Repercusiones en tiempo y espacio
- Fecha de publicación: Jueves, 07 Noviembre 2013, 04:38 horas
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En la primera parte de este artículo nos referimos a los viajes en el tiempo. Como ya vimos este tema es mucho más excitante desde la perspectiva bíblica que desde el punto de vista clásico secular. Durante el siglo XX el tema de los viajes en el tiempo fue popularizado en novelas, obras de teatro y películas.
Siguiendo a la segunda guerra mundial, la explosión de la ciencia-ficción produjo una entera industria dedicada a divulgar la idea de que las incursiones inter-dimensionales serán un día rutinarias.
La imaginación del público ha sido moldeada en conjunción con los avances en la física teórica. Al examinar estos avances científicos, es a menudo difícil determinar qué llegó primero, sí la ciencia-ficción o la propia ciencia. A mediados del siglo XIX, Julio Verne escribió la novela Veinte mil leguas de viaje submarino, sobre un submarino avanzado, también Viaje a la Luna de una excursión lunar. Unas décadas después los submarinos eran cosa común y al cabo de un siglo, el hombre posó sus pies sobre la luna.
A comienzos del siglo XX Herbert George Wells, escribió la novela La máquina del tiempo, popularizando con esto la idea de que los viajes en el tiempo pueden de hecho ser posibles. Hemos observado, que sin el concepto bíblico de un mundo futuro, es dudoso que a él se le hubiera ocurrido esa idea.
No obstante, en alguna forma extraña, la imaginación pública tiende a anteceder los avances científicos. El concepto de los viajes en el tiempo se halla entremezclado con la física cuántica, la cual postula que teóricamente es posible llegar a varias dimensiones mediante la aplicación de la tecnología apropiada y cantidades enormes de energía. Así como los héroes de ficción viajan a través del tiempo y el espacio, los científicos de hoy están trabajando asiduamente tratando de penetrar la barrera dimensional.
Vale la pena volver a decir que los viajes a través de las dimensiones y del tiempo, son una misma cosa. Penetrar ese muro dimensional lo lleva a uno hacia el reino de la eternidad. El hombre secular anhela profundamente adquirir poder que le permita alcanzar esta habilidad. Después de todo, la capacidad para viajar “warp” - como así se le llama a superar la velocidad de la luz y viajar en el tiempo, teóricamente permitiría que se pudieran realizar los viajes intergalácticos en sólo horas. El empuje “warp”, es una forma teórica de propulsión superlumínica. Este empuje permitiría propulsar una nave espacial a una velocidad equivalente a varios múltiplos de la velocidad de la luz, mientras se evitan los problemas asociados con la dilatación relativista del tiempo. Este tipo de propulsión se basa en curvar o distorsionar el espacio-tiempo, de tal manera que permita a la nave “acercarse” al punto de destino.
O tal como cualquiera de los fanáticos de “Viaje a las estrellas” puede testificar, cuando los capitanes Kirk y Picard, dan a menudo la orden de acelerar al factor “warp” ocho, o algún otro número, de hecho no están realmente acelerando, sino plegando el tiempo y el espacio para permitirles pasar por alto el tiempo normal y llegar antes de lo estipulado. Además, si de repente se topan con una nube de energía, una nebulosa errante o con la onda de choque de la explosión de una super nova, su “warp” a menudo causa una desviación no deseada en otro tiempo.
Al tratar de acelerar la velocidad, lo que ocurre es que chocan y saltan hacia otro tiempo. Las aventuras de ellos, claro está, involucran el tratar de encontrar la forma de regresar a su propia época. Para los devotos de la ciencia-ficción el mensaje es bien claro: Cuando uno cruza la barrera dimensional, la navegación se expresa en coordenadas de tiempo y espacio. La Biblia refleja exactamente la misma idea.
Sin embargo, en términos reales el tiempo y el espacio son una esfera que sólo le concierne a Dios. Ya vimos que en ocasiones a sus profetas y apóstoles les otorgó la habilidad para trascender la barrera dimensional y viajar en el tiempo hacia adelante, en el futuro, nunca al pasado. En cada caso, el Señor determinó sus viajes con el propósito específico de revelar la historia redentora de la humanidad - pasada, presente y futura.
