¿Quién es el Señor Jesucristo?
- Fecha de publicación: Viernes, 03 Octubre 2014, 00:11 horas
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No exageramos al afirmar que ningún cristiano por débil que sea, puede negar la Deidad del Señor Jesucristo, dicho en otras palabras, quien niega que Cristo es Dios, no es cristiano.
Hay quienes dicen que Él solamente es Hijo de Dios, en la misma forma que lo fue Israel en el Antiguo Testamento, y al igual que somos nosotros como Iglesia hoy.
Otros dicen que es un gran ángel, tal vez Miguel o Gabriel, o algún otro cuyo nombre no sabemos exactamente.
Hay todavía aquellos que dicen, que Él es Dios en cierto grado, pero al mismo tiempo inferior al Dios verdadero, algo así como un Dios, pero no Dios.
La Biblia dice: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”, esto antes de que Él naciera y según Mateo 1:23. Estas palabras que declaran que es “Dios con nosotros”, fueron dichas antes de que Jesús, Dios, se encarnara. Y es notable que al anunciar el nacimiento del Salvador, se haya hablado tan claramente de su verdadera identidad, y que hoy existan tantas dudas, tanta controversia de quién realmente es Él.
Hay mucho que podemos decir de nuestro Salvador al tratar de responder al interrogante «¿Quién es el Señor Jesucristo?». Pero en este artículo vamos a limitarnos más bien a su Deidad.
Saber reconocer y creer que Cristo es Dios, es en extremo importante porque la Biblia así lo presenta.
Pensemos primero en el Señor Jesucristo quien recibe nombres Divinos. Por ejemplo “llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mt. 1:23).
En otro lugar “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”(Jn. 1:1). Leyendo más adelante en el mismo capítulo descubrimos que ese “Verbo”es nuestro Señor ni más ni menos, porque dice “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (v. 14). Luego dice “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (v. 18).
La revelación de Dios a los hombres mediante el Señor Jesucristo, establece un nuevo trato del Creador para con la humanidad. En el pasado Él trató con los hombres, pero su relación jamás fue tan estrecha, tan íntimamente identificada con ellos, tan al alcance del hombre, como en Cristo. Comparemos esta declaración de Juan, con la forma cómo Dios se relacionó con una persona tan destacada como Moisés.
Por ejemplo leemos en el Antiguo Testamento: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos. Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel. Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches” (Ex. 24:12-18).
Si duda alguna, Moisés pudo contemplar aquí la gloria de Dios, fue seleccionado entre miles para poder acercarse a Él. El Creador se manifestó en una nube que lo cubrió. Pero ahora Juan nos dice “y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre”. También declara “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo (que significa el Único Dios)… le ha dado a conocer”.
Por esta misma razón, el autor a los hebreos explica, “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo… Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura… pero tú eres el mismo”(He. 1:8, 10, 11, 12).
En Juan 10:33, hay un interesante intercambio de palabras entre Jesús y los judíos, quienes negaban Su deidad. “Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”.
• Jesús no les dijo que estaban exagerando sus pretensiones.
• No les dice que es solamente Hijo de Dios, en el mismo sentido como lo fueron Abraham, Moisés y otros.
• Tampoco insinúa que es solamente un ángel o arcángel, y que ellos se habían ido demasiado lejos al afirmar que Él pretendía toda Deidad.
Si no era Dios, blasfemaba; por lo tanto debía morir apedreado, ya que todo blasfemo en Israel, según la ley merecía la muerte. “Y el que blasfmare el nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera” (Lv. 24:16).
Cualquier persona que hoy niega la deidad de Cristo, le hace a Él blasfemo, impostor y mentiroso.
Veremos otros casos donde Jesús no corrige al hombre que le llama su Dios:
Tomás no solamente no creía que el Señor Jesucristo había resucitado, sino que tampoco creía en Su deidad. Sabía que Dios jamás podía morir. Dios no muere, de modo que era imposible que un hombre como Jesús, quien había muerto clavado sobre una cruz, fuese Dios. Pero cuando finalmente se encontró con el Salvador resucitado exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn. 20:28). Jesús tampoco le corrigió por haberle llamado “Dios”. Lo que corrigió es que Tomás exclamó así correctamente, cuando ya lo vio, pero no había creído en Él como su Señor y su Dios antes. “Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Jn. 20:29).
