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100 años de innovación convierten a Israel en líder agrícola

Israel, un país en donde la tierra, el agua, la energía y otros recursos naturales son limitados, la investigación ambiental no es un lujo, sino un asunto de supervivencia.  A fin de suplir las necesidades de su población en rápido crecimiento, los israelitas tuvieron que desarrollar industrias avanzadas, tratando de aprovechar cada metro cuadrado, cada rayo de sol y cada gota de agua a su disposición, procurando al mismo tiempo que esta intensa utilización de los recursos, no afecte el medio ambiente.

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¿Milagros sí, doctrinas no?

Una de las características peligrosas de esta herejía es el rechazo de las doctrinas bíblicas.  El argumento es que... «la tolerancia nos une y las doctrinas dividen».

¿Qué dice la Biblia sobre las doctrinas?

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Los periodos de las siete iglesias

Muchos cristianos desean saber cómo distribuir los periodos respectivos que corresponden a cada una de las siete Iglesias.  La asignación de fechas debemos tomarlas como respectivas o probables.

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Cómo llegar a ser eternamente salvo

Si usted está entre aquellos que desearía ser cristiano(a), esta columna es para usted.  Algunas personas creen que deben tomar algún curso bíblico o algo así para llegar a ser cristiano.  Otros piensan que hay ciertos “pasos hacia un determinado lugar” para llegar a ser cristiano.  También hay quienes creen que en ciertos templos o en ciertos lugares se “imparte la salvación”.  Si algo de esto le ocurre a usted, pero su deseo es saber exactamente qué hacer y cómo llegar a ser eternamente salvo, siga leyendo con verdadera atención.

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La Deidad de Cristo

La doctrina de la Deidad de Cristo, es decir, que Cristo es Dios, es uno de los pilares fundamentales de la iglesia cristiana.  Esta doctrina es claramente enseñada a través de toda la Biblia.

El propósito de este artículo es presentar primeramente lo que la Palabra de Dios enseña acerca de la Deidad de nuestro Señor Jesucristo y en segundo lugar, presentar una respuesta adecuada a aquellos que niegan esta doctrina bíblica fundamental.

Solo nos mueve, el deseo de exponer con claridad la Palabra de Dios y dejar que la Biblia hable por sí misma.  Veamos pues lo que Dios nos dice en su Palabra:

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La salvación y mucho más (II)

¿Qué quería decirnos el Señor cuando dijo que al acercarse el día de la partida de la Iglesia el mundo se parecería mucho al de los días de Lot?

Jesús mencionó solamente el materialismo, pero el sólo hecho de haber mencionado a Lot, debemos entender esto teniendo en cuenta la inmoralidad en aquellos días: “Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma.  Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche. Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron. Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad…
Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta. Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta. Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta. Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más?  Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo. Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba” (Gn. 19:1-7, 9-14).

Enumeremos algunas cosas que se nos dice aquí:

1. Es probable que la presente generación ya haya superado en desenfreno, materialismo e inmoralidad a los de Sodoma.

2. El pobre Lot, quien, como dice la Biblia fue librado por Dios con urgencia:“Y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)” (2 P. 2:7, 8).

3. Ni siquiera las oraciones tan insistentes de Abraham, el amigo de Dios, pudieron evitar el castigo del fuego y el azufre que convirtió a Sodoma y algunas otras ciudades en ceniza en cuestión de minutos.

4. ¡Cómo intercedía Abraham para que Dios no destruyeran esas ciudades!  Notemos cómo oraba este hombre de Dios.  Comenzó mencionando que tal vez habría 50 justos, luego bajó a 45, luego a 40, luego a 30, luego a 20 y finalmente a 10: Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? …  Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez (Gn. 18:24, 28-32).

Al día siguiente de la quema de Sodoma, Abraham se levantó bien de mañana y se fue a ese lugar para ver qué había quedado: “El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar. Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal. Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová. Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno” (Gn. 19:23-28).

Cuando el Señor habló de los días de Lot, muchos de los que lo escucharon recordaban lo ocurrido: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” (Lc. 17:28-30).

Dios mismo se encargó de que Lot y su familia no sufrieran el mismo fin, pero... ¿quién se ocupará de los salvos cuando llegue el día que Dios juzgará con fuego a nuestras grandes ciudades?  La misma biblia lo responde, notemos lo que sigue: “Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado” (Lc. 17:34-36).

“Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos...  Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 P. 3:7, 10).

“Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá” (Is. 51:6).

Nuestra conducta hoy, debe ser como está escrito en 2 Pedro 3:11-14: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”.

¿Cómo  debemos  orar  hoy?  ¿Qué  debemos  pedir?

1. En primer lugar, debemos orar sin cesar: “Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:15-18).

2. Nunca olvide que, al orar, usted está siendo asistido por un Intermediario Todopoderoso. El Señor Intercede por usted: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Ti. 2:5, 6).

3. Debemos despojarnos de cualquier hábito mundano que intente dominarnos.

4. Debemos aprovechar todas las oportunidades para que el Señor nos encuentre dedicados a Su causa.

5. Si tenemos entre nuestros familiares o personas que aún no son salvos debemos, tal como lo hizo Lot con sus futuros yernos, hablarles, aunque se burlen de nosotros.

6. No hay nada de malo si deseamos interceder, en oración, por aquellos a quienes deseamos conducir al Salvador, tal como lo hizo Abraham por toda esa ciudad, porque allí vivía su sobrino.

7. Digamos a los no salvos:

• Dios los ama.

• El Señor desea salvarlos y si lo reciben por la fe, serán salvos.

• Debe saber que su salvación usted no la puede ganar, sino que el Señor Jesús se la ganó mediante Su propia muerte colgado de una cruz.

• Usted debe saber que después de la muerte, NO hay posibilidad alguna de Salvación.

• No hay religión alguna que pueda salvar: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:11, 12).

• Todos los hombres somos pecadores, pero tal vez ignore la gran salvación que Dios ha preparado para nosotros.  
¡Cuánto nos gustaría que usted fuera un cristiano verdadero y que no se dejara manipular por nadie!  De ser así, ya sabe, nos veremos en la PATRIA CELESTIAL.  ¡El Señor viene pronto!

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La salvación y mucho más

I. Entender  a  Abraham  es  entender  la  salvación  (Romanos 4:1-8).
“¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”.

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¿Por qué predicamos el evangelio?

1. Porque el Señor nos manda: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28:18-20).

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¿Dios también tiene fe?

¿Sabe usted que existen muchos predicadores quienes enseñan que Dios también tiene fe?  Pero... ¿Acaso no es cierto que Él es Omnisciente (que lo sabe todo)?  Y si tiene fe, ¿fe en qué o en quién?  Los que predican esta herejía, afirman que Dios tiene fe en nosotros.  Pero Dios dice todo lo contrario.  Él dice: “Yo conozco tus obras…” (Ap. 3:15a).  Él no necesita creer en nadie ni en nada, porque conoce todo y a todos: “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz. Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (Sal. 139:1-16).

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