A ellos nunca se les permitió viajar en forma caprichosa, ni tampoco fueron autorizados para informar algo que vieron, a menos que tuviera una aplicación específica con el plan Divino. Por ejemplo, Elías aparece en diferentes lugares a lo largo de la línea del tiempo para revelar la gloria de Dios y su Reino. Pero como ya vimos, sus apariciones en la tierra, reafirman una y otra vez un tema común: Primero se opuso a Acab, Jezabel y los profetas de Baal. Luego, en el monte de la Transfiguración, presagia la edad del Reino. Finalmente, como uno de los testigos de Apocalipsis, vuelve a desempeñar su primer papel oponiéndose al Anticristo y a la ramera llamada Misterio, Babilonia la Grande. En ambos ocasiones: en su primera visita y en la final, retiene la lluvia por tres años y medio. También en ambos casos lucha contra un monarca déspota y un sistema religioso falso.
Como un viajero del tiempo, a Ezequiel se le permitió ver la reunificación de Israel, la guerra por su supervivencia y el restablecimiento subsecuente del tercer templo. Contempla todas estas cosas con sus propios ojos, describiéndolas en tono de asombro y reverencia. En los capítulos 40 al 48 de su libro, relata las características de la reconstrucción del tercer templo, las cuales son casi fotográficas en sus detalles.
En el Nuevo Testamento, Juan pasa a través de la puerta dimensional hacia lo vasto del cielo y se le permite ver el futuro. Pero no ve el porvenir en general. Más bien se le deja que observe eventos claves en la edad de la iglesia, la derrota de Satanás y la restauración del Reino. Dios le permitió incluso ver el futuro distante. La Nueva Jerusalén y los nuevos cielos y la nueva tierra que todavía están a más de mil años de distancia de nosotros.
Es la Biblia, y no ningún otro libro, la que expresa toda la verdad acerca del estado de nuestra existencia. Una y otra vez nos vemos impresionados con el hecho de que Adán y los antediluvianos poseían entendimiento sobre los cuerpos celestes. Poniéndolo en otra forma, ellos estaban conscientes de cierta información que iba mucho más allá de la barrera dimensional. De acuerdo con la historia hebrea, el primer hombre pudo tener una vista general del futuro de la humanidad, todo lo cual le trasmitió a sus hijos.
A los hijos de Set en particular se les dijo de dos destrucciones futuras que le sobrevendrían al planeta. Una sería por fuego y la otra por agua. Con este conocimiento, ellos buscaban preservar la sabiduría que habían recibido de Adán. Razonando que podía perderse en una futura conflagración, construyeron dos monumentos en los cuales codificaron todo lo que sabían sobre astronomía, matemáticas y la fecha de eventos futuros. Uno fue hecho de ladrillos y el otro de piedra.
Josefo nos dice que uno sobrevivió al diluvio, la gran pirámide de piedra que se encuentra en el Egipto actual. Los matemáticos modernos han declarado que la pirámide contiene conocimiento astronómico maravilloso, tal como la distancia de la tierra al sol, y el espacio que hay desde los polos de la tierra hasta el Ecuador. Está construida sobre tolerancias ópticas. Los cimientos de su superficie original fueron puestos con una exactitud dimensional increíble. Esto era algo imposible para los egipcios de ese tiempo. Hasta este mismo día, todavía no se ha podido descifrar completamente el código de su estructura dimensional.
El conocimiento prohibido del tiempo y espacio
Los hijos de Caín también recibieron conocimiento celestial. Fue obtenido en forma ilícita cuando la tierra se contaminó con el tráfico entre los ángeles caídos y la humanidad. “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:1-5).
Como podemos ver por la Escritura que acabo de citar, los hijos y las hijas de Caín se corrompieron por una invasión ilegítima entre el cielo y la tierra, más allá de la barrera dimensional. Estos “hijos de Dios” trajeron consigo conocimiento que estaba explícitamente prohibido por Dios. Su tráfico ilegal al trasponer esta barrera, fue la causa real de la destrucción del mundo durante el tiempo de Noé.
Josefo dice que finalmente hasta los hijos de Set terminaron por ser pervertidos por los ángeles caídos. Dice en su obra Antigüedades de los judíos, libro uno, capítulo III, parágrafo 1: “La posteridad de Set siguió durante siete generaciones considerando a Dios como señor del universo y observando una conducta virtuosa; pero con el tiempo se corrompieron, abandonaron las prácticas de sus antepasados y no cumplieron con las honras señaladas para ser rendidas a Dios ni se preocuparon de ser justos con los hombres. El mismo celo que antes demostraban para ser virtuosos lo demostraban ahora doblemente para ser perversos, y se acarrearon la enemistad de Dios. Muchos ángeles de Dios convivieron con mujeres y engendraron hijos lujuriosos que despreciaban el bien, confiados en sus propias fuerzas; porque según la tradición estos hombres cometían actos similares a los de que aquellos que los griegos llaman gigantes”.
