Los dos testigos
- Fecha de publicación: Sábado, 12 Enero 2013, 00:44 horas
- Publicado en Profecías /
- Visitado 10330 veces /
- Tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente /
- Imprimir /
“Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron” (Apocalipsis 11:1-12).
En el versículo 1, Juan recibe la instrucción de un ángel poderoso para que tome una caña de medir y mida el templo, el altar y las personas que adoran en él. Es obvio que en esto, hay mucho más involucrado que medidas lineales o verticales. La caña era una vara de medir de aproximadamente tres metros de largo. Este acto de medir a las personas, bien puede referirse a que Israel será medido en conformidad con su rechazo al Mesías, especialmente debido a la luz que recibieron.
Este templo será edificado al comienzo de la tribulación, porque a mediados de la misma el Anticristo quebrantará el pacto con los judíos y se sentará en el templo auto proclamándose Dios. Es por esta razón y tal como Dice Apocalipsis 11:3, que no se medirá el patio, porque se encontrará en manos de los gentiles. Los dos períodos de tiempo están dados específicamente como 42 meses y 1.260 días, que corresponden exactamente con tres años y medio. Los meses judíos eran de 30 días y si multiplicamos 42 por 30, tendremos exactamente 1.260 días. Todo comprueba que la acción del Anticristo tendrá lugar exactamente a mediados de la tribulación.
Es en este punto que aparecen los dos testigos. Aunque se han ofrecido diversas sugerencias respecto a su identidad, destacados estudiosos de la profecía creen que tal como dijo el Señor Jesucristo en Mateo 11:13, que representan a “todos los profetas y la ley”. Aunque no se menciona el nombre de ellos, Jesús proveyó una clave para identificarlos cuando dijo “Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra”.
En el capítulo 4 de Zacarías, el profeta ve un candelabro de oro y dos árboles de olivo, “... dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra” (Zacarías 4:14), quienes llevarán a cabo su ministerio, “... No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6b).
Una vez más el simbolismo que asocia el capítulo 4 de Zacarías con el 11 de Apocalipsis, es que los dos testigos tendrán algo que ver con la reconstrucción del templo de la tribulación y que serán ungidos por el poder del Espíritu Santo. Pero... ¿Qué harán esos dos testigos durante los tres años y medio:
- “Saldrá fuego de la boca de ellos, y devorará a sus enemigos”.
- “Si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera”.
- “Tendrán poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva sobre la tierra por tres años y medio”.
“Tendrán poder sobre las aguas y las convertirán en sangre”.
- “Traerán sobre la tierra toda clase de plagas, como parte del juicio”.
En Malaquías 3:1,2, Dios habla de un mensajero especial y dice: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores” (Malaquías 3:1,2).
El Señor no se está refiriendo a un simple mensajero sino que dice “mi mensajero”. El versículo 1 de este pasaje se refiere a la primera venida de Cristo, pero... ¿acaso no implica la Escritura que vendrá también al templo en su segunda venida? Sí, pero será para destruir el templo, el cual reedificará Él mismo: “Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová” (Zacarías 6:12).
Los últimos tres versículos de Malaquías, el último mensaje que le diera Dios a Israel por 400 años, identifica al mensajero que habrá de venir antes del Mesías como a Elías: “Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Malaquías 4:4-6).
Por estos versículos leemos, que Moisés el legislador y Elías el profeta, están asociados con la segunda venida del Señor Jesucristo. Los apóstoles deseaban pruebas, no sólo que Jesús fuera el Mesías, sino también que regresara. En una ocasión los llevó a la cima de un monte y se transfiguró delante de ellos, exhibiendo la apariencia que tendrá cuando regrese. ¡Éste fue una semblanza de su retorno! Y leemos: “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él” (Mateo 17:1-3).
Moisés y Elías no sólo se aparecieron, sino que estaban hablando con el Señor. Como declara el registro sagrado: “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió...” (Mateo 17:5a). Es obvio que Moisés y Elías estaban hablando con el Señor del templo, pero note lo que hizo el impetuoso y bocón de Pedro: “Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías” (Mateo 17:4). Por eso fue que Pedro los interrumpió queriendo decirle, tal vez: “Señor, si quieres un templo, entonces es bueno que nos encontremos aquí contigo, ¡ya que no sólo edificaremos uno para ti, sino otro para Moisés y Elías!”.
Algunos objetan que Moisés sea uno de los dos testigos porque está registrado en Deuteronomio que “murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab” (Deuteronomio 34:5), pero recuerde también que sigue diciendo la Biblia, que “ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy” (Deuteronomio 34:6). En cuanto a que Elías, será uno de los testigos, no se nos dice específicamente que será, pero la evidencia parece probarlo.
1. Elías retuvo la lluvia por tres años en Israel. “Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1).
2. Elías hizo descender fuego del cielo sobre el monte Carmelo. “Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja” (1 Reyes 18:36-38).
3. Elías confrontó al perverso rey Acab con sus pecados. “Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales” (1 Reyes 18:17,18).
4. Elías se opuso a las obras perversas de la reina Jezabel. “De Jezabel también ha hablado Jehová, diciendo: Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel” (1 Reyes 21:23).
5. Elías desafió a los profetas de Baal, cuando les dijo: “Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho” (1 Reyes 18:24).
6. El ministerio de Elías conllevó a que 7.000 rechazaran al dios falso de Jezabel. “Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 Reyes 19:18).
7. Elías fue arrebatado al cielo en un carro de fuego, sin ver muerte. “Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino” (2 Reyes 2:11).
Por otra parte, en la tribulación, y durante el ministerio de Elías...
1. No lloverá por tres años y medio. Durante la tribulación Elías asimismo hará que 144.000 judíos en Israel busquen al Dios verdadero.
2. Con fuego destruirá a sus enemigos.
3. Así como confrontó a Acab, también se opondrá al Anticristo.
4. De la misma manera como se enfrentó con Jezabel,
5. Se le dará muerte, pero resucitará e igualmente será arrebatado al cielo.