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Un Presidente Cristiano

  • Fecha de publicación: Viernes, 07 Febrero 2020, 08:04 horas

“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Prov. 9:10)

Thomas Woodrow Wilson nació en 1856, era hijo del reverendo presbiteriano Joseph Ruggles Wilson, quien era pastor y profesor del seminario. Él junto con su esposa se dedicaron completamente a la educación de su hijo, proveyéndole instrucción escolar en el hogar, entrenándolo en la lectura diaria de la Biblia, y criándolo para que viera al mundo desde una perspectiva cristiana.

El concepto integral que aprendió de sus padres fue el pacto de Dios con la humanidad: Que el Creador nos dio los mandamientos para que viviéramos por ellos, y que también otorgó promesas para quienes confían en Él.  Creía que la estructura del pacto significaba que no sólo estaba allí el llamado por una obediencia enérgica de parte de los individuos, sino también un vínculo entre la iglesia y la sociedad.

Después de graduarse en la Universidad de Princeton, practicó la abogacía, motivado por su pasión por ver la justicia servida.  Central en su pensamiento estaba la creencia que Dios gobernaba al mundo y que las personas terminarían por llegar a ser siervas de su voluntad.  Esta convicción fue la motivación a lo largo de su vida.

En 1910 aceptó la nominación del partido demócrata para gobernador de New Jersey, ganando fácilmente.  Su éxito al reformar los sistemas políticos y sociales del estado le ayudaron a triunfar en las elecciones como presidente de Estados Unidos, sólo dos años después.  Con una mayoría en el congreso de personas con mentes progresistas, logró a llevar a cabo rápidamente una reforma: creó el Sistema de Reserva Federal, redujo los derechos arancelarios, y estableció las primeras leyes laborales para menores en toda la nación.

Mantuvo a Estados Unidos fuera de la guerra que estalló en Europa en 1914 y fue elegido para un segundo término en 1916.  Sin embargo, perdió su mayoría en el congreso y se vio cada vez más frustrado por no poder legislar.   En abril de 1917, cuando la agresión alemana en los mares, amenazaba los intereses de Estados Unidos, Wilson, el hombre que reverenciaba la paz por encima de todo, con poca disposición guió el país hacia la primera guerra mundial.

Un año y medio más tarde, la conclusión de la guerra le dio la oportunidad de dejar su marca en la historia del mundo.  Propuso la creación de la Liga de las Naciones para promover estándares más altos de justicia en una escala internacional.  Muchos países abrazaron esta idea, pero en casa, el congreso se opuso firmemente al ingreso de Estados Unidos en la Liga de las Naciones.  Sin inmutarse, Wilson se dedicó con celo a tratar de convencer al pueblo norteamericano, de la justicia de su causa.  Sin embargo, su diligencia acabó abruptamente cuando sufrió un ataque que lo debilitó en 1919.

Aunque su fe y convicciones permanecieron fuertes, desilusionado consigo mismo y con la política, murió en febrero de 1924.  No obstante, tanto amigos como enemigos coincidieron en que fue un hombre de gran integridad personal.

Cualquiera hayan sido sus faltas sus ideales estaban basados en la fe y educación cristiana que caracterizó su vida. ¿No creen que nosotros deberíamos tratar de hacer lo mismo?

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