El libro apócrifo de Enoc contiene una extensa narrativa que relata la historia de los ángeles que se encendieron en lascivia por las mujeres de la tierra. Habiéndose establecido entre los hombres, dominaron y devoraron la bendita creación de Dios. Dice Enoc: “Y Asasel enseñó a los hombres a fabricar espadas de hierro y corazas de cobre y les mostró cómo se extrae y se trabaja el oro hasta dejarlo listo y en lo que respecta a la plata a repujarla para brazaletes y otros adornos. A las mujeres les enseñó sobre el antimonio, el maquillaje de los ojos, las piedras preciosas y las tinturas” (Enoc 8:1).
Continuando con el texto del capítulo 8 de Enoc dice el versículo 3, que un ángel, “Shemihaza enseñó encantamientos y a cortar raíces; Hermoni a romper hechizos, brujería, magia y habilidades afines; Baraqel los signos de los rayos; Kokabel los presagios de las estrellas; Zeqel los de los relámpagos; - él enseñó los significados; Ar'taqof enseñó las señales de la tierra; Shamsi'el los presagios del sol; y Sahari'el los de la luna, y todos comenzaron a revelar secretos a sus esposas”.
Pero conforme los hombres recibían este conocimiento ilegítimo, se fueron tornando espiritual, física y genéticamente corruptos. Enoc, sigue diciendo de Asasel: "Tú has visto lo que ha hecho Asasel, como ha enseñado toda injusticia sobre la tierra y revelado los secretos eternos que se cumplen en los cielos; y lo que ha enseñado a los humanos Shemihaza, al que tú habías dado la facultad de gobernar sobre sus compañeros. Ellos han ido hacia las hijas de los hombres y se han acostado con ellas y se han profanado a sí mismos descubriéndoles todo pecado. Luego, estas mujeres han parido en el mundo gigantes, por lo que la tierra se ha llenado de sangre e injusticia. (Génesis 6:4,5,11). Y ahora mira que las almas de los que han muerto gritan y se lamentan hasta las puertas del cielo y su gemido ha subido y no puede cesar debido a la injusticia que se comete en la tierra. (Apocalipsis 6:10)” (Enoc 9:6-10).
Estos “gigantes” eran los titanes griegos, tal como Zeus, Apolo y docenas de otros semidioses que caminaron en medio de los hombres. Suponiendo que estos relatos fuesen básicamente ciertos, está por demás decir que la cohabitación de ellos con las mujeres de la tierra le dio acceso a la humanidad a un conocimiento peligroso más allá de la barrera dimensional.
Atlántida: Un punto de vista secular del diluvio
¿Quién no ha oído hablar de la leyenda de la Atlántida? En la historia de los griegos, era la joya cultural de una sociedad idílica en donde los dioses y los hombres retozaban juntos en armonía perfecta. Era una ciudad estado magnífica que existía en medio de esplendor tecnológico antes de ser destruida por un cataclismo que ocasionó que se hundiera en el mar.
Desde nuestro punto de vista, esto bien podría ser una referencia al gran diluvio de Noé. Más que eso, hace eco con el tema bíblico dado en el capítulo 6 de Génesis, detallando las actividades de los titanes.
En la obra Critias, de Platón, él describe la antigua Atlántida, cuando experimentó “una sola noche de lluvia torrencial que arrasó la acrópolis de la tierra y la redujo a piedra desnuda. Una tormenta que estuvo acompañada por terremotos. Antes del destructivo diluvio de Deucalión, ésta fue la tercera de tales tormentas cataclísmicas”. Según Platón, esto fue el principio del fin de la Atlántida, la ciudad de las maravillas en donde los dioses cohabitaban con los hombres. Pero conforme la historia continúa, encontramos que Atlántida era una isla gigantesca que fue destruida por un gran diluvio.
La narrativa de Platón describe los eventos que rodearon a Atlántida como un fenómeno histórico. Para él, era historia real, no mito o fábula. El dios de Atlántida no era otro más que Poseidón, la divinidad principal del mar de los antiguos griegos. Se dice que era el hijo de Cronos y hermano de Zeus, Hades y otros dioses.
Platón escribe: “Como dijera antes concerniente a la distribución de los territorios entre los dioses, en algunas regiones ellos dividieron toda la tierra en porciones mayores y otras en fragmentos menores, mientras establecían santuarios y ofrecían sacrificios por ellos mismos. Fue así como Poseidón recibió como uno de sus dominios la isla de Atlántida y estableció lugares de morada para los hijos que tuvo con las mujeres mortales en un cierto lugar de la isla que describiré”.
