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El Ecumenismo en Medio de la Pandemia

  • Fecha de publicación: Martes, 28 Julio 2020, 08:01 horas

El 27 de marzo del 2020, el papa Francisco otorgó la bendición extraordinaria Urbi et Orbi - a la ciudad y al mundo, normalmente concedida sólo en Navidad y Pascua, desde la plaza de San Pedro, la  que permanecía vacía como respuesta a la pandemia mundial.  Una indulgencia plenaria universal para todos los fieles de la Iglesia católica en medio del coronavirus que está devastando a la humanidad.

Pero... ¿Qué es esta indulgencia plenaria otorgada por el Papa? Mediante la bendición Urbi et Orbi impartida por Francisco, la iglesia católica le concede el perdón de cualquier pena  a sus fieles enfermos de coronavirus, a los agentes sanitarios, a los familiares y cuidadores de los enfermos, y a los católicos en general.  Esta indulgencia le ofrece al católico arrepentido y confesado el beneficio de eliminar totalmente la deuda del pecado que haya acumulado durante su vida en este mundo hasta ese momento.  Pero... ¿Qué se debe hacer para recibir este favor?

El decreto establece que “Los enfermos que estén en cuarentena, los sanitarios, los familiares y los que están exponiéndose al riesgo de contagio por cuidar a los infectados de coronavirus, obtendrán la Indulgencia plenaria por recibir la eucaristía, rezar el rosario o el vía crucis.  También podrán rezar el credo, el Padrenuestro o una oración a la virgen María”.

Todo ello, acompañado por el Decreto, “De cumplir tan pronto como les sea posible, con las condiciones habituales, tales como  confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del santo padre”.

  Martín Lutero es recordado y honrado hoy en día en muchas partes, especialmente en el mundo occidental.   Enfrentó con valor y valentía las doctrinas falsas de la iglesia católico romana, a pesar de la determinación del Papa León X, quien quería arrestarlo y quemarlo en la hoguera.  Después de visitar el Vaticano se desilusionó por completo al ver la hipocresía y descarada inmoralidad entre los miembros del clero: desde los sacerdotes hasta el propio Papa.

  La gota que rebosó el vaso de su paciencia, fue la venta de indulgencias por Roma a los familiares de los católicos fallecidos, con el propósito de “sacar” sus almas del purgatorio para que pudieran entrar más rápidamente al cielo.  Si se trataba de alguien muy pudiente, la familia podía pagar una gran suma de dinero, para que el papa otorgara una indulgencia plenaria y de inmediato todos los pecados del difunto le eran perdonados y su alma llegaba automáticamente al cielo.

 Esta infame práctica que recaudó muchísimo dinero, prometía que “Tan pronto el dinero tocaba el cofre, un alma salía del purgatorio y tocaba el cielo”. El dinero obtenido por esta descarada y desvergonzada estafa, pagó por la reparación y engrandecimiento de la Basílica de San  Pedro.  Una imponente construcción que representa hoy en día el monumento al evangelio falso que la iglesia católica todavía predica y practica.

 Desilusionado y furioso, Lutero escribió sus Noventa y Cinco Tesis y las clavó en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenburg.  Copias de éste documento se distribuyeron ampliamente en varios idiomas europeos, haciendo temblar a toda Europa, incitando intensos debates, provocando la Reforma Protestante y el éxodo de millones de la iglesia católica romana, tal vez con la esperanza de traer salvación a muchos de ellos.

 Aunque Lutero retuvo algo de su catolicismo, su audaz declaración ante el Concilio Imperial de Worms, a diferencia de la actitud de muchos cristianos evangélicos de hoy en día, inspiró a millones cuando dijo: “A menos que no esté convencido mediante el testimonio de las Escrituras o por razones evidentes, ya que no confío en el Papa, ni en su Concilio, debido a que ellos han errado continuamente y se han contradicho, me mantengo firme en las Escrituras a las que he adoptado como mi guía.  Mi conciencia es prisionera de la Palabra de Dios, y no puedo ni quiero revocar nada reconociendo que no es seguro o correcto actuar contra la conciencia. Que Dios me ayude. Amén”.

 “Yo estoy sujeto a las Escrituras, mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios.   No puedo cambiar ni retirar nada... aquí me quedo, mi postura es inamovible; que Dios me ayude”.

Al exponer estas palabras, Lutero estaba confrontando a las máximas autoridades religiosas de su época y estaba dispuesto a encarar las consecuencias.  Tal acción le habría costado la vida, si no hubiera sido por algunos poderosos príncipes alemanes,  que lo protegieron como una protesta en contra de Roma.  Fue así como a consecuencia de este evento se originó el término “Protestante”.

