El autor del libro El Anticristo islámico, el que se ha convertido en un best seller, y quien sostiene que la bestia de Apocalipsis muy probablemente emergerá dentro del mundo musulmán, asegura que los líderes del movi-miento de la Iglesia Emergente, dentro del cristianismo evangélico, están “observando” el mes musulmán de Ramadán.
Este fue el comentario que hizo Joel Richardson el 25 de agosto de 2009, a la World Net Daily: «Este año, un grupo de ‘cristianos emergentes’, dirigidos por Brian McLaren, uno de los pastores más influyentes en Estados Unidos, han anunciado que de hecho estarán ‘observando’ el mes sagrado de los musulmanes, junto con amigos musulmanes.
Supongamos a Luis, un fiel cristiano queriendo conducir a Cristo a su amigo Tito. Pero Luis tampoco sabe mucho de iglesias, de falsas doctrinas y de esa larga lista de supersticiones que son ahora parte de los rituales eclesiásticos en la mayoría de las iglesias.
“¿Qué es esto?” fue tomado de Éxodo 16:14, 15, cuando los judíos, mientras caminaban de Egipto a la tierra prometida, divisaron por primera vez el Maná como alimento hasta que llegaran y conquistaran esa tierra.
Luis le habló de Cristo a Tito y ahora sería la primera vez que lo llevaría a uno de esos servicios dominicales. ¡Jamás imaginó que se trataba de un salón de ocultismo avanzado!
Esto, mi amigo, es Roma. Estos son los dogmas que asociamos con el catolicismo. No son escriturales. Son la antítesis del Nuevo Testamento. En diferencia a una membresía un tanto más educada e iluminada, la iglesia concede hacer pequeñas modificaciones aquí y allí. Por ejemplo, en el año 1966 el papa Pablo IV proclamó el fin de la obligación tradicional que los católicos tenían de abstenerse de comer carne los viernes. Abolió el índice de Libros Prohibidos, y degradó una constelación de santos que habían sido canonizados por la iglesia. Por siglos a estos santos se les había rezado y eran reverenciados por los fieles desde tiempo inmemorial. Cambios así no han afectado las bases del romanismo.
Esto, mi amigo, es Roma. Estos son los dogmas que asociamos con el catolicismo. No son escriturales. Son la antítesis del Nuevo Testamento. En diferencia a una membresía un tanto más educada e iluminada, la iglesia concede hacer pequeñas modificaciones aquí y allí. Por ejemplo, en el año 1966 el papa Pablo IV proclamó el fin de la obligación tradicional que los católicos tenían de abstenerse de comer carne los viernes. Abolió el índice de Libros Prohibidos, y degradó una constelación de santos que habían sido canonizados por la iglesia. Por siglos a estos santos se les había rezado y eran reverenciados por los fieles desde tiempo inmemorial. Cambios así no han afectado las bases del romanismo.
«Escribo ésta para confesarme y quiero saber si con sólo escribirle es suficiente. Quiero que lea mi confesión porque mi vida es de terror, siendo que no tengo paz. Son tantas cosas feas que Dios las sabe y todas... Todo el tiempo le pido perdón directamente a él. Pero no sé si eso es suficiente. Quiero que lea públicamente esta carta y me diga si es necesario que hable yo y me confiese ante la iglesia. Si así el Señor me perdonará. Aquí van algunas de mis culpas. Hice muchos abortos. Estuve con varios hombres, algunos casados (luego da otro detalle que lo omito). Hice todo eso porque no sabía que estaba mal. Robé algunas cositas, no grandes. El Señor sabe todo y yo por medio de esta carta vuelvo a pedirle perdón. Hace como nueve años que conocí a Jesús y lo recibí como mi Salvador.