Es así como los recuentos de Enoc, Platón, Josefo y el capítulo 6 de Génesis, coinciden en que algo increíble ocurrió antes del diluvio de Noé, cuando las fuerzas “extraterrestres” invadieron la tierra. Fue entonces cuando se abrió una puerta entre el estado eterno y la línea de tiempo del planeta tierra y esos “extraterrestres” comenzaron a dominar los asuntos de la humanidad.
Platón describe cómo Poseidón vio a una hermosa mujer llamada Clito con la cual se casó. Tuvieron cinco pares de gemelos. Poseidón construyó el dominio de Atlántida para su familia, moviendo tierra y agua para crear una acrópolis rodeada por dos anillos de tierra y tres de agua. Se dice que esto fue muy fácil para él, ya que era un dios. ¡Se comenta que el palacio en tierra tenia unos mil metros de diámetro, y la propia isla 365 kilómetros de ancho, por 549 de largo! ¡El templo de Poseidón tenía 100 metros por 200!
De los diez hijos, Platón escribe: “Y le puso nombres a cada uno de sus hijos. De la forma cómo llamó a su hijo mayor y rey, derivaron sus nombres, la entera isla y el mar de los alrededores, porque era el primero de los reyes de ese tiempo. Su nombre era Atlas, la isla se llamaba Atlántida y el mar Atlántico, por él”.
Él escribe mucho más, pero este corto bosquejo es suficiente para demostrar una vez más, que la historia secular concuerda con la Biblia. Los diez hijos de Poseidón nos recuerdan a los ángeles caídos descritos por Enoc bajo el título “Jefes de decenas”.
Seres espirituales cuyo reino natural estaba más allá de las limitaciones del tiempo y el espacio de las criaturas de la tierra, vinieron a vivir en el planeta. ¡Imagine cuántos secretos les revelaron a sus esposas humanas!
El anhelo por la eternidad
Este es precisamente el punto. Siguiendo al diluvio los hijos de Noé se desplazaron hacia la llanura de Sinar. Allí crearon una nueva cultura en un mundo destrozado, ahora caracterizado por el trabajo y la lucha. Una vez más, de acuerdo con Platón y la Biblia, el clima era tranquilo y los hombres vivían en medio del ocio. Además de todo, los “dioses” les habían entregado maravillas tecnológicas, para que las usaran como quisieran. Ciertamente, los ángeles caídos eran déspotas, pero la inconstancia de ellos y sus desviaciones erráticas parecían un precio pequeño por pagar a cambio de tales comodidades.
Uno sólo puede tratar de imaginar el anhelo que debían experimentar los hombres después del diluvio por su antiguo paraíso. Los griegos más tarde se refirieron a él en sus mitos como Arcadia, un lugar en donde el clima, el suelo y la atmósfera eran tan perfectos que los sembrados crecían a la perfección y se requería muy poca esfuerzo para llevar a cabo cualquier labor. Esto era particularmente cierto, ya que tenían a los “dioses” para que acondicionaran el paisaje a la perfección.
El capítulo 11 de Génesis declara que los hombres de Sinar eran hábiles constructores y que usaron ladrillo cocido y asfalto para edificar una torre. Este fue el método de construcción en Babel. La Escritura es bien específica a este respecto: “Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla” (Génesis 11:3).
Esto nos hace recordar una vez más la historia de Josefo, quien dice que los hombres antediluvianos construyeron dos monumentos en memoria de su conocimiento celestial... uno de piedra y otro de ladrillo. Aparentemente el de ladrillo no sobrevivió al diluvio. Por consiguiente, parece lógico suponer que esos hombres trataron de reconstruirlo: “Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Génesis 11:4-6).
Es difícil para el hombre moderno entender cuál era la meta de ellos. Pero si recordamos simplemente que se habían acostumbrado a tener comunión diaria con los “dioses”, sus acciones llegan a ser bien fáciles de comprender. Vivían anhelando a cada instante restablecer todo lo que habían perdido. En otras palabras, estaban tratando de volver a abrir la puerta celestial que se había cerrado violentamente a consecuencia del diluvio.
Pero... ¿Era el esfuerzo de ellos pura locura? Aparentemente no, ya que el propio Creador se vio obligado a descender y ponerle fin a la obra, convencido de que si continuaban lo lograrían. Por consiguiente, detuvo lo que estaban haciendo al confundirles el lenguaje. “Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11:5-9).
