El Segundo Libro de Dios
- Publicado en Anécdotas
“Grandes son las obras de Jehová, buscadas de todos los que las quieren” (Salmo 111:2)
“Grandes son las obras de Jehová, buscadas de todos los que las quieren” (Salmo 111:2)
“Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento” (Proverbios 12:22)
“Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte” (Jeremías 21:8)
Uno de los grandes placeres al leer la historia del cristianismo es descubrir cuán multinacional y multiétnico es el cuerpo de Cristo. Consideremos por ejemplo, el caso de Andrew Murray: étnicamente era escocés, pero sirvió como misionero en la Iglesia Holandesa Reformada de Sud África, en la cual nació y ministró.
Charles Haddon Spurgeon nació en 1834 en Menton, Francia. Fue un pastor bautista reformado inglés. Según la Biblioteca Cristiana en Internet, a largo de su vida evangelizó alrededor de diez millones de personas, e incluso se asegura que llegó a predicar hasta diez veces a la semana en distintos lugares. Sus sermones han sido traducidos a varios idiomas y es conocido como el “Príncipe de los Predicadores”.
“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra” (Sal. 46:10)
¿Qué diría usted si tuviera que orar dos minutos en una habitación colmada con los políticos más poderosos en Estados Unidos? Esa pregunta debía hacerse a sí mismo Catherine Wood uno de los predicadores más conocidos y notables de su tiempo.
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10).
“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2 Cor. 10:4).
¿Cómo pudo un hombre con 15 hijos encontrar tiempo para escribir himnos y cosas relacionadas con el cristianismo? Alguien ordinario no lo habría hecho, pero Sabine Baring-Gould no era un hombre común y corriente, sino que su mente estaba ocupada en muchas cosas: el cristianismo, registrar la vida de santos, escribir himnos, historias, leyendas y la arqueología.
Los creyentes tenemos la bendición de poder apreciar el corazón de Dios descrito en su Palabra. Leer la Biblia por entero es penetrar en un vasto universo. Cuando lo hacemos por primera vez, no podemos entenderla completamente, pero es maravilloso leerla y reflexionar acerca de la forma cómo Dios interactúa con Sus hijos.
El Apóstol Pablo dice: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Ti. 3:16). ¡Qué misterio tan maravilloso el de la encarnación! Cuán asombroso, pero al mismo tiempo esencial para nuestra salvación, que Dios, tal como anticiparon los profetas del Antiguo Testamento, pudiera hacerse hombre: