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La Biblia: El libro prohibido

  • Fecha de publicación: Sábado, 05 Abril 2008, 18:45 horas

Con sus miles de dioses en el primer siglo de la era cristiana, el estado romano era la forma más refinada que tenía Satanás para controlar al pueblo de Dios y su creación. La religión era puro misticismo. El monoteísmo era la madre y hermana gemela de la desesperación, lo cual era evidente por el pueblo judío pisoteado y dividido.

La gloria del Shekinah de Israel había partido. Las diez tribus del reino unido de David habían sido dispersadas 700 años antes y la mayoría de judíos desde el cautiverio en Babilonia habían rehusado regresar a su tierra natal. El desasosiego civil en Palestina era desenfrenado y la nación estaba gobernada por Herodes, un demonio. Todos los caminos conducían a Roma y la desesperanza caracterizaba la nación bajo el dominio romano. Bretaña era el extremo de la tierra y una espina en el costado de Roma, ya que su pueblo era el único capaz de enfrentarse a las legiones romanas y luchar de pie. Los británicos eran un pueblo extraordinario con un destino fuera de lo común.

¿Cuántas personas hoy saben que Constantino era británico? Todos los registros prueban este hecho, pero la historia se rescribió en favor de un origen y autoridad diferentes para la iglesia cristiana. Cuando él asumió el título de César romano, Roma se convirtió en la sede de la iglesia cristiana y así se cambió el lugar de origen del cristianismo a fin de validar su autoridad. Para el año 590 de la era cristiana, 275 años después de Constantino, el Papa Gregorio envió a Agustín a "cristianizar" a Inglaterra, pero Agustín fielmente registró que el cristianismo ya existía en Inglaterra muchos siglos antes de su llegada.

La tradición enseña que la iglesia madre donde se originó el cristianismo en Inglaterra estaba en Glastonbury, y que fue fundada por José de Arimatea en el año 36, sólo tres años después de la muerte y resurrección de Jesús, siendo pastoreada posteriormente por él mismo. Esta nueva religión cristiana sobrepasó el druidismo y se propagó hasta Gales, Cornwall, Escocia e Irlanda. Solidificó a un pueblo destinado a enfrentarse a las legiones romanas en un asedio que prevaleció por 300 años.

Se necesitó de la encarnación, de que el propio Dios se hiciera carne, para acabar con el mito de Roma y quebrantar el dominio de Satanás en la tierra. Jesús lo hizo mediante la obediencia al Padre, no a través de una revolución pacífica tal como la que llevó a cabo Gandhi. En el mundo judeo cristiano, la forma más eficaz de resistir la tiranía es obedeciendo a Dios, pero este punto de vista lo rechaza el mundo secular. En la Palabra de Dios está registrado que el Creador tiene control sobre la historia. Sus libros están colmados con recuentos de personas cuyo mayor anhelo era llegar al cielo mediante la obediencia y paciencia, ya que Dios tiene cientos de promesas para todos los que confían en él. La Biblia no es el hombre en una búsqueda continua por Dios, sino la historia de Dios descendiendo del cielo y viniendo a buscar al hombre.

Jesucristo fue un revolucionario que confundió a sus antagonistas. César era considerado un dios con todo el poder y autoridad que le otorgaba esa posición. El imperio romano era la obra maestra de Satanás, el aparato perfeccionado después de todas sus fallas con Babilonia, Asiria, Persia y Grecia. No obstante, el Señor Jesucristo sólo necesitó cinco segundos para despojar a César de toda su deidad, cuando dijo: "Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios" (Mt. 22:21). En el proceso, César se convirtió en sólo otro rey y Dios fue restaurado para siempre a su posición eterna.

Los mil años que Satanás pasó perfeccionando su sistema para tomar control de la tierra, fueron destruidos en el lapso de tiempo que necesitó el Señor para pronunciar estas 17 palabras. Jesucristo fue "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn. 1:29). Eso fue una realidad cuando se hizo obediente hasta morir en la cruz. Con su muerte y sepultura, la ley fue satisfecha y con su resurrección el hombre fue justificado, ¡porque él vive! Sus últimas palabras antes de ascender al Padre contienen la gran comisión: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt. 28:19).

El fruto del trabajo de José de Arimatea en Inglaterra, se extendió hasta la costa oeste de Escocia en donde se encuentra la pequeña isla de Iona, de sólo cuatro kilómetros de largo por dos kilómetros 400 metros de ancho, con unos cientos de hectáreas de terreno cultivable. Allí en el año 564, durante la cristianización de Europa, un misionero de Irlanda llamado Columba estableció una escuela de predicadores. Por 34 años evangelizaron el territorio principal y las islas vecinas.

El colegio en Iona era difícilmente un monasterio, al profesorado le permitían casarse y el programa de estudios estaba designado para entrenar eruditos y misioneros para que partieran como soldados de Cristo, conquistando y ocupando los territorios aledaños habitados por paganos. En esta pequeña isla se encontraba una escuela que hizo más que todo el cristianismo combinado, durante la edad del oscurantismo, período que abarcó entre los años 500 al 800, predicó un evangelio puro en todas partes de Bretaña y Europa.

A los eruditos y estudiantes de Iona se les llamaba "Culdees". Proclamaban la autoridad de la Escritura y convocaban por el establecimiento de ancianos o presbíteros en cada iglesia para que las gobernaran. Reclamaban su origen desde los apóstoles Juan y Pablo. Esta doctrina estaba en conflicto con el cristianismo romano y finalmente terminaron por chocar. La iglesia Culdee era clandestina en 1297, cuando la iglesia romana prohibió los centros de aprendizaje y dispersó a los maestros. Estos maestros continuaron su trabajo en partes remotas de Escocia y más allá, pero después del año 1297 la antigua iglesia Culdee desapareció como una organización visible.

Conforme la fe antigua avanzaba en forma secreta, sus herederos continuaban promoviendo la reforma. Estos reformadores se encontraban en cada país mucho antes de la Reforma. La persecución mantuvo a estos movimientos ocultos, pero a todo lo ancho de Escocia se encontraban grupos pequeños que miraban al Señor Jesucristo como al único mediador entre Dios y los hombres. En Inglaterra, John Wycliffe fue un producto de la doctrina Culdee y sus seguidores llegaron a ser conocidos por el nombre con que los reconocemos hoy, como Lolardos. En 1494, 30 personas llamadas "Los Lolardos de Kyle", cerca de Glasgow, fueron llevadas ante el arzobispo acusadas de herejía. Se supo luego que su herejía consistía en practicar las doctrinas antiguas de la iglesia Culdee.

La garra mortal de Satanás sobre Inglaterra en los días de Wycliffe y durante las 14 décadas que conllevaron a la Reforma, recordaban al tiempo de Roma. El diablo le había negado al pueblo de Dios su Palabra y tenía sujeta a la iglesia con la noción de que era mejor obedecer las leyes del gobierno que a Dios. El Señor, así como consiguió al apóstol Pablo en el siglo primero, encontró a John Wycliffe y a John Huss en el siglo XIV, a John Colet y Girolamo Savonarola en el siglo XV y a William Tyndale y Martín Lutero en el siglo XVI. Dios siempre usa a siervos que confían en él y le obedecen, para restaurar a los hombres en sus caminos.

El Señor condujo su orquesta de santos, preparó y le dio forma al campo de batalla para la guerra que se avecinaba. Obedientemente Wycliffe tradujo y entrenó a sus estudiantes los Lolardos, quienes practicaban sus enseñanzas y se convirtieron en instrumentos para distribuir la Palabra de Dios y proveer una selección de nuevos Pablos, para que actuaran cuando llegara la hora de decidir. Su valor y paciencia fueron verdaderamente admirables. Ya para finales del siglo XV, 1.500 años después de la muerte de Wycliffe, la evidencia circunstancial llevó a John Colet a convertirse en el líder secreto de los Lolardos y la evidencia directa nos insta a creer que los Lolardos secretamente influyeron en muchos de los reformadores, incluso sin que se dieran cuenta, a fin de que llevaran a cabo la agenda secreta de hacer que la Palabra de Dios estuviera accesible a las naciones. Sabemos que Colet financió a Erasmo, influyó en Tyndale y fue personalmente responsable de que todos pudieran leer las palabras de Pablo. Una circunstancia similar fue la que experimentó Staupitz, el benefactor de Lutero, quien se advirtió de sus cualidades y consideró que eran necesarias para llevar a cabo la Reforma en Alemania. Fue Staupitz quien le dio a Lutero su primera Biblia y lo animó a predicar en público.

Son muchos los que han ayudado o influido en la vida de siervos de Dios, que predicaron el evangelio. Ignoramos sus nombres, sólo el Señor los conoce, tal como esos cristianos en Damasco que ayudaron a Pablo: "Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta" (Hch. 9:25). Ellos sin embargo, recibirán las recompensas eternas de los apóstoles y reformadores por su obediencia y sacrificio. La última petición del apóstol Pablo en la tierra, preservada en 2 Timoteo, fue de que Timoteo le llevara los libros y pergaminos. Era el año 66 de la era cristiana y las últimas palabras que escribió Pablo, estaban designadas a solidificar el registro para esos que vendrían después. La piedra angular para las iglesias establecidas por Pablo fue: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Ti. 3:16).

Durante los 33 años que siguieron a la resurrección del Señor, el Espíritu Santo escogió a hombres como instrumentos para que escribieran las cartas y libros que conforman el Nuevo Testamento. Estos escritos cesaron para finales del primer siglo y se convirtieron en la norma para los cristianos en dondequiera que se predicaba el evangelio. Por 500 años el mensaje fue traducido al latín, armenio, siriaco, cóptico y en el idioma de todos los que recibieron el evangelio.

La ley hebrea, traducida al griego, se conoció como la Septuaginta o Versión de los Setenta y fue reconocida como el canon del Antiguo Testamento. En el año 397el Sínodo de Cartago oficialmente declaró 27 libros como el Nuevo Testamento y a la Septuaginta como el Antiguo Testamento, con una nota sobre los 14 libros apócrifos incluidos como instrucción e historia, pero no como escritos inspirados.

En Belén, Jerónimo, el lingüista y erudito más destacado de su tiempo, fue comisionado por el Papa Dámaso para traducir estos libros de los manuscritos en griego que estaban en su posesión. Quinientos años después la iglesia occidental aceptó universalmente La Vulgata. Conforme pasó el tiempo, La Vulgata fue adulterada al copiarla, la interpretación del canon quedó limitada a unas cuantas docenas de eruditos en cada generación quienes usurparon la habilidad del Espíritu Santo para actuar por medio de la instrucción individual, tal como se hizo en el principio. Ese era el estado de las cosas para los años 1380, el día de Wycliffe; para 1516, el día de Erasmo y en el 1525, el tiempo de Tyndale.

Prefacio

Era uno de los tiempos más oscuros. La "religión" y la superstición controlaban y tenían sometidas a las masas en Europa e Inglaterra. Pero de tiempo en tiempo, en medio de este vacío espiritual y moral, podían escucharse unas cuantas voces de esperanza. Por ejemplo en 1417, John Oldcastle trató de derrocar la tiranía de la iglesia en Inglaterra, pero su esfuerzo fue aplastado con gran sufrimiento. Después de muerto, John Wycliffe se convirtió en el erudito y predicador más admirado en Inglaterra. La admiración que le profesaba el pueblo y su fama, mantuvo la crítica de la iglesia a raya, pero con el tiempo sus enseñanzas terminaron por ser impartidas clandestinamente.

Fue William Tyndale con su traducción de la Biblia al inglés, quien finalmente resquebrajó los muros de la tiranía espiritual en ese territorio. De hecho, la traducción de Tyndale de la Biblia, no sólo cambió el curso de la historia inglesa, sino que alteró la propagación del evangelio en todo el mundo. Pero... ¿Qué hubo en la vida y obra de Tyndale que afectó tan profundamente el curso de la historia? ¿Podemos ver en ella patrones que necesitan ser recordados y repetidos en nuestro tiempo? Si ha de haber una reforma para Cristo en nuestra cultura de hoy, hay ciertas características de Tyndale que debemos recobrar:

•NECESITAMOS HABILIDAD: Tyndale era un lingüista dotado. Un experto en hebreo, griego, latín, italiano, español, francés y alemán. Tyndale comprendía con claridad los patrones de pensamiento de su mundo. Pero se concentró en traducir el griego y el hebreo en un inglés noble y articulado.

