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El Papa quiere imponer el globalismo sobre el planeta

La guerra del Papa Francisco contra la iglesia evangélica en particular y hasta con el catolicismo tradicional se ha intensificado recientemente.  Decretó como culpables a todos los católicos que creen en la tradición y se niegan a deformar las escrituras bíblicas, acusándolos de negarse a apaciguar a un mundo impío, y por crear, según sus propias palabras “Un campo minado de malentendidos y odio”.   Añadiendo: “La rigidez y el desequilibrio se alimentan entre sí en un círculo vicioso. Y en estos días, la tentación de la rigidez se ha vuelto bien evidente.  La tradición no es estática, es dinámica” - concluyó afirmando el señor Francisco.

Daniel Draper

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.  Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:27–29)

Charles Spurgeon

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hec. 4:12)

Charles Haddon Spurgeon nació en 1834 en Menton, Francia.  Fue un pastor bautista reformado inglés.  Según la Biblioteca Cristiana en Internet, a largo de su vida evangelizó alrededor de diez millones de personas, e incluso se asegura que llegó a predicar hasta diez veces a la semana en distintos lugares. Sus sermones han sido traducidos a varios idiomas y es conocido como el “Príncipe de los Predicadores”.

Orando con los poderosos

“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra” (Sal. 46:10)

¿Qué diría usted si tuviera que orar dos minutos en una habitación colmada con los políticos más poderosos en Estados Unidos?  Esa pregunta debía hacerse a sí mismo Catherine Wood uno de los predicadores más conocidos y notables de su tiempo.

Un himno triunfante

“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2 Cor. 10:4).

¿Cómo pudo un hombre con 15 hijos encontrar tiempo para escribir himnos y cosas relacionadas con el cristianismo?  Alguien ordinario no lo habría hecho, pero Sabine Baring-Gould no era un hombre común y corriente, sino que su mente estaba ocupada en muchas cosas: el cristianismo, registrar la vida de santos, escribir himnos, historias, leyendas y la arqueología.

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