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La verdad y la gracia

      En nuestros días, tal parece que la verdad fuera elástica.  Se nos dice que debemos ser tolerables y aceptar la idea de que cada cual puede determinar su propio camino, su propia verdad.  Que lo que es bueno para uno, no lo es para el otro.  Con esta filosofía, existen muy pocos absolutos.  De hecho, podemos concluir que la sociedad moderna adora el trono de la tolerancia y el relativismo.

El robo de identidad

El robo de identidad es la apropiación de la filiación de una persona: hacerse pasar por ella, asumir su identificación ante otros en público o en privado, en general para acceder a ciertos recursos, o la obtención de créditos y otros beneficios en nombre de esa persona.  Por otro lado, el robo de identidad también se utiliza con el fin de perjudicar a la persona, es decir, difamando o manchando su nombre con diversos fines que el criminal busque.

Judas Iscariote: El hombre que besó la puerta del cielo

Judas Iscariote se distingue del otro discípulo del Señor del mismo nombre, por la referencia a su origen, ya que su apellido Iscariote, indica que era originario de Queriot, una ciudad situada al sur de Hebrón, además de ser el único apóstol oriundo de Judea.  Era hijo de Simón Iscariote, tal como dice Juan 6:71: “Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce”.

¡Estos últimos días!

El reverendo Rick Warren, pastor de la Iglesia Saddleback en Lake Forest, California, y uno de los líderes cristianos más influyentes de Estados Unidos, se mantiene bien ocupado en un esfuerzo para sanar las divisiones entre los cristianos evangélicos y musulmanes, mediante su asociación con las mezquitas del sur de California, y hasta propuso un conjunto de principios teológicos que incluye el reconocer que los cristianos y los musulmanes adoran al mismo Dios.

La Biblia y el libre albedrío

 Dios nos dignificó con el libre albedrío, el poder para tomar nuestras propias decisiones, en lugar de ser Él quien predetermine nuestro destino.  Considere lo que enseña la Biblia.  Dios creó a Adán, el progenitor de la raza humana a su propia imagen: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26).

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