• NECESITAMOS PUREZA DE ESTUDIO: Tyndale repudió la educación religiosa de su día. Abandonó la búsqueda de un título en teología, por el estudio directo y exposición de la Palabra de Dios, aparte de la interpretación escolástica.

• DEBEMOS TENER PROPÓSITO: Tyndale sentía fuertemente que la Biblia debía estar en manos de todas las personas y en su propio idioma, para así poder escapar de la superstición, ignorancia y abuso de la iglesia.

• NECESITAMOS UN COMPROMISO: Tyndale se dedicó a una sola labor hasta su muerte. No pudo ser disuadido ni distraído. A pesar de todo buscó consejo y enseñanza de amigos y otros, tal como Lutero. Caminó solo con el Espíritu Santo para llevar a cabo el propósito que le encomendara Dios.

Para que verdaderamente pueda tener lugar un despertar espiritual en nuestros días, Dios tendría que levantar escuelas e iglesias, maestros y pastores que ardan con celo profundo y que como William Tyndale se adviertan de la verdad y sigan su ejemplo. Debemos saber cuál es nuestro llamado y propósito en la vida y estar dispuestos a seguirlo.

Para poder comprender el corazón de la Reforma, los estudiantes de la Biblia necesitan estudiar a Wycliffe, Tyndale, Lutero, Calvino y otros. Es necesario estudiar la Palabra de Dios, tal como hicieron estos grandes hombres del pasado. Luego podremos hablarle a nuestra generación con la espada aguda de la verdad y con la profunda comprensión y entendimiento con que Moisés, David, Pablo y Pedro escribieron bajo la inspiración del Espíritu de Dios.

Wycliffe y el auge de los Lolardos

La iglesia romana alcanzó una posición de poder después de la muerte del emperador Constantino Primero en el siglo IV. El sacro imperio romano gobernaba el mundo occidental, desde Constantinopla al oriente, hasta Inglaterra en el oeste y los estados germánicos en el norte. La iglesia de Roma conservaba su control por medio de monasterios ubicados estratégicamente, los que mantenían un monopolio sobre la educación, la vida espiritual y seguridad a todo lo ancho del imperio. Cada monasterio era tan fuerte como sus líderes y la libertad para dirigir, era a menudo directamente proporcional a la distancia de Roma. A lo largo de los siglos tuvieron lugar brotes aislados en pro de la libertad religiosa, pero tan pronto los descubrían eran suprimidos por Roma.

Durante los mil años que conocemos como la edad del oscurantismo y la edad media, los que se extendieron desde los años 500 hasta el 1500, la iglesia de Roma mantuvo el control absoluto. La técnica para sustentar su poder era simple: Controlar la mente de las personas por medio del control de la educación, y controlar la educación por medio del control del lenguaje. Un imperio, muchos idiomas, pero para la educación e instrucción sólo se permitía el latín. Finalmente los decretos del Papa se convirtieron en texto de estudio, tanto de la ley eclesiástica, como la civil. Hay que admitir que hubo Papas que fueron tolerantes y permitieron la libertad del pensamiento, pero los eruditos sólo podían comunicarse en latín. Una manzana podrida puede dañar todo un barril, por consiguiente, un Papa tirano podía acabar con todo lo que habían hecho sus predecesores. El Papa fue elevado a la posición de Vicario de Cristo y cualquier resistencia a su liderazgo era considerado como un acto de herejía que merecía el castigo de la excomunión, prisión o muerte.

La acumulación de riquezas conlleva al poder y el poder finalmente provee los mecanismos para reclutar ejércitos y hacer cumplir la voluntad de ese en el poder. Los agentes de la iglesia fueron finalmente utilizados para espiar, mentir e intimidar en una forma que nos recuerda al servicio secreto de Hitler y la KGB de Stalin. Tales agentes del Papa eran conocidos como inquisidores y el período a que me estoy refiriendo ha sido conocido ignominiosamente como la inquisición. La inquisición se originó en 1233 y fue cambiando en varios grados a través del imperio por cerca de 600 años.

Los abusos de la iglesia de Roma y sus clérigos podían verse, tanto en el reino espiritual de la iglesia como en la vida diaria de las personas. La iglesia exigía la confesión auricular, la penitencia para el perdón, el misticismo de la misa, la creencia en el milagro de la transubstanciación, (de que el pan y el vino en virtud del oficio desempeñado por el sacerdote se convierten en el cuerpo y sangre literal de Cristo), la peregrinación y adoración de los santos. Prohibía terminantemente la lectura de la Biblia en inglés o en cualquier idioma aparte del latín.

Pero... ¿Cuáles eran las fuerzas, presiones, abusos, excesos, distorsiones y perversiones que mantenían atados a los eruditos, en dondequiera que se permitía la libertad académica? ¿Cuáles eran las circunstancias que afectaban el estado de las cosas, impidiendo que los hombres de letras no se atrevieran a arriesgar su posición e influencia al revelarse contra la autoridad de una iglesia que por cientos de años había dominado con su garra sacrosanta la mente de las personas, así fueran campesinos, sacerdotes, eruditos, obispos, príncipes y reyes?

En la primera década del siglo XVI, la lista de abusos que hacían mofa de la verdad y convertían en hipócritas a esos que permanecían silenciosos, incluía lo siguiente:

• Más de 100.000 prostitutas eran empleadas por la iglesia con la aceptación universal, gracias a la proclamación de Agustín quien declaró que «eran un mal necesario».

• "Los artefactos que pertenecieron a Jesús" fueron estratégicamente colocados en santuarios, con el propósito de obligar a las personas a que realizaran peregrinaciones patrocinadas por la iglesia a un precio exorbitante.

• Las indulgencias eran garantizadas por crímenes que variaban desde adulterio hasta asesinatos, dejando al estado sin poder alguno para perseguir al criminal. Es bien conocido que el Papa Julio II, quien reinó entre 1503 al 1515, le garantizó tal indulgencia al futuro Papa León X, quien estaba casado y tenía dos hijos y todo a pesar de la exigencia del celibato sacerdotal. También es ampliamente conocido que Erasmo era hijo ilegítimo de un sacerdote. Incluso, las indulgencias eran a menudo otorgadas por dinero, a personas que pagaban por adelantado un acto criminal que todavía no habían cometido.

• El obispo Tetzel, el mensajero especial tanto de Julio II como de León X, se apropió de grandes sumas de dinero de los feligreses, para la construcción de la Basílica de San Pedro, garantizándoles el perdón por la expiación en el purgatorio.

• Julio II y León X, declararon la guerra santa para justificar los asesinatos en masa de los judíos a fin de robarles su dinero y posesiones para financiar la construcción del Vaticano, principalmente la Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro. El Papa León X reveló la verdad de sus convicciones cuando dijo: «¡Cuán beneficiosa ha sido para nosotros la fábula de Cristo!»

Las tensiones creadas por la resistencia a la tiranía de la iglesia, no fueron producto del gnosticismo, sino de la verdad propagada por la Sociedad Secreta de hombres y mujeres que conocían la Biblia. Ellos se infiltraron en la sociedad por miles y sus prácticas de reclutamiento eran muy creativas. Constantemente marcaban a niños dotados para impartirles sus enseñanzas. Sus reuniones eran clandestinas y siempre consistían en: enseñanza de la Biblia, comunión y tácticas designadas para evitar las autoridades. La propagación de sus doctrinas demandaba resistencia a cuatro puntos principales de la iglesia en Roma:

• Las peregrinaciones.
• La adoración de los santos.
• La prohibición de no poder leer la Escritura en otro idioma diferente al latín.
• La creencia de la presencia carnal de Cristo en el sacramento de la eucaristía.

En los primeros años del movimiento, aproximadamente entre 1375 al 1435, el celo de los Lolardos se manifestó en varios grados de osadía. Muchos de los jóvenes zelotes rehusaron retractarse de sus convicciones cuando eran capturados y torturados por los inquisidores. Su destino a menudo fue morir quemados en la hoguera. En el occidente de Inglaterra en 1417, la violencia se desató bajo el militante zelote, John Oldcastle, quien intentó derrocar la tiranía de la iglesia. Esto incitó al monarca quien aplastó la rebelión con la fuerza militar. De ahí en adelante el movimiento de los Lolardos se tornó clandestino. Su número aumentó y su secreto llegó a ser sofisticado y ganó convertidos entre todas las clases sociales, especialmente entre los mercaderes aventureros, cuya riqueza y poder aumentó dramáticamente conforme Inglaterra se convertía en una nación marinera. Las tácticas de supervivencia fueron alteradas drásticamente para la última mitad del siglo XV. Esos en la sociedad lograban evitar la persecución declarándose ignorantes o equivocados.

Pero... ¿De qué estaban hechos estos hombres? ¿Cuál era la fuente de inspiración que los motivaba a poner en peligro sus vidas y las de sus familiares y amigos? El padre espiritual de ellos fue John Wycliffe, el predicador más exaltado durante el siglo XIV. Era profesor de la Biblia y presidente de la Universidad de Balliot en Oxford. Su fama como el hombre más ilustrado de su tiempo atrajo a estudiantes de todo el continente y de Inglaterra. Su intolerancia contra los abusos de la iglesia, frailes mendigos, clérigos ignorantes, obispos políticamente motivados y la falta de acceso a la Escritura en el idioma común de las personas, al igual que contra las exigencias de la iglesia con el monarca y su involucramiento en la ley civil y el orden, lo convirtieron en el campeón de la separación de la iglesia y del estado. Wycliffe fue un gigante mental, bien versado en la ley, teología, filosofía y lógica. Su crítica de las prácticas de la iglesia con respecto a la transubstanciación, la fijación de impuestos y el tolerar clérigos ignorantes, atrajo el respeto y admiración del monarca. Ana de Bohemia, esposa del rey Ricardo y John de Gante, príncipe de Gales y monarca en ausencia mientras el rey Ricardo estaba en la cruzada en Jerusalén, eran amigos y admiradores de Wycliffe y lo protegían de la persecución de la jerarquía de la iglesia. Los salones en donde impartía sus enseñanzas se veían colmados con discípulos que se asombraban de su lógica y candor. Wycliffe era una figura imponente con su cabello y barba blancos. Consideraba la iglesia como una desgracia para el pueblo de Dios y para las personas a quienes instruía en el camino del Señor. Fueron muchos los intentos que se hicieron por silenciar a este valeroso predicador, sin embargo, sus amigos en posiciones de poder libraron su vida, incluso durante su tercer juicio en el que se le acusó de herejía.

La pasión de Wycliffe por traducir la Biblia del latín al inglés vernáculo de la edad media, finalmente provocó su despido de Oxford. Allí puso una tienda cerca de su iglesia en Lutterworth en 1375, en donde entrenaba a sus discípulos para que les predicaran la Palabra de Dios a los comerciantes y mercaderes en el pueblo. Sus jóvenes predicadores, los Lolardos, llevaban porciones traducidas de la Escritura escritas a mano, de villa en villa. Las leían e instruían a las personas que se reunían en cada lugar. En ese tiempo, sólo los educados podían leer y escribir y sin la imprenta que todavía no se había inventado, la labor de ellos era todavía más lenta. Su celo debía enfrentarse a la resistencia del clero, que resultaba a menudo en persecución severa y muerte en la hoguera. Wycliffe le enseñó a sus predicadores que debían esperar persecución, y que si se veían confrontados no huyeran del martirio. Wycliffe consideraba que era necesario el sacrificio de estos jóvenes para poder despertar a las multitudes y a la monarquía.

Las probabilidades de despertar a las masas ignorantes en la época de Wycliffe eran abrumadoras. Necesitó diez meses para transcribir toda la Biblia y fue una labor muy costosa. El tiempo no estaba a su favor. El último día de 1384, la víspera de año nuevo, Wycliffe le dio a un seguidor instrucciones para continuar el trabajo y partió a reunirse con los santos en el cielo. Fue un hombre en contra del mundo. Su papel fue educar, reclutar, escribir, defender y estudiar. Sus amigos en posiciones estratégicas y estudiantes, le protegían los flancos mientras desempeñaba su labor. Era literalmente una Biblia ambulante. Fue doctor de doctores y verdaderamente una "universidad" en el sentido más puro de la palabra. Iluminaba las Escrituras para esos que tenían oídos para escuchar. El grito de batalla de sus seguidores era: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Ro. 8:31).

