El Gran Reinicio
- Fecha de publicación: Sábado, 23 Enero 2021, 07:30 horas
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Hay un dicho muy antiguo que se remonta a 1546, cuando John Heywood, un escritor inglés dijo: “No hay peor ciego que el que no quiere ver. Las personas más engañadas son las que optan por ignorar lo que ya saben”.
Esta frase describe muy acertadamente a la mayoría de los pastores de hoy, prácticamente en el mundo entero, pero particularmente en Estados Unidos. Incluso a muchos quienes predican en iglesias, cuyas declaraciones de fe enfatizan sus creencias en la infalibilidad de las Sagradas Escrituras.
Con una visión estrictamente terrenal para el futuro, y descartando todas las profecías bíblicas que declaran firmemente el Rapto de la Iglesia, la guerra de Gog y Magog, el período de la tribulación, la Segunda Venida del Señor Jesucristo y su Reino Milenial, estos líderes aseguran que la confusión presente, es parte de un ciclo recurrente de la historia, pero que las cosas volverán a la normalidad después de que pase la crisis actual, sin embargo no todos estamos de acuerdo.
El escritor David Horowitz, a pesar de su ateísmo, escribió en su libro Dark Agenda - Agenda Tenebrosa, advirtiendo acerca de la severa persecución que sufrirían los cristianos creyentes en la Biblia en Estados Unidos. Peter Koenig, un analista geopolítico, conferencista y economista quien trabajara para la Organización Mundial de la Salud, advierte constantemente a la gente, sobre la amenaza que representa El Gran Reinicio, que promulga y defiende el Foro Económico Mundial, y el peligro que revisten las vacunas contra el Covid19, a pesar de nunca ha dicho o insinuado, que es un creyente seguidor de Jesús.
¿Por qué los señores Horowitz y Koenig ven claramente la amenaza que se cierne sobre la humanidad, y por qué tantos pastores se niegan a reconocerlo? Aunque estos y otros escritores seculares no creen en la Biblia, advierten de un futuro que se asemeja en una forma increíblemente notable, a todo lo que dice el libro de Apocalipsis y otros textos proféticos de la Escritura.
Estas son luces rojas de advertencia que deberían alertar a todos los creyentes en el Señor Jesucristo sobre el Rapto de la Iglesia, y la tribulación que se aproxima.
¿Es que acaso el continuo horror del aborto que ha causado la masacre despiadada de incontables millones de vidas inocentes, no indica que el juicio de Dios debe estar justo en la puerta? En Norte América y otras naciones, sus líderes electos no sólo se han negado a prohibir esta práctica asesina y horrible, sino que también se mantienen al margen, mientras que las agencias de Planned Parenthood - Planificación Familiar, masacran a los bebés y venden las partes de sus cuerpos al mejor postor. Ustedes pueden estar seguros que esto es una abominación que seguramente hará descender la ira del Señor sobre esos países que la practican.
Dios está escuchando todos y cada uno de los gritos ahogados de los niños y niñas que están en el vientre de sus madres, cuando mujeres y hombres malvados los envenenan o desgarran sus preciosos cuerpos dentro del útero de sus madres. Asimismo ve las miradas angustiadas en los rostros de niñas y niños atrapados en los horrores del tráfico sexual.
¿Es que acaso somos tan ingenuos, como para asumir que el Señor no juzgará a esas naciones en el mundo entero que practican estas abominaciones que lo entristecen tan profundamente? ¿Somos tan tontos como para pensar que el Salmo 94 se refiere sólo al pasado lejano sin significado profético para el día en que nos encontramos? “¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad? A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan, y a tu heredad afligen. A la viuda y al extranjero matan, y a los huérfanos quitan la vida. Y dijeron: No verá JAH, ni entenderá el Dios de Jacob” (Sal. 94:4–7).
