Las cenizas de la vaca alazana
- Fecha de publicación: Martes, 20 Diciembre 2016, 11:50 horas
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Muchos eruditos de la profecía bíblica creen, que el pueblo judío reinstituirá los sacrificios de adoración antes de la venida del Mesías. Sin embargo, para que los sacrificios de animales puedan volver a llevarse a cabo, primero debe erigirse un santuario en el monte del templo y reinstituirse el sacerdocio. Es necesario que se hagan estas cosas antes que los israelíes puedan celebrar sus ceremonias religiosas como parte de su culto de adoración.
Pese a todo, aunque se instituyera el sacerdocio y se erigiera el templo, el pueblo judío no podría ofrecer los sacrificios sin antes purificar el templo, sus utensilios y a los sacerdotes con las cenizas de la vaca alazana. Pero... ¿Qué son las cenizas de la vaca alazana? ¿Cuál es la historia, liturgia y significado profético que encierran estas cenizas?
El sacrificio de la vaca alazana es el más místico de todos los sacrificios prescritos por Dios a Moisés en el monte Sinaí. Aunque esta ceremonia era la que se practicaba más comúnmente como parte de la liturgia religiosa del pueblo judío, y tocaba de continuo la vida de cada familia, era la menos comprendida.
De acuerdo con las enseñanzas de los rabinos, ni siquiera el rey Salomón quien conocía todas las ordenanzas del templo pudo comprender el significado del sacrificio de la vaca alazana. Aseguran que él lo admitió en Eclesiastés 7:23 al escribir: "Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí".
Según ellos, Salomón estaba refiriéndose al significado espiritual de la ceremonia que rodeaba las cenizas de la vaca alazana. Y si este rey, quien fuera el hombre más sabio que viviera jamás sobre la faz de la tierra, no pudo entenderlo, entonces nos atrevemos a decir con cierto grado de confianza que ni los sacerdotes ni mucho menos el pueblo judío lo entendían, como tampoco lo comprenden muchos teólogos cristianos de nuestra generación.
Esta fue la ordenanza que le diera Dios a Moisés: "Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha prescrito, diciendo: Dí a los hijos de Israel que te traigan una vaca alazana, perfecta, en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo; y la daréis a Eleazar el sacerdote, y él la sacará fuera del campamento, y la hará degollar en su presencia. Y Eleazar el sacerdote tomará de la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces; y hará quemar la vaca ante sus ojos; su cuero y su carne y su sangre, con su estiércol, hará quemar. Luego tomará el sacerdote madera de cedro, e hisopo, y escarlata, y lo echará en medio del fuego en que arde la vaca. El sacerdote lavará luego sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después entrará en el campamento; y será inmundo el sacerdote hasta la noche. Asimismo el que la quemó lavará sus vestidos en agua, también lavará en agua su cuerpo, y será inmundo hasta la noche. Y un hombre limpio recogerá las cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento en un lugar limpio, y las guardará la congregación de los hijos de Israel para el agua de purificación; es una expiación... Y para el inmundo tomarán de la ceniza de la vaca quemada de la expiación, y echarán sobre ella agua corriente en un recipiente... Les será estatuto perpetuo; también el que rociare el agua de la purificación lavará sus vestidos; y el que tocare el agua de la purificación será inmundo hasta la noche" (Num. 19:1-9, 21).
Según la Biblia, la vaca alazana...
Debía ser perfecta
No tener falta
Que nunca se le hubiera puesto yugo.
El sacrificio...
Debía llevarse a cabo fuera del campamento
La sangre debía rociarse siete veces enfrente del tabernáculo
La vaca debía quemarse por completo delante del sacerdote
Al fuego debía añadírsele madera de cedro, hisopo y escarlata
El sacerdote debía lavar sus vestidos y también su cuerpo con agua
El agua ...
Tenía que ser preparada por un hombre limpio
Quien recogía las cenizas
Le añadía agua a las cenizas
Las ponía fuera del campamento en un lugar limpio
El agua era para la congregación de Israel
Lavaba sus ropas y se bañaba
Según la historia judía se sacrificaron siete vacas alazanas. La primera, claro está, fue inmolada en el desierto, en el monte Hor, bajo la dirección de Moisés, mientras que a la séptima se le dio muerte exactamente antes de que los romanos destruyeran el templo de Jerusalén en el año 70 de la era cristiana. Esas cenizas fueron enterradas por los sacerdotes en algún lugar cerca de Qumrán.