Hasta este día los lingüistas trazan los idiomas de la humanidad a una fuente común, a la lengua madre indo-europea, la cual dicen que se originó en Mesopotamia.
Babel, “la puerta hacia los dioses” quedó reducida a nada. Dios, el amo del tiempo y el espacio, continuó con su plan de redimir a la humanidad, a través del linaje del que nacería el Mesías profetizado. Los hombres pueden divagar, pero es el Creador quien ha determinado el curso de los acontecimientos.
Siendo este el caso, es más que apropiado que el siguiente capítulo de la narrativa bíblica cambie hacia la genealogía de Abram. La Escritura dice que Dios le ordenó que abandonara Mesopotamia y se trasladara a una nueva tierra, detallando el pacto y la promesa. “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición... Y se fue Abram, como Jehová le dijo...” (Génesis 12:1,2,4).
Este pacto fue ratificado a través de una serie de transacciones entre Dios y el joven Abram. Siete veces visitó al patriarca y siete veces ratificó su Palabra. Exactamente después del tercer contacto, Abram y 318 de sus siervos se vieron forzados a entablar un combate con el enemigo. Esto tuvo lugar un año después que Lot y Abram se separaran, cuando Lot decidió morar en el fértil territorio cerca de Sodoma y Gomorra. Se dice que en ese tiempo, esa región se comparaba en belleza al Edén. Desdichadamente para Lot, los moradores del área eran extremadamente perversos.
El capítulo 14 de Génesis describe una serie de batallas entabladas por estos reyes. “Aconteció en los días de Amrafel rey de Sinar, Ario rey de el asar, Quedorlaomer rey de Elam, y Tidal rey de Goim, que éstos hicieron guerra contra Bera rey de Sodoma, contra Birsa rey de Gomorra, contra Sinab rey de Adma, contra Semeber rey de Zeboim, y contra el rey de Bela, la cual es Zoar. Todos éstos se juntaron en el valle de Sidim, que es el Mar Salado. Doce años habían servido a Quedorlaomer, y en el decimotercero se rebelaron” (Génesis 14:1-4).
Todos esas batallas los llevaron hasta el sur, hacia la región de Sodoma en donde residía Lot. Estos reyes lo tomaron cautivo, pero un hombre escapó y le avisó a Abram lo ocurrido, quien tomó acción de inmediato. “Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan. Y cayó sobre ellos de noche, él y sus siervos, y les atacó, y les fue siguiendo hasta Hoba al norte de Damasco. Y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente” (Génesis 14:14-16).
Lo que es increíble acerca de este relato, es que un poco de investigación revela cuál era la naturaleza verdadera de los cuatro reyes agresores en el relato. Ellos de hecho, representan proféticamente a cuatro naciones importantes. ¡Unidos ofrecen un bosquejo de la historia futura!
Estudiosos de la Palabra de Dios están convencidos que Amrafael rey de Sinar, es Nimrod de Babilonia. Dice Génesis 10:9 que este antiguo potentado “... fue vigoroso cazador delante de Jehová...”, que cazaba y esclavizaba las almas de los hombres. Creen que fue el primero en autoproclamarse monarca delante de los hombres. Nimrod define el pecado original de Babilonia, el cual en el fin de los días crecerá hasta convertirse en un misterio que envolverá al mundo entero.
Ellos también creen que Arioc, rey de Elasar, es un monarca antiguo asociado con el área que más tarde llegó a ser conocida como Grecia. El manuscrito que se le ha dado el nombre de Apócrifo del mar Muerto, localiza el área de su reinado en el suroeste del Asia Menor, en la región que más tarde llegó a ser conocida como Capadocia y hacia el oeste en la Grecia de hoy. Los historiadores judíos vinculan el significado del nombre de Elasar con Grecia, debido a que los griegos se refieren a sí mismos como el pueblo de “Elas”.
En caso de que esto fuera cierto, Arioc representaría a los marineros que más tarde controlaron la región de los mares Egeo y el noroccidente del Mediterráneo. Este vínculo concuerda con la historia antigua, la cual dice que el pueblo que conocemos como los antiguos griegos, comenzó a llegar a su territorio durante los siglos que precedieron al 1900 antes de Cristo... el tiempo de Abraham.
Respecto a Quedorlaomer, dicen que el territorio de su gobierno es bien conocido. Elam abarca el área entre el golfo Pérsico al sur y el mar Caspio al norte. Es el lugar que más tarde llegó a ser gobernado por los medos y los persas. Quedorlaomer, entonces es el progenitor del imperio medo-persa.