Desde el año 2012, el pastor Billy Graham le atribuyó a Ruth Graham, su esposa, esta frase: “Si Dios no castiga a Estados Unidos, tendrá que disculparse con Sodoma y Gomorra”. La maldad a la que se refirió, ha crecido exponencialmente desde que ella pronunciara esas palabras poco antes de su muerte.
No somos profetas, pero sabemos que la ira de Dios se cierne sobre Estados Unidos y el mundo entero. Esto lo estamos viendo ya en las divisiones y la confusión que se percibe. Estamos avanzando rápidamente en dirección al Marxismo a través del Gran Reinicio planteado por el Foro Económico Mundial.
El señor Peter Koenig, nacido en Londres, un experto en economía, quien ha escrito varios libros sobre la materia, de manera sorprendente se refiere al gobierno mundial venidero como la “bestia”, sin hacer referencia para nada a Daniel, o al libro de Apocalipsis.
El Foro Económico Mundial no hace ningún esfuerzo por ocultar su agenda comunista detrás de su impulso para El Gran Reinicio, que es nada menos que una transformación radical de la vida en el planeta tierra que esclavizará a todos los que estén vivos en ese momento.
James Delingpole un escritor inglés, periodista y columnista quien ha escrito para un buen número de publicaciones importantes, incluyendo el Daily Mail, Daily Express, The Times, The Daily Telegraph, The Spectator y Breitbart News, asegura, que el “COVID-19 ha proporcionado el pretexto perfecto para iniciar el comienzo de una toma de control globalista en prácticamente todos los aspectos de la vida humana”.
En otras palabras, dice: “El Gran Reinicio es el plan para una transformación completa de la economía mundial. No habrá dinero, no habrá propiedad privada, no habrá democracia. En cambio, cada decisión clave, tal como lo que usted hace para ganarse la vida, la cantidad de cosas que consume o si puede tomar unas vacaciones, lo decidirá una élite remota e inexplicable de expertos”.
¿Por qué tantos pastores y creyentes no ven los peligros detrás de lo que leen en las noticias, o reconocen la extraña semejanza de lo que escuchan con lo que el apóstol Juan escribió en el libro de Apocalipsis?
El Gran Reinicio es mucho más que el sueño utópico e irreal de los globalistas. Es el deseo ferviente de la mayoría de personas en Estados Unidos, algo que tanto los demócratas como los republicanos anhelan. Por eso el señor Donald Trump perdió las elecciones, porque se encontró prácticamente solo en su oposición contra la agenda marxista de la élite globalista. Por eso la mayoría de los republicanos en el congreso y el senado lo abandonaron. El gran fraude fue bien evidente en las pasadas elecciones.
John Forbes Kerry, un político norteamericano y diplomático, quien sirvió como secretario de estado desde el año 2013 hasta el 2017, abogado y exoficial naval, fue nombrado por el nuevo presidente como su enviado especial para el clima. Este señor confirmó recientemente su absoluta lealtad al presidente Biden, y a la agenda marxista del Foro Económico Mundial, asegurándole a las élites que la presidencia de Joe Biden avanzaría rápidamente hacia la agenda globalista del “Gran Reinicio”, con una velocidad e intensidad mayor, de la que muchos podrían imaginar.
También está bien claro, que ni el presidente Biden, ni el señor Harris tolerarán ningún indicio de desacuerdo en contra de su apoyo incondicional al aborto y la agenda de las lesbianas, bisexuales, gays, transexuales y diferentes. Sus declaraciones y nombramientos anteriores lo confirman, al igual que los consejos que muchos en el Congreso ya les han dado.
Bajo la administración del presidente Biden, cualquier iglesia que espere existir en Estados Unidos en su forma actual hasta el año 2025 cuando concluirá su mandato, sólo podrá lograrlo si está de acuerdo con la agenda radical de los demócratas con respecto a pastores y pastoras homosexuales, al transgénero infantil, la homosexualidad, la pedofilia y el aborto hasta el momento del nacimiento.