En un acto de desesperación para mantener la autoridad totalitaria de la Iglesia, los obispos católicos y cardenales lanzaron una Contra Reforma en la cual definían las doctrinas de la iglesia y demandaban obediencia total por decretos acordados en el Concilio de Trento que tuviera lugar entre los años 1545 a 1563.  Sus derechos canónicos y decretos denunciaban la sola autoridad de la Escritura afirmada por Lutero, negaban la salvación por fe en Cristo sin los sacramentos de la iglesia y buenas obras, y básicamente rechazaban todo lo que los reformadores habían pedido que la iglesia aceptara en sumisión a la Palabra de Dios.

El Concilio de Trento enumeró mas de cien anatemas - es decir excomulgaciones o condenaciones, en contra de todos aquellos que aceptaban cualquier enseñanza de la Reforma.  En aquellos días costaba muy caro afirmarse en la verdad de la Palabra de Dios, no obstante miles de creyentes no comprometieron sus convicciones a pesar de las torturas y hasta la muerte.

Existe una gran necesidad de un despertar espiritual de tal convicción inquebrantable hoy en día.  Desdichadamente no va a ocurrir, a no ser que se produzca primero un ansia, un anhelo de los creyentes por buscar una rectitud individual y una pasión profunda por nuestro Señor y por Su Palabra.  Tristemente, la verdad es que el Dios Todopoderoso ha sido rebajado por muchos líderes evangélicos a quienes millones de cristianos  admiran.  Trágicamente, multitudes están siendo preparadas para seguir el gran engaño de que ya están siendo víctimas “... Con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tes. 2:10).

Pero... ¿Es la Reforma del siglo XV y la oposición de Roma, un evento simplemente histórico que no tiene relación alguna con el tiempo presente?  ¡De ninguna manera!  La batalla continúa y ha llegado a una etapa que es mucho más letal.   Es una ilusión falsa, que aún continúa en nuestros tiempos presentes, que ha engañado y continúa arrastrando a miles de personas para que acepten el Compromiso Ecuménico, mientras que al mismo tiempo les hace que crean que todavía están del lado del Señor.

 En 1962, durante la apertura del Segundo Concilio del Vaticano en Roma, el Papa Juan XXIII afirmó: “Acepto totalmente lo que se decidió en el Concilio de Trento”.    Asimismo el 31 de diciembre de 1995, honrando el 450 aniversario del Concilio de Trento, el Papa Juan Pablo II declaró: “Las conclusiones del Concilio de Trento, mantienen todo su valor, continúan en vigencia”.

A pesar de lo que los católicos o los evangélicos de hoy puedan decir, la única verdad es que los decretos, las reglas y doctrinas que se acordaron en el Concilio de Trento continúan en vigencia y siguen siendo las enseñanzas oficiales de la iglesia católica.  Han sido confirmadas y afirmadas desde ésa época hasta nuestros días por las más altas autoridades del clero católico. 

A continuación mencionaremos algunos de los anatemas proclamados por el Concilio de Trento, los que fueron renovados en su totalidad por el Segundo Concilio del Vaticano, El Código de la Ley Canónica, y el actual Catecismo de la Iglesia Católica, los que continúan en los tiempos actuales como la enseñanza oficial del catolicismo romano, manteniendo los dogmas inflexibles de la “infalible Iglesia Católica”, aunque así lo quiera contradecir cualquier persona.  He aquí una breve cita de algunas de las decisiones infalibles adoptadas en reuniones del Concilio de Trento:

Canon 1: “Si alguien niega que en el sacramento de la Sagrada Eucaristía está contenido verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y en consecuencia todo Cristo, sino que Él está en ella sólo como una señal, figura o fuerza, sea anatema”.

Canon 3: “Si alguien dice que el sacrificio de la misa es sólo una alabanza y acción de gracias, o que se trata de una mera conmemoración del sacrificio consumado en la cruz, pero no propiciatorio, o que le beneficia sólo al que recibe, y que no debe ser ofrecido por los vivos y los muertos, por los pecados, penas y satisfacciones, sea anatema”.

Canon 5: “Si alguno dijere que el bautismo es opcional, es decir que no necesario para la salvación, sea anatema”.

Canon 12: “Si alguno dijere que la fe justificante la confianza en la divina misericordia, que perdona los pecados por amor de Cristo, o que es esta confianza la que nos justifica, sea anatema”.

Canon 24: “Si alguien dijere que la justicia recibida no se conserva ni tampoco aumenta ante Dios mediante las buenas obras, sino que esas obras no son más que los frutos y señales de la justificación obtenida, pero no la causa de su aumento, sea anatema”.

“Si alguien negara que por el...  bautismo, la culpabilidad del pecado original es perdonada o niega que... la justicia, santificación y redención... de Jesucristo son aplicados a ambos: adultos y bebés por el sacramento del bautismo... esa persona será anatema...".