El celo de Wycliffe por el nacionalismo y el gobierno propio dentro del estado, encendió el fuego que John Huss transformaría en un infierno en el continente. Huss desarrolló su teocracia y filosofía por el nacionalismo en virtud de estudiantes de intercambio que eran patrocinados en Oxford por la iglesia en Praga, entre 1365 y 1375. Los estudiantes escribieron cada palabra que Wycliffe explicaba en los salones de clase durante sus cursos de dos años y Huss se benefició de sus notas. Para el tiempo en que Huss fue acusado de herejía por la iglesia, sus doctrinas habían influenciado tanto a las personas que no había forma de darle marcha atrás al curso que habían tomado las cosas. Cuán irónico fue el destino de Huss, ya que sus enemigos le quemaron en la hoguera usando los manuscritos de las conferencias de Wycliffe para encender el fuego.

Más de cien años después, Martín Lutero se beneficiaría de los escritos de Wycliffe en Inglaterra y de los logros de Huss en el continente, sin los cuales el orgullo nacionalista que permitió que Lutero resistiera y creciera, ciertamente se habría extinguido. Tyndale por su parte se benefició del amor que sentía Wycliffe por Dios en una forma muy diferente. El desestimar la necesidad de un intercesor terrenal con Dios significaba que Tyndale podía tener acceso al Padre celestial incluso mientras estaba en exilio y sin la asistencia de la iglesia. Jesucristo era el único intercesor a quien Tyndale se comprometió a obedecer.

La muerte de Wycliffe trajo un respiro de alivio a la iglesia de Roma, la que no anticipó las consecuencias de su vida y sus enseñanzas. Su epitafio es futurista y fue mejor declarado por Simón el hijo de Onías, en el libro apócrifo de Eclesiástico 50:6,7: «Como la estrella de la mañana entre nubes, como la luna llena en los días de plenilunio; como el sol radiante sobre el templo del Altísimo». Wycliffe se ganó y merece el título que le diera la historia de «Estrella de la mañana de la Reforma».

La posición de Wycliffe pasó a John Purvey, quien continuó traduciendo al inglés manuscritos bíblicos y folletos designados para instruir a las masas y restablecer la iglesia tal como fuera en el siglo primero. Purvey vivió con Wycliffe y absorbió sus enseñanzas, opiniones y filosofía. Continuó en su compañía hasta el día de su muerte. Llenó el vacío que provocó la muerte de Wycliffe con incasable energía, valor y resistencia, asegurando que su maestro no había muerto en vano.

Algunos de los folletos que escribiera Wycliffe circularon por miles en los años que siguieron a su muerte. Promovió el entendimiento del sacramento de la comunión y llevó la santa cena del Señor de regreso a los hogares, tal como lo enseñaban y observaban los cristianos en el primer siglo. John Purvey revisó y aceleró la producción de las Biblias en inglés de Wycliffe. El movimiento proliferó y muchos seguidores continuaron actuando clandestinamente conforme se intensificó la persecución de la iglesia en sus esfuerzos por hacerle un alto a lo que Wycliffe le había dado credibilidad entre todas las clases sociales.

Los Lolardos eran maestros celosos del evangelio en su propio idioma. Su número se multiplicó en forma logarítmica, tal como lo hicieran los seguidores del apóstol Pablo 1.350 años antes. Porciones de la traducción sagrada de Wycliffe circularon en forma amplia y se convirtieron en texto de estudio para el emergente idioma inglés. El evangelio en el dialecto inglés de la edad media servía como texto de estudio para enseñar a miles. Por medio de los Lolardos, los escritos y la filosofía de Wycliffe constituyeron la fundación que educó a campesinos y eruditos en el nacionalismo y libertad. Wycliffe escribió en inglés y en latín y su obra fue traducida asimismo en el idioma vernáculo del continente.

Considere un ejemplo del éxito de Wycliffe en la proliferación del Evangelio. En junio de 1394, Arundel, el arzobispo de York, pronunció el sermón en el funeral de Ana de Bohemia, reina esposa de Ricardo II. Él se refirió a ella como a alguien que no era ajena a los cuatro evangelios en inglés y que como resultado de leer estos libros: «había aprendido más que los prelados». Además, Arundel había examinado los libros y declaró: «Que eran buenos y verdaderos». Esto demostró que la traducción había penetrado en los palacios y que la estudiaba la realeza.

Para 1408 la propagación del Lolardismo estaba causando grande alarma entre la iglesia. Catorce años después de haber predicado el sermón en el funeral, el arzobispo de York cambió de idea y reunió a la jerarquía de la iglesia en Oxford para desacreditar y prohibir la Biblia de Wycliffe. Este fue el decreto de la iglesia: «Por consiguiente, decretamos y ordenamos, que a partir de este momento nadie sin autorización podrá traducir ninguna parte de las Sagradas Escrituras al inglés o a cualquier otro idioma, bajo ninguna forma de libro o tratado» (Baxter's Hexapla, 1841).

Esta fue la primera y la única prohibición autorizada de que las Escrituras no se tradujeran al inglés y constituyó la base para muchas persecuciones subsiguientes. Fue un instrumento de terror suspendido sobre las cabezas de todos los ingleses que se atrevían a leer por sí mismos la Palabra de Vida en su lengua materna.

Incluso después de la muerte de Wycliffe el odio contra su persona continuó creciendo. Finalmente en 1428, 44 años después de su muerte, el Papa Martín V ordenó que los restos de Wycliffe fueran exhumados y quemados. Este acto inhumano se llevó a cabo. Las cenizas de Wycliffe fueron arrojadas al río Swift, un pequeño riachuelo que corría cerca de la iglesia en el pueblo de Lutterworth.

Los Lolardos de finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI fueron dispersados a través de Inglaterra y el continente. Sin embargo, cuando comenzó el siglo XVI y la Nueva Enseñanza se propagaba en el extranjero, ellos continuaron contrabandeando literatura en los campos de Inglaterra y en el continente. Esencial a la proliferación de esta Nueva Enseñanza fue la invención europea de la imprenta en 1454 por Johann Gutenberg en Mainz, Alemania. Antes de su invención, se necesitaban meses para copiar un solo libro de la Biblia a mano. Por consiguiente, los libros eran escasos. Martín Lutero tenía más de 20 años antes de tener una Biblia. Ahora la contienda por la mente de los hombres y mujeres, contaba con la ventaja de que tanto la iglesia como los reformadores poseían los medios para propagar sus doctrinas.

Colet y Erasmo

En 1453 Constantinopla, la capital de la ortodoxia oriental, cayó en manos de los turcos. Esto constituyó una tragedia para los ortodoxos de oriente, pero una bendición para el mundo occidental. Antes que la ciudad sucumbiera, eruditos y miembros de las clases altas reconociendo su condenación inminente, huyeron al occidente. Se llevaron con ellos sus códices y rollos que describían la antigua cultura de Platón, Sócrates y Aristóteles, al igual que escritos desconocidos de los primeros padres de la iglesia. También llevaron la Escritura en sus lenguajes originales. El estudio de estos manuscritos dejó al descubierto los errores en La Vulgata Latina y avivaron el fuego para el nuevo estudio.

Para el siglo XVI había llegado una nueva generación que había absorbido la Nueva Enseñanza casi sin crítica. Estaban más que seguros de su independencia y más que impacientes en su oposición a la oscuridad e intolerancia. Esta nueva generación en Inglaterra estuvo caracterizada por John Colet, decano de la Catedral de San Pablo, quien tras retornar desde Italia en 1496 tomó un sendero irreversible el cual permitió que las Escrituras le hablasen directamente a las personas en los bancos por primera vez. Lo que era completamente nuevo en las conferencias de Colet era la teología de Pablo, enseñada en inglés tal como había sido traducida del griego original, sin ninguna otra interpretación que las propias palabras de Pablo.

Colet, el hijo del alcalde de Londres, había continuado sus estudios en Italia bajo eruditos griegos capaces de enseñar el lenguaje en el cual se había escrito el Nuevo Testamento. La influencia de Savonarola había puesto un sello en la vida de Colet y encendió el fuego en su alma. Savonarola fue un gran predicador que llevó a la cultura italiana de regreso al cristianismo y esa misma predicación tocó la vida y alma del inglés visitante. Colet fue un estudiante entusiasta del griego del Nuevo Testamento y adoptó la decisión histórica de predicar y enseñar cuando retornó a Inglaterra.

Las conferencias subsecuentes de Colet en Oxford fueron una época en la historia de la exposición bíblica. Fue un intento para permitir que Pablo hablara por sí mismo. El apóstol Pablo era real para Colet y sus conferencias convertían a Pablo en una persona viva para su audiencia. Colet reconoció la necesidad de tener la Biblia en el lenguaje original de los pueblos. Es cierto que sin sus conexiones políticas en el gobierno habría sufrido el martirio por sus innovaciones. También queda muy poca duda respecto a la influencia de Colet en la educación temprana de William Tyndale.

Desde Orígenes, uno de los primeros padres de la iglesia del siglo III, era algo automático entre la iglesia, tan influenciada por Agustín, considerar cada frase e incluso cada palabra de la Escritura en latín como alegórica. Además del primer significado, el literal, se acumulaban los significados alegóricos. Los animales por ejemplo sugerían virtudes. Los significados tropológicos o morales, involucraban figuras de la moral y los anagógicos o místicos, por la palabra griega que significa «elevar», se referían a glorias futuras.

El ejemplo más famoso de esta escuela antigua de exégesis bíblica es la palabra Jerusalén, la cual literalmente significa «la ciudad de los judíos»; alegóricamente «la iglesia de Cristo»; tropológicamente «el alma humana» y anagógicamente «la ciudad celestial». El resultado de esta forma de exégesis presentaba la teología de Pablo como algo muy místico para el hombre común y a menudo pervertía el propio significado de las palabras del apóstol. Colet puso a un lado todo esto y decidió no tener nada que ver con la iglesia que había sido tan negligente con el significado literal de la Biblia en favor de las interpretaciones alegóricas, tropológicas y anagógicas.

Quizá todo habría acabado con el propio Colet si no hubiera sido por Erasmo de Rotterdam quien fue influenciado por él. Erasmo era un diplomático intelectual que se las ingenió para caminar a través de la fina línea entre defender la Reforma y ser acusado de enseñar herejías entre los reformadores. Se convirtió en campeón de los reformadores en su celo por traducir las Escrituras en el lenguaje que tanto hombres como mujeres plebeyos, pudieran entender. Fue el último oportunista que impulsó la libertad académica hasta sus límites cada vez que surgía la ocasión. Erasmo fue intocable en lo que respecta a las críticas del Nuevo Aprendizaje. La amistad de Sir Thomas More y otros en posiciones de poder, le permitieron el acceso a Oxford y más tarde en Cambridge, dejando una marca en la enseñanza progresiva del griego en ambas universidades. Aun así tuvo detractores y críticos, especialmente en Inglaterra. Es reconocido que la pasión de Erasmo por compilar e imprimir un Nuevo Testamento del griego al latín fue todo lo que sus críticos necesitaron para hacer que lo expulsaran de Cambridge en 1514. Ni siquiera su asociación con More y otros líderes de la iglesia, o su posición de poder en la universidad pudo librarlo de la amenaza de juicio o de prisión por su pasión y celo por imprimir un Nuevo Testamento en griego. Por eso fue a Basilea, una ciudad de Suiza en la que se toleraba el Nuevo Aprendizaje y nunca regresó a Inglaterra.

En el otoño de 1515, Froben, un erudito suizo e impresor, contrató a Erasmo para imprimir el Nuevo Testamento en griego. Froben sabía que una obra erudita del Nuevo Testamento en griego, estaba entonces en la imprenta en España bajo el tutelaje del poderoso cardenal Jiménez, el arzobispo de Toledo. En 1514 Jiménez había completado el Nuevo Testamento de una colección más completa de manuscritos griegos, que los de Erasmo.

En 1516, dos años antes que Jiménez completara su trabajo, Froben y Erasmo imprimieron El Nuevo Testamento en griego, la primera Biblia autorizada en latín y griego en un milenio. El texto era burdo y contenía errores en la impresión que fueron el resultado de la prisa y manuscritos griegos incompletos. Los manuscritos fueron suministrados por Froben, excepto por dos que Erasmo le prestó a Colet de la biblioteca de San Pablo y en realidad estaban tan incompletos que no completaban un Nuevo Testamento. Además los manuscritos eran relativamente recientes, los más antiguos eran del siglo X. Debido a lo incompleto, Erasmo acabó su traducción al griego de La Vulgata.

