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Escuche Radio América

Un recordatorio para todos nosotros

Desde que comenzara Radio América, tenemos un programa diario de lectura bíblica sin comentarios en la voz del Pastor José Holowaty, quien fuera director y fundador de esta emisora, al igual que el programa A Través de la Biblia, del Hno. J. Vernon McGee.  Estamos comprometidos en leer la Palabra de Dios de principio a fin cada año.

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¿Dios también tiene fe?

¿Sabe usted que existen muchos predicadores quienes enseñan que Dios también tiene fe?  Pero... ¿Acaso no es cierto que Él es Omnisciente (que lo sabe todo)?  Y si tiene fe, ¿fe en qué o en quién?  Los que predican esta herejía, afirman que Dios tiene fe en nosotros.  Pero Dios dice todo lo contrario.  Él dice: “Yo conozco tus obras…” (Ap. 3:15a).  Él no necesita creer en nadie ni en nada, porque conoce todo y a todos: “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz. Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (Sal. 139:1-16).

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Después de la Gran Tribulación

Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo” (Mr. 13:24-27).

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¿Todavía sigue creyendo en todo cuanto tiene que ver con el cielo y el infierno?

Poco a poco van quedando menos del lado de cuantos han de participar del arrebatamiento de todos los redimidos, tanto los que ya murieron, como aquellos que para ese momento estarán aún en sus cuerpos: He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados (1 Co. 15:51, 52).

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Mi iglesia

Un lugar de quietud, un templo de paz;
Un hogar de fe, en donde la duda cesa
Un lugar de consuelo, en donde se da esperanza.
Una fuente de fortaleza, que nos ayuda a llegar al cielo.
Un lugar de adoración, un sitio para orar.
Todo esto lo encuentro hoy en mi iglesia.
Owen W. Blassburrn

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Judas Iscariote: El hombre que besó la puerta del cielo

Judas Iscariote se distingue del otro discípulo del Señor del mismo nombre, por la referencia a su origen, ya que su apellido Iscariote, indica que era originario de Queriot, una ciudad situada al sur de Hebrón, además de ser el único apóstol oriundo de Judea.  Era hijo de Simón Iscariote, tal como dice Juan 6:71: “Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce”.

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¿Puede el cristiano perder su salvación?

Hay quienes dicen que la salvación es algo así como una póliza de seguro, de manera que mientras el asegurado siga abonando sus cuotas, está asegurado. Pero el día que deja de pagar, pierde su póliza.

Quienes enseñan esto, dicen que cuando un pecador es salvo, debe luego tener mucho cuidado de no perder su salvación.

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