“Si alguien dijera que los sacramentos de la Nueva Ley (los siete sacramentos de la iglesia católica romana) no son necesarios para la salvación... y que sin ellos... uno puede obtener de Dios, por fe solamente la gracia de justificación... esa persona será anatema..."

“Si alguien dijera que el bautismo no es necesario para la salvación, que esa persona sea anatema...”

“Si alguien dijera que después del recibimiento de la gracia de justificación, la culpabilidad es perdonada y la deuda de castigo eterno es eliminada... que ninguna deuda de castigo temporal tendrá que pagarse, ya sea en este mundo o en el purgatorio, antes que las puertas del cielo puedan abrirse, que esa persona sea anatema...”

          No puede haber un rechazo más claro a la Biblia y al Evangelio de Jesucristo.  Estos breves ejemplos representan la enseñanza actual del catolicismo romano, tal como catequizan y practican cientos de millones de católicos de hoy en día.  No puede haber duda alguna que esto es un evangelio falso, el que tristemente mantiene a los católicos en esclavitud.  ¿Cómo es posible que creyentes evangélicos quienes supuestamente admiran a Lutero y a la Reforma se hayan unido ahora con el Papa Francisco y sus doctrinas ecuménicas que abarcan todo tipo de creencias, que incluso hasta apoyan y defienden a esos que viven estilos de vida inmorales que no aprueba la Palabra de Dios?

          ¡La ironía más vergonzosa es que muchos líderes evangélicos y sus seguidores, mientras que por una parte dicen honrar la Reforma y su Evangelio de salvación por fe solo en el Señor Jesucristo, por la otra cierran los ojos a la verdad y actúan como si la Reforma nunca hubiera ocurrido y como si los católicos creyeran en el evangelio bíblico!  ¿Hemos acaso olvidado que aquellos que no creen el evangelio bíblico están perdidos?  ¿Seremos nosotros culpables de alguna manera de su perdición?

          Las ironías vergonzosas abundan.  Aunque la iglesia católica ya no condena a sus oponentes a la hoguera como lo hacía antes, sí continúa manteniendo enseñanzas y doctrinas falsas que fueron condenadas por Lutero y los reformadores, muchos de los cuales dieron su vida por defenderlas, tal como la salvación por medio del bautismo, las buenas obras para poder salvo, el cumplir con los sacramentos, la idolatría por María como la intercesora y puerta hacia Cristo, la venta de indulgencias por un precio determinado para entrar de inmediato al cielo, y su rechazo absoluto por la autoridad de las Sagradas Escrituras.

Todos los anatemas declarados en el Concilio de Trento en contra de las creencias de los protestantes evangélicos se mantienen en completo vigor y obligación en la doctrina católica. ¿Cómo es posible entonces que muchos de los seguidores de Lutero hoy en día acepten el catolicismo romano como el verdadero evangelio?

          En otro vergonzoso evento, los líderes evangélicos Bill Bright, Charles Colson, Os Guinness, Richard Mouw - presidente del Seminario Teológico de Fuller, J.I. Packer, Pat Robertson, John White - presidente anterior de la Asociación Nacional de Evangélicos, endorsaron y ratificaron el movimiento, “Evangélicos y Católicos Unidos: La Misión Cristiana para el Tercer Milenio”.  Este movimiento, pacto o acuerdo instaba a los evangélicos a unirse con los católicos romanos para evangelizar a Estados Unidos y al mundo entero.  Concluyendo: “Agradecemos a Dios por habernos descubierto el uno al otro como hermanos y hermanas en Cristo”.

          Unos años después, en Octubre 31 de 1999, los representantes de La Federación Mundial de Luteranos y la Iglesia Católica Romana firmaron una pacto mutuo declarando que ambos habían resuelto las principales diferencias que dieron origen a la Reforma, a pesar de que ni una sola doctrina o práctica cambió en la iglesia católica.  Mientras que los luteranos se felicitaban entre ellos mismos por este maravilloso “Acuerdo”, el papa Juan Pablo II estaba ofreciendo indulgencias de salvación para el año 2000. 

          ¡Si Martín Lutero hubiera estado vivo, habría denunciado a éstos traidores que están dirigiendo la iglesia que lleva su nombre! 

          El mayor engaño espiritual que está teniendo lugar en nuestros días está siendo perpetrado por varios líderes evangélicos a través de su alianza y unión con la iglesia católica romana.  Ahora muchos evangélicos ven a los católicos como sus hermanos y hermanas en Cristo que no necesitan ser evangelizados.  Líderes evangélicos quienes una vez fueron defensores del mensaje del Evangelio bíblico, defienden ahora las enseñanzas antibíblicas del catolicismo romano.

