¿Qué tienen en común Balaam y los "amigos" de Job?
- Fecha de publicación: Miércoles, 13 Marzo 2013, 02:18 horas
- Publicado en Temas Bíblicos /
- Visitado 31089 veces /
- Tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente /
- Imprimir /
Hemos lanzado esta interrogante por radio, pero nadie la pudo contestar en su totalidad, aunque varios anduvieron muy cerca. Si no conoce a Balaam ni sabe lo de los “amigos” de Job, permítame explicar en pocas palabras, que la historia de Balaam la podrá leer en los capítulos 22 al 24 de Números. Balaam fue invitado para maldecir a Israel y a cambio recibiría una remuneración muy tentadora, de parte de Balac, rey de Moab.
Pero sucedió algo muy extraño, que seguramente Balaam nunca imaginó siquiera. Cada vez que abría la boca para lanzar sus maldiciones, le salían bendiciones. ¡Pobre Balaam y pobre también quien lo alquiló! Ambos en cuanto a negocio, salieron perdiendo.
En lo que respecta a Job y sus... “amigos”, la similitud radica en el hecho que en ambos casos Dios controló, tanto a Balaam como a esos amigos de Job. Balaam se vio obligado a bendecir en lugar de maldecir, tal como dice en Números 23:23: “Porque contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios!”. “Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba” (Dt. 23:5). Si leemos con cuidado el libro de Job, notaremos que mucho de cuanto dijeron esos... “amigos” corresponde a un hombre inocente. No es posible ofrecer citas de tanto que hablaron estos hombres, ya que son muchas.
En cuanto a Balaam, la situación es otra, aunque tienen en común que en ambos casos el control estaba a cargo de Dios. Hay muchas profecías que nos ofrece este extraño profeta Balaam relacionadas con Israel. Note lo que dice este caballero en Números 23:18-24: “Entonces él tomó su parábola, y dijo: Balac, levántate y oye; escucha mis palabras, hijo de Zipor: Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; el dio bendición, y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, y júbilo de rey en él. Dios los ha sacado de Egipto; tiene fuerzas como de búfalo. Porque contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios! He aquí el pueblo que como león se levantará, y como león se erguirá; no se echará hasta que devore la presa, y beba la sangre de los muertos”. ¿Se imagina usted el rostro de Balac cuando escuchó las palabras de Balaam diciendo: “He aquí el pueblo que como león se levantará, y como león se erguirá; no se echará hasta que devore la presa, y beba la sangre de los muertos” (v. 24). La reacción de Balac fue colmada de furia: “Cuando vio Balaam que parecía bien a Jehová que él bendijese a Israel, no fue, como la primera y segunda vez, en busca de agüero, sino que puso su rostro hacia el desierto” (Nm. 24:1)?
Como si todo esto no bastara, Balaam comienza a hablar del Mesías que sería descendiente de ese mismo pueblo: “Entonces se encendió la ira de Balac contra Balaam, y batiendo sus manos le dijo: Para maldecir a mis enemigos te he llamado, y he aquí los has bendecido ya tres veces. Ahora huye a tu lugar; yo dije que te honraría, mas he aquí que Jehová te ha privado de honra. Y Balaam le respondió: ¿No lo declaré yo también a tus mensajeros que me enviaste, diciendo: Si Balac me diese su casa llena de plata y oro, yo no podré traspasar el dicho de Jehová para hacer cosa buena ni mala de mi arbitrio, mas lo que hable Jehová, eso diré yo? He aquí, yo me voy ahora a mi pueblo; por tanto, ven, te indicaré lo que este pueblo ha de hacer a tu pueblo en los postreros días. Y tomó su parábola, y dijo: Dijo Balaam hijo de Beor, dijo el varón de ojos abiertos; dijo el que oyó los dichos de Jehová, y el que sabe la ciencia del Altísimo, el que vio la visión del Omnipotente; caído, pero abiertos los ojos: Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca; saldrá ESTRELLA de Jacob, y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set. Será tomada Edom, será también tomada Seir por sus enemigos, e Israel se portará varonilmente. De Jacob saldrá el dominador, y destruirá lo que quedare de la ciudad” (Nm. 24:10-19). Dios puede usar incluso a sus enemigos a que le sirvan fielmente. Satanás mismo se sujeta a Jehová.
Sabemos que Nabucodonosor era un rey pagano, pero Dios lo usó llamándolo siervo suyo para castigar a Israel: “Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua” (Jer. 25:8, 9).
En el libro de Job hallamos acusaciones y reproches contra Job, pero también encontramos profundas verdades y profecías que luego se cumplieron en él mismo cuando Dios lo levantó de su dolorosa condición, duplicó sus riquezas, y permitió que viviera otros 140 años de vida feliz y saludable. Pero... ¿Qué sabemos de esos amigos? Notemos lo que Dios les dijo: “Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job. Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job. Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová aceptó la oración de Job” (Job 42:7-9). De no haber orado Job por ellos, es probable que habrían tenido que padecer lo que sufrió Job. Note especialmente lo que dice Job 42:8b: “…Porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job”.