Erasmo imprimió el griego al costado de su propia traducción en latín, en el proceso le asestó un golpe de muerte a La Vulgata. Imprimió notas introductorias que avivaron el fuego de la Reforma y como resultado del fuego que John Colet encendiera 17 años antes, estableció a Pablo como la autoridad del Nuevo Testamento concerniente a la iglesia y su relación con los laicos. Erasmo fue considerado como un erudito destacado de su tiempo. La siguiente exhortación en el prefacio de su Nuevo Testamento, demuestra su valor en la hora crítica: «Estoy en completo desacuerdo con esos que están renuentes a que las Sagradas Escrituras sean leídas por los iliteratos traducida en su propio idioma vernáculo.

Deseo incluso que la mujer más humilde lea los evangelios y las epístolas de San Pablo. Anhelo que el granjero pueda cantar una porción de ellos para sí mismo, mientras empuja el arado».

Erasmo y Froben estaban conscientes de lo débil de su obra, no obstante la demanda era abrumadora. Las demandas por el Nuevo Testamento proliferaron y la imprenta de Froben funcionaba día y noche. Las ganancias eran suficientes para imprimir nuevas revisiones, al igual que para financiar proyectos que eran esenciales a las necesidades de los reformadores, tal como literatura de apoyo en defensa de su nuevo movimiento.

Si Erasmo hubiera poseído un espíritu audaz, habría usado su posición para dirigir. Pero el mundo de la acción no era su mundo. Podía preparar la tierra, pero no recolectar la cosecha. Su resistencia pasiva frustró su nombre en los anales de la Reforma, porque otros segarían lo que él había sembrado. Aunque Erasmo fue cuidadoso y sentía que la discreción era la mejor parte del valor, Tyndale leyó sus palabras y nunca las olvidó, incluso sacrificó su vida para hacerlas una realidad.

La cantidad de coincidencias que tuvieron lugar durante los primeros 16 años del siglo XVII, constituyeron una historia completamente extraordinaria con igual fascinación entre esos que tenían la carga por acabar con el yugo de la tiranía. La colaboración de Froben con Erasmo en este proyecto aseguró la proliferación del texto en griego y evitó las críticas condenatorias. Erasmo fue el hombre más brillante de letras del siglo, conocido y admirado por la jerarquía de la iglesia desde Oxford hasta Roma. Era típico de Erasmo que incluso cuando promovió un cambio revolucionario, fue cuidadoso en mantener las formas externas del decoro. Así que sus actos más radicales nunca conllevaron a una confrontación o colisión con la jerarquía eclesiástica. Este consumado diplomático dedicó su primera traducción libre del latín al griego del nuevo Testamento, al papa León X. En respuesta, León pronunció estas palabras de respeto que disiparon los temores de Erasmo: «Estamos gratamente complacidos».

A pesar de la reputación de Erasmo como erudito en el continente y dentro del Vaticano, Inglaterra no permitió la circulación de su Nuevo Testamento. Inglaterra había sido el lugar de origen de la idea de llevar a cabo su traducción, pero las fuerzas del conservatismo no lo toleraron.

Los primeros años de la vida de Tyndale

La Biblia en inglés es el producto de un solo hombre. La persistencia del trabajo de William Tyndale, es de hecho, un destacado milagro en la historia de la literatura inglesa. Sus palabras se encuentran diariamente de boca en boca, son parte del vocabulario y el lenguaje, en todos los lugares donde se habla el inglés. Porque... ¿Cuál otro inglés ha tocado tantas vidas? El padre del idioma inglés, el traductor único de la Biblia al inglés moderno, ciertamente debe ser reverenciado por cada hombre, mujer y niño en todos los lugares donde se estudie la Biblia en inglés y en dondequiera que se enseñe este idioma o la historia de su literatura. No obstante aunque se ha publicado su biografía, su vida y trabajo no son muy conocidos entre la comunidad intelectual, menos aún entre las personas comunes y corrientes.

Para el establecimiento religioso William Tyndale era un criminal. Pusieron precio a su cabeza y fue perseguido en forma implacable durante once años por su rey y su iglesia. Su único crimen fue obedecer a Dios y resistir la tiranía. Es muy poco lo que se sabe sobre la infancia de William Tyndale, pero se cree que nació en 1494 en Gloucestershire, cerca de Bristol. De 1494 a 1505 vivió en una de las áreas más hermosas de Inglaterra, en Glucestershire, un condado en el oeste en donde la agricultura era la principal ocupación. Su proximidad a Bristol, el segundo puerto más grande de Inglaterra después de Londres, hizo posible que Tyndale estuviera al tanto de los emocionantes eventos que ocurrían en el mundo con cada embarcación que arribaba.

En 1505 ingresó en Oxford y literalmente creció en la universidad, recibiendo su maestría en 1515 a la edad de 23 años. No era raro que un joven con una mente tan aguda comenzara sus estudios a una edad tan temprana. Era un lingüista dotado, tal como testificaron sus asociados años más tarde en Alemania. Estos asociados decían que dominaba perfectamente el hebreo, griego, latín, italiano, español, inglés y alemán, los cuales hablaba tan bien como su lengua nativa. Esto debió ayudarlo para evadir las autoridades durante su exilio de Inglaterra.

John Foxe registra en su famoso Libro de los mártires, que los días de Tyndale en Oxford fueron normales y en su mayor parte tranquilos. Habiendo crecido literalmente en la universidad de Oxford, aumentó su conocimiento de los idiomas y otras artes liberales, especialmente en el conocimiento de las Escrituras, a la que su mente era singularmente adicta. Se requería un curso de siete años para obtener la maestría. Los temas de estudio eran las siete artes liberales: Gramática, retórica, lógica, música, aritmética y geometría. En adición el curso incluía estudios más serios de las tres filosofías: Natural, moral y metafísica. Este plan de estudio estaba designado a enseñar a la mente a pensar.

Durante todos esos años, la influencia de las conferencias de Colet sobre los escritos del apóstol Pablo y el Nuevo Aprendizaje en general, debieron tener un profundo impacto en William Tyndale y sus compañeros estudiantes. Ya para 1491 el obispo Russell había estado desesperado por la influencia de los Lolardos en Oxford, por consiguiente no se puede descartar la posibilidad de que William Tyndale hubiera sido influenciado por la Sociedad Secreta. Estaba tan ansioso por estudiar la Biblia sin sus reglas y comentarios, que abandonó su deseo de obtener un título en teología.

Una cacería de brujas llevada a cabo por el cardenal Wolsey en Oxford por libros prohibidos, fue causa de gran alarma en 1516 y 1517 y probablemente motivó a William Tyndale a trasladarse a un territorio más tolerante. Su siguiente parada fue en la Universidad de Cambridge y en la Sociedad White Horse Inn (Caballo Blanco). Esta sociedad estaba integrada por 25 jóvenes, la mayoría de los cuales fueron quemados en la hoguera en las décadas sucesivas y en el proceso despertaron a la monarquía y a las multitudes para su causa.

En 1517 en Little Park, en Coventry, cinco hombres y dos mujeres fueron juzgados por herejía. El cargo fue enseñarle a sus hijos la oración del Señor y los diez mandamientos en inglés. Fueron encontrados culpables y quemados en la hoguera en una plaza pública. Aunque estas pobres almas no eran miembros del establecimiento eclesiástico, su martirio hablaba claramente de la locura de que estaba poseída la iglesia. Los reformadores tenían que ejercer gran cuidado por el bien de sus propias vidas.

Fuera de los muros de Cambridge, el profesorado y los estudiantes se reunían en una casa en la que conjuraban cómo derrocar la iglesia católica y acabar con su influencia en Inglaterra. Para 1521 Cambridge se estaba convirtiendo en un lugar tan incómodo como Oxford. Era difícil saber quién era amigo. Bajo tal tensión y temor constante, Tyndale buscó tiempo para considerar cuán urgente era su misión de traducir la Biblia al inglés. Tenía sólo 30 años cuando era bien reconocido por su conocimiento y habilidad para exponer las Escrituras. Tyndale regresó al vecindario de su nacimiento al servicio de Sir John Walsh como tutor de sus dos hijos y como capellán de Sir John y su esposa. Sus conversaciones con esta pareja le revelaron las profundidades de la superstición e ignorancia y le confirmaron su creencia de que la Biblia en las manos de las personas era la única cura para la degradación de la iglesia.

Es cierto que los intercambios en el salón familiar se fueron acalorando con el tiempo. Tyndale siempre exponía el significado de la Escritura como la autoridad final durante los argumentos que continuaban por horas. Muchas de las frases que intercambiaron en estas conversaciones en presencia de invitados, afligieron a Lady Walsh, quien admiraba y respetaba a sus huéspedes por su posición y poder en la comunidad. Finalmente confrontó a Tyndale por su osadía al demandar la autoridad de la Escritura, haciéndole saber que su posición, que era apoyada por su esposo, les molestaba grandemente al igual que a sus invitados. Después de todo, ¿cómo podía un pobre tutor como Tyndale refutar las opiniones de hombres tan ricos y poderosos a quienes Dios había honrado al colocarlos sobre las personas comunes y corrientes? Su sincera ingenuidad fue causa de profunda preocupación para Tyndale quien comprendió los méritos de su angustia. En esencia tuvo que hacerle frente a los hechos: Las simples palabras de la Escritura citadas por él no tenían peso mientras que todos escuchaban las enseñanzas del más grande erudito en el cristianismo, Erasmo.

La respuesta de Tyndale a Lady Walsh fue analizada cuidadosamente después de mucha oración. De la biblioteca de la mansión Tyndale estudió los escritos de Erasmo para responderle. La primera y más atrevida obra de Erasmo fue El manual de un caballero cristiano, escrito en latín 20 años antes. En su juventud, Erasmo honestamente condenó los abusos de la iglesia y al hacerlo provocó un gran debate entre las personas instruidas. Tyndale emprendió el trabajo de su traducción al inglés y en el proceso no sólo ganó a su benefactor para la causa sino que también pulió sus habilidades y le dio confianza para llevar a cabo la obra más grande que Dios le había encomendado. Su traducción al inglés le presentó un cuadro de la verdad a Lady Walsh, cuando página tras página confirmó la propia posición de Tyndale. Erasmo había escrito: «Cristo no murió para que la riqueza, abundancia, armas y el resto de la pompa de un reino terrenal que fue poseído en el pasado por los paganos, esté ahora en poder de pocos sacerdotes, quienes no se diferencian mucho de los paganos». Atacó al clero por perder tiempo en debates inoficiosos en lugar de enseñar a las personas en un lenguaje simple la religión de Cristo, y demandó sólo la autoridad del Nuevo Testamento como el estándar de la vida cristiana, no las leyes y las observaciones.

A partir de ese momento las opiniones de Tyndale no fueron más cuestionadas por los esposos Walsh ni tampoco recibieron más al clérigo en su casa. Esto creó una profunda amargura entre los enemigos de Tyndale en lugares de alta posición, quienes habrían podido arruinar su misión si no hubiera tenido cuidado. La confianza de Tyndale creció y bajo la protección de Sir John, emprendió su predicación en villas y los predios universitarios en Bristol. Las enseñanzas de Tyndale provocaron un sentimiento de inseguridad entre el clero y en 1523 una cita del obispo suplente de la diócesis demandó una audiencia. Tyndale dijo de la confrontación: «Me injurió como si fuera un perro». Sin embargo, su posición en el servicio de Sir John y su propia defensa sirvió para neutralizar los cargos, evitando así ser marcado como hereje o tomar el juramento para retractarse.

La discreción era el orden del día. William Tyndale ejercitó moderación cuando trataba con los otros clérigos quienes estaban lamentablemente ignorantes de la Biblia. Continuó convencido cada vez más, de lo mucho que urgía que las Escrituras pudieran ser traducidas al inglés por el poder de Dios, para así corregir los errores de la iglesia. Asimismo la necesidad de imprimir las Escrituras para que el hombre común y corriente pudiera comprenderlas.

Aunque Tyndale limitó sus enseñanzas entre personas conocidas, a pesar de todo tuvo muchas confrontaciones. Después del paso del tiempo, pensando mucho sobre las consecuencias del sendero que había tomado, una circunstancia hizo que surgiera un argumento que exigía ser refutado. Un clérigo hizo burla de Tyndale con esta declaración: «Estaríamos mejor sin las leyes de Dios que con las del Papa». La imprudencia arrastró a Tyndale a corregir al hombre "ilustrado" diciéndole: «Desafío al Papa y a todas sus leyes. Si Dios libra mi vida por muchos años, haré que el joven que empuja el arado sepa más de las Escrituras que usted».

