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Las elecciones no han acabado

  • Fecha de publicación: Lunes, 16 Noviembre 2020, 04:13 horas
Por Chris Farrell, un antiguo oficial de contrainteligencia. Desde hace 20 años es director de Investigaciones de Judicial Watch. Las opiniones expresadas son sólo del autor, no necesariamente de Judicial Watch
(Publicado por Gatestone Institute)

Los medios no determinan el resultado de las elecciones. Los gobernadores de los estados enviarán electores a Washington DC a principios de diciembre. Eso es el Colegio Electoral, y esa votación será la que decida la elección presidencial. Así pues, la batería de reportajes, noticias, proyecciones y suposiciones sobre la nueva Administración Biden no es sino una operación informativa para condicionar psicológicamente a la opinión pública a fin de que acepte la designación de Biden-Harris como un fait accompli - es decir un hecho consumado.

Las elecciones no han terminado aún. Quizá desee el presidente Trump renunciar a los clubes de golf y regresar para arengar a sus seguidores.

Como predije y expliqué en: “Cómo robar unas elecciones” (partes I, II y III), la izquierda ha fabricado esta sesión electoral (frente al “día” que precisa el Código federal norteamericano), y los periodistas de los medios han empezado a machacar con el mantra del “presidente electo Biden”. ¡Paparruchas!

Que el presidente Trump se haya ido a Sterling, Virginia, a jugar al golf en uno de sus clubes no ayuda.  No genera confianza entre los miembros de su equipo de campaña y los cuadros de partido que necesita para dar la batalla en los estados y cambiar las tornas.  Rudy Giuliani está en Filadelfia bramando y el presidente, jugando al golf.  No puedes hacer que alguien quiera la Presidencia.

En el mundo de la inteligencia denominamos “indicios y alertas” a esta clase de comportamientos. La conducta mostrada es un indicativo (si bien no una garantía) de la intención subyacente. ¿Acaso el presidente Trump está acabado? ¿Quizá ya ha tenido bastante? No lo sé.

Lo que sí sé es que, si verdaderamente quiere poner en cuestión los resultados en Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Nevada y Arizona (puede que incluso en Virginia), el presidente Trump debe volver a la campaña y celebrar mítines en esos estados. La mejor manera de motivar al electorado, a quienes cuentan los votos y a los jueces que deciden en los tribunales es dar la cara.  Se dice que Woody Allen  director, escritor, actor y comediante estadounidense, cuya carrera abarca más de seis décadas con una filmografía de más de 45 películas dijo: “El 80% de la vida consiste en hacerse visible”.  Se dice que Thomas Edison, inventor, científico y empresario norteamericano, comentó: “El 90% del éxito de un hombre en los negocios consiste en transpirar”. Personas muy diferentes, pero lo que dicen tiene consistencia.  Quizá el presidente Trump desee reconsiderar su tiempo libre, si lo que quiere es revertir exitosamente el guionizado resultado de los comicios.

Entre tanto, se habla mucho de conceder. De nuevo, paparruchas. No hay nada legal o formalmente significativo, relevante o vinculante en la concesión. Se trata de la pueril fijación mediática con la humillación de Trump. Quieren verle delante de las cámaras reconociendo su derrota. De una vez y para siempre. La opinión pública norteamericana verá ese vídeo una y otra vez a lo largo de la próxima década, para que todo el mundo sepa que nunca jamás se volverá a permitir a ningún outsider (extraño) ser presidente. ¿Queda claro? ¡Nunca!   Los americanos ignorarán que los japoneses se rindieron ante el general MacArthur en la II Guerra Mundial, pero por supuesto que verán el discurso de concesión de Trump. Un montón de veces.

Seguiremos atentos a las lecciones de estas elecciones y a sus consecuencias (deseadas y no deseadas), pero en el próximo mes fíjese en qué hace personalmente el presidente Trump para hacer prosperar sus demandas y soluciones en lo relacionado con las artimañas e infracciones electorales. Las implicaciones van más allá del resultado de estos comicios, y atañen a si podemos tener algo de confianza en los sistemas electorales sin emprender una reforma radical en los estándares de veracidad y seguridad de los resultados electorales en pleno siglo XXI.

El presidente DEBE implicarse personalmente y DAR LA BATALLA.

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