Algún día, todos aquellos que hoy niegan la deidad de Cristo exclamarán “¡Señor mío, y Dios mío!”, pero a pesar de que le reconocerán como el único y verdadero Dios y Señor, ya será demasiado tarde, porque ahora le rechazan.
Pablo escribiendo a los romanos, dice: “Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Ro. 9:3-5).
• Pablo no dice que el Señor Jesucristo es un Dios.
• No dice que es un ángel de Dios.
• Afirma que Cristo “es Dios sobre todas las cosas”.
Escribiendo luego a Tito, Pablo habla de la esperanza de los cristianos, y declara que los redimidos esperan la venida de nuestro “gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tit. 2:13).
Juan, en su epístola dice: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Jn. 5:20).
El apóstol afirma categóricamente que el Señor Jesucristo “es el verdadero Dios”, y que posee los atributos Divinos.
Ya vimos con cuánta frecuencia la Biblia se refiere a nuestro Salvador llamándole Dios. Pero hay algo más, son lo que llamamos «los atributos Divinos» que nuestro Salvador posee.
La palabra «atributo» significa simplemente cada una de las cualidades y propiedades de un ser. Dios tiene atributos o cualidades que solamente Él posee, y que sólo a Él le corresponden. Ningún hombre los tiene. Es sorprendente cómo nuestro Señor reúne todos los atributos Divinos. Por ejemplo…
LA PREEXISTENCIA
Dios es eterno, en el sentido de que no tiene principio ni fin. Él siempre ha existido. ¿Sabía usted, que nuestro Salvador tiene eternidad sin principio? Por supuesto que es fácil detectar su origen cuando Él se humanó, y toda persona que alguna vez haya leído la Biblia, sabe que nuestro Salvador como hombre nació en Belén de Judea, pero como Dios no tiene principio.
La Biblia comienza con estas palabras... “En el principio creó Dios…”(Gn. 1:1). Y en Juan, el apóstol dice de nuestro Salvador... “En el principio era el Verbo”(Jn. 1:1). Luego declara que ese “Verbo”originó toda la creación, y finalmente agrega que ese “Verbo” se hizo “carne, y habitó entre nosotros”.
Tanto Moisés en Génesis, como Juan en su Evangelio, hablan del principio, de la misma creación, pero ni uno ni otro pretenden darnos el origen del Creador. Hablan del principio de los cielos y la tierra, de todo el universo y del mismo hombre.
Cuando los judíos discutían con Jesús, Él les dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy”(Jn. 8:58). Jesús no declaró: «Antes que Abraham fuese, yo fui», porque Él no tiene pasado, presente y futuro como nosotros, sino que siempre es.
Él usa la misma identificación que usó con Moisés, cuando éste preguntó el nombre de Jehová, al ser enviado a Faraón. “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros” (Ex. 3:13, 14).
Es probable que Moisés se haya sorprendido cuando Dios le dio Su nombre diciendo que se llamaba, “YO SOY”.
Es probable que los judíos se hayan ofendido e indignado, cuando Jesús se identificó diciendo: “Antes que Abraham fuese, yo soy”.
Asimismo, es posible que usted y yo tengamos problemas para entender todo esto. Pero la Biblia no oculta esta verdad, sino que las credenciales Divinas del Salvador están claramente expuestas ante nuestros ojos.
El Señor dice también, que Él tuvo Su propia gloria antes que el mundo fuese. “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Jn. 17:5).
Pablo declaró que «Jesús nos muestra Su grandeza en que siendo en forma de Dios, no estimó en ser igual a Dios». Filipenses 2:6,dice literalmente: “El cual siendo en forma de Dios, no estimó en ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse”. El apóstol destaca la humildad del Señor Jesucristo afirmando que Él, siendo Dios mismo, se despojó de esa grandeza para redimirnos. Nació como todos nosotros, su madre fue una mujer descendiente de Adán y por lo tanto, necesitada del perdón como todos nosotros. Sin embargo, Él no tuvo pecado, porque ciertamente Dios es el único que no tiene pecado. “Sino que se despojó a sí mismo, tomando fora de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”(Fil. 2:7, 8).