Su decisión estaba tomada. Tenía que obtener permiso para traducir las Escrituras al inglés. La carga que había en su alma quedó al descubierto y sus amigos y asociados estaban en peligro de quedar implicados. Con la asistencia de Sir John Walsh y por medio de cartas y recomendaciones, buscó el favor del obispo de Londres para emprender la labor de traducir la Biblia al inglés. Con un espíritu optimista, Tyndale emprendió su gran aventura.

Tyndale llegó a Londres en julio o agosto de 1523. Llevó los documentos adecuados de presentación al igual que una traducción reciente de una oración de Isócrates para demostrarle al obispo Tunstal su habilidad para traducir el griego. Después de todo, Tunstal fue elogiado por Erasmo como un erudito sabio y competente. Además, Sir John Walsh tenía amigos entre el personal doméstico del obispo quienes podían apresurar una entrevista.

La labor era complicada, pero Tyndale era paciente. Usó su tiempo para observar y para hacer nuevos conocidos, particularmente entre la Sociedad Secreta. Un gran debate se llevó a cabo en el Parlamento, el cual se reunió por primera vez en siete años. Enrique VIII deseaba dinero y sus exorbitantes demandas estaban siendo resistidas por la Cámara de los Comunes, a pesar de que el cardenal Wolsey había ido personalmente con ellos para interceder por el rey. Tyndale estaba asombrado de la conducta del cardenal en asuntos de estado y más tarde habló de Wolsey «como el cardenal más falso y vano que hubiera conocido jamás».

La casa del obispo Tunstal estaba colmada con fervorosos graduados de Oxford y Cambridge quienes estaban ansiosos de complacer y participar en el juego. Tyndale reconoció su error al creer que los poderes eclesiásticos de Londres eran más espirituales que los de Roma. A este punto en su vida se dio cuenta que tal vez no había un solo lugar en todo Inglaterra, que se encargara de la impresión de la Biblia al inglés. Los nuevos amigos de Tyndale en Londres, en la Sociedad Secreta incluían a Humphrey Monmouth, un mercader aventurero en cuya casa residió y predicó. La hermandad estaba activa en la ciudad y había oportunidad de poner en conocimiento de otros su gran carga. Tyndale habló y ministró en varias iglesias y tuvo tiempo suficiente para estudiar y solidificar su propósito. Monmouth probablemente era amigo de la familia de Tyndale en el occidente y le proveyó la hospitalidad que necesitaba a fin de darse a conocer con personas que serían esenciales para el éxito de sus futuros logros en el continente.

William Tyndale esperó su tiempo, aguardando la oportunidad para comenzar su traducción. Sabía que Dios deseaba que lo hiciera. Los escritos de Martín Lutero se discutían en secreto e indudablemente tenía acceso a la traducción al alemán del Nuevo Testamento. Aparentemente la opinión general era que Inglaterra no era el lugar para traducir e imprimir la Biblia en inglés.

Con lo difícil que estaban las cosas en Inglaterra, el continente era una zona de guerra, trastornos y persecución. Durante la inquisición española 31.912 personas fueron quemadas y 291.450 estaban prisioneras sólo en España. Italia, Francia y Portugal estaban un poco mejor. Sólo en Alemania y en los Países Bajos existía un poco de libertad que permitía cuestionar la autoridad del Papa en la tierra. Armado con su conocimiento, Tyndale escogió a Hamburgo como el lugar en donde llevaría a cabo la traducción de la Biblia al inglés. En mayo de 1524 desplegó las velas para no volver más a su tierra natal.

La primera Biblia en inglés

Después de llegar a Hamburgo en mayo de 1524, podemos con certeza razonable seguir los movimientos de Tyndale hasta el resto de su vida. Humphrey Monmouth había acordado en apoyar financieramente sus esfuerzos. Entre estos dos hombres operaba una especie de comunicación secreta, la cual permitió que Tyndale pudiera recibir los fondos necesarios para financiar su trabajo conforme progresaba. Los lolardos estaban muy activos, pero el secreto era esencial y los movimientos de un pueblo a otro eran ocultados cuidadosamente a los inquisidores.

La sede de la Reforma se encontraba en Wittenberg con Martín Lutero. Habían transcurrido siete años desde que Lutero clavara las 95 Tesis sobre la puerta de la iglesia en Wittenberg. Con la imprenta trabajando día y noche, las 95 Tesis habían sido distribuidas en toda Alemania y en el continente. En 1520 el Papa editó una bula papal de excomunión para Lutero, quien con gran ceremonia la quemó en una demostración pública de desafío el 10 de diciembre de 1520. Lutero había determinado que la única y última autoridad era la Biblia, no el Papa.

El 6 de enero de 1521, fue convocada la Dieta de Worms. Lutero fue citado con la garantía de que estaría a salvo. El 16 de abril entró a la ciudad para encontrarse con sus acusadores quienes le exigieron que se retractara de sus puntos de vista. Lutero respondió a sus demandas el 17 de abril con estas palabras: «A menos que esté convencido por pruebas de la Escritura o por razones y argumentos claros, no puedo retractarme, porque no es ni sano ni sabio hacer algo en contra de la conciencia». Y luego, mirando alrededor a la asamblea, añadió estas palabras que están entre las más sublimes de la historia: «Aquí estoy. No puedo hacerlo de otra forma. ¡Dios ayúdame! ¡Amén!»

La vida y el trabajo de Lutero son legendarios y se enseñan en Estados Unidos hasta este mismo día. Por razones que son claramente lógicas, Lutero fue un hombre a quien Tyndale tenía que conocer. Entre el otoño de 1524 y el invierno de 1525 los dos se conocieron y como consecuencia el mundo nunca más fue el mismo. Martín Lutero se especializó en el mensaje de Pablo, especialmente en las epístolas de Pablo a los Romanos y los Gálatas. De acuerdo con la comprensión e interpretación de Lutero, el mensaje del evangelio era esencial para la salvación del hombre, todo lo demás no era esencial. Tyndale abrazó la teología de Lutero como lo harían también las generaciones futuras en Inglaterra como resultado de la traducción de la Biblia al inglés.

El ejemplo estaba enfrente de William Tyndale, porque Lutero había desafiado la autoridad de la iglesia y vivió para contar la historia. El Nuevo Testamento en alemán estaba circulando a todo lo ancho de la nación de Carlos V, para desilusión del papa Clemente VII. Los príncipes que tenían poder en sus respectivos estados no podían ser obligados a una confrontación militar en contra del príncipe Felipe, quien protegía a Lutero. Incluso Carlos, un títere del Papa, reconoció que una guerra civil debilitaría la nación en contra de la amenaza de los turcos.

A pesar de que la situación era inestable y tensa por decir lo menos, el príncipe Felipe abogó por Lutero. Como Lutero fue cuidadoso, su existencia diaria se vio libre de represalias. Sus prensas funcionaban día y noche, imprimiendo literatura que se distribuyó a todas partes, gracias a mercaderes y aventureros como Monmouth, quien arriesgaba su vida con cada envío para transportar el contrabando prohibido. Lutero estaba rodeado de personas como Melanchton y Spalatin. Para 1529 la protesta alcanzó un nivel que exigía que cada persona fuera protegida en el ejercicio de su religión, cualquiera fuera la forma de fe o adoración que pudiera escoger o adoptar. De aquí fue donde surgió el nombre protestante, el cual simplemente significa «esos que fueron separados de la iglesia de Roma».

Para el tiempo en que William Tyndale conoció a Lutero en 1524 ó 1525, La justificación por fe, el prólogo de la epístola a los Romanos había sido refinado y fue abrazado como la piedra angular para la fundación del nuevo movimiento. Dentro de la esfera de influencia de Lutero, los obstáculos teocráticos fueron aclarados, de tal manera que los hombres y mujeres pudieran por fe, aceptar la salvación sobre los méritos de la obra de Cristo. Las indulgencias no fueron aceptadas como medio para perdonar el castigo del pecado. Lutero sabía que el pecado era algo entre el Padre Celestial y su hijo y que era una parodia enseñar, que si una persona pagaba dinero, podía volver a ganarse el favor de Dios.

Tyndale salió de Wittenberg en el otoño de 1525. Es probable que ya hubiera traducido la mayor parte del Nuevo Testamento, al menos en borrador. Es igualmente realista suponer que Lutero y Tyndale habían planeado la estrategia necesaria para tener un efecto sobre Inglaterra y su beligerante monarca. No cabe duda que lo que Lutero había comenzado, fracasaría en las generaciones subsiguientes si Inglaterra continuaba siendo leal a Roma. Era extremadamente importante imprimir el Nuevo Testamento en inglés. Era una prioridad.

Colonia fue el puerto de partida para Tyndale y su asociado, William Roye. El hecho de que Colonia fuera una ciudad católico romana evidencia la psicología de su estrategia. El enemigo no esperaba que la Biblia en inglés pudiera originarse de esa dirección, siendo que Wittenberg era el semillero de literatura prohibida. Además, Peter Quentel, el más famoso impresor en Alemania, simpatizaba con los reformadores, era capaz y estaba dispuesto a encargarse del trabajo en Colonia.

La esencia de todo era el secreto y las primeras etapas del proceso, los contactos entre Quentel y Tyndale tuvieron lugar en forma muy discreta para evitar las sospechas. El trabajo progresó rápidamente hasta el grado que 3.000 copias del Nuevo Testamento estaban en la prensa, una edición con prólogo, notas marginales y referencias. El evangelio de Mateo estaba completo y Tyndale tenía más que dinero suficiente para completar la impresión y el encuadernamiento.

A estas alturas surgió el desastre. Circulaban rumores de que se estaba imprimiendo la Biblia en inglés y que pronto toda Inglaterra quedaría bajo la influencia de Lutero a pesar del Rey y el cardenal. Un hombre llamado Cochaleus, buscador de recompensas, se enteró de los rumores e invitó a unos impresores para que comieran con él. Después de unas horas de comida y bebida, sus sospechas fueron confirmadas. Se enteró de que se estaba imprimiendo el Nuevo Testamento en la tienda de Pedro Quentel y que la obra la estaban llevando a cabo dos ingleses expertos en idioma. Él notificó a las autoridades acerca de que se estaban imprimiendo libros prohibidos para Inglaterra y el senado del pueblo dio una orden para que Quentel desistiera de su trabajo.

Tyndale y Roye fueron advertidos secretamente de la orden del senado, y sólo unos minutos antes de que llegaran a confiscar el material impreso, lograron sacarlo y escaparon por el río Rin a Worms. La desilusión habrá sido terrible, pero en Worms Tyndale se reunió con Peter Schoeffer, el hijo del compañero de Johann Gutenberg. Allí se comenzó una vez más el trabajo y en esta ocasión sin la amenaza de que les fueran a confiscar lo que estaban haciendo. En los últimos días de 1525 unas miles de copias del Nuevo Testamento completo estaban impresas. Los libros prohibidos fueron contrabandeados hasta Inglaterra por mercaderes aventureros a finales del invierno de 1525 y la primavera de 1526 en bolsas de harina y fardos de ropa, llegando al puerto de Londres. La impresión era una revisión del Nuevo Testamento que tratara de imprimirse en Colonia, pero tenía la mitad del tamaño del otro.

De los miles impresos en Worms, sólo quedan dos copias. Una en la Universidad Bautista en Bristol, y un fragmento en la biblioteca de la Catedral de San Pablo en Londres. El evangelio completo de Mateo impreso en Colonia no se volvió a ver nuevamente por 300 años y se suponía que estaba perdido hasta el año 1836, cuando un vendedor de libros inglés lo encontró encuadernado en otro libro. Hoy el fragmento de la primera impresión del Nuevo Testamento constituye una de las posesiones más preciadas en el Museo Británico.

Cochlaeus le había enviado una advertencia a Enrique VIII y al cardenal Wolsey, de que Biblias ilegales impresas en inglés iban camino a Inglaterra. Se dio una alerta, pero los mercaderes fueron demasiado astutos para las autoridades. Las copias contrabandeadas fueron recibidas por miembros de la Sociedad Secreta y distribuidas a través del país. En octubre de 1526 el obispo Tunstal predicó un sermón ante la Cruz de San Pablo denunciando el Nuevo Testamento en inglés y las copias fueron quemadas en público. Las autoridades, aseguraron que habían quemado las Biblias porque contenían demasiados errores, pero de hecho las quemaron porque no pudieron encontrar error.