El último de los cuatro reyes es Tidal, rey de Goim. Parece que este monarca poseía un poder que se extendió a través de varias regiones gentiles. Tal vez sea el monarca más fácil de ubicar en la historia. Varias referencias lo asocian con Tudalia Primero, gobernante del imperio hitita, que en la Biblia se conoce como heteo. Su área de gobierno cubría gran parte de Turquía actual, desde el estrecho de Bósforo al oeste, hasta el extremo oriental del mar Negro.
Históricamente, ahora se sabe que en este período, los reyes heteos dieron origen a la práctica de reclutar grandes ejércitos de mercenarios. Para esto contrataban a los mejores guerreros de las tribus de los alrededores. Luego los integraban en regimientos después de un riguroso y sistemático entrenamiento. Debido a esta práctica, llegaron a ser conocidos como una nación de guerreros fieros, temidos a lo largo de los siglos a todo lo ancho del mundo antiguo civilizado.
En el texto original hebreo se identifica a Tidal como “rey de las naciones”, lo cual sugiere una amplia esfera de influencia. De hecho, los judíos dicen que Tidal fue el progenitor de los vastos imperios gentiles del occidente que siguieron. Declaran francamente, que “Tidal es Roma”.
En el Comentario Artscroll sobre Génesis, escrito por el rabino Meir Zlotowitz, dice lo siguiente: “Según el Midras - los escritos explicativos y exegéticos judíos de las Escrituras - Goim significa naciones y se refiere a Roma la cual reclutaba tropas de todas las naciones”. Aunque el imperio de Tidal antecede a la Roma imperial por dos milenios, es el progenitor metafórico del imperio final, que según la profecía un día abarcará a toda la tierra.
Es asombroso que los cuatros reyes nos ofrezcan una vista anticipada de Babilonia, Grecia, Medo-Persia y Roma. El orden histórico de ellos está ligeramente alterado conforme los vemos en los gobiernos que Daniel revela más tarde como representantes de los futuros imperios de la soberanía gentil.
De tal manera que cuando Abram se traba en combate con estos cuatro reyes, está presentado un cuadro anticipado que más tarde se expandiría en las profecías de Daniel y en el libro de Apocalipsis.
La línea de tiempo gentil
Cuando Daniel fue llevado cautivo por las fuerzas babilonias de Nabucodonosor atrajo la atención del rey, ya que el monarca no podía recordar un sueño que le perturbaba mucho su espíritu y Daniel se lo reveló: “Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2:31-35).
En este relato tan conocido, Daniel relata el sueño de Nabucodonosor el cual fija de manera indeleble un punto de vista simbólico anticipado de la historia de la humanidad, ya que el propio Nabucodonosor es la cabeza de oro de la estatua. Como ya sabemos, en la gran imagen, la cabeza representa a Babilonia, el pecho y los brazos de plata a Medo-Persia, el vientre y los muslos de bronce a Grecia y las piernas y los pies de hierro a Roma. Mientras que la gran piedra de esta profecía es el Reino de Dios.
La profecía de Daniel fue dada a finales del siglo VII antes de Cristo, ¡aproximadamente 1.300 años después de la batalla de Abram con los cuatro reyes gentiles! No obstante, es el tema presentado en el cuadro vivo que tuvo lugar en los días de Abraham. ¡Aquí tenemos una repercusión colosal en el continuo de tiempo y espacio! Lo ocurrido inicialmente a Abram es un despliegue histórico inicial de lo que más tarde llegaría a su clímax histórico. El patrón sugiere que en su plan, Dios usa los temas y variaciones para alcanzar su orden predestinado.
La enseñanza clásica judía declara que Abraham nació en el año 1948 después de la creación. Que tenía 48 años en el 1996 después de la creación, en el año en que las naciones fueron dispersadas en la torre de Babel. La historia de ellos también hace notar, que en el año siguiente, en el 1997 después de la creación, las ciudades más pequeñas fueron sojuzgadas, incluyendo a los reyes de Canaán. En particular, enseñan que Quedorlaomer sometió a los cinco reyes del sur por cerca de 12 años, hasta el año 2009 después de la creación.
A partir de este punto, las guerras continuaron hasta que Abram derrotó a la alianza del norte y retornó victorioso a Salem, aproximadamente en el año 2003, cuando tenía 75 años. La simetría asombrosa de este sistema de fechas le recuerda a Israel que es Dios quien controla su destino. Ellos asocian el nacimiento de Abram en el año 1948 después de la creación, con el renacimiento del moderno Israel en 1948 de la era cristiana. Como veremos estas fechas tan familiares trazan un patrón en la historia futura.
