El caos de la generación actual
- Fecha de publicación: Jueves, 02 Agosto 2018, 12:37 horas
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Estamos viviendo en tiempos difíciles, mucho más peligrosos que los que vivieron otras generaciones antes que nosotros, lo cual ha desencadenado una tormenta de apostasía para la cual muy pocos están preparados. Todo lo que hay que enfrentar, y la falta de preparación para hacerle frente a estas dificultades, son en parte culpa de las generaciones anteriores, de esos de mayor edad entre el Cuerpo de Cristo.
Esto de ninguna manera implica, que cada generación no es responsable por sus propios pecados, porque la Escritura declara: “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado” (Deuteronomio 24:16). Asimismo dice Ezequiel 18:20: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”. Tampoco quiere decir que ellos son simplemente víctimas de la cultura y el medio en que vivimos.
Escuche lo que Dios le dijo a los israelitas: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:4–7).
“Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos” (Deuteronomio 4:9-10)
“Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas; para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra” (Deuteronomio 11:19-21)
Los cristianos que consideramos la Biblia como la única autoridad en todo lo que se refiere a la fe y a la práctica de ella, comúnmente somos conocidos como evangélicos. En otras palabras, la Biblia es nuestra guía en todos los asuntos de esta vida. Sin embargo, este no es siempre el caso, porque muchos quienes profesan ser evangélicos no lo son en realidad
¿Qué padre de familia creyente, puede decir sinceramente que ha cumplido totalmente con las instrucciones que Dios le dio a los Israelitas de enseñar “diligentemente” a sus hijos en la Palabra de Dios? Si reflexionamos honestame respecto a cada uno de nuestros hijos adultos, estoy seguro que la gran mayoría de nosotros terminaría por decir que “Podríamos haber hecho un mejor trabajo”
Aunque sabíamos que instruirlos en el Señor era lo más importante que deberíamos haber hecho, muy a menudo tal instrucción se redujo a las clases dominicales y a programas para jóvenes iniciados por la iglesia, y dirigidos por pastores o diáconos. Eso no quiere decir que estas experiencias estuvieron de más, ya que algunas de ellas bendijeron a nuestros hijos profundamente. El problema básico es, que en cierta manera evadimos nuestra primera responsabilidad de instruirlos personalmente en los caminos del Señor y permitimos que la iglesia se hiciera cargo de esto, hasta el extremo de convertirla en una “niñera espiritual”.
La culpa no es necesariamente algo único de uno u otro de nosotros, sino que es práctica común hoy en día entre los evangélicos. Sin embargo, el resultado ha tenido consecuencias graves ya que se ha producido una generación de analfabetos bíblicos. Ellos tienen Biblias y saben leer, pero muy raramente ponen las dos cosas juntas, y esto produce un dilema. El apóstol Santiago nos exhorta a que seamos “hacedores de la palabra” y no solamente “oidores”.
Obviamente si no conocemos la Palabra de Dios, no podemos hablar de lo que no sabemos. Además muchos, en lugar de leer su Biblia y estudiarla usando un diccionario bíblico y una concordancia, confían más en lo que otros les dicen, que en lo que enseña realmente la Escritura. Están conformes con estudiar solamente ciertas partes que apelan a su propia carnalidad y se sienten satisfechos con ese conocimiento limitado.
Hebreos 5:11-14 parece que le estuviera hablando específicamente a esta generación, dice: “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:11–14).
Esas personas que en realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, todavía necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la Palabra de Dios. Dicho de otro modo, precisan de leche en vez de alimento sólido. El que se sustenta sólo de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, la comida sólida es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su percepción espiritual. Es trágico que esta condición sea tan prevalente entre los cristianos de hoy en día.
¿Trágico?... ¡Sí! En primer lugar uno se hace esta pregunta: Si ellos fueron instruidos en las Escrituras... ¿creyeron realmente en el Evangelio, en las buenas nuevas de que Jesús pagó la pena máxima por sus pecados y que ofrece salvación a la humanidad como un regalo que debe ser recibido por gracia a través de la fe solamente confirmando lo que enseña la Biblia en estos versículos?
“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:10).
“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3).
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8–9).
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo” (Hebreos 2:17).
Aunque la aceptación de esta maravillosa verdad, de que la vida eterna con Jesús requiere solamente de una fe tan inocente como la de un niño, el existir para Él es un proceso de crecimiento que empieza con el nuevo nacimiento y después de esto avanza progresivamente hacia la madurez espiritual. Ese es el plan bíblico. Sin embargo, para la generación actual de creyentes, su desarrollo es limitado. Las razones por esta condición son numerosas.
Durante las últimas tres décadas, muchos han experimentado el cristianismo en un ambiente que realmente ha sido más entretenimiento que la enseñanza real de las Escrituras, todo acompañado por una falta de disciplina de aquellos que atendían los servicios. Esto significa que esta generación es el producto de lo que la iglesia ha estado haciendo en los últimos tiempos, es decir de utilizar métodos seculares, técnicas que se emplean en el mercado laico con el único propósito de llenar las bancas de las iglesias con gente que realmente no está interesada en la Palabra de Dios, manteniendo una asistencia gracias a sistemas y tácticas que se usan para atraer a consumidores seculares.