No pudo haber mejor forma para suscitar el interés por el Nuevo Testamento. Los ingleses se convirtieron en personas de mentalidad bíblica y el misterio del Nuevo Testamento prohibido en inglés creó una demanda que ni toda la propaganda del mundo lo habría logrado. La frustración del monarca y de los líderes de la iglesia resultó en misiones masivas para rastrear los libros y perseguir a esos que los poseían. El éxito de su búsqueda fervorosa puede apreciarse por lo poco que queda de la impresión original de Tyndale.

Era obvio que las autoridades no podían impedir la entrada del Libro en Inglaterra. Entonces un pensamiento brillante se le ocurrió al obispo de Londres. Buscó a Augustine Pakington, un mercader y le preguntó cuál era su opinión acerca de comprar todas las copias. «Mi señor» - replicó Pakington, quien era un amigo secreto de Tyndale - «si esto le place, puedo hacer en este asunto probablemente más que ningún mercader en Inglaterra. Si a su señoría le place pagar por ellos, porque tendré que desembolsar dinero para adquirirlos, me aseguraré que cada uno de los libros no se venda».

«Gentil señor Pakington» - respondió el obispo, considerando que tenía a Dios por un dedo, cuando en realidad después de pensarlo, a quien tenía era al diablo por el puño - «haga su diligencia y consígalos. Yo le daré lo que puedan costar, porque los libros son licenciosos e intento destruirlos todos, quemarlos ante la Cruz de San Pablo».

Unas semanas después, Pakington buscó al traductor sabiendo que sus fondos estaban bien menguados. «Maestro Tyndale» - le dijo - «le he encontrado un buen comprador para sus libros». «¿Quién es?» - preguntó Tyndale. «Mi señor de Londres». «Pero si el obispo desea los libros debe ser sólo para quemarlos». «Bueno, ¿y qué hay con eso? De todas formas el obispo los quemará, y es mejor que usted reciba algún dinero que le permitirá a cambio volver a imprimir otros libros». Y así se concertó la venta. El obispo tuvo sus libros, a Pakington le dieron las gracias y Tyndale recibió el dinero.

Tyndale estaba más que agradecido por que recibió dos beneficios: pagó sus deudas y el mundo entero clamó en contra de que se hubiera quemado la Palabra de Dios. Luego se dedicó a corregir su estudio y con el resto del dinero imprimió una segunda edición que estaba mucho mejor que la primera. La historia continuó. Luego que Tyndale corrigió el mismo Nuevo Testamento y lo volvió a imprimir, la copia era tres veces más gruesa y así entró en Inglaterra. El obispo envió una vez más por Pakington y le preguntó por qué había tantos Nuevos Testamentos. «Mi señor» - replicó el mercader - «sería mejor para su señoría comprar también los tipos con que los imprimieron».

En otra ocasión un hombre sospechoso de herejía llamado Constantino fue llevado ante Thomas More. El juez le dijo: «Ahora Constantino, quiero pedirle que sea claro conmigo en lo que le pregunte y le prometo que le mostraré favor en las otras cosas de que ahora le acusan. Más allá del mar están Tyndale, Roye y muchos como usted. Sé que ellos no pueden sobrevivir sin ayuda. Debe haber personas que los amparan y socorren con dinero, y como usted es uno de ellos sabe por consiguiente de dónde proviene el apoyo. Le ruego que me diga quién los socorre».

«Mi señor» - respondió Constantino - «permítame decirle que es el obispo de Londres quien nos ha ayudado, porque él nos ha otorgado gran cantidad de dinero por los Nuevos Testamentos que ha quemado, lo que ha sido nuestra fuente principal de socorro y consuelo». «¡Por mi vida!» - exclamó Sir Thomas More - «yo había pensado lo mismo y se lo dije al obispo hace mucho».

Pero... ¿Qué logró William Tyndale al publicar el Nuevo Testamento en inglés? Como hiciera John Colet 25 años antes cuando dejó que Pablo hablara por medio de sus sermones en Oxford y luego en San Pablo, William Tyndale ahora estaba permitiendo que Mateo, Marcos, Lucas y Juan hablaran para las autoridades y las iglesias cristianas. La traducción de Tyndale fue propia, porque no tuvo más ayuda que la del Espíritu Santo al determinar el pensamiento y contexto de los pasajes.

Los prólogos de los libros del Nuevo Testamento y las referencias marginales en su mayor parte las tomó prestadas del Nuevo Testamento en alemán de Lutero. William Tyndale tradujo de la edición de 1522, de la edición de Erasmo en griego, del Nuevo Testamento en alemán de Lutero y de la Vulgata en latín. Comparó cuidadosamente textos, unos con otros, y mantuvo el inglés siempre bien apegado al griego. Tyndale estaba consciente de los errores en su traducción. El tiempo era la esencia de todo. Se imprimió el Nuevo Testamento y se distribuyó en Inglaterra provocando la Reforma.

Tyndale era un erudito y nunca estuvo contento con el producto final que se imprimió. En 1534 revisó por completo el texto, 90% del cual vemos hoy en la versión King James de 1611. Un trabajo que fue llevado a cabo 70 años después por más de 50 eruditos durante un período de cinco años con fondos ilimitados y apoyo proporcionado por el propio rey. Tyndale completó su traducción original en un año mientras estaba escondido y le habían puesto precio a su cabeza con un solo ayudante.

La visión de Tyndale era presentarle al lector un cuadro de la salvación. En el proceso, el lenguaje tuvo que ser reestructurado y ordenado para que fuera posible asimilar el pensamiento. El estilo de William Tyndale que fluía en ocasiones poéticamente, permitía que el lector pudiera con facilidad aprenderse los textos de memoria.

El doctor T. R. Glover lo considera como el logro más grande, «Una conversación que llega al corazón del hombre y vive allí para siempre». El doctor Westcott agrega: «Eleva el lenguaje común a la grandiosa simplicidad de su propio idioma». Su lenguaje fue siempre claro, simple y directo. Norteamérica tiene una deuda con el hombre que tradujo el texto en un estilo que ayuda al pensamiento, evocando la respuesta emocional apropiada ya sea en la historia de Navidad, la gran comisión o cuando dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Jn. 3:16). La humanidad habría sufrido una gran pérdida espiritual, al igual que una gran pérdida en el idioma inglés, si el Nuevo Testamento hubiera sido traducido en forma descuidada o pedante.

William Tyndale enfrentó tantas luchas en su vida, como las que experimentaron los apóstoles, quienes escribieron el Nuevo Testamento. Tuvo que padecer angustia y negación, hambre y desconsuelo . Su fe provino de la fe de ellos y quiso hacerle saber eso mismo a los que vivían en Inglaterra, quienes estaban sufriendo persecuciones de un monarca inestable y de un clérigo demoníaco cuyas armas de tortura y muerte eran más sofisticadas que esas de los césares del primer siglo. Decía que había sido el Espíritu Santo quien le dio las frases y las experiencias del primer siglo para que esas experiencias pudieran estar vivas una vez más por medio del idioma.

Cadenas de libertad

En la ciudad de Norwich, en el oriente de Inglaterra, un monumento conmemorativo a un lado de una taberna le rinde homenaje a 300 lolardos que fueron quemados en la hoguera entre 1390 y 1550. El sitio se conoce como el Pozo de los Lolardos, y es el mismo lugar en donde el primer inglés que se convirtió fue quemado en la hoguera en 1531. Estamos recordándolo en este estudio porque es muy probable que fuera este hombre quien sirviera de motivación a William Tyndale. Son muy pocos en Inglaterra o en Estados Unidos quienes saben su nombre, pero no debemos pasar por alto su importancia. Su nombre fue Thomas Bilney, un pionero de la Reforma inglesa.

En 1517, un joven estudiante de teología en Cambridge, confuso y físicamente acabado por su lucha con su "condición perdida", en un estado de pánico y desesperación salió de su dormitorio una noche y se dirigió a una librería en donde vendían "libros prohibidos". Compró una copia del Nuevo Testamento de Erasmo. Oculto esa noche debajo de las sábanas con su compra ilegal y una vela parpadeante, sintió que la radiante luz de Dios se derramaba sobre su alma, naciendo oficialmente la Reforma en Inglaterra.

Incapaz de contener su recién nacida libertad después de años de cautiverio, Thomas Bilney compartió su experiencia con todos los que le prestaban atención. Su lista de convertidos da testimonio de su propia conversión genuina. Durante los dos años siguientes, Bilney trabajó entre sus compañeros eruditos y amigos en la universidad. No sólo Bilney conoció a Tyndale e hizo cosas maravillosas por la causa del evangelio, uniéndose a la sociedad Caballo Blanco, sino que Hugo Latimer, el orador joven más prominente en la universidad se contaba entre uno de sus convertidos. En 1519 Bilney fue ordenado y recibió su licencia para predicar. Al mismo tiempo Latimer pronunció un discurso en el que atacó una obra recién publicada, La retórica de Felipe Melanchthon. Después del discurso, que mereció elogios y una ovación de pie de sus compañeros, Bilney se acercó al joven y dotado orador y le pidió que le permitiera escuchar su confesión.

Bilney enseñó, predicó y testificó por diez años desde Norwich hasta Londres y Cambridge. Se convirtió en una fuerza poderosa distribuyendo la nueva Biblia en inglés de Tyndale y otra literatura prohibida a través de toda Inglaterra. Eso causó que fuera acusado de herejía, de predicar el Luteranismo y distribuir libros prohibidos. Bilney fue encarcelado en la Torre de Londres y sus amigos lo animaron para que se retractara. Se congregaron 20 testigos para apoyar a los perseguidores de la inquisición y como era la ley, Bilney no pudo traer a nadie para que testificara en su favor. El obispo Tunstal le administró la tortura necesaria y con el tiempo Bilney se retractó. Su castigo fue encender el fuego en el que se quemaron los Nuevo Testamentos comprados recientemente por Tunstal con la ayuda de Agustine Pakington. Bilney permaneció en la Torre por varios meses como castigo adicional, quedando inconsolable por haber traicionado la causa de Tyndale. Cuando regresó a Cambridge a finales de 1528, su espíritu estaba quebrantado y afligido.

Finalmente Bilney se sobrepuso de su desesperación. Una noche salió de Cambridge, diciéndole a sus amigos que «iba para Jerusalén». En las semanas que siguieron a continuación predicó y distribuyó Biblias y libros. Fue arrestado, juzgado y quemado en la hoguera en el Pozo de los Lolardos en Norwich, mientras sostenía abrazado el libro de William Tyndale La obediencia de un hombre cristiano. En un soleado día del mes de agosto le pusieron fin a la vida de un pionero de la Reforma.

Bilney animó a sus amigos la noche antes de morir quemado, con estas palabras: «Aunque el fuego calentará mucho mi cuerpo, el consuelo del Espíritu de Dios me refrescará placenteramente por la eternidad». En este punto, Bilney puso la mano en la llama de una vela que ardía delante de él y sintiendo el calor dijo: «Oh, siento por experiencia y he sabido desde hace mucho por la filosofía, que el fuego por orden de Dios es naturalmente caliente, sin embargo, estoy persuadido por la Santa Palabra de Dios, y por la experiencia de algunos que han hablado de lo mismo en medio del fuego que no se consumía, que el rastrojo de este mi cuerpo, será consumido por él, mientras que mi alma y espíritu serán purgados por medio de eso. Un dolor por un tiempo, que será seguido por un gozo indescriptible». Y citó a continuación este texto de la Escritura: "...No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador..." (Is. 43:1-3).

Era un tiempo de perseverancia. Todas las guerras se libran con valor, y en medio del calor de la batalla, la preparación de los combatientes a menudo determina el resultado final. Tyndale usó el tiempo en Worms, entre 1525 a 1527, supliendo a su pueblo con el arma secreta de Lutero: la fe. El redescubrimiento de esta esencia del cristianismo que estuvo perdida por doce siglos, requería de una estrategia especial para poder comunicársela a las masas.

Finalmente también se tradujo el Antiguo Testamento. Eso requirió el estudio del hebreo y la obtención de manuscritos para traducir. Fue un tiempo de aprendizaje y de trabajar duro para llevar a cabo el propósito que tanto Tyndale como los miembros de la Sociedad Secreta, creían que Dios tenía para ellos. Al mismo tiempo, Wolsey, More y Cochlaeus estaban desesperados tratando de parar la producción de estos libros prohibidos al destruir su fuente de origen. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, la verdad de la teología de William Tyndale echó raíces en campos listos y fértiles en donde se plantaba la semilla.

