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Jan de Bakker

  • Fecha de publicación: Martes, 18 Febrero 2020, 05:24 horas

“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Cor. 15:55)

Jan de Bakker, quien nació en 1499,  era un sacerdote católico, y fue el primer predicador en los Países Bajos del Norte en ser martirizado como resultado directo de sus creencias.  Su padre era un sacristán en la localidad de Woerden.  Fue alumno de Johannes Rhodius, director de la Escuela de los Hermanos de la Vida Común de San Jerónimo en Utrecht, quien era un ardiente defensor del sacramentalismo, de la creencia de que los sacramentos católicos son indispensables y necesarios para la salvación.

En 1520, el padre de Bakker lo llamó a Woerden, preocupado porque muchos de sus puntos de vista eran contrarios a la doctrina de la Iglesia, y podrían meterlo en problemas con las autoridades.  En 1522 se traslado a la Universidad Católica de Lovaina y completó su educación allí.  Regresó a Woerden, fue ordenado sacerdote en Utrecht y ayudaba a su padre como diácono.  Sin embargo, comenzó a difundir sus puntos de vista, los cuales eran considerados heréticos por la Iglesia.  Rechazó los siete sacramentos y negó el supuesto milagro que tiene lugar durante la transubstanciación, de que el pan y el vino consagrados en la misa se transforman en el verdadero cuerpo y sangre de Jesucristo.  Le llamó a las indulgencias y peregrinaciones simple idolatría y criticó duramente el bajo nivel moral y la conducta del clero católico.

En mayo de 1523 él y otro sacerdote fueron arrestados. Después de un corto tiempo fueron liberados, y se cree que los dos viajaron a Wittenberg, pero no hay evidencia de que se haya encontrado con Martín Lutero. Después de regresar, continuó su predicación y agravó su conflicto con la iglesia católica romana al romper su voto de celibato y casarse.

En la noche del 9 de mayo de 1525, fue arrestado y al día siguiente transferido a La Haya, donde fue juzgado por la Inquisición. Al negarse a retractarse, fue declarado hereje y sentenciado a muerte, y el 15 de septiembre de 1525 fue quemado en la hoguera.  Mientras las llamas devoraban su cuerpo, repetía las palabras de 1 Corintios 15:55: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”.  Y ya para expirar dijo: “Señor Jesús, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Las víctimas, a partir de aquí, fueron innumerables. Aunque no se pueden determinar la cifra exacta debido al hecho que se suprimió todo trámite judicial.  Durante los últimos años del reinado de Carlos V, se elevaban a más de 50.000 el número de los mártires que murieron por sus convicciones basadas en la Biblia.

La persecución contra los cristianos, nunca ha cesado.  De acuerdo con el Ministerio Puertas Abiertas, son 50 las naciones del mundo en donde los cristianos son cruelmente perseguidos, particularmente en países como Egipto, Marruecos, Nigeria, Kenia, República Centroafricana, Pakistán, Indonesia, regiones de la India, Laos, y hasta en Arabia Saudita, donde la apertura de templos cristianos está prohibida.

Oremos por estos hermanos que enfrentan la persecución de las autoridades, la familia, amigos y vecinos.  Por protección y fortaleza para todos esos  aislados en prisiones y áreas remotas.  ¡Nunca nos olvidemos de orar por estos hermanos nuestros que mueren día a día por el testimonio de Cristo!

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