          El documento Católicos y Evangélicos unidos, la misión para el tercer milenio, es en esencia una negación del Evangelio. En ninguna parte de él encontramos el Evangelio Bíblico explicado con claridad y exactitud.  Tal documento se encuentra colmado de ambigüedades tratando de disfrazar las enormes y bien marcadas diferencias que existen entre los católicos y los evangélicos.

          El escritor cristiano Dave Hunt, quien ya partió a la presencia del Señor, en su boletín informativo The Berean Call, escribió lo siguiente respecto a la firma de dicho documento: “No impugno los motivos ni tampoco cuestiono la salvación de los evangélicos que lo firmaron.  Sin embargo, creo que este documento representa el golpe más devastador en contra del Evangelio en los últimos mil años... Sorprendentemente afirma que todos los católicos son cristianos, que tienen la misma fe que los evangélicos y que son nuestros ‘hermanos y hermanas en Cristo’. Si eso es así, ¡entonces la Reforma Protestante fue un trágico error que todos deberíamos de denunciar!... Por mil años antes de la Reforma, siempre hubo un grupo de cristianos evangélicos fuera de la iglesia católica, millones de los cuales fueron asesinados por obedecer las Escrituras en lugar de someterse a Roma.  El Papa Pío Tercero asesinó a sesenta mil cristianos en un solo día cuando sus ejércitos barrieron la ciudad de Beziers, Francia, un acto que fue considerado por él mismo como ‘la hazaña que coronó su papado’”.

Este acuerdo no fue en realidad algo nuevo, sino que fue la culminación del compromiso de la verdad que había estado creciendo dentro del movimiento evangélico por bastante tiempo.  Incluso, aproximadamente 40 años antes de este acuerdo, el señor Billy Graham, quien también ya partió a la presencia de Dios,  había declarado que sus creencias eran básicamente iguales a las de los católicos romanos ortodoxos, y que él y el Papa estaban de acuerdo en casi todo aspecto de doctrina, ¡incluyendo el camino hacia la salvación!  La misma postura fue adoptada por las universidades evangélicas de Wesmont y Wheaton, publicaciones como Christianity Today y Charisma, y organizaciones como Las Cruzadas Universitarias para CristoJóvenes con una misión, y Visión Mundial, al igual que otras instituciones y líderes evangélicos.

          Martín Lutero y otros Reformadores habrían preferido morir en la hoguera en vez de firmar tales documentos o hacerse partícipe de tales movimientos.

          Los católicos niegan el evangelio de Jesucristo, por medio del cual recibimos el nuevo nacimiento.  “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.  Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.  La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Ped. 1:22–25).

          Otros líderes evangélicos, tal como Bill Hybels, Rick Warren, Luis Palau, Dante Gebel, Joel Osteen y muchos otros - demasiados para poder mencionarlo a todos, aunque personalmente no firmaron tales tratados están en completo acuerdo con Roma.   En absoluta y total violación de las Sagradas Escrituras que nos exhorta a que contendamos “ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3), son muy pocos los líderes evangélicos de renombre que le hacen una advertencia o corrección a la infalible iglesia católica romana o a los evangélicos que están aceptando este evangelio falso romano.

          El papa Francisco y el señor Rick Warrren defienden el islam como una fe válida, y de no haber sido por la epidemia del coronavirus el Papa se habría reunido en mayo de 2020, con expertos, religiosos de todos los credos y líderes mundiales para hablar del ecumenismo, educación y el futuro del planeta.

          Aunque la Reforma es aún aparentemente respetada, las profundas convicciones que dieron origen a tal movimiento trascendental, han sido prácticamente desechas.  Mientras que muchos de los líderes evangélicos prominentes de nuestro día, realmente están mofándose de los Reformadores, está teniendo lugar una poderosa reforma en el islam, la cual avanza a pasos agigantados. El resultado ha sido un resurgimiento, un despertar del fundamentalismo del Islam con su respectivo terrorismo.

          A pesar de la pandemia de coronavirus que está azotando al mundo entero en este momento, “el mundo cristiano continúa hundiéndose en la depravación moral’.   Las películas y los programas que se presentan día en día por la Internet y en los canales de televisión, en un intento por distraer a las personas que deben permanecer en sus hogares debido a la pandemia, fomentan la homosexualidad y todo tipo de perversiones vergonzosas, lo cual refleja lo que le gusta y realmente disfruta la humanidad no regenerada.

          ¡La Biblia no ha cambiado! ¡Dios no ha cambiado!   ¿Pero ha cambiado nuestra esperanza? ¿Será acaso que en vez de estar “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tit. 2:13), hemos depositado la esperanza de nuestra salvación en los “políticos cristianos?”

          La iglesia evangélica de hoy en día está cegada y obsesionada por acomodarse y comprometerse, uniéndose en yugo desigual con los incrédulos.  Recordemos las palabras de Pablo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Tim. 3:1–5).

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