Menu

Una Misión que Correr

“Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón” (Salmo 119:32)

Gracias a la película filmada en 1981 Carrozas de Fuego, las audiencias se familiarizaron con Eric Liddell, un gran atleta cristiano de padres escoceses misioneros en China, en donde nació el 16 de enero de 1902.  A la edad de cinco años fue enviado a un internado en Inglaterra, en donde era un destacado atleta, excediendo no sólo en las pistas de carrera, sino en el cricket un juego de bate y pelota, y el fútbol.  El director de la escuela siempre comentaba que el joven Liddell, “no era vanidoso”.

George Fox

“Librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío...” (Hechos 26:17)

George Fox nació en Londres, el 13 de enero de 1691.  Fue un disidente inglés fundador de la Sociedad Religiosa de Amigos, cuyos miembros son comúnmente conocidos como “Cuáqueros”.

Su padre, Christopher Fox, era un tejedor, conocido por sus vecinos como el “cristiano más recto” y su madre Mary Lago, era según Fox, “de las reservas de los mártires”.  No tuvo una educación formal, pero aprendió a leer y a escribir. Durante su adolescencia, estaba fascinado con la Biblia, la cual estudiaba continuamente.   Fox afirmó: “Cuando cumplí once años, conocí la pureza y la rectitud; y mientras era un niño, aprendí a vivir para mantenerme puro. El Señor me enseñó a ser fiel, en todas las cosas, y a actuar fielmente de dos maneras: interiormente hacia Dios, y exteriormente hacia el hombre”.

Durante una manifestación en 1650, Fox fue encarcelado por blasfemia.  Para burlarse de la frase de Fox, que era: “¡Temblad en el nombre del Señor!”, un juez lo llamó a él y a sus seguidores “Quakers” palabra en inglés que significa “temblores”, la que dio origen al calificativo “los que tiemblan”.  Es por eso que los seguidores de esta doctrina se conocen hoy como Cuáqueros.

Vivió en una época de grandes movimientos sociales, se rebeló en contra del consenso religioso y político al promover un enfoque poco usual del cristianismo. Su diario es una lectura popular, aun entre quienes no son Cuáqueros, debido a su forma de narrar su recorrido personal.

Sufrió un penoso tratamiento en prisión, a causa de su negativa a tomar las armas y usarlas por cualquier motivo.   Estos comienzos bajo persecución lo forzaron a fijar su posición acerca de los juramentos y la violencia.  Aunque previamente ya había mostrado en sus discursos su tendencia contraria a jurar o a tomar las armas, esta actitud se volvió una parte muy importante de su predicación pública: estaba firmemente decidido a que ni él ni ninguno de sus seguidores cedieran bajo la presión. En una carta instó a los Amigos - los integrantes de su grupo, a no usar “armas físicas”, sino “armas espirituales”.

A pesar de hallarse en prisión, George Fox siguió escribiendo y predicando. Sentía que un lado positivo de estar encarcelado era poder estar en contacto con personas que necesitaban su ayuda, que eran tanto los carceleros como sus compañeros de prisión.  Además trató de dar ejemplo con sus acciones, poniendo la otra mejilla cuando era golpeado y no dejándose abatir por el maltrato de sus guardianes.

Su imagen es conocida actualmente por aparecer en los productos de la Compañía Avena Quaker.

Padre, ayúdanos a regocijarnos cuando nos persigan y hablen mal de nosotros, por testificar de Ti y de Tu Palabra.

El Papa quiere imponer el globalismo sobre el planeta

La guerra del Papa Francisco contra la iglesia evangélica en particular y hasta con el catolicismo tradicional se ha intensificado recientemente.  Decretó como culpables a todos los católicos que creen en la tradición y se niegan a deformar las escrituras bíblicas, acusándolos de negarse a apaciguar a un mundo impío, y por crear, según sus propias palabras “Un campo minado de malentendidos y odio”.   Añadiendo: “La rigidez y el desequilibrio se alimentan entre sí en un círculo vicioso. Y en estos días, la tentación de la rigidez se ha vuelto bien evidente.  La tradición no es estática, es dinámica” - concluyó afirmando el señor Francisco.

Daniel Draper

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.  Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:27–29)

Suscribirse a este canal RSS