Así como los rollos del mar Muerto fueron encontrados en una cueva en el área de Qumrán, quizá algún día también se descubrirá una urna o recipiente de arcilla llamada "kalal" en hebreo, que contenga las cenizas de la vaca alazana. Cuando esto suceda, entonces podrá reinstituirse el sacerdocio judío. La aparición de estas cenizas sería uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes en la historia.
El significado de este sacrificio
Hay varias cosas altamente significativas relacionadas con este sacrificio que debemos considerar. Primero que todo el animal que debía ofrecerse en holocausto era una hembra, siendo que todos los otros animales para sacrificios eran machos. Esta ofrenda era de una vaca, no de buey o de toro. Debía ser una vaca alazana, sin mancha alguna - es decir, que tenía que ser una vaca de color canela que no tuviese un solo pelo blanco o negro en ninguna parte de su cuerpo. Además, debía ser un animal sobre la que nunca se hubiese puesto yugo, ni siquiera incluso un pedazo de tela. La vaca debía estar en la plenitud de su vida, y que nunca hubiese tenido crías.
De acuerdo con los anales históricos judíos, cuando Dios le dio las ordenanzas a Moisés para que estableciera este sacrificio, se encontró una vaca alazana joven que le fue llevada a Eleazar, el sacerdote. Aunque Aarón, el sumo sacerdote, había sido designado para llevar a cabo todos los otros sacrificios, no le estaba permitido realizar éste, sólo observar la ceremonia.
Estos anales judíos relatan que Eleazar tomó el animal y lo sacó fuera del campamento en dirección al oriente. En cierto lugar se encontraba preparada una pila de leña con una abertura de entrada en la parte oeste en donde colocó la vaca. Dándole muerte con la mano derecha, tomó la sangre con su mano izquierda. Siete veces empapó su dedo en ella y la roció hacia la parte delantera del tabernáculo, hacia el Lugar Santísimo.
Eleazar encendió el fuego, y pronto estallaron las llamas. Tomó un pedazo de madera de cedro, una rama de hisopo y un pedazo de lana escarlata y los arrojó en el fuego. La vaca continuó quemándose hasta que quedó completamente calcinada y sus restos fueron reducidos a cenizas por medio de palos o mazos de piedra. Antes que el animal fuese quemado, el sacerdote la abrió completamente y usó partes de su cuerpo para mezclarlas con arcilla. Preparó un recipiente o urna de arcilla para colocar allí las cenizas de la vaca alazana. Esta urna en hebreo se llama "kalal".
La primera vaca alazana fue sacrificada durante los días de Moisés cuando el pueblo de Israel estuvo vagando en el desierto por 40 años. Las cenizas eran usadas para purificar cerca de 29 clases de inmundicias. De estas 29 impurezas, once se relacionaban con el contacto con cuerpos muertos. Ahora, sabemos que el rociar a alguien con las cenizas de una vaca alazana, no descontamina ni limpia físicamente a una persona. Por lo tanto, es obvio que este ritual era la semblanza de algo de un significado espiritual mucho mayor.
Pero... ¿Cuál es esa semblanza espiritual simbólica especial? Los eruditos creen que este sacrificio es una representación profética del sacrificio de nuestro Salvador Jesucristo. Consideran que toda la raza humana está espiritualmente contaminada delante de Dios y que debe finalmente purificarse para quedar limpia, con la sangre de nuestro bendito Salvador el Señor Jesucristo, cuyo sacrificio en la Cruz fue el cumplimiento profético de las cenizas de la vaca alazana.
El escritor del libro de Hebreos se refirió a las cenizas de la vaca alazana cuando dijo: "Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?"(Heb. 9:13,14).
El paralelismo aquí es muy significativo. El Señor Jesucristo cumplió con todos los sacrificios cuando derramó hasta la última gota de sangre sobre la Cruz del Calvario. Note que la vaca alazana era inmolada fuera del campamento. Asimismo el Señor Jesucristo fue sacrificado fuera de los muros de la ciudad. Su sacrificio sobre el Calvario sirve para santificar y purificar la conciencia de todos los que creen en Él, mientras que las cenizas de la vaca alazana santificaban o purificaban la carne. Este fue el mismo significado espiritual que le diera David, por eso escribió: "Purifícame con hisopo y seré limpio; lávame y seré más blanco que la nieve" (Sal. 51:7).