El énfasis ha sido el “mantener a los asistentes satisfechos”, utilizando cualquier clase de métodos para lograr este propósito, lo cual incluye el diluir el contenido bíblico para así competir con otras iglesias que también están interesadas en atraer a la juventud. Los salones de juegos de algunas de las mega iglesias en Estados Unidos, no tienen nada que envidiar a las salas de juegos más populares. La mentalidad mercantil de “hacer hasta lo imposible para atraer y mantener a los jóvenes en la iglesia” refleja la táctica de “atraer para después enseñar”. En la mayoría de los casos, los juegos, música y entretenimiento son prácticamente idénticos a los del mundo. La música va acompañada de efectos especiales de luces y sonido, con bailes y danzas exactamente iguales a las que pueden verse en los conciertos de rock. El resultado es que millones de jóvenes profesan y practican un cristianismo superficial, vacío de conocimiento espiritual.
Por otra parte, en América Latina ahora cuando las personas son “golpeadas en el ‘espíritu’” no sólo caen al suelo, se contorsionan, gritan, gruñen y hacen gestos grotescos, sino que ahora practican el “zapateo en el espíritu”. Este cristianismo nominal y frívolo ha contado con muchos colaboradores. Aún en situaciones donde el contenido espiritual ha impactado a nuestra juventud, muy a menudo ha sido aceptado solamente porque la personalidad del pastor o maestro capturó la imaginación de los jóvenes debido al carisma de quien les enseñaba, tal como ha ocurrido en las iglesias de Rick Warren y Joel Osten en Estados Unidos y otras similares en otros países. Aunque tal situación no es exclusiva de la nueva generación, produce el efecto total de limitar el crecimiento espiritual del creyente.
Si uno acepta cierta doctrina solamente porque fue persuadido por un instructor carismático, entonces, eso crea una dependencia en tal instructor o maestro, en vez de estar arraigado en el entendimiento de las Escrituras. El creer en algo porque alguien lo dijo, es tener una fe prestada, una fe que no es de uno, que no nos pertenece porque no la ha desarrollado uno mismo. Esa clase de creencia, no solamente es errónea sino que no fortalece la fe del creyente. Además, puede estar ligada o asociada al estado espiritual de la persona que enseñó tal doctrina, y si tal pastor o instructor falla moral o doctrinalmente, pues también afectará a sus seguidores.
Otro tipo de fe adquirida, y también potencialmente destructiva, es la que una persona adquiere “por lo que ha oído” a lo largo de su vida, de parte de sus padres, amigos y maestros, sin que haya habido un interés genuino y personal de su parte por estudiar la Biblia. Aunque las Escrituras dicen que la fe “viene por el oír”, también declara “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).
Si el engaño es un problema potencial para la persona que escucha la Biblia pero no hace lo que la Palabra dice, ¿qué se puede decir de aquellos quienes incidentalmente escuchan la Palabra de Dios y adquieren nada más que un conocimiento superficial? La ignorancia puede ser una ventaja para algunos, pero en lo que se refiere a las Escrituras lo que ocurre es que el individuo queda a merced del enemigo.
La Espada del Espíritu - la Palabra de Dios, es la única arma formidable para combatir a ese al que la Biblia llama: “Mentiroso y padre de mentira”, quien “anda como león rugiente buscando a quien devorar”. Por lo tanto, ¿qué se puede decir de aquellos quienes ni siquiera pueden manejar la Espada del Espíritu y cuyo cristianismo ha sido formado por las condiciones que hemos mencionado anteriormente? Cuando uno suma todo, tiene inexorablemente que llegar a la conclusión de que estos individuos son analfabetos bíblicos y que están a la merced del adversario de Dios.
Pastores jóvenes evangélicos han expresado su preocupación, respecto a que el uso acelerado de la Internet con todos sus adelantos tecnológicos, ha aumentado el problema y ha hecho mucho más difícil ministrar e instar a los jóvenes para que estudien la Biblia seriamente, porque la Internet ha incrementado el apetito de gratificación inmediata. También se puede notar que estos individuos admiten que están deficientes en su entendimiento de las Escrituras, lo cual los lleva a otros problemas: como por ejemplo son intimidados muy fácilmente por aquellos quienes les dicen que dejen las preguntas bíblicas a los expertos y a los eruditos en la materia, y segundo estos jóvenes tienden a buscar los últimos libros “cristianos” para “ponerse al día” en su conocimiento bíblico, en vez de dedicar el tiempo necesario para escudriñar la Biblia por sí mismos. Es decir, nuevamente vemos que estos individuos están expuestos al engaño.