En 1527 Tyndale abandonó Worms y se estableció en Marburg en Hesse-Cassel, una fortaleza luterana gobernada por el príncipe Felipe, quien favorecía a los reformadores. El príncipe Felipe había fundado una universidad que atraía a hombres ilustrados y a refugiados protestantes de Inglaterra y Escocia que estaban pasando constantemente por allí en su camino a Wittenberg o desde Wittenberg. Para Tyndale los refugiados eran una fuente constante de noticias del hogar. Ellos buscaban su consejo sobre las crisis que estaban generándose en el frente occidental. John Frith era el más íntimo de sus amigos y el tiempo que pasaron juntos fue el más valioso para reconfirmar la justicia de la causa. Hasta entonces William Tyndale había luchado por sobrevivir en dos frentes, contra el cardenal Wolsey y Enrique VIII. Pero en ese tiempo, los dos enemigos de Tyndale estaban en desacuerdo, debido al deseo de Enrique de repudiar a Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena. Esta disputa era la oportunidad que Lutero y Tyndale estaban esperando y de inmediato le dieron el apoyo al monarca, declarando su derecho a gobernar, incluso a pesar de que la iglesia lo había excomulgado debido a su divorcio.

No se puede subestimar el valor de tal rompimiento en la coalición entre el rey y Wolsey. Enrique VIII sólo requería el apoyo constante del pueblo para derrocar el yugo de Roma y Tyndale fue el medio más eficiente y efectivo para garantizar esa condición. En 1528 William Tyndale publicó dos libros que se convirtieron en el arma principal para Enrique VIII y los reformadores. Para Enrique, La obediencia de un hombre cristiano, estableció las bases bíblicas para su derecho a gobernar y poner a un lado la autoridad de la iglesia en materia de ley civil. La aceptación general del tratado por hombres tales como Thomas Cranmer y Thomas Cromwell permitieron el restablecimiento de los poderes eclesiásticos en un limpio rompimiento con Roma y con sus títeres manufacturados: Thomas More y el cardenal Wolsey. El enemigo fue aventajado con táctica. Enrique contaba con apoyo más que suficiente para separar la iglesia del estado. Pero su crédito no vaciló. Wolsey murió de miedo la noche antes de su confrontación con Enrique. More fue más duro y finalmente el amigo de la infancia de Enrique tuvo que ser ejecutado. More había perdido su popularidad con las masas debido a su singular punto de vista contra William Tyndale.

Vale la pena que haga un paréntesis aquí para contar la historia de cómo adquirió Enrique el tratado de Tyndale La obediencia de un hombre cristiano. Un siervo de Ana Bolena le dio a su señora una copia del libro para gran deleite de ella. Leyó el libro y habló acerca de él con su obispo, quien la regañó y lo confiscó con la severa advertencia de que tenía en su poder literatura prohibida. Como Ana se quejó del incidente con Enrique, esto hizo que el obispo fuera reprendido y tuvo que devolver el libro. Después que Enrique lo leyó, declaró que era el libro más grande que jamás había leído.

La literatura de Tyndale había llegado al dormitorio del rey. El libro fortaleció al monarca política y espiritualmente. Los eventos que rodearon el violento asalto de More y Tunstal al Nuevo Testamento de Tyndale y la flagrante persecución de los reformadores en Inglaterra por Wolsey y More elevaron el espíritu de determinación de Tyndale para continuar su curso. Él escribió para fortalecer la fe, recordándole a sus lectores, que esos que tienen que pasar a través de tribulación y adversidad son los hombres y mujeres de Dios que especialmente buscan ese honor. Tyndale escribió: «Si Dios promete vida, primero golpea. Cuando construye, primero derriba todo. Dios no remienda, no puede construir sobre ningún otro cimiento».

La obediencia de un hombre cristiano fue adoptado por los amantes de la Reforma y esos descontentos con el Papa. Cuando Tyndale criticó el divorcio de Enrique, eso lo alejó de su nuevo aliado, pero no antes de que Enrique adquiriera suficiente fuerza para romper con la iglesia de Roma. El 7 de marzo de 1528, Sir Thomas More obtuvo licencia del obispo Tunstal para refutar el trabajo de Tyndale, pero una vez que se ha establecido la verdad, ésta tiene poder para hacerle frente a todo. More, en contra de sus convicciones, recurrió a la ira y la violencia, aislándose de la principal corriente de la Reforma. El diálogo entre More y Tyndale terminó por destruir la reputación de More como un defensor de la libertad académica y un erudito imparcial. Fue una época mala para ambos.

Simultáneamente con la publicación de La obediencia de un hombre cristiano, William Tyndale tradujo el tratado de Martín Lutero Justificación por fe, un ataque a los líderes espirituales que le habían quitado la clave del conocimiento a las personas. Tyndale tituló su traducción: La perversa avaricia y también circuló ampliamente.

Entre 1528 y 1529, William Tyndale completó la traducción del Pentateuco del hebreo y se embarcó en dirección a Hamburgo para que lo imprimieran. Invirtió más de dos años en la traducción. Tyndale llevaba consigo los manuscritos completos, una obra que era tan extensa en sí como el Nuevo Testamento. Entonces sobrevino el desastre. Su embarcación fue atrapada en medio de una violenta tormenta que casi le cuesta su vida. El barco se hundió y los manuscritos se perdieron. Tyndale zarpó en otra embarcación en dirección a Hamburgo en donde se encontró con otros dos refugiados ingleses, Miles Coverdale y John Rogers. Ellos se convirtieron en sus discípulos, quienes más tarde llevaron a cabo el trabajo de traducción después del martirio prematuro de Tyndale. Coverdale era un diplomático como Erasmo y fue apoyado tanto por More como por Thomas Cromwell, quien ocupó la posición vacante que dejara el cardenal Wolsey. Para 1531 se había concluido la traducción del Pentateuco por segunda vez y la impresión fue realizada en Antewerp.

La misma erudición que se advertía en el Nuevo Testamento, era evidente en el Pentateuco. Tyndale descubrió que el hebreo tenía una afinidad aún mayor con el inglés que el griego. Wescott comentó al respecto: «William Tyndale percibió por instinto el potencial de afinidad entre el hebreo y el idioma inglés y enriqueció nuestro lenguaje y pensamiento para siempre con las características de la mente semítica».

En 1531 Tyndale imprimió la traducción del libro de Jonás y en el prefacio comparó a Inglaterra con Nínive, con la excepción de que Nínive se había arrepentido, mientras Inglaterra, especialmente los obispos, continuaban en sus perversidades. Los líderes ingleses de la iglesia intensificaron su pasión por hacerle un alto a Tyndale para que no completara más trabajos. Él ahora se estaba movilizando más rápido, mientras tenía a las autoridades pegadas a sus talones. Si no hubiera sido por la Sociedad Secreta, lo habrían capturado mucho antes. Ahora la presión era mucho mayor para arrestar al hombre cuya literatura prohibida estaba destruyendo a la iglesia católica en Inglaterra. Enrique VIII estaba perdido para la iglesia, y con cada día que pasaba líderes poderosos de la iglesia estaban apartándose de Enrique, aparentemente por el ejemplo de Tyndale, sus escritos y su vida, no por el miedo de estar del lado del perdedor. Esta verdad hizo eco a través de los siglos por virtud del testimonio de ellos, cuando también probaron el fuego en la sucesión de la reina María al trono 20 años después.

Martín Lutero, celosamente se acercó a Enrique y trató de convencerlo para que se uniera a la causa. Enrique VIII nunca se comprometió, su compromiso era sólo con Inglaterra. Cuando Tyndale finalmente denunció el divorcio de Enrique, esto acabó con todas sus esperanzas de regresar a Inglaterra como un hombre libre. Su vida era nómada, viajando de un lugar a otro para evitar que lo detuvieran, mientras traducía y revisaba. Finalmente, exhausto en 1533, escogió la Casa de Antwerp para supervisar el transporte de sus libros a Inglaterra. La casa era propiedad de Thomas Poyntz, un pariente de Lady Walsh.

La apariencia de Tyndale era humilde, pero era un hombre valeroso y resistente. Practicó lo que predicaba. Apartó dos días a la semana, el lunes y el sábado. Un día visitaba a todos los refugiados ingleses en la ciudad aliviando sus necesidades y el otro lo usaba para buscar a cualquier persona pobre y trataba de ayudarla en sus problemas y suplir sus carencias. Otra cosa que sabemos de Tyndale es que estuvo asociado con John Frith. Frith era un hombre brillante, un experto en lenguaje y lógica de las Escrituras. Creo que si Tyndale pudiera hablar, insistiría en que eleváramos a Frith por encima de los millones de mártires como campeón de la fe, digno de estar junto con su capitán.

John Frith, quien conocía muy bien la mentalidad de Tyndale, le escribió así a Sir Thomas More: «Permita que la Palabra de Dios, el texto de la Escritura, pueda ser publicado en nuestra lengua inglesa, tal como otras naciones la tienen en su propio idioma y como mi hermano William Tyndale y yo hemos hecho. Le prometemos que no escribiremos más».

Frith y Tyndale trabajaban juntos siempre que el joven discípulo estaba en el continente. Frith era los ojos y oídos de Tyndale en Inglaterra, incluso bien podría decirse que el cerebro en el movimiento en Inglaterra. Su fe vencía a su miedo, fue defensor de la verdad y fue tan claro en este papel como fuera Hugo Latimer a través de los años en sus conferencias en Cambridge.

Frith vivía en Holanda con su esposa, a quien Tyndale describió como alguien bien feliz con la voluntad de Dios. Ella estaba al tanto del peligro constante a que estaba expuesto su esposo cada vez que iba en secreto a Inglaterra. El recolectar información secreta es un negocio arriesgado, pero necesario para el éxito de una empresa de esta naturaleza. Frith tenía negocios en Inglaterra en 1532, y sus viajes lo llevaron a Reading en donde su apariencia desaliñada y pobreza aparente provocó que lo arrestaran como vagabundo. Lo que siguió después fue bien cómico: Como era común en esos días, los vagabundos arrestados eran colocados en un lugar especial en el centro de la ciudad para que los espectadores se burlaran y los atormentaran por su pereza hasta que el prisionero era librado de su situación difícil debido al hambre. Sucede que un compañero de Cambridge que andaba por allí, pasó y vio la pobre condición del prisionero. Frith reconoció al compañero y procedió a hablarle en griego de la Iliada, para consternación de su antiguo compañero de clases. En seguida el compañero apeló a las autoridades e influyó para que pusieran en libertad de inmediato al distinguido vagabundo.

Días después Frith se encontraba en Londres en donde fue acosado por los espías de Sir Thomas More, quien había ofrecido una recompensa por su arresto. Frith trató de escapar disfrazado, pero fue traicionado. Las autoridades lo capturaron y lo pusieron prisionero en la Torre de Londres. Lo que siguió después es verdaderamente uno de los episodios más extraños de la historia de la Reforma. Thomas Cranmer era el nuevo arzobispo y simpatizaba con los reformadores, especialmente con un hombre de la estatura y prominencia de John Frith. Cranmer intentó orquestar su escape y le ordenó a dos hombres a su cargo, que transportaran el prisionero desde la torre al palacio del arzobispo en Croydon. Cranmer les había dado estas instrucciones especiales: «Si pueden, traten de inducir al prisionero para que de alguna forma acomode sus puntos de vista a las creencias de los jueces. Si fracasan en hacer esto, conspiren su escape. Veré que no los castiguen. No quiero que quemen en la hoguera a John Frith».

Aparte de todo esto, hubo un cambio adicional cuando More fue despedido como canciller de Enrique en el tiempo en que Frith se encontraba en la Torre. El archienemigo se había ido, sin embargo, los acusadores de Frith eran el obispo Stokesley y Longland veteranos en perseguir. Thomas Cromwell había ocupado la posición de More. Era un simpatizante conocido de los reformadores y posiblemente había usado a Frith como un agente para dirigir el establecimiento de la "nueva iglesia". Esto último es simple especulación, pero no carece de fundamento, tal como lo prueba la correspondencia del mensajero de Cromwell, Stpehen Vaughn, quien buscaba la ayuda de los reformadores para romper legalmente con la iglesia de Roma.

Frith había sido acusado del único punto que lo haría ponerse de pie rápidamente para defenderse: su posición sobre la transubstanciación, la creencia de que el pan y el vino en virtud del oficio del sacerdote se transforman en la carne y sangre literal de Jesús. Tyndale había optado por no involucrarse en la controversia, a pesar de que apoyaba el punto de vista de Frith. El escrito de Frith La Presencia de Cristo en la última cena, era una obra maestra de conocimiento y lógica en la cual declaraba su creencia de que no había ninguna presencia carnal en los elementos.

