:15a: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel...” Este versículo implica que el período de intensa persecución de los judíos comenzará cuando tenga lugar “la abominación desoladora” de que habló Daniel “en el lugar santo”.
No tenemos ningún registro histórico que tal evento tuviera lugar en el año 70. Fue el gran tirano griego Antíoco Epífanes quien profanó el lugar santo del templo en el año 168 A.C., cuando erigió un altar a Zeus y ofreció carne de cerdo sobre él, pero Tito, el general romano que destruyó a Jerusalén y su templo no cometió tal acción.
La intensidad de la tribulación
El tercer punto a notar lo encontramos en el versículo 21. Dice que el período de persecución judía que seguirá a la profanación del templo será el más intenso de toda la historia, “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”.
Estas palabras no se cumplieron en el año 70. La persecución que experimentaron los judíos bajo Tito fue severa, pero palidece en comparación con lo que sufrieron durante el holocausto nazi de la II Guerra Mundial.
Josefo dice que los romanos asesinaron a un millón de judíos durante el asedio de Jerusalén en el año 70, aunque no se puede asegurar si esta cifra es correcta, en caso que lo fuera, es nada comparado con los seis millones que perecieron en manos de los nazis.
Además de eso, el profeta Zacarías nos dice que durante los últimos días un total de los dos tercios del pueblo judío morirán durante un período de calamidad sin paralelo: “Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro...” (Zac. 13:8, 9a).
En otras palabras, este período de persecución en contra de los judíos excederá los horrores del holocausto nazi. Según el libro de Apocalipsis esto ocurrirá durante la segunda mitad de la tribulación. Es por esta razón que Jesús se refirió a esta parte de la tribulación como “la gran tribulación”.
Considere una vez más lo que dice Mateo 24:21: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. Pero... ¿debemos interpretar literalmente las palabras del Señor Jesucristo? ¿No será acaso el ejemplo de una hipérbole, una exageración para enfatizar un punto? ¡No! Todo en el pasaje indica que debemos tomar sus palabras literalmente.
La conclusión es ineludible. La tribulación que experimentaron los judíos en el año 70, no ha sido la más grande, porque ya vimos que el holocausto nazi fue mucho peor.
La severidad de la tribulación
La cuarta evidencia la encontramos en la primera parte del versículo 22, ya que el Señor dice que este período de tribulación será tan severo, que “...si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo...”
Usted y yo vivimos en una generación única en la historia, cuando estas palabras bien podrían tener un cumplimiento literal. Eso no era posible en el año 70, ya que era absurdo suponer que el sitio de Jerusalén pudiera causar la extinción de toda la vida. Pero esto sí es una amenaza real hoy en día, debido al despliegue de las armas nucleares con que cuenta la humanidad.
En el libro de Jonathan Schell que fuera un éxito de ventas en 1982 titulado El destino de la Tierra, el autor demostró que si alguna vez tuviera lugar un intercambio nuclear entre Estados Unidos y Rusia, toda la vida sobre la tierra dejaría de existir. Eso mismo es lo que opinan los expertos actuales.
La proximidad de la tribulación
La quinta señal de que el capítulo 24 de Mateo todavía no ha tenido cumplimiento, la encontramos en los versículos 29 y 30 que dicen: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. Estos versículos declaran sin lugar a dudas, que el Señor regresará “inmediatamente después de la tribulación de aquellos días”. ¿Cómo podemos ignorar el significado de la palabra “inmediatamente”? No creo que esto sea posible. Este término asocia claramente los anteriores eventos con el tiempo del retorno de Jesús.
Como ya hemos explicado, algunos amilenialistas, quienes también son preteristas han intentado tratar con este problema en una forma fantástica, ¡declarando que la segunda venida del Señor de hecho tuvo lugar en el año 70! Pero argumentar esto, tal como ellos hacen, de que Jesús regresó espiritualmente y por lo tanto de manera invisible, es negar la promesa dada en el capítulo 11 de Hechos cuando el Señor ascendió al cielo, ya que el registro bíblico dice: “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:9-11).
Es claro entonces que el Señor regresará de la misma manera como ascendió al cielo, en forma corporal y visible. Asegurar que la segunda venida tuvo lugar en el año 70, no sólo es absurdo y ridículo, sino que muestra hasta qué grado algunas personas distorsionan las Escrituras para que se conforme a sus propias doctrinas preconcebidas. Pero la evidencia final de que el capítulo 24 de Mateo no tuvo cumplimiento en el año 70, lo encontramos en los versículos 32 al 35, en donde el Señor dice: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt. 24:32-35).
En este pasaje el Señor asegura que todas las cosas que ha hablado concerniente a la tribulación, se cumplirán durante la generación que vea el «reverdecer de la higuera». Éste es el tiempo clave para el cumplimiento de la profecía.
Pero... ¿qué representa la higuera? En la Escritura, la higuera es usada a menudo como un símbolo de la nación de Israel, tal como en estos pasajes que veremos como ejemplo, en donde leemos:
• “Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien. Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón. Y como los higos malos, que de malos no se pueden comer, así ha dicho Jehová, pondré a Sedequías rey de Judá, a sus príncipes y al resto de Jerusalén que quedó en esta tierra, y a los que moran en la tierra de Egipto. Y los daré por escarnio y por mal a todos los reinos de la tierra; por infamia, por ejemplo, por refrán y por maldición a todos los lugares adonde yo los arroje” (Jer. 24:4-9).
• “Como uvas en el desierto hallé a Israel; como la fruta temprana de la higuera en su principio vi a vuestros padres...” (Os. 9:10a).
• “Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas” (Jl. 1:7).
• “Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después” (Lc. 13:6-9).
Por lo tanto, los eruditos en profecía consideran que lo que Jesús está diciendo aquí, es que todos los eventos profetizados en el capítulo 24 de Mateo se cumplirán para el tiempo cuando la nación de Israel haya sido restablecida en su territorio ancestral. Realmente no es necesario ponernos a adivinar sobre el significado simbólico de la higuera. Piense retrospectivamente por un momento en lo que ocurrió el día antes que el Señor pronunciara su Discurso del Monte de los Olivos, cuando maldijo una higuera estéril haciendo que se secara: “Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera” (Mt. 21:18, 19).
Esto fue una señal profética que Dios pondría a un lado la nación de Israel debido a su esterilidad espiritual, por su rechazo al no aceptar a Jesús como su Mesías.
Pero el día siguiente, el Señor vuelve a mencionar la higuera y dice: «Estén atentos. Estas cosas sucederán cuando la higuera comience a reverdecer». Israel fue puesto a un lado en el año 70 de nuestra era, y la higuera comenzó a reverdecer el 14 de mayo de 1948 cuando fue restablecida la nación de Israel.
El capítulo 24 de Mateo no es historia. Los terribles eventos ocurridos en el año 70 fueron un cumplimiento previo en tipo, del cumplimiento final que tendrá lugar inmediatamente antes del retorno del Señor. Este capítulo es una profecía que habrá de cumplirse más pronto tal vez de lo que pensamos. En cuanto a Israel, la nación fue restablecida, su pueblo continúa regresando desde los cuatro extremos de la tierra y las naciones del mundo se confabulan en contra del estado judío. La ira de Dios está próxima a derramarse sobre este planeta, porque nos encontramos en el umbral de la gran tribulación.
Al pensar en toda esta realidad, yo le pregunto: ¿Está usted listo? ¿Ha recibido al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador? La Biblia dice que si ha depositado su fe en Jesús, no tiene por qué temer, ya que “...Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Ro. 5:8, 9).