Aunque nunca entenderemos bien hasta el día que estemos con Él, cómo es que Dios es uno, cómo se entiende que hay un Padre y un Hijo, e incluso que Dios es Trino. Pero hay otra cita donde Pablo nos ofrece otro aspecto del tema, cuando dice “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Col. 1:15, 16). Esto significa que Él dio origen a toda la creación, o la principió.
Debemos tener en cuenta la expresión “Él es la imagen”. De acuerdo a la Biblia, “Dios es Espíritu” (Jn. 4:24), no tiene imagen ni forma física alguna. Pero Él, Dios se hizo hombre, y tomó imagen en la bendita Persona de Jesús, nuestro Salvador.
¿Era menor Dios, en cuerpo, que sin él? ¡No! La Biblia nos advierte que es el mismo Dios de siempre, el Todopoderoso. Él existe por Sí mismo, y tiene poder para dar vida. Hemos hablado ya de su preexistencia, pero además debemos recordar que Él existe por Sí mismo, y tiene poder para dar vida.
Jesús dijo “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo” (Jn. 5:25, 26).
• “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Jn. 1:4).
• “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida…” (Jn. 14:6).
• “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar…” (Jn. 10:17, 18).
La Biblia nos enseña que Cristo tiene Su propio origen. Que posee toda la vida física, moral, espiritual y eterna. Que nunca fue creado, sino que se hizo hombre. Bien dijo alguien que... «Dios se hizo hombre, para que el hombre pudiera ser hijo de Dios».
Todos nosotros somos descendientes de Adán, Dios nos creó cuando formó a la primera pareja. Pero Él mismo tiene existencia eterna, no tiene creador, siempre existió. Y es la misma enseñanza que se le atribuye a nuestro Señor Jesucristo a través de toda la Biblia.
Pero además, el Señor Jesús desempeña oficios Divinos. Hay muchos cargos que pertenecen únicamente a Dios, como por ejemplo…
• Crear,
• Sustentar todas las cosas,
• Resucitar a los muertos,
• Juzgar, etc.
Pero vamos a examinar uno de estos oficios que corresponden únicamente a Dios, y que sin embargo, nuestro Señor desempeñó: Perdonar el pecado. “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (Mr. 2:5-11).
La Biblia nos enseña que únicamente Dios tiene potestad o autoridad para perdonar el pecado. Ningún hombre en la tierra tiene tal facultad. Los judíos que dijeron que Jesús había blasfemado tendrían razón, si Él no fuera Dios. Porque ni siquiera a un ángel celestial se le otorgó el derecho de perdonar el pecado, y así es hasta hoy.
En el Salmo 51, David hace confesión de su grave pecado contra Urías heteo, y ora dirigiéndose a Dios: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos”(v. 4). Más adelante el mismo salmista le dice al Creador: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”(v. 10).
Otra cosa, Él juzgará a los hombres. Nosotros sabemos que algún día, Dios juzgará al mundo, porque la Biblia repite esto. ¿Sabía usted que será nuestro Señor mismo, el Juez que juzgará a los hombres? “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (Jn. 5:22, 23).
• Jesús nos dice que todo el juicio está a Su cargo.
• Que todos deben honrarle como honran al Padre, a Dios.
• Jesús declara que quienes no le honran a Él, no honran a Dios. Porque no es posible honrar a Dios, sin honrar a Cristo.
Pablo escribe “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino” (2 Ti. 4:1).
• “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hch. 17:31).
• “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria” (Mt. 25:31). Luego al continuar leyendo, advertimos que el Juez que lleva a cargo el juicio, es nada menos que nuestro Señor.
Pero nuestro Señor no solamente desempeña oficios Divinos al perdonar el pecado, y juzgar algún día a todos los hombres, sino que también posee otros atributos Divinos.
LA OMNISCIENCIA
Esto quiere decir que Dios todo lo sabe. No necesita que nadie le recuerde el pasado ni le anticipe el futuro. Él lo sabe todo, absolutamente todo. Y nuestro Señor Jesucristo también es Omnisciente. Esto fue lo que le dijeron sus discípulos: “Ahora entendemos que SABES TODAS LAS COSAS…”(Jn. 16:30).
“Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues ÉL SABÍA LO QUE HABÍA EN EL HOMBRE” (Jn. 2:23-25).
En el capítulo 24 de Mateo, Jesús expone todo cuanto será en los postreros tiempos. Habla proféticamente de muchos acontecimientos que señalarán el fin de la gracia salvadora, y termina diciendo... “Ya os lo he dicho antes”(Mt. 24:25). Sólo Él podía decir “antes”.