La iglesia protestante del siglo XXI difiere en sus puntos de vista respecto a cuándo y cómo recibe la comunión, dependiendo de la diferencia denominacional, sin embargo, la transubstanciación ha sido considerada como algo que nos separa del dogma católico. Les debemos esa distinción a Frith y Wycliffe, entre otros. En 1532 era un tema volátil y Frith no iba a retractarse de su posición. Al acusarlo, sus perseguidores se aprovecharon de este cisma en el movimiento reformista para justificar que debían quemarlo acusándolo de hereje.

Los alguaciles de Cranmer, con Frith bajo su cuidado, fallaron en convencerlo de que usara de prudencia, mucho menos de que se escapara. Frith reconoció que le estaban llamando para que testificara la verdad, no para que diera la vuelta y escapara. Sus palabras todavía permanecen para la posteridad. Cranmer trató en vano de disuadirlo. Frith gustosamente escogió el fuego, atado a la estaca, espalda con espalda junto con otro joven que también fue martirizado con él. A través de la correspondencia que sostuvo con la congregación que pastoreaba puede advertirse el carácter de Frith. Desde su celda en la torre de Londres escribió: «No duden de que Dios proveerá para ustedes, para que tengan cientos de madres en lugar de una y cientos de hogares en lugar de uno y eso en esta vida, tal como lo ha demostrado mi propia experiencia».

Frith estaba muerto. Tyndale había perdido a su hijo en la fe y lamentaba su separación temporal, la cual concluiría sólo en tres años. Tyndale continuó su labor con la ayuda de John Rogers y Miles Coverdale. La prioridad de ellos era traducir el Antiguo Testamento del hebreo, no obstante, su pasión era revisar el Nuevo Testamento para que quedara completamente estructurado.

Antwerp era la ciudad comercial más importante en Europa y a los mercaderes de todas partes del mundo se les concedía privilegios de ciudadanos. Los mercaderes ingleses disponían de la casa de un hidalgo cerca de la catedral. La ciudad estaba en la jurisdicción del Sacro Emperador Romano Carlos V. Mientras los mercaderes estaban dentro de sus casas estaban a salvo de las autoridades, excepto en caso de grandes crímenes. Pero en las calles un hombre podía ser capturado y llevado a un lugar en donde podían ponerle en vigor las leyes en contra de herejía.

No existían los derechos de autor, y las falsificaciones de libros pirateados por impresores inescrupulosos y aprovechados, era cosa común. William Tyndale fue víctima de tal falsificación de parte de Jorge Joye, un refugiado inglés quien se tomó la libertad de corregir su Nuevo Testamento, usando La Vulgata en latín. Joye imprimió el texto con sus cambios e hizo airar a Tyndale con una traducción que era menos fidedigna al significado del griego. Para compensar por este impostor, Tyndale revisó el Nuevo Testamento de 1534 y le agregó una página denunciando la iniquidad y deshonestidad de Joye. El incidente lo había convencido de que sus traducciones no podían continuar siendo anónimas y escribió en su prefacio: «No puede permitir que ningún hombre tome mi traducción y la corrija, haciendo tales cambios como yo no me hubiera atrevido a hacer, en cuanto a mí espero tener mi parte en Cristo aunque el mundo entero no aprecie mi labor».

Para 1535 Cranmer y Cromwell lograron controlar la persecución y las personas podían incluso tener una Biblia en inglés y leerla. William Tyndale deseaba regresar a Inglaterra, pero se encontraba fuera de la seguridad del hogar en Antwerp, alguien tomó su vida en sus propias manos. Tyndale había estado viviendo en la casa inglesa por cerca de un año cuando llegó un inglés quien trabó amistad rápida con él, amistad que se hizo más íntima con el tiempo. Enrique Philips se alababa a sí mismo por haberse ganado la confianza de Tyndale y por obtener privilegios de huésped en la casa, al fingir que estaba leyendo los libros de Tyndale.

Thomas Poyntz, el dueño de la casa, no confiaba en él, pero Tyndale lo apreciaba sinceramente. Philips se decidió a actuar cuando Poyntz estaba fuera de la ciudad realizando un negocio. Fingiendo que necesitaba prestar dinero porque había perdido su bolso, Philips planeó una emboscada fuera de la residencia y le indicó a sus hombres de confianza que capturaran al traductor y lo llevaran ante el abogado del emperador. Las posesiones de Tyndale fueron incautadas como evidencia por orden del abogado, y el prisionero fue rápidamente transportado al castillo de Vilvorde, establecido como una prisión del estado. Tyndale fue confinado a un calabozo de esta fortaleza, la cual estaba construida al estilo de la Bastilla en París.

Este calabozo fue la última residencia de William Tyndale. Nunca tuvo la esperanza de que lo dejaran en libertad. Pasó los últimos 500 días de su vida en una celda, oscura, solitaria y fría, en las profundidades del castillo. El único registro de este tiempo se encuentra en esta carta escrita al guardián de la prisión pidiendo ropas más abrigadas, una vela y sobre todo su Biblia, la gramática y un diccionario en hebreo: «Su reverencia: Creo que no ignora lo que ha sido determinado concerniente a mí por el Concilio de Brabante; por consiguiente le imploro a su señoría, y eso en el nombre del Señor Jesús, que si debo permanecer aquí, en Vilvorde durante el invierno, le pida al Procurador que sea lo suficientemente generoso y me envíe mis pertenencias las cuales tiene en su posesión: Una capa más abrigada porque sufro en extremo a consecuencia del frío en la cabeza, encontrándome afligido con un catarro perpetuo, el cual ha aumentado considerablemente en esta celda. También un abrigo, porque el que tengo es muy delgado; asimismo una manta para cubrirme las piernas. Mi abrigo está gastado, también mis camisas. Él tiene una camisa de lana que me pertenece, ojalá sea lo suficientemente generoso y me la envíe. De la misma manera calzado abrigado de material más grueso para ponérmelo y una capa más gruesa para usarla por la noche. Quiero también solicitar su permiso para tener una lámpara por la noche, porque es muy tedioso sentarse sólo en la oscuridad. Pero por encima de todo, le imploro y suplico su clemencia, para que amablemente permita que tenga mi Biblia, mi gramática y diccionario en hebreo, para poder pasar mi tiempo estudiando. En cambio tal vez obtenga su mayor deseo, el cual es siempre consistente con la salvación de su alma. Pero si antes del fin del invierno, se llega a una decisión diferente respecto a mí, tendré paciencia, permaneciendo en la voluntad de Dios para la gloria de la gracia de mi Señor Jesucristo, a cuyo Espíritu le oro, para que siempre dirija su corazón. Amén».

Cranmer y Cromwell apelaron por la liberación de Tyndale sin ningún resultado. Poyntz arriesgó su vida y libertad y también fue hecho prisionero, aunque logró escaparse más tarde. El 6 de octubre de 1536, William Tyndale fue atado a la estaca y quemado vivo. Sus últimas palabras fueron: «Señor, abre los ojos del rey de Inglaterra».

La influencia de Tyndale en el idioma inglés

En su traducción de la Biblia, Tyndale le dio figura al idioma inglés hasta proyectar un cuadro en la mente del lector mientras lee el mensaje del texto. En ese tiempo las multitudes eran víctimas de la tiranía de parte del establecimiento religioso y el estado. Esa tiranía les negaba la libertad para leer o memorizar la Palabra de Dios en su lengua vernácula. Y lo que es peor, los hijos de Dios necesitaban de un intercesor terrenal para poder acercarse a su Creador.

Tyndale hizo uso de todas las expresiones posibles para iluminar el mensaje. Trató de despertar la naturaleza espiritual del lector. El apóstol Pablo había dirigido su mensaje al hombre interior, ese que era aparte del cuerpo físico y del alma. Conocer a Dios y experimentar a Dios estaba en la dimensión espiritual. La contienda por el hombre no era una guerra de carne y sangre, sino de principados y potestades. El Nuevo Testamento de Tyndale tocó el espíritu de los lectores, permitiendo que conocieran la verdad de Ese en quien habían creído y confiado. El hombre espiritual le clamaba «Padre» al Padre Celestial en una expresión íntima que recuerda la relación de un niño con su padre.

Tyndale sabía que Dios estaba buscando a hombres y mujeres que confiaran en él. En el mundo donde funcionan principados y potestades, no hay perfección. Fue por esa razón que tuvo que sacrificar a su Hijo perfecto. Quería que confiáramos en ese sacrificio. Eso fue lo que Tyndale tan hábilmente retrató en su traducción. Tyndale declaró que fue mil veces más fácil traducir los lenguajes originales al inglés, que a latín, español, francés o alemán.

Los fragmentos de manuscritos griegos de la Escritura descubiertos a lo largo de los siglos han revelado unas notables características comunes: están en un carácter coloquial. Es decir que están escritos en el lenguaje común y corriente de las personas que primero lo recibieron. Tyndale percibió esto, porque empleó esta metodología, para que así la persona común y corriente pudiera entender. Antes de 1900 se pensaba que el lenguaje griego de los manuscritos bíblicos era el idioma que usaban los eruditos del primer siglo. En realidad era el lenguaje que usaban las personas ordinarias y comunicaba un pensamiento o argumento con simplicidad. El mundo está lleno de personas que piensan que la Sagrada Escritura debería ser elevada por encima del uso común. Pero los escritores del Nuevo Testamento en el primer siglo, escribieron bajo la inspiración de Dios en el griego ordinario, y William Tyndale, bajo la misma inspiración y sin evidencia arqueológica que todavía no se había descubierto, hizo la misma cosa.

Cuando Tyndale fue capturado y encarcelado, Coverdale y Rogers continuaron ayudándolo. Incluso mientras estaba en la cárcel servían como aprendices para darle a su trabajo una estructura completa después de su muerte. La prueba de su esfuerzo se manifestó después de su ejecución. A Coverdale se le otorgó una licencia para imprimir y distribuir toda la Biblia en 1536. A Rogers también se le garantizó permiso para publicar su Biblia bajo el nombre de Matthews en 1537. El trabajo era de Tyndale y el honor lo recibieron Coverdale y Rogers.

Para 1539, Coverdale colaboró con el gobierno inglés y por virtud de una orden real, la Biblia fue publicada y distribuida a cada iglesia en Inglaterra entre 1539 y 1541. Pero en la década siguiente, la inestabilidad y el desasosiego limitaron la libertad para imprimir la Palabra de Dios y su impresión una vez más se hizo en forma clandestina. Durante su reinado, entre 1539 y 1541, María I Tudor, apodada "la terrible" trató de restablecer el catolicismo en Inglaterra y martirizó a más de 300 reformadores.

John Knox y Myles Coverdale buscaron asilo en el continente. Konx se unió a John Calvino en Ginebra y ayudó a publicar la Biblia en Ginebra en 1560. La Biblia de Ginebra fue una obra maestra de la literatura de la Reforma. Era el texto bíblico de Tyndale con miles de notas explicatorias que promovían el aprendizaje y la comprensión del texto. Las notas despertaron al monarca, luego a la reina Isabel y ella aprobó la publicación de la Biblia del Obispo en Inglaterra en 1568. Una vez más el texto de Tyndale fue la base para la nueva Biblia, pero sin las notas de la edición de Ginebra.

En 1582 la iglesia católica aprobó la traducción de La Vulgata Latina al inglés. Quizá este evento, más que ningún otro, evidenció la completa reivindicación de la labor y vida de Tyndale. Cuarenta y seis años después de su ejecución, la iglesia publicó en inglés la obra por la cual miles de hombres y mujeres habían sido martirizados por exigir el derecho a poseerla.

La Biblia de Ginebra continuó ganando más popularidad en el siglo XVII. Se convirtió en la Biblia que leían Shakespeare, Spenser, los puritanos y la clase trabajadora. Fue la Biblia que vino a bordo del Mayflower con los peregrinos que llegaron al territorio norteamericano y fue la Biblia de Norteamérica por más de cien años. En el mismo siglo, la Biblia de Ginebra le dio paso a la versión King James.

Hasta esta generación la Biblia es el libro más popular que jamás se haya impreso. Desde 1611 cada año la Biblia ha sido el libro más vendido en el mundo entero, sin excepción por más de 350 años. Es el legado de un hombre que trabajó solo, exilado de su amada Inglaterra, separado de amigos y familiares, soportando el frío y la pobreza, terminando finalmente por ser martirizado en la hoguera, por atreverse a obedecer a Dios en lugar de los hombres.

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