El hisopo y el agua eran usados para la aplicación de las cenizas de la vaca alazana. El profeta Isaías también se refirió así al significado espiritual de esta ceremonia: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta; si vuestros pecados fueran como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana"(Is. 1:18).
Junto con la vaca alazana también se quemaba un pedazo de lana escarlata y sus cenizas se convertían en parte de las cenizas de la vaca. ¡Cuán significativo es que la muerte del Señor Jesucristo cumpliera con la tipología dada en el sacrificio de la vaca alazana! Hay otro paralelo fascinante para comparar en la doctrina del Antiguo Testamento en relación con las cenizas de la vaca alazana, ceremonial que era considerado como el más místico de todos los rituales judíos.
El sacrificio de la vaca no se hacía sobre el altar de bronce o dentro de los predios del templo. Se ejecutaba fuera de los muros de la ciudad, en el valle del Cedrón, en el monte de los Olivos, y era similar a otros dos sacrificios: la ceremonia del macho cabrío que debía remover toda la culpa personal de los israelitas y la de la avecilla viva que se mojaba con sangre y aguas corrientes y se dejaba libre en el campo después que se usaba para la purificación de la lepra.
"Y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío en el desierto"(Lev. 16:21,22).
"Y tomará el cedro, el hisopo, la grana y la avecilla viva, y los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas corrientes, y rociará la casa siete veces. Y purificará la casa con la sangre de la avecilla, con las aguas corrientes, con la avecilla viva, la madera de cedro, el hisopo y la grana. Luego soltará la avecilla viva fuera de la ciudad sobre la faz del campo... Esta es la ley acerca de toda plaga de lepra y de tiña" (Lev. 14:51-54).
Pero veamos ahora cuál era la similitud de estos tres sacrificios: El del macho cabrío, la avecilla y el de la vaca alazana. El macho cabrío era soltado vivo en el desierto, la avecilla después de ser empapada en sangre y agua era soltada en el campo y la ceremonia de la vaca alazana se celebraba en una montaña. Lo similar de estos sacrificios era que ninguno de los tres podía realizarse dentro del santuario. En otras palabras, esto indicaba que la dispensación del Antiguo Testamento no tenía dentro de su santuario provisiones reales para satisfacer las necesidades espirituales que señalaba simbólicamente. Su significado espiritual yacía más allá del santuario y más allá de sus símbolos.
La muerte espiritual como consecuencia de la caída de Adán, el pecado y la culpa personal, era algo que iba más allá de las provisiones que brindaba el templo. Estas tres ceremonias judías eran semblanza profética de Aquel que habría de venir - del Señor Jesucristo. Cada muerte, cada caso de lepra y cada día de expiación eran un llamado al Mesías venidero. Las cenizas de la vaca alazana se guardaban en una urna o "kalal" ante la puerta este del tabernáculo.
Cada vez que una persona se contaminaba ceremonialmente, podía llegar ante el sacerdote a cargo de las cenizas de la vaca alazana para pedir ser purificado. El sacerdote tomaba un poco de esas cenizas del "kalal" y las rociaba sobre un recipiente con agua. Esta agua luego se usaba para purificar a la persona contaminada, quedando así limpia después de esta ceremonia.
Como sólo se tomaba una porción muy pequeña de las cenizas para cada ocasión, éstas duraron muchos años, pero lógicamente llegó un día en que su cantidad disminuyó. Cuando llegó ese momento se buscó otra vaca alazana y se designó a un sacerdote para que la sacrificara. Como al sumo sacerdote no le estaba permitido realizar este sacrificio, por eso era necesario nombrar a otro aunque él debía atender a la ceremonia y observar su ejecución.
Cuando se sacrificó la segunda vaca alazana, sus cenizas se mezclaron con las de la primera que estaban en la urna, luego la tercera después de otro período de muchos años, y sus cenizas igualmente se mezclaron en la urna con los de la segunda y de la primera. A lo largo de un período de 1.500 años - desde los días de la jornada en el desierto hasta el tiempo del Señor Jesucristo - se sacrificaron siete vacas alazanas.