Todos esos que creen que los capítulos 6 al 18 del libro de Apocalipsis se cumplieron en un tiempo ya pasado, o se tratan de mero simbolismo, no quieren ver la miríada de señales que apuntan al hecho de que estos capítulos pronto se convertirán en una realidad en nuestro mundo. La evidencia de que vivimos en los últimos días es abrumadora, sin embargo, muchos permanecen ciegos a lo que ven.
Repiten el error de los fariseos y saduceos que no reconocieron las señales que demostraban que su Mesías estaba entre ellos. “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!” (Mat. 16: 1-3).
La anarquía de nuestros días, el apoyo generalizado de los líderes mundiales al siniestro Gran Reinicio y el engaño, están proclamando a gritos la cercanía de la tribulación. El énfasis en la paz y la seguridad, conforme se acerca el día del juicio de Dios nos dice que queda poco tiempo, para que tenga lugar nuestra partida para estar para siempre con Jesús. “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tes. 4:13–17).
Estas señales que el Señor Jesús nos dio de su venida, describen con precisión el día en que vivimos. Es como si leyéramos en una computadora los titulares de las noticias. “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)” (Mat. 24:3–15).
En el versículo 15, el Señor se refiere a la profanación que cometerá el Anticristo a mediados de la tribulación. El Instituto del Templo en Jerusalén ha recreado ya todo el mobiliario para el tercer templo, con excepción del Arca del Pacto, pero ya tiene diseños arquitectónicos a este respecto y están entrenando a los levitas para que actúen como sacerdotes en este lugar de adoración.
Basándonos únicamente en los escritos de los señores Peter Koenig y Klaus Schwab, el fundador y el director del Foro Económico Mundial respectivamente, podemos percibir que la planificación de los globalistas detrás de la identificación ID2020, y futuras vacunas, tiene una notable similitud con la marca de la bestia, tal como se describe en Apocalipsis 13:15-18.
Estos planes incluyen la implantación de un chip que contiene datos personales, el que se conectará instantáneamente a una base de datos distante con toda la información personal y financiera de cada uno de nosotros. Una vez que estas cosas se conviertan en realidad, será solo un pequeño paso para que el Anticristo requiera su marca para las compras y ventas en todo el mundo.
Dios no necesita escribir Su mensaje del juicio inminente sobre la pared, tal como lo hizo con el rey Belsasar en la antigua Babilonia. Él ya ha revelado claramente sus advertencias para que todos las vean en su Palabra, la Biblia, sin embargo son muy pocos los que reconocen su importancia para el día de hoy.
El profeta Jeremías escribió: “Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz” (Jer. 6:14). Si el profeta estuviera vivo hoy, creemos que de manera similar les haría una advertencia a los pastores que ignoran las señales del juicio inminente de Dios y el próximo regreso del Señor, e insisten en que algún día toda la vida volverá a la normalidad como siempre ha sido en el pasado, y como afirmó hace unos años el expresidente Barack Obama, anticipando una pandemia exactamente igual a la que estamos enfrentando hoy.
Todo lo que sabemos por las Escrituras llena de esperanza y consuelo a los creyentes, pero sólo “cura levemente la herida” de esos que enfrentan desastres económicos, aflicciones personales por el covid-19, tragedias, restricciones draconianas y pánico falsificado.
La buena noticia es que servimos a un Señor asombroso y soberano que controla la historia y quien un día reinará sobre todas las naciones del mundo. No sorprende la loca carrera de los líderes mundiales hacia un gobierno global. El Señor reveló hace mucho tiempo que esto sucedería en los últimos días tal como vemos que está ocurriendo ante nuestros ojos.
El mejor consuelo que tenemos en estos tiempos peligrosos es que Jesús vendrá para llevarnos al lugar que está preparando para nosotros y sobre lo cual nos dijo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:1–3).