Abram libró su batalla aproximadamente en el año 1977 después de la creación. Sin embargo, sus acciones indudablemente presagian eventos que tuvieron lugar entre 1.300 a 2.000 años después, en el auge y caída sucesiva de Babilonia, Medo-Persia y Grecia. Claro está, Roma estaba en el clímax de su poder durante el primer advenimiento de Cristo. La Biblia también nos dice que Roma era el fundamento y corazón de la aterradora bestia que finalmente controlará el mundo. Como al rey Tidal de la antigüedad, se le llamará “rey de las naciones”.
Desde la perspectiva de Dios, el tiempo se revela en una serie de imágenes o tipos que aparecieron primero en la vida de los fieles de la antigüedad. Más tarde se hacen una realidad cuando llega el cumplimiento del tiempo. Como dijo Dios por medio del apóstol: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (Romanos 11:25).
Respecto a Israel, Pablo escribe que su destino depende de la forma cómo evolucionen las potencias gentiles. Como ya explicara estas naciones están dadas en esencia en los cuatro reyes que derrotara el ejército de Abram. Siguiendo su victoria, él regresó a Salem, la ciudad que más tarde llegaría a ser conocida como Jerusalén, la “Sion” de la Escritura profética: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo” (Génesis 14:17-20).
Aquí el retorno de Abram al “Valle del Rey” lo lleva al sitio futuro del monte de Sion, en donde participa del pan sacramental y el vino con Melquisedec, nombre que significa “rey de justicia”. La copa de vino y el pan prefiguran la futura festividad judía del Cordero Pascual, la cual se iniciaría seis siglos después, en el futuro. Además, Melquisedec es una semblanza de Cristo, cuyo sacrificio trajo el Nuevo Pacto y el llamado de los creyentes conocido como Iglesia. Después de eso, su sacerdocio superior traerá el mismo pacto para las casas de Israel y Judá.
Las acciones de Abram son una vista anticipada de una simple verdad, de que los cuatro reyes serán derrotados antes que se establezca el Reino de Dios. Sus contemporáneos - las potencias gentiles - buscaron alianza con los dioses de la antigüedad. El plan de ellos es controlar el mundo valiéndose de todos los medios disponibles. El fundamento de este plan nunca ha cambiado. Una y otra vez emerge nuevamente. En cada ocasión tuvo que ser derrotado. El pueblo de Dios es parte de un plan opuesto y diferente, que depende del linaje justo del Mesías. No es sólo de un linaje, sino de su sacrificio de sangre.
La profecía de la Pascua
Abram celebró la Pascua que Melquisedec ofició, antes de que se estableciera la Pascua. Una vez más vemos un tema futuro que repercute a través del tiempo hasta su cumplimiento final. Esto es visto en la vida de Abram, luego en la de Moisés, Jesús y finalmente en la gran tribulación.
El Egipto del Antiguo Testamento tipifica al sistema global, al orden mundial. En el Nuevo Testamento, el término se reduce simplemente a “el mundo”. Es el sistema idólatra, de poder político y riqueza, entremezclado en un tapiz de despotismo que es el modelo para la batalla de Israel con el reino gentil final.
El libro de Éxodo comienza con las aflicciones severas de Israel en cautiverio bajo el despótico Faraón. La esclavitud de ellos ya era lo suficientemente mala, pero además Faraón tenía miedo de que la población judía creciera a tal grado que fuese incontrolable. Su respuesta fue instigar un plan genocida. Le ordenó a las parteras de las hebreas que le dieran muerte a todo niño judío. Gracias a la acción de su madre, Moisés fue librado y adoptado por la hija del Faraón. Siendo aún un joven Moisés se identificó con la situación de su pueblo. Al ver a un egipcio que maltrataba a uno de sus hermanos israelitas, airado le dio muerte y lo sepultó en la arena, viéndose forzado a huir a la tierra de Madián.
Allí, en el monte de Dios llamado Horeb, Dios le dio instrucciones precisas, le dijo: “El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (Éxodo 3:9,10). En la corte del Faraón Moisés presentó la demanda de Jehová ante el obstinado monarca, quien se rehusó. Fue así como Dios se movió para juzgar a Egipto con una serie de diez plagas: sangre, ranas, piojos, moscas, la plaga en el ganado, úlceras, granizo, langostas, tinieblas y la muerte de los primogénitos.