Pablo escribiendo a los colosenses, dice de Cristo... “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col. 2:3).
En Juan 4 se registra el encuentro entre Jesús y la samaritana. A cierta altura de la conversación, el Señor dijo: “Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad” (vs. 17, 18).
Cuando esta mujer luego fue nuevamente a su ciudad, les dijo a todos los habitantes respecto a Jesús “me ha dicho todo cuanto he hecho” (v. 29). Seguramente había secretos en su vida que ninguna persona sabía, excepto Dios. Ella entendía que Dios conocía su vida, pero grande fue su sorpresa cuando Jesús le hizo ver quién era ella. El Señor Jesucristo manifestó allí Su deidad.
Cuando Felipe habló a Natanael acerca de Jesús, él dudó que de Nazaret pudiese salir algo de bueno, más... “Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Jn. 1:47-49).
Lo que Natanael está expresando aquí, es que Jesús es el mismo Dios, es Omnipresente. Ningún hombre puede saber los pensamientos de los demás, ni dónde están, a menos que sea Omnipresente, asimismo ninguno es Omnisciente. Natanael jamás había visto a Jesús, pero el Señor le dijo que era un israelita en quien no había engaño, y que Él lo había visto y era a mucha distancia, cuando todavía iba a ser llamado para que le siguiera.
LA OMNIPOTENCIA
Jesús también dice que es Omnipotente, es decir, Él todo lo puede. “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mt. 28:18). ¿O es que acaso era una mentira esto?
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Ap. 1:8). ¿Algún ángel podría decir eso? Y si lo dice será engañador.
La Omnipotencia del Señor Jesucristo se manifiesta a través de toda la Biblia. Si no se trata de Dios, ¿de quién se trata?
Otra cosa, la Biblia prohíbe terminantemente rendir adoración a persona alguna, sino únicamente a Dios. Sin embargo, Jesús fue adorado muchas veces, recibió adoración.
• En Mateo 2:2, unos hombres llegaron para adorarle, cuando recién había nacido.
• En Mateo 28:17, sus discípulos cuando le vieron le adoraron, pero algunos dudaron.
• En Juan 9:38, Él mismo le dijo a un hombre que creía en Él, que era el Hijo de Dios y el individuo le adoró.
• En contraste leemos en el capítulo 10 de Hechos, que cuando Cornelio intentó adorar a Pedro, éste inmediatamente se lo impidió. “Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre” (vs. 25, 26). Esto nunca lo hizo Jesús con aquellos que le adoraban.
Cuando en la tentación, Satanás le propuso a Jesús que le adorara, ésta fue la respuesta del Salvador: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Lc. 4:8).
Alguien dirá, pero… ¿no podría ser nuestro Señor un ángel? La Biblia no dice tal cosa. Y en cierta oportunidad, el ángel también rechazó la adoración. “Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”(Ap. 22:8, 9).
Cuando Felipe pidió a Jesús que le mostrara al Padre, Jesús le contestó “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”(Jn. 14:9).
Pablo, hablando de esta bendita Persona que es Cristo nuestro Salvador, dice: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Ti. 3:16). No fue un ángel, no fue un arcángel, no fue Miguel, no fue Gabriel, fue Dios.
Todos los títulos que pertenecen a Dios, pertenecen también a nuestro Señor Jesucristo…
• Dios eterno
• Señor y Redentor
• Rey de reyes y Señor de señores
• El Cordero de Dios
• El Creador del Universo
• El sustentador de todas las cosas
• El Dios Todopoderoso
• El Buen Pastor
• Juez de toda la tierra
• El que perdona pecados
• El Salvador del mundo
• El Principio y Fin (Alfa y Omega)
• El Príncipe de Paz
• El Agua de Vida y el Pan del Cielo
• El Salvador del mundo, mi propio Salvador.
Yo le invito a recibir al Señor Jesucristo. Qué privilegio, qué bendición para el hombre pecador, para el simple pecador, por muy pecador que sea, que cuando arrepentido de sus pecados acude a Él y le reconoce como su Señor y Salvador, obtiene perdón y vida eterna. Haga la prueba y usted también será perdonado, pero no niegue la Deidad de Cristo.