Si este escenario real, en lo que concierne a la actual generación de evangélicos suena desconcertante, entonces debemos prepararnos para enfrentar el resto de los problemas que ellos van a tener que confrontar. Cuando le preguntaron al Señor Jesucristo acerca de los últimos días, sus primeras palabras fueron, “... Mirad que nadie os engañe” (Mateo 24:4).
En Lucas 18:8, destacó aún más la urgencia de esta situación cuando dijo: “... Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8b). Hizo hincapié en que cuando Él regrese, la fe, el cumplimiento verdadero de la Palabra de Dios en la vida del creyente, será deficiente. Las Escrituras abrumadoramente declaran que la apostasía de la iglesia seguirá en aumento, conforme se aproxime su segunda venida.
Nadie, excepto Dios sabe el tiempo exacto del retorno del Señor Jesucristo por Su Iglesia, su Esposa, para llevarla al cielo, pero conforme la apostasía va en aumento, el día del rapto de la Iglesia se hace más inminente. Esta apostasía principalmente incluirá creencias y obras engañosas, muchas de las cuales tendrán un disfraz de espiritualidad pero la realidad es que estarán totalmente opuestas a lo que la Biblia enseña. “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12).
Estos caminos engañosos son enseñados por apóstatas, por cristianos que han sido engañados, o tal vez por creyentes sinceros que han caído en la apostasía sin percatarse de la magnitud del engaño. Tal como anticipó el apóstol Pablo: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hechos 20:28-31).
Esta religión universal falsa no ha llegado repentinamente. Su preparación empezó con la caída de la humanidad en el pecado y culminará después del rapto de los de creyentes poco antes del comienzo del reino de siete años del Anticristo.
Pero... ¿Será que la apostasía ha atrapado los corazones y las mentes de esta generación joven de evangélicos? Ciertamente hay muchos que no han sucumbido a este gran engaño, pero deben prepararse y estar equipados para fortalecer su fe y perseverar en ella. No cabe duda que ha sido el amor que tienen por el Señor Jesucristo y por la gracia de Dios, lo que los ha mantenido espiritualmente fuertes hasta ahora. Además se puede decir que en lo que se refiere a la juventud, existen señales optimistas ya que muchos han expresado el deseo de ver el Cristianismo Bíblico manifestado en sus vidas a medida que ellos continúan sus caminos con el Señor y también expresan poder lograr un entendimiento más profundo de Su Palabra.
Sin embargo, tenemos que admitir que realmente son pocos los que verdaderamente están preparados para la guerra espiritual que se avecina y que los tiempos difíciles sólo van a intensificarse. Aunque esta próxima generación no fuese esa durante la cual regresará el Señor, de todas maneras va a tener que enfrentar y confrontar condiciones sin precedentes a generaciones previas.
Son multitudes también los que se han desviado de la Palabra de Dios, debido a enseñanzas falsas que incluyen la obsesión de la sociedad por la “auto estima” - la necesidad de amarnos a nosotros mismos, siempre con el temor de que sino seguimos el flujo de la corriente, nos consideren unos intolerantes.
También se manifiesta una falta de discernimiento entre las iglesias y los individuos, quienes permiten que la opinión de la mayoría oscurezca y opaque la verdad bíblica, tal como el caso de la aceptación de los matrimonios igualitarios entre personas del mismo sexo; mientras que la gran generalidad ha sucumbido al engaño de las seudo-ciencias de la evolución y la sicoterapia.
De igual manera hay multitudes que no tienen la habilidad de reconocer las herejías del movimiento de la iglesia emergente; el movimiento contemplativo y prácticas ocultistas y místicas; asimismo la idea de la prosperidad económica asociada con el movimiento de la sanidad interior. También existe una falta de entendimiento con respecto a la Teología de Reemplazo; el aumento de antisemitismo dentro de la iglesia; la práctica del yoga; el evangelio falso y los dogmas anti bíblicos de la iglesia católica romana; la tendencia y camino erróneo de ayudar a otros por medio de un evangelio social, eliminando la injusticia social y otros programas que eventualmente enseñan y practican la salvación por medio de las obras.
El Apóstol Pablo le escribió a Timoteo, su hijo espiritual en la fe y uno de los líderes pastorales que lo iba a seguir en su ministerio, estas palabras sobrias: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4).
Además de esta advertencia, Pablo también le dio a Timoteo estas instrucciones: “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:2).
Es nuestra oración que este ministerio y creyentes de esta generación, por medio de la gracia de Dios y la habilidad que nos da, nos acerquemos a la próxima generación de creyentes, ayudándolos en su caminar con el Señor, proveyéndoles información donde la necesidad exista y, lo más importante, ayudarlos y alentarlos en el diligente estudio de la Palabra de Dios, recordando siempre que somos sacerdotes delante de Él.
Tenemos el privilegio y la responsabilidad de acercarnos y presentarnos ante Dios como un sacrificio “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1). Y ofrecerle sacrificios espirituales “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2:4-5).