Estas plagas presagian el tiempo tenebroso de la gran tribulación, cuando Israel será librado del esclavizamiento final del sistema mundial controlado por el Anticristo. Pero la plaga final, la muerte de los primogénitos indica una asombrosa conexión entre el pasado y el futuro. Asocia ese momento histórico cuando Abram bebe de la copa con Melquisedec, con la vida de Jesús y su relación con el cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Esta plaga fue uno de los momentos más tenebrosos de la historia, cuando Dios envió la muerte en las casas de Egipto: “Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis. Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel” (Éxodo 12:12-15).
Los elementos de esta primera Pascua llegaron a convertirse en un memorial para Israel, para siempre. La sangre sobre los dinteles de las puertas de los israelitas se convirtió en un gran símbolo de liberación del juicio y libertad de la esclavitud. El cordero sacrificado es una semblanza del gran “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
Los siete días de pan sin levadura, hablan de libertad de la corrupción física del pecado, representado por la fermentación que usualmente tiene lugar en el pan común y corriente. Los judíos se refieren a este pan, como “el pan de la aflicción” y “el pan de la liberación”.
Para el tiempo de Jesús en el primer siglo, todavía se sacrificaba el cordero, pero la Pascua se había convertido en una comida regulada, incluía la lectura de la Escritura y tomar cuatro copas de vino. Ya desde los tiempos Talmúdicos, se urgía incluso hasta al hombre más pobre en Israel, a que tomara todas las cuatro copas. De hecho, estas copas son una profecía. Cada una de ellas tiene una marca, tomada de Éxodo 6:6,7: “Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto” (Éxodo 6:6,7).
- La primera copa - La de salvación - Se le llama así porque Dios salvó a su pueblo de los juicios de Egipto.
- La segunda - De liberación - Celebra las acciones de Moisés, el libertador.
- La tercera - De redención - Recuerda los milagros en el desierto.
- La cuarta - De relación - Exalta el contrato entre Dios y su pueblo en el monte de Dios. Su promesa de introducirlos en el Reino.
Cuando Jesús tomó la cuarta copa en la última cena, activó el plan de las edades que lo llevaría a una relación plena con los redimidos. Claro está, se encuentra centrada en su sacrificio perfecto sobre la cruz. Él le llamó a su destino, su “copa”: “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42).
Luego, al momento de su arresto le dijo: “... A Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Juan 18:11).
Después que el Señor concluyó su obra sobre la cruz, le explicó a sus discípulos que había tomado sobre Sí mismo, todo el significado intrínseco de la copa. Pablo declara brevemente una simple verdad que los teólogos han explicado en miles de páginas durante el milenio de la edad de la Iglesia: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1 Corintios 10:16,17).
La comunión cristiana es la esencia del cordero pascual, de la Pascua. El Señor Jesucristo, el último Cordero Pascual, ahora personifica la copa y el pan que tomara hace tanto tiempo Abram en presencia de Melquisedec.
Ciclos en expansión
Los cuatro reyes, la copa y el pan de Melquisedec, y las copas de la Pascua, nos ofrecen un ejemplo de la forma cómo nuestro Dios - el Señor del Tiempo - ve la historia. Para Él es como una serie de oleadas que siempre están expandiéndose, ciclos que comienzan en forma pequeña, continúan agrandándose a través del tiempo hasta su culminación y destino final. Los santos, los profetas y apóstoles están entretejidos en el tapiz del tiempo, cuyos temas y variaciones completarán un patrón de la máxima perfección.
Los tipos espirituales son simplemente las manifestaciones primarias del tiempo. El plan de Dios se cumple más allá de los límites del tiempo y espacio. Lo que parecen ser derrotas son sólo paradas en la victoria. Los cautiverios en Asiria y Babilonia, las destrucciones del templo, la crucifixión del Señor Jesucristo, la miríada de guerras y la falta de humanidad continua del hombre, son sólo oleadas en un diseño completo.
Por contraste, Satanás y sus ángeles caídos buscan romper este patrón en cualquier forma posible. Ellos se presentan a sí mismo ante los hombres como dioses, antiguos y modernos. Los hombres no regenerados tienen un conocimiento interior que los mueve a apartarse de la línea del tiempo de la historia y seguir a esos dioses. Ellos desean penetrar la cámara acorazada de la eternidad y cavar allí en busca de sus tesoros.
Persiguen poder, gloria y controlar su propio destino. En el futuro, uno de ellos se levantará llegando a poseer un poder sin precedentes: “También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres” (Apocalipsis 13:13).
Los poderes aparentemente maravillosos del Anticristo, son simplemente una repetición del pecado antiguo en los días de Noé. Es imposible penetrar la barrera dimensional y evitar sus consecuencias. Tal consecuencia es el juicio final de Dios.