De acuerdo con los rabinos, la séptima fue inmolada exactamente antes de la destrucción del templo por los romanos en el año 70 de la era cristiana. Se halla registrado en los anales históricos judíos que el sacerdote ante la presencia de los romanos tomó el "kalal" o urna de arcilla en que se guardaban las cenizas y las enterró en algún lugar cerca del área del Qumrán. Luego tomó un rollo de cobre, registrando en él la ubicación secreta de la urna.
Se aegura asimismo, que en el año 70 de la era cristiana, los sacerdotes también enterraron todos los utensilios de oro y plata y demás tesoros del templo. El paradero de estos tesoros estaba detallado en un rollo de cobre que fue más tarde escondido en una de las cuevas ubicadas en el área de Qumrán.
Este rollo de cobre en el que se hallaba registrado el paradero de las cenizas de la vaca alazana, permaneció sin haber sido tocado por cerca de dos mil años, para ser descubierto en 1952. Hoy se encuentra en un museo en Ammán, Jordania. En él se halla detallado la ubicación de 138 toneladas de oro y plata de los tesoros del templo. Pero lo más importante es que según aseguran, ofrece la ubicación de las cenizas de la vaca alazana.
Vendyl Miller Jones, nació en Texas, Estados Unidos en 1930 y falleció en el 2010. Recibió un doctorado en teología en el Seminario Teológico Bautista y recibió estudios avanzados en el Museo Bíblico Bowen. En 1964, el Diario de Estudios del Oriente Cercano publicó el descubrimiento de unas Tabletas de Mármol en Beirut, Líbano, y también detallaba el descubrimiento del Rollo de Cobre en la cueva número tres en la Banca Occidental en Qumram, en el cual se mencionan 64 artefactos sagrados en los que estaban incluidos el Tabernáculo y el Arca del Pacto.
Este descubrimiento inspiró a Vendyl Jones para buscar el aceite sagrado que se usaba en la unción en el templo y el incienso, y fue así como en 1967, se trasladó con su familia a Israel y se involucró en expediciones arqueológicas en ese territorio, conduciendo ocho excavaciones en Qumran.
En 1988 su grupo descubrió una pequeña jarra del período Herodiano en una caverna cerca de Qumram, la que contenía el aceite que era usado para la unción de los reyes en Israel. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos no pudo descubrir el “kalal” con las cenizas de la vaca alazana.
Tan pronto sean localizadas estas cenizas, las mismas serán entregadas al jefe de los rabinos de Israel. Autoridades religiosas creen, que su aparición podría cambiar la naturaleza política del entero Medio Oriente, y que de hecho podría traer la paz entre los árabes y los israelitas.
Pero... ¿Por qué? Bueno, porque de acuerdo con El Corán - el libro sagrado de los musulmanes - la persona que posea las cenizas de la vaca alazana, el "Par'a Adama", como si allí le llaman los árabes, también tendrá el derecho para gobernar sobre todo el territorio. Hoy, los árabes consideran que los judíos los han despojado de su lugar. Sin embargo, Dios simplemente le devolvió la tierra prometida a sus dueños originales. Si las cenizas llegaran a estar en posesión de Israel, los árabes podrían admitir que ésto es la voluntad de Alá. Los países religiosos musulmanes podrían entonces considerar que de acuerdo con el Corán, Israel tiene derecho a existir y derecho a poseer el territorio.
Además, una vez que estas cenizas estén en poder de los rabinos judíos, ellos se verán obligados a reinstituir el sacerdocio. Es posible entonces que los árabes les permitan a los israelitas que adoren en el monte del Templo, al norte de la Cúpula de la Roca. De ahí la importancia tan grande de estas cenizas.
El profeta Ezequiel profetizó que en los últimos días Israel regresaría a su territorio natal y que serían purificados. "Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré" (Eze. 36:25). Se cree que el "agua limpia" a que se refiere Ezequiel es el "agua de purificación"que se preparaba con las cenizas de la vaca alazana. De acuerdo con la ley mosaica, el pueblo y los sacerdotes sólo pueden ser limpios mediante el rociamiento de esta agua. Sólo de esta forma puede santificarse el templo y sus utensilios dejando todo listo para los sacrificios de adoración.